Durante la semana de muertos en el estado del norte mexicano, tuvimos la suerte de vivir en primera persona una tradición ancestral: el Día de los Muertos. Sin duda, no podíamos perder la oportunidad de explorar lo mejor de Michoacán. Dedicamos un día completo para conocer Morelia. Al día siguiente nuestro itinerario nos llevó a recorrer los encantadores pueblos mágicos cercanos a la capital. Aunque Pátzcuaro y Tzintzuntzán son destinos habituales en los tours, decidimos ir más allá y visitar algunos menos turísticos, como Quiroga y Santa Fe.
Nuestra ruta circular alrededor del lago Pátzcuaro abarcó 130 km en total, y fue en Michoacán donde vivimos más intensamente las tradiciones del Día de Muertos en México. ¿Te animarías a alquilar un coche para explorar los pueblos mágicos de Michoacán?
Los pueblos mágicos de Michoacán
Pátzcuaro, el reino de los purépechas
Cómo llegar a Pátzcuaro
Entre Morelia y Pazcuaro hay 60 km para recorrerla en coche. Tiene dos opciones: autopista de peaje o carretera normal. En ambos casos se trata de carreteras con dos carriles por sentido. Tardamos una hora en llegar por la carretera libre.
Con 50 pesos pagamos el parking por las cuatro horas que reservar la visita de la ciudad.
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La visita de Pátzcuaro, lo mejor de Michoacán
Fundada en 1320 por los purépechas (“gente de trabajo o gente del pueblo”) y donde establecieron su capital. Todavía conserva un ambiente indígena. Con la llegada de los españoles y tras un periodo convulso fruto de un mal gobierno, el rey de España envió a Vasco de Quiroga que logró pacificar la región y el desarrollo de la artesanía y la agricultura de sus habitantes. Su modelo, basado en la utopía del socialismo de Tomás Moro, triunfó en la época. Probablemente uno de los españoles que llegó al territorio y terminó por tener buena fama a juzgar por lo que vimos. Era conocido amistosamente como Tato Vasco.
Qué ver en Pátzcuaro
La plaza Vasco de Quiroga
La mayor del país tras el zócalo de la capital. Grandes árboles ocupan la plaza y rodean la estatua del español. Circundada por soportales que ahora alojan tiendas y restaurantes. En una de las fachadas (el palacio Huitzmengari pone pintado) se abre un mercado de artesanía que es imprescindible en la visita de Pátzcuaro. Estaban terminando los trabajados adornos con cempasúchil cuando lo visitamos.
La plaza Gertrudis Bocanegra
Salimos por la calle Ahumada y giramos a la izquierda por la cuesta de la Paz a la plaza. Las calles son realmente atractivas pero tal vez tienen demasiado tráfico. Gertrudis fue una de las heroínas de la independencia que terminó ejecutada. Toda la plaza es un enorme mercado. El centro está ocupado por una estatua prácticamente engullida por las tiendas.
En una esquina de la plaza la biblioteca pública Gertrudis Bocanegra, del siglo XVI. Se encuentra dentro del templo de San Agustín, cuya fachada queda deslucida por la cantidad de tiendas de la ocupan e impiden disfrutarla. Lo que sí que se puede disfrutar y es obligatorio en la visita de la ciudad es el enorme mural de Juan O’Gorman que ocupa todo lo que sería el antiguo altar de la iglesia.
En él se representan todas las escenas de la historia de Michoacán desde la llegada de los españoles hasta el momento de la independencia.
Al lado en cine-teatro Emperador Caltzontzin y un hotel al que merece la pena asomarse.
La iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe
La iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe nos llama la atención desde la plaza. El bonito campanario se divisa desde lo lejos. En el suelo del patio de entrada estaban preparando un gran tapiz de flores. Por todos los rincones la gente se afana para engalanar la ciudad para el cercano día de Muertos.
La basílica de Nuestra Señora de la Salud
Ordenada construir por Vasco de Quiroga se inició en 1540 si bien no se terminó hasta 300 años después. Se levanta sobre una pirámide purépecha. La imagen más venerada del templo es una figura de la virgen hecha por indígenas en el siglo XVI a base de caña de maíz muy venerada en todo el país. En una pequeña capilla a la izquierda de la entrada se encuentran los restos del Vasco de Quiroga.
Museo de Artes e Industrias Populares
Levantado en el colegio San Nicolas de 1540 como la primera universidad de América. En un lado de la basílica con objetos y artesanía michoacana. Estaba cerrado cuando llegábamos.
El Templo del Sagrario
Antes de llegar a la iglesia de los jesuitas que llegó a ser catedral provisional basta 1565. En Sagrario se levantó sobre un antiguo hospital del siglo XVI siendo la más antigua de la ciudad y constituye una de las construcciones más visitadas de Michoacán. El suelo de madera es de una maestría inigualable.
La casa de los Once Patios
Detrás del templo Sagrario, dedicada hoy a tiendas de artesanía: textiles, objetos creados en madera, hierro y otros materiales. Fue el convento de Santa Catalina legado de las monjas dominicas en el siglo XVIII. Bajamos y volvemos hacia el centro por la calle andador Madrigal de las Altas Torres, una de las más fotogénicas de Pátzcuaro.
El templo de San Francisco
Terminamos la visita y el templo de San Francisco, una gran fachada que se abre un enorme templo.
El volcán del Estribo
Leemos que unas de las mejores vistas de la ciudad, pero que exige un esfuerzo importante. Se acerca la hora de comer y decidimos ir hacia nuestro próximo destino: Tzintzuntzan
Tzintzuntzán, el cementerio de Coco
Desde Pátzcuaro son tan sólo 17 km, unos 30 minutos por una carretera de doble sentido.
Tzintzuntzán significa “Lugar de colibríes” y fue la última gran capital del señorío tarasco. Llegó a alcanzar los 40.000 habitantes. Ahora mismo, su principal atractivo es el cementerio local. Es imposible no encontrarlo con tan sólo llegar al pueblo, a ambos lados de la carretera. En los alrededores, un enorme mercado de artesanía.
El cementerio aparece representado en la famosa película Coco, en parte culpable del éxito actual entre los turistas del lugar. Se trata de un cementerio muy humilde sin grandes panteones. La mayoría son enterrados en el suelo y con pequeñas cruces señalando el lugar. Los locales se esfuerzan por decorar el camposanto con flores. En algunas tumbas las familias comen y beben. Un grupo a modo de charanga anima la fiesta. No hay problema en que pasees en el cementerio y te acerques a conocer las tradiciones mostrando respeto en todo momento como no puede ser de otra manera.
Muy cerca, decidimos no visitar el lugar arqueológico con poco interés por lo que leímos. Si llegamos hasta el convento franciscano de Santa Ana y la iglesia de la Soledad. Para ello hay que cruzar un amplio jardín conocido como el atrio de los olivos, árboles plantados por Quiroga y los primeros evangelizadores al llegar.
Quiroga, el lugar de las paletas de aguacate
A pocos kilómetros paramos en Quiroga donde dimos un corto paseo. Por recomendación probamos las paletas de aguacate, uno de los productos tradicionales del pueblo. Pasamos frente a un par de bonitas iglesias.
Nos lo pasamos pipa echándonos fotos en la plaza con las Catrinas. La localidad es famosa por la carnita, una carne de cerdo rota en mechas que no tuvimos tiempo de probar. Echamos un buen café bajo los soportales y atardeciendo nos dirigimos a Santa Fe.
Santa Fe de la Laguna, los altares de las casas
A diferencia del resto de poblaciones, en Santa Fe los altares se montan en el domicilio familiar. Se recordará al difunto que se haya perdido ese año y en caso de no haber sufrido ninguna pérdida, al fallecido en el año anterior.
Santa Fe también se hizo famosa por ser el lugar donde vive “mamá Coco” a la que podrás visitar. En realidad llevamos todo el día viendo a estas abuelitas. Llevan falda negra, aunque en ocasiones es de colores, delantal, un vistoso poncho arriba y dos grandes trenzas repletas de canas.
En la plaza se notan los días festivos que están viviendo. Un mural hecho con cerámicas que simboliza la vida de la comunidad embellece la fachada de uno de los edificios principales.
Visitamos la iglesia de San Nicolas de Bari, “la de Coco”. Detrás lo que queda del antiguo hospital fundado por Quiroga. Ahora es un espacio comunal que cada semana cuida una familia elegida por turnos de los ocho barrios de Santa Fe.
Edgar, un purépecha que conocimos en Morelia nos sirve de guía y nos acompaña a alguna de las casas familiares. Están preparando los altares para la noche de Muertos. Nos explica el ritual de la ceremonia que se vivirá. Nada como conocer de primera mano las tradiciones de un pueblo como este. Muy interesante.
Estamos tan solo 40 km de Morelia. Es de noche y volveremos por la carretera sin ningún problema. Las gentes de los pueblos de los alrededores del lago Pátzcuaro fueron de las más hospitalarias de cuantos días llevábamos viajando por México.
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