Kazan, nuestra primera escala a bordo del Transiberiano

Nuestro viaje a bordo de Transiberiano ya estaba en marcha. Atrás dejábamos unos fantásticos días conociendo Moscú. Todas nuestras preguntas acerca del mítico tren estaban resueltas a los pocos minutos de subirnos al tren. ¿Como eran los compartimentos y literas del Transiberiano?, ¿Quién era la Provonitiza?, ¿Hay aseo, ducha o restaurante en el Transiberiano?… Solo unos kilómetros y al poco de acomodarnos, andábamos como niños correteando todos los rincones del convoy. Si de verdad andas lanzado a preparar esta aventura, tienes toda la información en nuestro libro “Asia de ida y vuelta”

Nuestro itinerario completo a bordo del Transiberiano en estos post:

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Día 5. Viernes 2 de Septiembre. Kazan y Transiberiano entre Kazan y Ekaterimburgo (14:45 horas)

La noche, según a quién preguntes… El desfile inicial de ropa de cama, pijamas que van y vienen, los paseos al baño, los momentos de lectura y ordenador, el concierto de ronquidos; pero a decir verdad aquel movimiento del tren nos dejó a todos ko en pocos minutos.

Amanece muy temprano, entre las 6 y las 7 el ritmo en el interior del tren se vuelve frenético, desayunos, aseo, reorganizar la mochila y el ritual de un buen café. Y es que el desinteresado regalo de cumpleaños de Pedro aquel año había sido una Handpresso, una máquina que con agua caliente y las cápsulas adecuadas elabora un café bastante equiparable al expreso.

Todo esto se producía entre grandes ríos, lagos y pequeñas poblaciones que crecían en sus orillas. Nuestro destino, a las ocho de la mañana, la ciudad de Kazan. Tras el parte meteorológico diario de Carmen, que anunciaba en torno a 15 grados y cielo nublado, el tren atravesaba el Volga y poco después entraba en la estación. El horario que marcan la salida y llegada de los trenes sigue el de Moscú, en este caso Kazan no tenía diferencia horaria con la capital pero era un dato a tener en cuenta en el resto del viaje, para no perder ningún tren.

Kazan

La proclamación como Patrimonio de la Unesco de la fortaleza y parte del casco antiguo en el año 2000 supuso una potente inyección económica y mejoró su aspecto y servicios al nivel de capital turística de la región de Tartarstan. Kazan pasó a publicitarse como la tercera capital de Rusia tras el año 2013 gracias a las conocidas Universiadas que terminaron por catapultar definitivamente la ciudad.

Nuestro hostel, el Avrora, reservado en Booking tiempo antes, se encontraba a unos 200 metros de la estación. Llegábamos temprano y no haríamos noche pero los 5 euros por persona, nos animaron a la reserva y así nos serviría como lugar de custodia para el equipaje y ducha. Probablemente demasiado austero para arriesgarse a una noche… Cargadores en marcha, check in y nos lanzábamos a conocer la ciudad poco antes de las nueve.

Nuestra primera parada, en el Mercado de Kazan. Los puestos de carne, fruta, especias y frutos secos colocados en un orden que recuerda a un paciente neurótico con problemas, dotan de un magnífico colorido al recinto y lo convierten en un lujo para la fotografía. Ya se nota el carácter árabe y negociador en los hombres de los puestos y nuestra presencia y nuestras cámaras no resultan molestas. Enormes calabazas y frutas por doquier, fotogénicas señoras trabajando con la leche y los quesos, grandes bancadas de carnes al aire libre, cuantas veces hemos visto mercados y como nos sorprenden siempre.

Enfilamos el recorrido de la parte alta de la ciudad. Pasamos por el Teatro y cruzamos la calle Baumanskaya, peatonal y cargada de restaurantes y terrazas en los bajos de bellos edificios. Más arriba y cruzado un bonito parque, la gran plaza de la Universidad con una estatua de Lenin en el centro, no en vano aquí estudió el político junto otros insignes como Tolstói y aquí mismo comenzó a hacer sus pinitos como orador.

Muy cerca y gracias a los relatos de otros bloggers, hacemos un stop en la cafetería Lakomka. Nuestro objetivo, probar el chak-chak, el tradicional postre tártaro de harina de trigo y miel. ¡Y vaya si lo hicimos! El sitio se encuentra junto a una cafetería que hace esquina, Dream Café, y a juzgar por la cantidad de gente local que había, realmente hace los mejores dulces de Kazan.

Y para bajar el subidón calórico, caminamos hacia el paseo, iniciado en Fuchs Garden, paralelo al río Kazanha desde donde leímos se obtienen las mejores visitas del Kremlin de Kazan. La obra, por inacabada, tal vez no merece la pena la visita. Deshacemos el camino por otra calle y desembocamos de nuevo en la Plaza de la Universidad para enfilar, ahora sí, el camino a la fortaleza y la zona histórica.

Iglesia de la Virgen de Kazan

Antes de llegar al Kremlin, la Iglesia de la Virgen de Kazan. En 1579 fue descubierta una reliquia de la virgen y por decreto de Iván el Terrible la iglesia fue construida en esta localización. En el siglo XX fue robada y años más tarde el Vaticano devolvió una supuesta copia milagrosa a la actual catedral para así saciar las reivindicaciones de los ortodoxos. La entrada exige cubrir la cabeza para las mujeres y atarse una especie de faldón en caso de acceder con pantalones. Allí mismo nos lo facilitaron de modo gratuito.

Más abajo y de fachada blanca y torreones azulados, la Iglesia Pitaniza, la iglesia del Viernes. Bajo las dos anteriores, el fastuoso edificio del Ministerio de Agricultura, famoso por el enorme árbol de cemento que cubre la puerta de entrada, todo el conjunto de desorbitadas y soviéticas proporciones, lo cual es decir lo mismo.

Kremlin de Kazan

Subiendo una cuesta junto a la muralla, se accede al Kremlin, una ciudad en si misma. La entrada es gratuita. Pasamos bajo el torreón de entrada que da cuenta de la amplitud de los muros de defensa. Al poco de entrar, la mezquita de Qol Sharif, héroe local asesinado junto a otros muchos por Iván el Terrible, de nueva construcción en 2005, cúpulas azules y bella factura. La visita cuando llegamos se podía hacer a partir de las dos de la tarde y por desgracia nos perdimos el interior.

Pasada la plaza de la mezquita, la inclinada Torre Siuyumbiké que según cuenta la leyenda fue ordenada construir por Iván el Terrible como prueba de amor en un suceso de final trágico. Tras la conquista de las tierras tártaras, en las que el ruso arrasó por completo a la población, Iván quiso desposarse con una princesa tártara. Esta, con la intención de evitar el matrimonio, le exigió la construcción de una torre tan elevada como nunca antes hubiera sido vista. El monarca ruso accedió y mandó construir la actual edificación de 59 metros en poco tiempo, tan solo 10 días. Una vez concluida, la princesa accedió a visitarla y al subir a la misma se precipitó desde la altura poniendo fin a esta malograda historia. Como toda leyenda, cuenta con una historia menos romántica y mucho más terrenal.

Junto a la torre, la Catedral de la Anunciación, construida en 1556 sobre la antigua mezquita. El interior profusamente decorado con frescos de vivos colores es visitable gratuitamente aunque por desgracia no pudimos hacerle fotos. La estructura exterior recuerda en cierto modo a la de San Basilio en Moscú, no en vano, fue diseñada por el mismo arquitecto. Tras la misma se pueden obtener fotos de todo el edificio y en un mirador, del río y la Iglesia del Viernes.

Dentro de la zona amurallada del Kremlin también se pueden visitar varios museos pero no lo hicimos, faltos de tiempo. Volvemos por las animadas calles de Kazan en el centro. Los edificios y las calles están en perfecta conservación e imaginamos una próspera ciudad en crecimiento antes del parón de la revolución bolchevique. Paramos a comer en Kazan Askhane-Chai Yorty en la calle Baumana, un self service barato. Por menos de cuatro euros probamos unas albóndigas y ensaladilla rusa, incluidas las cervezas. Queríamos probar el plato típico, el steak tartar, pero no tenemos suerte y no lo hay en este sitio, o no lo supimos pedir. Se nos hizo muy difícil hacernos entender en Rusia.

Junto al local, encontramos un hostel con muy buen aspecto por localización e instalaciones, al que se accede a través de una terraza. The Hostel (www.kazan-hostel.com) cuesta entre 500 y 700 rublos por habitación para cuatro o seis según temporada y 1700 en habitación doble. Pinta muy recomendable en caso de poder aprovechar una noche en la ciudad.

Siguiendo la calle y con energías que gastar, hay quien se aventura a subir a una alta torre en la misma Baumana (100 rublos “por subir escaleras…”). Los más perezosos nos tomamos un café en B. Kluchnikov justo enfrente (otra wifi gratuita).

Al final de la calle tomamos la única línea de metro que hay en la estación de Tukay Square, dos paradas hasta Kozya Sloboda Station en dirección al aeropuerto. Cruzaremos el río para ver la ciudad y el Kremlin desde la otra orilla. La estación, también marcada como visitable en las guías, al estilo de las de Moscú, no es tan vistosa como las de la capital. El billete cuesta 25 rublos. Tras caminar unos 15 minutos desde la estación, se llega a la orilla del río. Muy cerca la iglesia que veíamos desde el otro lado con forma de cáliz invertido y donde se celebran muchas de las bodas de la ciudad. Tal vez las vistas de la ciudad y el Kremlin quedan muy lejanas y el tiempo invertido en llegar, esté de más.

A la vuelta bajamos en la estación de metro del Kremlin y en unos 20 minutos estamos de vuelta en el hostel. Tiempo de ducha y hacerse con la cena para subir de nuevo al tren. Kazan nos ha gustado mucho y puede que merezca la pena para pernoctar una noche. Las ocho horas caminando por sus calles y navegando por su historia nos llevaron a esa conclusión.

A las 19:50 horas nos subimos de nuevo en el tren, esta vez nos esperan casi 15 horas hasta la ciudad de Ekaterimburgo, nuestro próximo destino. Nuestro tren Kazan-Ekaterimburgo lo compramos el día 20 de Julio, de nuevo en torno a los 45 días necesarios antes de la partida para hacerse con sitio. Esta vez, tuvimos que coger segunda clase, no quedaban ocho asientos disponibles en tercera. Su precio 32 €.

Salimos a las 20:08 y como el anterior tren con una puntualidad exquisita. En segunda clase las cuatro literas van cerradas en un compartimento y a diferencia de la tercera no tienes dos literas más como “vecinos enfrente”. El tren es mucho más antiguo que el del día anterior y hace que esté ya descuidado. Los compartimentos, los baños,  pasillos y demás, tienen ya muchos años de viaje y eso se nota, sobre todo los baños dejan mucho que desear.

Con el espíritu del Transiberiano nos liamos al poco de ponernos en marcha con la cena, unos quesos, panes, tomates… con un vino ruso que por desgracia hemos elegido dulce (imposible aclararse con el cirílico, es una lotería hacer la compra). Hoy hemos comprado una pequeña botella de vodka para hacer honor a las tradiciones del mítico tren. Todavía no tenemos claro si se puede beber alcohol o no, pero nos probamos.

Tras la cena, momento de echar un cigarro… La provodnitsa hacía un momento nos había ofrecido en venta los habituales souvenirs, la taza del transiberiano (muy hortera pero que se ve en todos los puestos), una maqueta desmontable del tren para niños, algunas matriuskas… y habíamos rechazado el negocio. Pero ahora la cosa cambiaba, cuando al preguntar por la opción de fumar, se tiró al ruedo y cambia la posibilidad de fumar en el intervagón si le compramos algo. Risas y más risas pero cerramos el trato finalmente, nos permite fumar a cambio de comprarle un bolígrafo del transiberiano, para nosotros 270 rublos, mas 30 que se lleva de propina y tan amigos. ¡Sobornando a la señora provodnitsa, una chica joven en este caso!

Y con este fantástico día en Kazan, agotados, nos vamos con el abrazo de Morfeo…



Booking.com

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Jose Luis Bauset
Soy Jose Luis, más conocido como Bau. Aquí compartimos nuestras experiencias viajando. Viajefilos es nuestro blog de viajes, donde todos aquellos adictos a viajar pueden buscar inspiración.

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