Tromsø. A la caza de las auroras boreales.

Desde que recuerdo, uno de mis sueños ha sido no morir sin ver una aurora boreal… y así, sin planearlo surgió la oportunidad…

Una mañana, después de una guardia intensa, comenta una amiga (Tere) que tiene planeado un viaje a Tromsø con su marido y unos amigos. No tenía ni idea de donde estaba Tromsø, pero en cuanto me nombró las auroras boreales un escalofrío me subió desde los pies a la coronilla y con todo el morro del mundo le conteste: pues yo me apunto… y así empezó una de las experiencias mas mágicas de mi vida.

A partir de ahí, cuadrar fechas, buscar vuelos y estudiar algo sobre Tromsø.

Tromsø, también conocida como “La Capital del Ártico“, es una bellísima ciudad situada en Laponia Noruega, por encima del paralelo 69, que es especial para disfrutar del sol de medianoche o de las auroras boreales, según la fecha en la que la visitemos. Pero además es una pequeña ciudad que merece la pena patear y disfrutar de todo lo que ofrece. Cuenta con más de 72000 habitantes y es la zona urbana más importante del norte de Noruega (gracias a su aeropuerto).

Nuestro viaje comenzaba a las 5:00h de la madrugada, saliendo desde San Javier con destino Aeropuerto de Alicante desde donde salía nuestro vuelo a las 8:00h (lo compramos con Norwegian, Alicante-Oslo, Oslo-Tromsø por un módico precio de 365 euros, eso sí, barato no sale el viaje…). Con una escala de poco menos de tres horas en Oslo, que ocupamos en volver a recoger la maleta y facturarla de nuevo para Tromsø. Al entrar en el país, vuelves a pasar aduanas en la primera ciudad a la que llegas. Pero fue todo muy fácil y bien indicado. Cogimos las maletas y las pasamos personalmente con un detector de códigos de barras con los datos del vuelo y las dejamos en la cinta, después pasamos aduanas y a esperar mientras tomábamos un bocado (ahí ya nos dábamos cuenta que estábamos en Noruega… ensalada, bocata y dos Coca Colas 329 coronas noruegas (NOK), al cambio unos 38 euros).

Sobre las 17:00h llegamos al aeropuerto de Tromsø. Para llegar a la ciudad cogimos un bus que va directo al centro con parada en la puerta de los principales hoteles, es el Flytobus que tarda unos 15 minutos y cuesta 90 NOK (poco más de 10 euros). Nos dejó justo en la parte de atrás de nuestro hotel, en la calle Storgata, de la que luego hablaré.

Nos alojamos en el Comfort Hotel Xpress Youngstorget, situado en la calle Gronnegata, 35. Es un hotel moderno, en el que tanto el check in como el check out lo haces tú mismo con el número de reserva y una tablet (si te lías en recepción te echan una mano, son muy atentos), nosotros hicimos la reserva con Booking y nos costó 450 euros 4 noches la habitación doble sin desayuno. Una peculiaridad del hotel es que no tiene servicio de habitaciones incluido. Si quieres que te cambien las toallas o que limpien la habitación tienes que pedirlo y pagarlo aparte.

Para ahorrar un poco, a la hora del desayuno, justo detrás del hotel hay un supermercado (Eurospar) donde puedes comprar de todo: zumos, bollería, café caliente (hay máquina) incluso fruta cortadita para que te la sirvas en unos tuppers y la pagas al peso… y en el hotel también tienes opción de comprar pero sale más caro…

Y empezamos nuestro viaje…

1er día, 1 Febrero 2017.

El viaje hasta Tromso

Llegada al hotel como os he dicho, subimos a acomodarnos en las habitaciones, abrigarnos bién y a conocer Tromsø. Esa tarde la dedicamos a pasear por la calle principal, camino hacia la oficina de turismo (situada en la calle Kaigata, cerca del puerto), para preguntar sobre las opciones que teníamos a la hora de ¨cazar auroras¨ que era la finalidad de nuestro viaje… Te puedes volver loco… hay mil opciones, con bus grande, pequeño, minivan, excursiones privadas, para quedarse a dormir en tiendas…

Después de la información recibida, a buscar un sitio donde poder cenar algo…

Esa noche, cenamos en el Pastafabrikken, restaurante italiano en el que tienes una gran oferta de ensaladas, pasta y pizzas. Todo lo económico que se puede pedir en Tromsø (ensalada cesar, pasta gorgonzola, dos bruschettas y una cerveza unas 350 NOK, por cierto el agua es gratuita en casi todos los locales).

Y a dormir…

Mapa de Tromso
Mapa de Tromso y puntos de interés

2° día, 2 Febrero 2017.

Los atractivos de Tromso

Desayuno en el hotel después de comprar en el eurospar… (por cierto, en el Hall del hotel hay mesas y sillas donde poder comer), y a pasear. Justo a la espalda de nuestro hotel está la calle Storgata, la calle principal de Tromsø que además en parte de su recorrido es peatonal (en la punta opuesta a nuestra ubicación).

Recorrer Storgata es un viaje a la Noruega de hace tiempo, a lo largo de ella encontramos casas muy peculiares y tiendas pintadas de colores que nos trasladan a una ciudad menos moderna y más integrada en el entorno.

A unos 200 metros escasos, ya nos encontramos con la verdadera catedral de Tromsø (Tromsø Domkirke). Es la única catedral de Noruega hecha de madera. Es una catedral protestante construida en 1861 por el arquitecto Christian Heinrich Groch, en estilo neogótico. Se localiza en el centro de la ciudad, donde estuvo la primera iglesia, una capilla real construida por órdenes de Haakon IV en 1252. Ubicada en el centro del Kirkeparken (parque de la iglesia), un área verde que funcionó como cementerio desde la Edad Media hasta la primera mitad del siglo XIX. La catedral tiene planta de cruz con una sola torre con reloj en el centro de la fachada occidental, donde está la puerta principal.

Justo detrás de la catedral protestante hay una pequeña placeta con la estatua de Roald Amundsen (explorador noruego de las regiones polares que dirigió la expedición a la Antártida que por primera vez alcanzó el Polo Sur), vestido con ropas adecuadas para una expedición polar, parece mirar con nostalgia el fiordo y las montañas…

Justo enfrente, la oficina de turismo, situada en un bonito edificio de madera blanca, cerca del puerto donde atracan los barcos de Hurtigruten (empresa de cruceros por los fiordos noruegos).

Después de visitar estos lugares, volvemos de nuevo a Storgata e hicimos parada en una tienda-oficina que ofrecían excursiones, y fue allí donde reservamos nuestra excursión , con toda la esperanza e ilusión de poder ver alguna aurora boreal. Según la predicción del tiempo, ellos te recomiendan cuando ir. Decidimos reservar para el día siguiente (gracias Fran por tu decisión) porque había buenas expectativas…

La reserva la hicimos con Chasing Light y optamos por hacerla en minivan (máximo 12 personas) y se comprometían a estar recorriendo Noruega e incluso cruzar la frontera con Finlandia (llevar pasaporte por si acaso) durante unas 8 horas hasta que pudiéramos verlas… La empresa te ofrece además ropa de abrigo y botas y una cena calentita que sienta de fábula cuando el frío de Laponia se te mete en los huesos… Todo ello por 1800 NOK (209€).

Una vez que teníamos nuestra excursión reservada, seguimos caminando hacia el teleférico. En Storgata puedes coger el bus n° 26 que te deja muy cerca, pero es poco más de media hora caminando y merece mucho la pena si el tiempo lo permite. Recorrimos lo que quedaba de Storgata y cruzamos por el puente de Tromsø.

El puente fue inaugurado en 1960, hasta entonces Tromsø estaba conectada con el continente con un servicio de ferry. Es fácil y seguro de caminar, pues cuenta con aceras anchas a ambos lados para peatones.

Al otro extremo del puente nos encontramos con La Catedral del Ártico (iglesia de Tromsdalen o Ishavskatedralen, que es su verdadero nombre en noruego) . Una de las atracciones turísticas más fotografiadas de Tromsø, aunque no es más que una iglesia parroquial. Fue construida por el arquitecto Jan Inge Hoving en 1965 y es un imponente edificio blanco con forma piramidal formado por 11 paneles de hormigón cubiertos de aluminio a cada lado que hacen de esta iglesia una de las visitas obligadas (aunque si estáis en Tromsø lo difícil es no verla, nada más llegando con el avión ya la podemos reconocer, desde el puente, desde lo alto del teleférico, desde el puerto…).

Lo primero que encontramos al llegar es su entrada principal, orientada al oeste y de 35 metros de altura. Totalmente acristalada y con una cruz de gran tamaño encastrada. En el lado opuesto, detrás del altar hay unas vidrieras que se incluyeron posteriormente a su construcción (en 1972), obra de Victor Sparre.

La Iglesia tiene una superficie de 900 m2 y una capacidad para 720 personas. Entre los 11 paneles, quedan las ventanas que tienen unas luces fluorescentes que iluminan la superficie exterior de la iglesia cuando oscurece y que, por cierto, le dan un aire casi mágico.

No tuvimos oportunidad de verla por dentro, pero al parecer es digna de visitar. Además, tres veces al año se ofrecen conciertos en su interior (en Nochevieja, los conciertos de medianoche y los de las auroras boreales), tampoco pillamos ninguno. En un folleto de la oficina de turismo vimos que había un concierto programado para el 12 de febrero, con muy buena pinta, pero nosotros ya estaríamos de vuelta.

La entrada para ver la Ishavskatedralen cuesta 50 NOK.

Tras disfrutar como niños con nuestro ¨palo selfie¨ intentando salir encuadrados en la ingente fachada de la Catedral del Ártico, seguimos camino hasta el teleférico.

A unos 600m de la Ishavskatedralen encontramos la entrada del teleférico Fjellheisen que te permite llegar a lo alto del monte Fløya, a 420 metros sobre el nivel del mar. La entrada individual de subida y bajada cuesta 170 NOK (19 €). Existe opción de entradas para grupos, para familias, sólo de bajada (porque se puede llegar a la cima haciendo senderismo), pero no sé los precios.

Desde la estación de abajo, podemos ver un claro entre los árboles del monte. Es un camino que lleva hasta la cima. Por lo que he leído, la primera parte no parece tan escarpada pero los últimos metros son realmente duros, visto desde el teleférico no parece nada fácil, pero a pesar de eso, hay gente que sube y baja por ese camino (así que, si os animáis, ya nos lo contaréis).

Al llegar arriba, hay una cafetería, Fjellstua Café, con una zona de terraza desde la que disfrutar de unas vistas realmente increíbles. El teleférico llega al monte Fløya como había dicho antes, no es una altura excesiva pero dado que la ciudad de Tromsø no tiene grandes edificios en altura y está rodeada de montañas y agua, tiene muchas zonas naturales y lagos, la vista es realmente maravillosa.

La estación del teleférico es el punto de partida para hacer senderismo hacia Tromsdalstinden, que está a 1238 metros sobre el nivel del mar y merece mucho la pena. A medida que te alejas de la estación del Fjellheisen, te invade una sensación de tranquilidad, de calma… allí en medio de una montaña blanca de nieve con unas vistas espectaculares, tu cámara de fotos y tus amigos…inmejorable.

Después de un grato paseo por la montaña, decidimos quedarnos a comer en el restaurante de la estación y degustar las hamburguesas de reno (deliciosas) por 170 NOK (ofrecen hamburguesas de salmón, ensaladas, sopas además de bebidas calientes, refrescos, cerveza y dulces…), aunque parezca extraño por la ubicación del restaurante no sale más caro que en el centro y merece mucho la pena comer allí calentito disfrutando de las vistas.

Sobre las 17:00h bajamos de nuevo a la ciudad, en este caso Charo, Pablo y yo cogimos el bus n° 26 (muy cerca de la estación) que nos dejaba en el centro donde nos reuniríamos con los más deportistas del grupo, Rosa, Alex, Tere y Fran que decidieron volver andando.

Nos apalancamos en un bar-cafetería entrañable, Aunegarden, con mesitas de madera y luz tenue donde nos tomamos un café calentito que nos sentó de muerte (mi Bau me entiende, verdad?) mientras esperábamos a los compañeros.

Una vez juntos, volvimos a la oficina de turismo y otras agencias intentando contratar una excursión con trineos de perros o renos, pero fracasamos, estaba todo reservado, no nos quedó dónde preguntar. Así que si es vuestra ilusión, no lo dejéis para muy tarde.

Antes de volver al hotel, paramos a cenar en Kystens Mathus. Aquí quería especificar que el Kystens Mathus es un restaurante caro, muy caro, con platos principales por unas 315 NOK. Nosotros pedimos fish & chips por 170 NOK por no pasarnos y lo único que pasamos fue hambre, jajaja… Pusieron un plato como con tres croquetas secas de bacalao con un poco de puré de guisantes y unas patatitas asadas con compota de manzana, muy de diseño pero nada acorde al precio que tenía, ni siquiera en Noruega. La entrada principal está en la esquina entre Stortorget con Havnegata. En esa esquina también esta la entrada a un centro comercial en el que hay otros restaurantes, más discretos pero mucho mejor de precio y con comida muy buena. Os hablo de ello más adelante.

Después de la suculenta cena, nos retiramos a descansar al hotel.

3er día, 3 Febrero 2017.

La visita del lago Prestvannet

Mapa en mano, nos dispusimos a visitar el lago Prestvannet y la zona de la universidad para hacer senderismo mientras esperábamos, ansiosos que llegase la hora de cazar auroras.

Tras el desayuno habitual, nos dirigimos al centro a coger el autobús n° 40 que nos llevaría hasta el lago (parada de autobús en Fredrik Langes gate y nos dejó en Langnesvegen). Tuvimos mucha suerte, porque nos despertamos con un día soleado que daba más encanto si cabe a la ciudad. El paseo en bus fue bastante placentero: calentitos, sentados y con unas vistas de la ciudad espectaculares. Casitas de madera en diversos colores, tapadas parcialmente por la nieve de los días previos, con una luz tenue que indicaba que aún faltaban un par de horas para que amaneciese (serían las 9:30 h de la mañana), que hacía que pareciese el escenario de un cuento de hadas. Unos 15 minutos después, llegamos al Prestvannet.

El Prestvannet es un lago inmenso, completamente helado en el que no se podía patinar porque estaba cubierto de nieve. Decidimos, después de unas cuantas fotos, pasear alrededor del lago por los senderos que lo rodean. Será una imagen que siempre llevaré en mi retina… un espacio natural, blanco impoluto de nieve recién caída del cielo, rota por el color marrón y verde de los árboles alrededor del sendero y con la luz dorada de un vergonzoso sol que ya se dejaba ver entre sus ramas… Espectacular de verdad.

Desde el lago parten varios senderos donde poder practicar esquí de fondo o senderismo, e incluso puedes llegar a la zona de la universidad por los senderos.

Después de un par de horas y algo entristecidos por tener que dejar ese lugar con tanto encanto, cogimos de nuevo el bus 40 para volver al punto de partida desde donde subiríamos al bus n° 20 para llegar a la universidad. Desde la universidad, recorrimos un par de senderos, perfectamente indicados por el que nos cruzábamos con gente haciendo deporte. Llegado mediodía y casi a punto de anochecer, paramos a comer en una de las cantinas de la universidad (mucho más barato, claro…una pizza, dos Coca Colas y dos cafés 165 NOK).

Y ya de vuelta al hotel, ducha y un pequeño descanso antes de la larga noche de cacería que nos esperaba…. Qué nervios.

A la caza de auroras boreales en Tromso

18:00h. Recogida en la puerta del hotel, Hermann de Chasing Ligths, fue nuestro guía, un guatemalteco afincado hacía unos años en Noruega que nos lo hizo todo muy fácil. El equipo: Hermann (guía y fotógrafo) y Jonas (el conductor)… ellos dos solitos hicieron que pasáramos una noche increíble…

La noche pintaba muy bien. Cielo completamente despejado y según las predicciones con posibilidad de ver la magia del cielo del Polo Norte…

No nos tuvimos que poner los monos ni las botas que ellos nos ofrecieron porque íbamos bien equipados, pero allí los teníamos disponibles para utilizarlos si era necesario.

Tras cruzar la isla de Tromsøya, pasamos por el puente que la une a la isla de kvaløya y unos 20 minutos después nuestro conductor decide parar y nos hace bajar… No nos lo podíamos creer, ya estaban allí… Eran auroras boreales, allí, delante de nosotros surgiendo con timidez de entre las montañas que apenas de veían al fondo, auroras de un color verde intenso, serpenteando por encima de nosotros hasta cruzar al otro lado.

Nos metimos, dirigidos por Hermann, hacia un descampado (Fylkesveg 58) alejado de la carretera para evitar las molestas luces de los coches y algún atropello, jajaja…

No soy muy buena narradora, pero en este caso menos, no se me ocurren las palabras para describir los sentimientos, las sensaciones que tenía en ese momento. Alucinante, espectacular, mágico… como una niña cuando ve por primera vez a los reyes magos, no sé… Una mezcla de nerviosismo, ilusión que además se iba incrementando a medida que oía a mis amigos gritar de emoción cada vez que el “hada verde“ surgía desde cualquier parte del cielo… Subimos de nuevo al autobús, con un cosquilleo en el estómago que no nos dejaba cambiar el rictus de idiotas que se nos había quedado en la cara. No podíamos dejar de sonreír… y no sabíamos que lo mejor estaba por llegar.

Unos 20 minutos más hacia el norte de la isla, paramos en el borde de un lago (Fylkesveg 65). Allí continuó el espectáculo. Mientras Hermann se lo curraba para hacernos mil fotos, sin saber a que ángulo disparar, porque todo el cielo era espectacular, su compañero Jonas descargaba de la furgoneta una especie de neveras en las que llevaban chocolate caliente y galletas que nos supieron a gloria… Mientras disfrutábamos del espectáculo, Hermann y Jonas acomodaron unas pieles de reno en círculo y en el centro hicieron una hoguera para poder sentarnos allí, calentitos, en medio de la nada, donde además nos ofrecieron una sopa de pescado buenísima para terminar de calentar el cuerpo y unas nubes de azúcar para tostarlas en la hoguera.

Imaginaros: Un descampado inmenso en el que sólo estábamos nosotros, acomodados en unas blanditas pieles de reno sobre la nieve, alrededor de una hoguera, al borde de un lago en el que se reflejaban las estrellas y las luces mágicas que surgían del cielo por todos lados, de ese color verde vivo y que en ocasiones se tornaba rosado, serpenteando y moviéndose sobre nuestras cabezas, dibujando formas irregulares como jugando y bailando para nosotros… ¿se os ocurre un escenario mejor?… Simplemente recordando esos momentos, siento el mismo cosquilleo en la tripa y ese nudo en la garganta tan indescriptible…

Tras casi 8 horas de excursión, volvimos al hotel, cansados por tanta adrenalina generada, emocionados y plácidamente satisfechos. No sólo habíamos visto las deseadas auroras boreales, había sido un espectáculo indescriptible con palabras, merecedor de ser vivido…

No podíamos irnos a la cama con los nervios metidos en el cuerpo, así que decidimos comprar una botella de vino en el hotel para celebrarlo y brindar por nosotros y por las auroras.

Sin duda alguna, una noche tremendamente mágica.

4° día, 4 Febrero 2017.

Polaria, Polstjerna, el pueblo saami y la subida al monte Floya

Último día en Tromsø. Nos levantamos con tranquilidad, desayunamos y nos dispusimos a patear la ciudad para ver y fotografiar las cosas que nos quedaban por ver.

Siguiendo de nuevo por Storgata, nos dirigimos en dirección opuesta a la habitual para ver el Polaria, el acuario más septentrional del mundo, inaugurado en 1998 y con una arquitectura exterior bastante curiosa. Al lado de Polaria se encuentra en un peculiar enclave acristalado, el barco MS Polstjerna, hoy convertido en museo, es un histórico barco dedicado a la caza de focas.

Tras el Polaria y el Polstjerna, paseamos por el puerto hasta llegar la plaza Torget (plaza principal) desde donde nace la calle Storgata en su tramo peatonal. En la parte más cercana al puerto se encuentra la estatua llamada Fangstmonument (cazador del ártico), obra de Sirvet Donali que muestra a un ballenero en un bote, armado con su arpón. Si nos vamos alejando del puerto, llegamos a una zona más amplia de la plaza en la que ese día se estaba celebrando la fiesta del pueblo Saami, ya que el 6 de febrero es el día nacional Saami en conmemoración de la fecha de la primera conferencia de dicho pueblo. La plaza estaba repleta de puestecillos con ropa típica de piel de reno, puestos de comida casera (nos quedamos con ganas de probar la sopa de reno), había un Lavvu (cabaña circular tradicional del pueblo Saami).

Pueblo Saami. Su nombre significa ¨gente que está unida¨ y muchos de sus integrantes siguen viviendo en pequeñas comunidades en el Circulo Polar Ártico. Pese a las prohibiciones del pasado, los Saamis mantienen una cultura propia y se extienden por Suecia, Noruega, Finlandia y Rusia. Es una de las culturas nómadas mas antigua del mundo. Para los Saami el contacto con la naturaleza es primordial y, pese a todos los intentos de cristianización por lo que han pasado, siguen venerando a Dioses naturales y tiene una religión panteísta con toques cristiano.

Más hacia arriba, una vez cruzamos Storgata, la plaza se convierte en una ligera cuesta con amplios escalones en la que podemos ver a nuestra izquierda (si estamos de espaldas al puerto) la Kulturhuset o casa de cultura y a la derecha la Katolske Kirke (iglesia católica). Ésta última es la Iglesia de Nuestra Señora de Tromsø, pequeña iglesia de madera (única, junto con la catedral protestante) con estilo neogótico se inició a construir en 1861. El exterior sigue prácticamente sin cambios desde entonces. Cuenta con tres pequeñas torres en la fachada principal y una torre más grande sobre el coro.

En la parte más alta de la plaza tenemos el edificio del antiguo Ayuntamiento que es de 1892, el templete de música de 1894 y la estatua del Rey Haakon VII de Noruega, conocido por su defensa de la democracia ante la invasión alemana en la Segunda Guerra Mundial.

Una vez en este punto, paramos a comer. Bajamos de nuevo, dirección al puerto, y en la esquina de Havnegata con Stortorget, donde estaba el Kysten Mathus, justo al lado esta la puerta como de un supermercado. En su interior hay una agencia de excursiones a la izquierda y un poco más alante veréis un mostrador como de pescadería (de hecho es una pescadería alucinante, donde las estrella son el bacalao y el salmón). Allí mismo te preparan algunos platos típicos (fish & chips de bacalao, sopa de pescado, hamburguesa de salmón, sashimi de salmón…). Nosotros pedimos fish & chips y sopa de pescado que estaban buenísimas y a buen precio. Justo enfrente de este mostrador, hay otro de carnes y aquí la estrella es el reno, también te ofrecen la posibilidad de tomar sopa de reno, hamburguesas y salchichas de reno con muy buena pinta. Entre los mostradores hay unas cuantas mesitas y sillas donde comer lo que compras en esos mostradores.

Con el estómago lleno, continuamos el paseo. Volvemos a subir por la plaza hasta cruzar Storgata y llegar a Gronnegata y dirección al hotel pasamos por un edificio impresionante, la Biblioteca pública y el archivo de la ciudad.

La biblioteca de Tromsø se acabo de construir en 2005 bajo el techo original del antiguo cine Fokus, diseñado por el arquitecto Gunnar Bøgeberg Haugen en 1969. La cubierta está basada en las obras del famoso arquitecto mejicano Félix Candela, conocido por su uso de formas paraboloides hiperbólicas como las que encontramos en la biblioteca.

Sobre las tres de la tarde y como nos habíamos quedado con ganas, decidimos intentar volver a ver las auroras, esta vez por nuestra cuenta. Fuimos al hotel a ponernos algo más de abrigo y, de nuevo, al centro a por el bus 26 para llevarnos al teleférico.

Una vez arriba, pudimos ver otra imagen bellísima de la ciudad, el anochecer y la ciudad iluminada. Como he dicho mil veces, espectacular.

Recorrimos una distancia considerable desde el monte Fløya hacia la ladera blanca del Tromsdalstinden, para alejarnos de la luz de la estación y evitar estar rodeados de gente.

Una vez arriba, si alguna luz contaminaba la escena, era la de una luna creciente que iluminaba la ladera sin necesidad de luces artificiales. Y otra vez, el cielo nos regaló una espectacular noche de auroras boreales.

Retirada, en uno de mis momentos autistas, me alejé del grupo y me senté simplemente a observar y disfrutar. En un silencio casi absoluto, bajo un cielo completamente despejado, lleno de estrellas y con una luna brillante que demandaba protagonismo. Enfrente de mí, la imagen de la isla iluminada, rodeada de agua y en el cielo, de nuevo, las auroras boreales que salían y desaparecían como fantasmas tranquilos y sigilosos. Qué momento de paz.

Aunque es difícil resistirse y alejarse de este entorno, decidimos bajar de nuevo a la ciudad (además el funicular cierra, el último es a las 22:00h, pero cambia según el día de semana y la época del año, así que no os fiéis de mí y mirad los horarios). Buscamos para cenar un Pub que habíamos leído en algún foro, el Huken Pub.

El Huken Pub es un pequeño bar (no más de 30m2) con un par de mesas altas y taburetes, dos mesas hechas con pies de forja de antiguas máquinas, de las que además han utilizado las fundas para construir las lámparas y otro rincón (el que tuvimos la suerte de pillar) con dos mesitas de centro pequeñas un sofá y unos cuantos sillones desparejados. Paredes paneladas con madera reciclada y al fondo una pequeña barra donde te sirven la comida y la bebida. Además, no demasiado caro (la hamburguesa completa, de reno, por 185 NOK y las cervezas Mack (caña) por 85 NOK). Muy, muy recomendable. Lástima que lo conociéramos el último día.

Un lugar con mucho encanto, de esos de apalancarse, coger tu guía y tu diario y empezar a escribir la entrada para viajéfilos con una cerveza o un café en la mano.

Tras la cena, retirada al hotel, botellica de vino, relax con los compañeros y cada uno a su habitación a empezar a recoger las mochilas para despedirnos de Tromsø al día siguiente.

5° día, 5 Febrero 2017.

Nos levantamos tempranito y sobre las 9:30h, maletas en mano, nos dirigimos a las inmediaciones de la parada del autobús en busca del desayuno, que ha costado un poco ya que domingo por la mañana esta todo cerrado, y con el replicar de las campanas de la iglesia principal de fondo, desayunamos en una especie de kiosco-café, donde también venden el ticket para el autobús al aeropuerto (n° 40) que al comprarlo anticipadamente cuesta unas 37 NOK, mas barato que en el propio autobús que cuesta unas 50 NOK. Aprovechando el tiempo restante, nos adentramos en una tienda de souvenirs para comprar los últimos regalitos.

A las 12h, con los regalos comprados, nos montamos en el autobús y tras 15 minutos llegamos al aeropuerto. Realizamos el check in, y aquí sí te permiten facturar en último destino, en nuestro caso Alicante, por lo que no tuvimos que recoger maletas en Oslo.

A la 01:00h del día 6 aterrizamos en Alicante, donde acabo nuestra mágica aventura?.

PD: Como he dicho en otras ocasiones lo que hace que un viaje sea excepcional es la buena compañía, porque lo compartido sabe doble. Gracias Pablo, Charo, Tere, Fran, Alex y Rosa por compartirlo conmigo. Ah! y gracias Pablo por prestarme alguna de tus fotos.  Ansiosa por ir preparando el siguiente…

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Las mejores fotos de Tromso y sus auroras boreales

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Vero

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5 comentarios en “Tromsø. A la caza de las auroras boreales.”

  1. MIRIAM ARJONA HARRY

    Sueño con ver las auroras boreales! Delicioso relato!, me anima aún más a incluirlo en mi viaje del año siguiente, pues viajo desde Colombia.

  2. Tengo la espinita de un viaje así hace tiempo. M lo tienen prometido de hecho! Pero cada vez que veo esas fotos… que pasada! Deseando que sea este mismo año. Gracias Vero por darnos un empujoncito más!

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