Cinco grandes viajes por el mundo

Grandes viajes con mochilaHace ya un tiempo que andaba con ganas de escribir un artículo como este, un post en el que recomendar cinco grandes viajes que hemos vivido y tenemos publicados en viajefilos. Todos son dignos de recordar. Cuando nos referimos a grandes viajes a todos nos viene a la cabeza la gesta de aquellos primeros aventureros que se lanzaron a conocer el mundo en largos trayectos por tierra, mar y aire. Para mi tiene algo de eso, una buena dosis de aventura en casos, pues seguimos la ruta de algunos de los mejores exploradores de la historia, como pudieron ser Marco Polo o Pizarro.

También atesoran una pizca de emociones fuertes por los territorios que nos dispusimos a atravesar, como la enorme tundra siberiana o los territorios de Asia Central, tal vez menos turísticos pero fascinantes.

Por supuesto tienen mucho de dedicación y tiempo, porque exigen horas de lectura y planificación y algo más de tiempo que un viaje al uso (como dice un buen amigo “es que la gente no lee”…).

Y sobre todo tienen mucho de pasión, pasión por viajar que es al fin y al cabo de lo que se trata en viajefilos.

Aquí van los cinco grandes viajes a los que nos referimos. Grandes por emociones, por aventuras, por el tiempo y por la pasión con que se prepararon y se vivieron. Ya sabes que si te animas con alguno de ellos, tienes toda la información y recomendaciones compartida aquí mismo, en viajefilos.

Los cinco grandes viajes por el mundo de Viajéfilos

Uno de los cinco grandes viajes: 80 días en Australia con caravana

80 días recorriendo Australia en caravana

Parece un viaje al uso y parece un viaje largo pero ni mucho menos… Sin duda conoceréis a alguien que se ha aventurado a recorrer Australia en caravana y seguro que os dice muchas veces que ha sido el mejor viaje de su vida. Y seguro que os parece un sueño viajero en el que únicamente hace falta tiempo y dinero. No os falta parte de razón. Pero plantear una ruta por Australia no es ni mucho menos tan fácil. Las enormes distancias, los trámites y trabas que encuentras en el camino, la elección de la mejor caravana de acuerdo a tu presupuesto… no lo hacen sencillo de montar por tu cuenta.

El recorrido por el sur de Australia: Adelaida y Kangaroo Island

A todo ello añadir que 80 días no son nada para conocer el enorme continente australiano y es más que seguro que tendréis que renunciar a alguno de sus vastos territorios. Nosotros decidimos comenzar por el sur y la región vitivinícola por excelencia: Adelaida y sus alrededores, el conocido Barossa Valley. No pudimos dejar pasar la oportunidad de visitar Kangaroo Island y esos días en esta pequeña isla al sur del continente fueron de los mejores de nuestro viaje y únicos para entrar en contacto con la más característica fauna australiana.

La famosa Great Ocean Road y Melbourne

Desde Adelaida seguimos hacia el este hasta Melbourne, una costa plagada de rincones atractivos donde hacer escala y cuyo máximo exponente es el tramo conocido como la Great Ocean Road a la que le dedicamos 10 fantásticos días, muy alejado de la excursión de dos días que ofrecen los tour operadores desde Melbourne. Con tan buen sabor de boca llegábamos para pasar una semana en Melbourne, la más cosmopolita y vibrante ciudad de Australia, al menos así la sentimos nosotros. Tanto nos gustó que quedamos atrapados una semana.

Sydney y los alrededores

Volábamos hasta Sydney y de nuevo una ciudad y unos alrededores de los que enamoran y puedes pasar tantos días como quieras. Para nosotros siete días en Sydney fueron suficientes y nos saciamos del ambiente de la capital saliendo tras ello hacia el norte por carretera no sin antes aprovechar para hacer noche en el conocido parque nacional de Blue Mountains.

La ruta entre Sydney y Brisbane

Entre Sydney y Brisbane nos esperaban algunos de los parques nacionales de bosque húmedo más impresionantes que hemos visto y que en algunos casos no aparecían en las guías que llevábamos como imprescindibles: Barrington Tops, la reserva nacional de Copeland, las Wollomombi Waterfalls o el New England NP. También aprovechábamos para aprovisionarnos en pequeñas ciudades típicamente australianas como Gloucester, Armidale o Newcastle.

Desde el imponente PN de Dorrigo enfilábamos el último tramo hasta Brisbane no sin antes tomar unos días de descanso en la animada ciudad surfera de Byron Bay. Tras la acelerada visita de Surfers Paradise alcanzábamos Brisbane, la capital del estado de Queensland además de la tercera ciudad más grande de Australia. Nos gustó y también nos quedamos algunos días para visitarla. De nuevo hubieran sido con gusto muchos más.

El recorrido entre Brisbane y Cairns

Pero el tiempo y los planes no se llevan bien y el primero se iba agotando y los segundos, los planes, iban en aumento. Así que pasados unos días en Brisbane, nos montamos de nuevo en la caravana y recorrimos lo que nos quedaba de costa este hacia el norte, hasta en caravana hasta Cairns y Cape Tribulation. En el camino, algunas de las playas y áreas para el buceo más impresionantes del planeta: Noosa Heads, Hervey Bay, Airlie Beach y el crucero por las  Whitsunday Islands o la famosa visita a Fraser Island. No tuvimos presupuesto para adentrarnos en la gran Barrera de Coral de Australia pero os puedo asegurar que disfrutamos como nadie de esta zona.

Llegando al extremo norte del continente, nos refugiamos en Port Douglas antes de alcanzar Cairns, la mayor ciudad de la zona y desde donde explorar Daintree Rainforest NP y Cape Tribulation.

Darwin y los territorios del Norte

Parecía que el tiempo corría mucho más de lo deseable pero un vuelo nos llevó hasta la última de nuestras escalas: Darwin y el territorio norte, imprescindible en un viaje a Australia. Nos dio para explorar los que para nosotros fueron algunos de los mejores parques nacionales de Australia, sobre todo el imprescindible Kakadú NP al que le dedicaríamos al menos 4 días. Antes de emprender la vuelta y cansados de tantos kilómetros y no menos de los mosquitos, nos quedamos unos días para organizarnos en la capital de los aborígenes australianos: Darwin.

¿Parecen mucho 80 días? Pues imaginad que se nos quedaron en el tintero de los deseos, lugares tan mágicos para un viajero como todo el inmenso territorio central con el Ulluru, Perth y toda la costa este además de la isla de Tazmania. Algunas de las visitas básicas de Australia desde nuestro punto de vista. Habrá que volver…

Si quieres saber cómo lo organizamos, nuestros gastos y las respuestas a todas esas preguntas que te estás haciendo, haz click aquí Australia en 80 días en caravana. Encontrarás el itinerario, toda la información sobre las escalas, alojamiento y distancias además de un post en el que te contamos cómo elegir la mejor caravana y sobre todo, la que se adapta a tu presupuesto.

Uno de los cinco grandes viajes por el mundo: Cruzando Rusia a bordo del Transiberiano

Cruzar Rusia a bordo del Transiberiano hasta Mongolia

Y no es que sea el viaje más recomendable para empezar a recorrer el mundo de cuantos me vienen a la mente, pero desde luego uno de los más míticos para cualquier apasionado por los viajes. Lo de menos son las escalas, en muchos casos esas frías ciudades soviéticas con poco o ningún interés. Lo mejor la experiencia en si misma. Y es que el viejo ferrocarril mantiene su esencia y son aquellos mismos convoyes los que hoy día cruzan el territorio ruso desde Moscú hasta Vladivostok. Nosotros no llegamos hasta el extremo del país, en la ciudad de Vladivostok que se asoma al Pacífico, un trayecto completo que cuesta siete días del tirón. Hubo de todo, trayectos de hasta 36 horas y pequeñas distancias de tan solo 8. Tu mismo configuras el recorrido y las escalas que deseas.

Moscú, Kazán, Ekaterimburgo, Novosibirsk, Irkutsk, el Baikal y Ulan Ude

Partíamos tras dedicarle 3 días a visitar lo mejor de Moscú, una estancia más que recomendable, hacia el oeste siguiendo la catenaria del Transiberiano. Lo más complicado fue organizarlo por nuestra cuenta, haciéndonos con los billetes en la propia página de ferrocarriles soviética. Podéis imaginar. Todos los días de un verano esperando la mejor hora en la que se ponían a la venta y tratando de intuir lo que comprábamos. En el camino, tantas paradas y escalas como pretendas. Para nosotros entre las imprescindibles, la ciudad de Kazan donde lo más destacable fue la Iglesia de la Virgen de la ciudad y su viejo Kremlin, perfectamente conservado hoy día. En el conjunto nos impresionó especialmente la Mezquita de Qol Sharif o la Catedral de la Asunción.

Igual de imprescindible la siguiente de las paradas: Ekaterimburgo, ciudad cargada de historia y donde el territorio dejaba de llamarse Europa para convertirse en Asia. Lo más interesante de la ciudad la Iglesia de la Sangre Derramada donde fue asesinado el zar Nicolás II y toda su familia, aunque las señoriales avenidas del centro bien valen el paseo. La siguiente noche fue en Novosibirsk, la capital de Siberia, también conocida como el Chicago de Rusia. Nos llamó poderosamente la atención la Ópera de la ciudad, las enormes estatuas y referencias a Lenin y como no la pequeña iglesia de San Nicolás ubicada en el centro geográfico de Rusia. Mención especial la fiesta que nos corrimos a base de salmón y huevos fritos con caviar. Algo de vodka también por supuesto, “nasdrovia!”

Hasta Irkutsk fueron 36 horas del tirón dentro del tren. Pero entre paisaje y paisaje, sopa y vodka pasaron divertidas. Aquí es donde realmente se siente ese espíritu del viajero, mientras el pesado balanceo del tren atraviesa la taiga siberiana y compartes tiempo con los amigos y con el resto del pasaje, con muy pocos o ningún turista he de decir. En la imprescindible ciudad de Irkutsk destacar la Catedral de Alexander Nevsky o las casas de madera de la calle Chaplygina de arquitectura típica de Siberia.

Uno de los platos fuertes arrancaba a modo de excursión de un día precisamente desde Irkutsk: la visita del lago Baikal, bueno del extremo sur del mismo al que nos asomamos. Imaginad el disfrutar de las vistas del mayor y más profundo lago de agua dulce del mundo y festejarlo con una buena cerveza y un típico omul, el pescado seco que allí se produce.

Para terminar llegábamos hasta Ulan Ude, la última escala del transiberiano, un día más tarde. La última de las ciudades rusas que sirve de frontera con Mongolia hacia donde nos dirigíamos. En Ulan Ude se respira la mescolanza de culturas y sorprende por la calidez de sus habitantes en un ambiente suponemos tan hostil en invierno. Cómo digo fue nuestra escala final a bordo del Transiberiano. Un día más tarde saldríamos por carretera hacia para pasar una semana en Mongolia, pero eso ya es otra historia…

Alguno ha pensado en emular los correos del zar y recorrer algo más cómodo la estepa siberiana… Pues haced click aquí y veréis como fue El viaje a bordo del Transiberiano, tanta información nos trajimos de la experiencia que acabé por escribir un libro: Asia de ida y vuelta.

Uno de los cinco grandes viajes por el mundo: Siguiendo la Ruta de la Seda

Siguiendo la Ruta de la Seda por tierra. China, Kirguistán y Uzbekistán

Nuestra ruta de la Seda no comenzó con dos días en Xian, ciudad que ya conocíamos y que recomendamos. Para aprovechar más el tiempo volábamos hasta Lanzhou y desde allí nos adentramos en el Norte de China siguiendo la ruta de los antiguos caravasares. Cruzaríamos Kirguistán y llegaríamos hasta Uzbekistán por su frontera oeste., Un viaje mítico que siguió la primera ruta comercial del mundo y que para nosotros fue un auténtico desafío organizar. Y es que moverse en transporte público, conseguir los billetes de los trenes chinos o uzbekos o simplemente hacerse con el visado para la provincia de Xinjiang en China, no fue precisamente fácil.

La ciudades del noroeste de China

La ciudad de Lanzhou se encuentra a dos horas y media de Beijing en vuelo, lo que ya nos deja entrever la magnitud del país. Nada más aterrizar nos dábamos cuenta de la mezcla de culturas que aglutina el imperio del sol naciente. Parece que has saltado a otra nación totalmente diferente y sobre un meandro que forma el río amarillo ha crecido la que es conocida como capital gastronómica de la comida del noroeste. Varios e interesantes templos en la ciudad y la imprescindible subida en teleférico hasta la colina y la conocida págoda de Piedra. Tras el agradable paseo cruzamos el río por el Zhongshan Bridge y de nuevo estamos en la moderna ciudad.

Desde aquí tomamos un tren (destacar la alta velocidad china) hasta la ciudad de Zhangye desde dónde hay que reservar un día completo para visitar las cuevas de Mati Si y las montañas multicolores del parque nacional de Danxia, ambos Patrimonios de la Humanidad. Zhangye es una ciudad mucho más pequeña que Lanzhou, y no deja de tener su encanto. La Torre del Tambor, el Templo del Gran Buda o las pagodas de Barro y de Madera merecen la visita. No puedes perderte la oportunidad de comer en un clásico Hot Pot y ponerte hasta arriba cubierto con un delantal “por si acaso”.

Unos 60 km y poco más de una hora de viaje en coche te separan de las cuevas de Mati Si, un impresionante complejo de templos excavados en las rocas. Realmente fascinante. Y para el atardecer y con la mejor luz el parque nacional Danxia, una de las diez maravillas geológicas del mundo. Sin lugar a dudas el colorido de sus montañas merece estar en esa lista, veremos si el turismo local logra mantener el entorno.

Con la visita hecha, tomábamos un tren nocturno hacia el siguiente de los antiguos caravasares que habíamos puesto en nuestra lista: el caravasar de Dünghuang. Durante la noche nos habíamos adentrado en el desierto del Gobi y por la mañana llegamos a este oasis fundamental de la ruta de la Seda. Dünhuang, por estar localizado entre los desiertos de Gobi y Taklamakan, se convirtió en un emplazamiento básico para el abastecimiento de agua a las caravanas que emprendían la ruta. Destacan por su belleza y habiendo sido declarados Patrimonios de la Humanidad, las Cuevas de Mogao, las de los Mil Budas y las Dunas de Shashan. Igual de imprescindible la visita de su animado mercado nocturno donde probar la gastronomía de la zona.

El Lago de la Media Luna, cerca de la ciudad, a tan sólo 4 km y las Dunas de Shashan, las dunas que cantan con el viento, según refiere Marco Polo en sus escrituras, son unos de los sitios habituales de visita. Algo más allá, a unos 10 km las cuevas de Mogao. Localizadas en la ladera de la montaña de Mingshashan, abiertas en cinco niveles, se encuentran las 492 cuevas que permanecen en pie. Los frescos y su conservación merecen la visita si bien, de nuevo, nos damos cuenta del peligro que corren con el aluvión de turismo local no siempre tan respetuoso con este patrimonio.

Más al oeste, volamos esta vez para visitar Urumchi, la capital de Xinjiang, territorio uygur por excelencia y lugar políticamente inestable por este motivo. Visitamos  Turpan, la ciudad más calurosa de China, conocida como Tierra de Fuego, y es que se encuentra 155 metros por debajo del nivel del mar. También las Cuevas de los mil Budas de Bezeklik de los siglos IX al XII en el entorno de las montañas Flameantes. Y además comenzamos a comprender la difícil convivencia de la cultura y religión musulmana de sus habitantes con el imperio chino que los ocupa. Fruto de este pasado musulmán el ingenioso Karez System, un brillante sistema de regadío de 2000 años de antigüedad.

La última escala en China antes de cruzar por tierra a Kirguistán, fue la impresionante ciudad de Kashgar, para mi una de las más interesantes y bonitas de cuantas llevábamos en el camino. Fue realmente como trasladarse a ese medievo en la ruta de la Seda y su grandioso Bazar nos mostró lo mejor de aquellos mercaderes que circulaban en uno u otro sentido con sus preciados valores. Además visitamos el Mausoleo de Abakh Hoja y la antigua ciudad que alberga la Gran Mezquita, Idkah, la mayor de China, de 1422. No parase a comer en la calle Taste Food Street Uygur de Kashgar sería un delito. No negaréis que el nombre es atrayente.

El corto viaje a Kirguistán

Cruzar la frontera que separa China de Kirguistán por tierra no fue nada sencillo y optamos por recurrir a una compañía que nos echara una mano. Mucho trámite y una jornada enorme en tiempo y en kilómetros que hacen que se a muy difícil conseguirlo sin esa ayuda. Cruzar el famoso paso de Irkhestam nos llevó toda una jornada y se ponía el sol cuando llegamos a Sary Tash, una modesta aldea en la frontera donde pasar la noche. Al día siguiente un nuevo madrugón y por fin en Osh en el fértil valle de Fergama por donde nos deslizamos a toda velocidad con el vehículo.

Osh y su Gran Bazar, uno de los mayores de Asia Central, han sido referencia y parada obligatoria en los últimos 3000 años, incluso antes del establecimiento de las grandes Rutas de la Seda. Esta densa historia le ha valido el topónimo de “la Roma de Asia”, una característica que no acabamos de apreciar. Pero llegar hasta aquí, pasear por su bazar entre los puestos de amables kirguizos que nos observan sin parar y visitar la Montaña de Salomón conocido como “Complejo de Sulaiman Too”, lugar sagrado para los musulmanes, mereció la pena la paliza de viaje.

12 días en Uzbekistán, nuestro final de la Ruta de la Seda

Aquel breve paso por el país fue lo que nos quedó de lo que hemos leído es uno de los territorios con mayor atractivo turístico de Asia Central. De nuevo la sensación de “habrá que volver”. Por la mañana nos dábamos un nuevo madrugón con el que trataríamos de evitar las colas de kirguizos y uzbekos que trataban de cruzar la recientemente abierta frontera terrestre. Nuestro aspecto de “occidentales” nos ayudó y entrar en Uzbekistán fue más sencillo de lo que preveíamos. Cuánta amabilidad la de estos pueblos. A media mañana llegábamos para pernoctar a Andijan, la ciudad donde más queridos nos hemos sentido en nuestra vida viajera. Y es que era tal la sensación de confort en sus calles y plazas que era difícil esquivar una sonrisa o evitar una invitación. Sin duda, un ejemplo de la hospitalidad uzbeka sin parangón en el mundo.

El último de los países que se ponía en nuestro camino siguiendo la ruta de la Seda: Uzbekistán. Más adelante quedarían Turquía y tantos otros para nuevas aventuras. pero todavía sacaríamos 12 días para este bonito y próspero país de Asia Central. El imperio Timur nos recibió en Andijan como digo y aprovechando un vuelo nos desplazamos asta la bella ciudad amurallada de Khiva. Enumerar sus atractivos es difícil en un post de este estilo pero sin lugar a dudas, Khiva está entre las ciudades más bonitas de Uzbekistán. Le siguen a la zaga por sus numerosos atractivos y su interés histórico nuestras dos siguientes escalas: Bujara, nuestra ciudad favorita de Uzbekistán y Samarcanda, la más conocida del país. Templos, mezquitas, bazares, mercados, plazas… el impresionante Registan de Samarcanda… un buen puñado de joyas arquitectónicas que hablan en presente de la importancia del imperio timúrida.

El viaje tocaba a su fin y tras un breve paso para conocer lo mejor de Tashkent, la capital de Uzbekistán, con poco más de atractivo que un gran bazar, emprendimos la vuelta a España desde Bishkek, la capital de Kirguistán. Esto era viajar con mayúsculas.

Interesado en seguir los pasos de Marco Polo y recorrer la Ruta de la Seda. Haz click en este enlace y accede a toda la información de viajefilos La Ruta de la Seda. Los tiempos y distancias, los transportes y alojamientos, los precios y comidas, cómo conseguir todos estos visados… no encontrarás más recomendaciones en la red para organizar tu viaje siguiendo la Ruta de la Seda.

Uno de los cinco grandes viajes por el mundo: 90 días en Sudamérica

Un mordisco a Sudamérica. Tres meses en el paraíso de los Andes

Aquel año decidimos emplear 3 meses para volver a algunos de los países que más nos habían gustado de Sudamérica en otros viajes y conocer otros que todavía no teníamos la suerte de haber visitado. El recorrido nos llevaría en un vuelo de ida hasta Santa Cruz en Bolivia para volver desde Bogotá 90 días más tarde. En medio las visitas de los mejor de Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia. ¿un buen bocado, no?

El viaje a Bolivia con mochila

Pues así empezó, con la escala en Santa Cruz de la Sierra, la menos atractiva de las ciudades bolivianas pero el enlace natural con Europa para muchos vuelos. El viaje en si nos llevó en primer lugar a dos de las ciudades coloniales más bellas de todo Sudamérica: cuatro días entre Sucre y Potosí. La primera sorprende por su fantástico estado de conservación con bellas iglesias y conventos como San Felipe Neri o la Merced que engalanan las calles de la antigua ciudad española, la misma en la que nación y creció el germen nacionalista que terminó con los años de hegemonía de la corona española. Todo Sucre rebosa libertad y es en la misma Casa de la Libertad en la Plaza de Armas donde se recogen los grandes acontecimientos de la independencia de América. Disfrutamos de buenos atardeceres en el Mirador de la Recoleta y nos acercamos también al colorido mercado de Tarabuco, no te lo pierdas si llegas hasta Sucre.

La otra ciudad ineludible es la que fue Paris para el Nuevo Mundo, Potosi. Y es que al abrigo de la vieja mina de plata, la mayor mina encontrada jamás de este material creció hasta alcanzar una de las mayores y más selectas poblaciones del mundo. De aquí partió gran parte de la riqueza de España, fruto del trabajo esclavo de muchos mineros que esquilmaron el cerro Rico de Potosí. La casa de la Moneda, la iglesia de San Francisco, Santa Teresa o Torre de la Compañía de Jesús son algunos de los ejemplos de este esplendor. Valga de paso la recomendación de no entrar en la mina…

Tras dejar Potosí nos dimos el capricho de volar a Cochabamba, la tierra de la eterna primavera, que ya conocía y en la que tuve la suerte de trabajar. No podía renunciar a volver a pasear por sus plazoletas y disfrutar de sus animados locales, seguramente los más animados de toda Bolivia. Además necesitaba volver a sentir el aliento de todo un pueblo en un lugar como La Cancha, el mayor mercado al aire libre de Bolivia. Y vaya si se siente.

Con el descanso de los recuerdos en Cochabamaba dábamos el salto en altura que andábamos demorando y nos dirigimos para conocer los atractivos de La Paz, la capital más alta del planeta y donde pasear es una odisea. Pero no hay que dejar de hacerlo y visitar en ese recorrido lugares como la plaza de San Francisco, el mercado Rodríguez, el mercado de la Hechiceríao la calle Jaen. Y si queremos sorprendernos de verdad es imprescindible aprovechar algún recorrido de sus modernos teleféricos y subir hasta las alturas para asombrarnos de la vistas de la ciudad desde alguno de sus miradores. Quien dijo miedo a las construcciones en el Alto… Desde una de las estivaciones más elevadas nos tiramos a toda velocidad siguiendo la carretera de la Muerte en bicicleta, malditas tonterías que a uno se le ocurren de viaje.

Terminaban nuestros días en Bolivia (Uyuni que si es un imprescindible ya lo conocíamos y decidimos saltarlo en esta ocasión) y seguimos por tierra hasta el lago Titicaca, mitad boliviano y mitad peruano para descansar en Copacabana antes de emprender la visita del Perú. En Copacabana hay que visitar la catedral de la Candelaria y hay que aprovechar para navegar por el lago si no lo has hecho antes.

El viaje a Perú con amigos

Cruzar la frontera peruana fue relativamente sencillo pero supone bastantes horas como siempre con estas carreteras y la temida burocracia que se lleva más minutos de los necesarios. La primera escala en Perú, Arequipa la ciudad blanca del sillar, pues está construida casi por completo en la piedra blanca volcánica. Allí aguardamos un par de días la llegada de nuestros amigos con los que recorreríamos Perú. La catedral basílica de Santa María de Arequipa o la iglesia de la Compañía de Jesús son claros ejemplos del sincretismo que utilizaron los españoles en su conquista de estos territorios y el convento de Santa Catalina, la idea que tenían de como conseguir esa evangelización.

Con todo el grupo reunido y la visita hecha, emprendíamos dos días de ruta por el pronunciado cañón del Colca, el lugar donde viven los cóndores y en el que las poblaciones parecen vivir de espaldas a los avances de la vida moderna, supuestamente más cómoda y placentera. Superados los 5000 msm de nuevo nos tropezamos con el Titicaca esta vez en su lado peruano y no sirvió este tropiezo para pernoctar en Puno y visitar las islas de los Uros y Taquille, culturas preincas que se niegan a estinguirse.

A partir de aquí venían emociones fuertes. Primero con los tres días en Cusco, la gran capital del imperio inca que los españoles se empeñaron en “hispanizar” y fruto de lo cual refundaron la que puede estar entre las 3 ciudades más bonitas del continente. El conocido como ombligo del mundo por los incas pasó con los siglos a ser una pomposa ciudad repleta de campanarios, iglesias y conventos. Tan grande e importante fue que en la plaza de Armas se arremolinan algunas de las construcciones más emblemáticas de América, como el Complejo Catedral, en realidad dos catedrales en una o la iglesia de la Compañía. Otros lugares impresionantes son el viejo Qoricancha, hoy día complejo de Santo Domingo, la iglesia de San Cristóbal, la iglesia de San Blas o algunas de las casas nobles de las familias más importantes de la época colonial. Por muchos días que pases en Cusco nunca serán suficientes.

Pero había que salir y la siguiente parada merecía el movimiento: Macchu Picchu. Y que contaros de la antigua ciudadela inca y de todos los misterios e historias que encierra. Probablemente una de las visitas más imponentes para un viajero, uno de esos rincones “top ten” que cada uno atesora en sus pasaportes como oro en paño. Cargados de emoción todavía quedaba en Perú unos días en la Amazonia, en Iquitos donde elegimos el mejor alojamiento que pudimos elegir, un capricho en aquel recorrido, gracias al cual pudimos conocer de cerca la flora y la fauna del Amazonas en una zona con muy poca intervención humana. Nuestros compañero de viaje partían de vuelta no sin antes pasear por la moderna ciudad de Lima, la que actualmente ostenta el título de capital gastronómica de América.

Lo mejor de Ecuador y las islas Galápagos

Nosotros seguíamos hacia Ecuador y tras un breve paso por Guayaquil (que nos gustó más de lo previsible por lo leído) paramos dos días en Montañita, uno de esos paraísos surferos en los que te puedes abandonar cuanto tiempo quieras (y puedas…). Cruzaríamos, una vez repuestas las fuerzas hacia el norte siguiendo la conocida como avenida de los volcanes dejando ciudades en nuestros recuerdos como Cuenca y sus tradicionales fiestas de Semana Santa y una de las catedrales más bonitas de Sudamérica, la nueva, porque también tiene dos… Y muchas más cosas bellas que disfrutar: plazas, iglesias y mercados como esos en los que se venden los sombreros de toquilla, mal llamados panameños.

Más arriba al norte, Baños, la ciudad de los deportes de aventura en Ecuador. El lugar donde hacer mil y una locuras como lanzarte sobre unas guías en el canopy de Puntzan. Multitud de rutas de senderismo, circuitos para practicar en bicicleta de montaña, a caballo, en quads y en general, un entorno rico en posibilidades al aire libre. La más famosa, la ruta de las Cascadas, que también acometimos. Tras este subidón adrenalínico, visitamos la laguna Quilotoa formada en el cráter del extinto volcán del mismo nombre y Latacunga, la ciudad romántica.

Con más de una semana en Ecuador arribábamos a la bonita ciudad de Quito, la que fuera primera ciudad declarada patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y no es para menos. A los pies del volcán Pichincha de nuevo los españoles desafiaron a toda la población y terminaron por construir otra bonita ciudad colonial repleta como las anteriores de iglesias y conventos a cada cual más bonito: El monasterio de San Francisco, la capilla Cantuña, iglesia de la Compañía de Jesús, la catedral donde yacen los restos del mariscal Sucre y la basílica del Voto Nacional entre muchas otras. Tres fatigosos días caminando a una altura excesiva para nosotros, a pesar de lo cual nos embarramos en la subida al vecino volcán Cotopaxi. Que bonito y que duro se hizo.

Todavía nos quedaba en Ecuador lo más bonito si cabe: un crucero por el archipiélago de las islas Galápagos. Y lo hicimos, llegamos con un plan de diez días a San Cristóbal, la mayor de las islas, con la firme convicción de encontrar un chollo, un crucero de último minuto lo suficientemente barato como para subirnos. Y salió redondo. Un yate de lujo para solo 16 personas con el que cruzamos de isla a isla, a lugares donde solo muy pocos afortunados llegan. Piqueros de patas azules, cormoranes, alcatraces, galápagos, lobos marinos, iguanas de tierra y de mar, hasta hicimos esnorquel junto a tiburones martillo… Para terminar la subida al volcán Sierra Negra en Isabela.

Buscando Colombia hicimos camino hasta Otavalo y su famosísimo mercado antes de dejar Ecuador. Difícil superar la experiencia.

Viajar a Colombia por libre

Pero Colombia tiene para eso y más. Comenzamos conociendo lo mejor del sur de Colombia. Desde Ecuador hicimos nuestra primera parada en Popayán, la más religiosa de las ciudades colombianas y donde tuvimos la suerte de hacernos “viajando” con el premio al mejor blog de viajes para los 20 minutos. Nos dimos la paliza hasta San Agustín donde montamos a caballo entre campos de tabaco y cafetales en busca de figuras precolombinas. Y a toda velocidad nos metimos en Pereira y nos enseñaron lo mejor del eje cafetero.

Filandia, Salento, el valle de Cocora… no es fácil describir la belleza de estos parajes y más si son con la mejor compañía. Gracias otra vez Diego. Volamos a Medellín, una ciudad imprescindible en ruta por Colombia, para conocer la ciudad que venera a Botero y que tristemente nos suena por otros hechos. Alcanzamos a pasear cerca de las comunas. Pero el tiempo apremia siempre de viaje y teníamos hambre para morder nuestro penúltimo destino: el caribe colombiano.

Que deciros, que Santa Marta es la ciudad más agradable y animada del Atlántico en Colombia, que el parque nacional de Tayrona debe ser la visita obligada de todo turista en Colombia o que conocer Cartagena de Indias, definitivamente, es la ciudad más bonita de Sudamérica (si, ya se que lo repito). Cartagena fue el fortín desde donde partieron los grandes buques con las riquezas del Nuevo Mundo hacia España y como tal una de las ciudades más prósperas y mejor fortificadas de América. Bien lo supo Blas de Lezo que la defendió desde la fortaleza de San Felipe. Hay que visitarla, pasearla y gozarla. El barrio de Getsemaní, la Torre del Reloj, la calle de Ronda, el Baluarte de San Francisco Javier, la vieja muralla, las plazas de los Mercaderes o la de los Coches, la catedral de Santa Catalina de Alejandría… y los hoteles boutique y sus restaurantes.

Os imagináis el sabroso atracón de casi tres meses siguiendo esta ruta. Terminaba nuestro periplo con unos días en el archipiélago de San Andrés, esta vez si en pleno Caribe con tormenta por medio. Solo quedaba hacerse con lo mejor de Bogotá donde saborear más platos de la variadísima gastronomía colombiana y volver.

¿Complicado? Pues todo en transporte público y con bajo presupuesto. Si queréis saber cómo, haz click aquí Tres meses recorriendo Sudamérica. No os perdáis este viaje en vuestra vida.

Uno de los cinco grandes viajes por el mundo: Siguiendo la ruta del Orient Express

El Orient Express low cost. 40 días en tren por Europa

Cómo escribía Jaume en su primer post sobre el viaje:

“Pero ¿Por qué este viaje?

Aunque el interrail tiene más años que alguno de nosotros (1972) nunca tuvimos la oportunidad de hacerlo y siempre hemos mirado con cierta “envidia sana” a los chavales y chavalas que, mochila a cuestas, subían a algunos de los trenes a los que nosotros habíamos subido llevando una especie de documento en el que escribían los datos del tren. Los hemos percibido con cierto halo romántico, atrevidos y divertidos.

Cuando tuvimos la oportunidad de hacerlo nos subimos al carro de los vuelos de bajo coste y dejamos la idea del Interrail creyendo que ya “se nos había pasado el arroz” (aunque desde 1998 también lo pueden hacer los mayores de 26 años).

La cuestión es que nunca es tarde y decidimos hacer un viaje en tren por Europa como los “jovencitos” pero ¿Dónde iríamos? ¿Cómo lo haríamos? Nos rondaban por la cabeza cientos de recorridos… pero gracias a un reportaje de la TV se nos encendió la luz ¿Por qué no recorremos el antiguo recorrido del Orient Express yendo de Londres hasta Estambul?”

Pues ni cortos ni perezosos, Jaume y Pedro se lanzaron a cruzar Europa subidos al tren, bueno, no a uno, sino a un montón que los llevaron a hacer escala en algunas de las más importantes y atractivas ciudades de Europa: Londres, París, Lausana, Turín, Milán, Venecia, Trieste, Liubliana, Zagreb, Belgrado, Sofía, Plovdiv, Estambul, Bucarest, Brasov, Budapest, Praga, Viena, Múnich y Estrasburgo. 40 días de recorrido en tren y un montón de información la que nos trajeron en sus post, ese “Orient Express Low Cost“.

¿A que no sabes ni por dónde empezar para organizarlo?, yo de ti me leía los diarios de estos dos… El Orient Express Low Cost No hay nadie capaz de preparar un viaje así. Bueno si, Jaume.
Picture of Jose Luis Bauset
Jose Luis Bauset
Soy Jose Luis, más conocido como Bau. Aquí compartimos nuestras experiencias viajando. Viajefilos es nuestro blog de viajes, donde todos aquellos adictos a viajar pueden buscar inspiración.

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1 comentario en “Cinco grandes viajes por el mundo”

  1. Difícil hacer un resumen de estos 5 viajes como el que haces…Aunque todavía es más difícil elegir solamente uno de ellos, creo, sinceramente, que no podría. Cuando acabe este encierro me encantaría repetir todos y cada uno de ellos… Ojalá que sea pronto. Gracias por el viaje.

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