Nos adentrábamos en Siberia, viajar mecidos por el traqueteo del Transiberiano nos había hechizado. Los fantásticos días en Moscú, la visita de la atractiva ciudad de Kazán, conocer de primera mano los lugares de Ekaterimburgo donde los Romanov acabaron sus días… era viajar en un crucero donde el transporte perseguía tus destinos. Aquella mañana subíamos de nuevo al tren en busca de un nuevo lugar, Novosibirsk, la capital de Siberia. Antes nos quedaba un día completo en el Transiberiano… Estábamos a mitad del camino de nuestra ruta hacia Asia, mucho tiempo por delante para completar nuestro “Asia de ida y vuelta”
Nuestro itinerario completo a bordo del Transiberiano en estos post:
- Moscú, nuestro punto de partida
- Kazán, la primera escala del Transiberiano
- Ekaterimburgo, la ciudad de los zares
- Novosibirsk, la capital de Siberia
- Irkutsk, donde terminaron los Diciembristas
- El lago Baikal, uno de los platos fuertes
- Ulan Ude, la ciudad de paso a Mongolia
- El cruce de fronteras hacia Mongolia
El diario completo y muchas más recomendaciones, visados, presupuesto, tiempos, distancias… en nuestro libro “Asia de ida y vuelta”, de venta en Amazon.
Día 7. Domingo 4 de Septiembre. Transiberiano entre Ekaterimburgo y Novosibirsk (23 horas)
Nuestro tren, el número 100 en este caso (comprado el 22 de Julio, 39 € tercera clase) sale a las 12:05, pero con el horario moscovita a las 10:05, es decir, ¡con el que teníamos que tener en cuenta para comprar los billetes!. Pero a efectos prácticos (en nuestro horario actual) tenemos que estar a nuestras 12 en la estación, eso es mañana completa para organizar las comidas de las siguientes 23 horas en el tren… La hora de llegada a Novosibirsk las 11:33 del día 5 de Septiembre (que serán las 8:33 de Moscú, ¡vaya lío!). En fin, tiramos y, como siempre, sale bien.
El desayuno del hostel fue un fiasco, lleva poco tiempo abierto y creo andaban algo desconcertados todavía. Así que nos bajamos a desayunar al Kocmoc, el mismo restaurante self service donde comimos el día antes- Un café por tan solo 49 rublos. Después, un súper para aprovisionarnos para el viaje y un taxi para la estación. Hoy pagaremos menos de la mitad que el día de ayer, 100 rublos la carrera por taxi.
En la estación hay un buen restaurante donde hacer la espera, para nosotros solo 30 minutos. Dando un paseo por la estación vimos una señora en una furgo que ofrecía excursiones a la salida de la estación. Por 550 rublos, tours en ruso de tres horas que suponemos visitaban la ciudad y te llevaban al límite Europa-Asia, nos fue imposible aclararse con la señora para constatarlo.
Y ya estábamos de nuevo en el tren. Esta vez, uno con el mismo aspecto que el anterior, el 100 que cubría la distancia completa entre Moscú y Vladivostok. A 2102 km de Moscú, entrábamos en Siberia, nuestro destino, Novosibirsk, la capital de esta extensísima región.
Al poco de salir, sacamos un par de boles con ensaladilla rusa comprada en el súper, ¡tremenda!. Para acompañarla compramos en el vagón restaurante unas cervezas, tenemos que negociar que nos las dejen llevar… Ya sabemos que está prohibido beber en el vagón pero no nos cuesta demasiado convencerlos de que las esconderemos. Así pues, ¡aperitivo de Domingo en el Transiberiano! Unas Asahi japonesas, las únicas bien frías que quedaban, por unos 300 rublos cada una. Y tras repetir una segunda, esta vez unas Bálticas, tiempo para aprender los números en ruso con la agradable compañía de los vecinos de vagón. ¿Y que se hace durante 23 horas en un tren…? Pues eso, charlar, leer, jugar a las cartas, beber, brindar y… ¡comer! De bolsas y mochilas no hace más que salir alimento, frutos secos, patatas, olivas… Una fiesta en toda regla.
Pasados unos 300 km y ya en Siberia hacemos una parada de unos 15 minutos en Tiumen, una ciudad que ha crecido en torno a los pozos petrolíferos, bajamos por bajar, comprar unos helados, mirar alrededor, reírnos otro rato y volver al tren. Son las cinco y media de la tarde…
Para el resto de la tarde, alguna birra más, más comida y un atardecer precioso que acabó amenizando un muchacho ruso joven con su guitarra. Una pena que el chico hacía días que no visitaba la ducha…
Son las nueve de la noche, prepararnos las camas y vamos a dormir.
Día 8. Lunes 5 de Septiembre. Novosibirsk
Amanece muy temprano, conseguimos alargar el sueño hasta las siete de la mañana. A pesar de las horas de viaje y los cientos de kilómetros recorridos, el paisaje fuera no ha cambiado, interminables bosques se alternan con pequeñas extensiones más despejadas donde la vegetación ha dado su brazo a torcer, la taiga siberiana. Cada vez los pueblos tardan más en aparecer. Imaginamos el paisaje nevado…
Dentro del tren el escenario tampoco cambia demasiado, no entendemos como el resto de pasajeros consiguen tantas horas de sueño, niños, jóvenes y ancianos siguen aferrados a las camas. La noche antes habíamos leído la historia de la construcción de la línea de ferrocarril y las estremecedoras condiciones de los que trabajaron en ella. El devenir de los años y las ansias de poder de los países vecinos, Japón y muchos de Europa, unidas a las imposibles condiciones climatológicas convirtieron esta vía de comunicación en el lugar donde encontraron la muerte miles de personas, dada la importancia estratégica de la misma. Actualmente el 30% del producto que exporta Rusia es transportado en el transiberiano.
La diferencia horaria con España ya era de cuatro horas, tres más que en Moscú, además de la hora que había cambiado en estos días. La verdad es que llevábamos cierto lío con esto y cada uno de nuestros teléfonos “inteligentes” daba una hora distinta.
A las once y media de la mañana llegábamos a Novosibirsk, una vez más ¡la tercera ciudad más grande de Rusia! que perra tienen las guías en ofrecer estos datos poco contrastados. La capital de Siberia dicen es famosa por el ambiente de locales de ambiente cosmopolita lo que ha dado en llamarla en algunos foros el Chicago ruso. El tren hacia su llegada a la estación más grande del transiberiano cruzando ¡uno de los puentes más largos del mundo! Vaya de datos…
Frente a la estación de trenes, se encuentra la boca de metro de tan solo dos líneas. Por 20 rublos tomábamos la línea verde hasta nuestro alojamiento. Eso sí, el seguridad nos tuvo un buen rato hasta escanear todas las mochilas antes de subir al metro.
Teníamos reservado un apartamento en el establecimiento Central Apartments. Poco nos costó encontrarlo pero conseguir localizar al tipo que lo lleva fue una odisea. Una chica que vivía allí, amablemente llamó para localizarlo y acudió en unos minutos. El precio 3150 rublos, 45 € la noche para los ocho. Al día siguiente nuestro tren salía a las 23:49, así que le pedimos hacer el check out por la tarde y no hubo problema ninguno. El apartamento cuenta con dos amplías habitaciones y dos baños junto un sofá cama en el salón. Además de lavadora y el resto de cosas que tienen las casas…
Después de lavadoras, duchas y reorganizar la mochila salimos con la hora de comer. Lo primero que nos tropezamos es un restaurante austriaco, Grill Bar (www.austriabar.ru). Nos zampamos unas salchichas de alce, una ensalada Taiga, que nos recomiendan por teléfono… (algo raro porque nos pasaron con un cubano para explicarnos que pedir) y unas cervezas. Para terminar el postre de la casa, Taiga, con arándanos, piñones y un dulce similar a la leche condensada. Pagamos 13 € pp . Muy amable la hija del dueño del local que hizo las veces de camarera y se desvivió en atenciones. Para los amantes de la carne y dispuestos a pagar algo más, pueden probar el castor, el corzo, el ciervo, el alce y en general gran variedad de platos.
Novosibirsk
Desde aquí salimos por la avenida principal, Kranzny. Echamos un vistazo en la librería Look Book con la intención de encontrar algún libro de cocina y ver alguno de los muchos mapas que tienen, pero me temo no encontramos nada en inglés. Más allá, grandes avenidas e imponentes y austeros edificios, tal vez algo desangelados, lejos de la opulencia decorativa de algunos de Moscú. Al llegar a la Plaza Lenina, la enorme escultura del político, una de las que logró salvarse tras la apertura soviética, junto a otros personajes representantes del pueblo oprimido. En la misma plaza y tras la escultura, la enorme cúpula de la Ópera de Novosibirsk de 1945, que con 1800 localidades, tiene mayores dimensiones que el propio Bolsoy.
La avenida en pocos metros lleva a la Iglesia de San Nicolás, erigida en el centro geográfico de Rusia y que llama la atención por estar situada en la concurrida confluencia de dos calles. En los alrededores sorprende la gran cantidad de jóvenes tocando música en la calle.
De vuelta y quedando pendientes de visitar la catedral por la mañana, caminamos en dirección al apartamento, con parada previa en un mega centro comercial frente al edificio. Hoy toca aprovechar para la cena la cocina del apartamento: ¡huevos fritos con caviar y setas! Lo regaremos con sus correspondientes Bálticas y unos blancos del mundo, Torrontés argentino, un seco sudafricano y un Alentejo portugués… Y así pasamos la noche, riendo mientras gritábamos Dabrosnia a cada trago de vodka.
Día 9. Martes 6 de Septiembre. Novosibirsk y Transiberiano a Irkutsk (36 horas)
Empezábamos el día con tranquilidad, Novosibirsk no era la más bonita ciudad de Siberia y hasta la noche en que nos subíamos de nuevo en el tren, teníamos todo el día por delante. Y quien dijo que hacía frío en Siberia, ¡al menos 30 grados y un día soleado! Bordeamos de nuevo el enorme edificio de la Ópera. Tratamos de acceder pero no se permite la entrada. Seguimos y esta vez sí, visitamos la pequeña capilla de San Nicolás. Más adelante, llegamos a la Catedral de Alexander Nevsky del año 1898 . Desde el exterior un edificio de ladrillo rojo que llama la atención por sus reducidas proporciones y el contraste que ofrecen a la piedra las dos cúpulas doradas. En el interior no se pueden hacer fotos y de nuevo sorprende la policromía de los frescos que cubren cada rincón de los muros abovedados.
Paramos a comer en Jack’s Burguer, aunque no tiene la carta en inglés, uno de los muchachos habla inglés y tratamos de apañarnos con su ayuda. Por 400 rublos nos zampamos un hamburguesón enorme. El café en un local al lado, Yawka, en una magnífica terraza disfrutando de la perfecta temperatura. www.chashacoffee.ru
Por la tarde y huyendo del centro y de las grandes avenidas, hacia el río, llegamos a las casas de madera de la calle Chaplygina, arquitectura típica de Siberia y de las que sólo quedan unas pocas en la ciudad, por desgracia descuidadas. Los edificios colindantes parecen sacados de una estampa de la Rusia comunista en plena guerra fría, donde imaginamos a agentes de la CIA infiltrados en alguno de los pequeños apartamentos…
Y tras un largo paseo, llegamos por fin a la orilla del río Ob, a lo lejos vemos el largo puente que nos llevó hasta aquí. Tomamos un refresco en una cafetería junto al río. Definitivamente las vistas son prescindibles. Extenuados, volvemos en taxi, pagamos 130 rublos por ello.
De nuevo en el apartamento, recogida de ropa, ampliamente distribuida en toda su superficie y rumbo a la estación. Nuestro tren sale a las 23:49 hacia Irkutsk (comprado el 24 de Julio) 41 € tercera clase, número 12. Esta vez optamos por volver en taxi, pagamos 200 rublos entre cuatro por cada uno y evitamos cargar mucho trecho con las mochilas. En la enorme estación de Novosibirsk hay multitud de tiendas donde poder comprar alguna cosa para el tren y algún restaurante donde poder comer. El más tranquilo que encontramos para cenar y hacer tiempo, el Subway en la planta inferior, donde por 320 rublos nos metemos un bocata con la bebida.
De nuevo uno de estos antiguos vagones con la suerte de que no va muy lleno en esta ocasión. Nos acomodamos y nos vence el sueño a los pocos minutos de partir.
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8 comentarios en “El Transiberiano en Siberia: Novosibirsk”
Ay… he leído el tramo en el que os parásteis en Novo… Mientras leía, he recordado cada segundo de nuestros dos meses viviendo allí… Y sé dónde vivíais!!! ajajajajajajajaja…
Novo… Me dio una de las mejores cosas que tengo en la vida…
Ay, me he emocionado…
Lo bien que lo pasamos ese día! Nos reímos muchísimo. Y en general en todo ese viaje. Una gran experiencia. Me alegro que te traiga tan buenos recuerdos como a nosotros. Por cierto… ¿cómo que pasaste dos meses viviendo en Novosibirsk?
Excelente nota. Muy divertida y detallada.
Me encantó la sinceridad “las vistas son prescindibles”
Gacias por tanta información.
Saludos
Poner lo bueno y lo malo de los lugares es siempre necesario. Cuando viajas y visitas tus destinos, hay lugares a los que nunca quisiste llegar… Gracias por tu comentario.
Viajaco!!
Novosibirsk, me gusta cómo suena! Fue una interesante parada en la ruta del Transiberiano, en la que exprimimos al máximo el tiempo del que disponíamos. Imprescindible probar sus variedades de caviar… espectacular!!!!
;D.
Que ricos los helados siberianos!!
Que se lo digan a Bea!