!Pues despertar en Kathmandú! Un sueño viajero que llevábamos arrastrando tiempo pero que se truncó por el maldito terremoto de 2015. Una catástrofe que por desgracia todavía estaba patente en las calles de la capital y tal vez en todo el país. La realidad era que este país seguía en nuestra lista de imprescindibles y el viaje a Nepal sabíamos que vendría tarde o temprano. Por delante dos semanas completas para visitar Nepal, es cierto que con los cuerpos cansados de nuestra ruta por China y Tíbet. Así que sin prisa y sin ningún compromiso por ver cada rincón de Nepal, nos pondríamos a la “fatigosa faena de viajar”, esa misma mañana para conocer lo mejor de Kathmandú.
De nuestras dos semanas en Nepal por libre, nos trajimos la mejor experiencia fruto de la cual escribimos estos 6 artículos que te ayudarán seguro a montar tu viaje a Nepal:
- Como cruzar la frontera entre Tíbet y Nepal
- Lo mejor de Kathmandú a ritmo lento
- Pokhara y el trekking en los Annapurnas
- La visita de la ciudad de Patán
- Un día en la ciudad de Bhkatapur
- Nagarkot y los últimos días en Kathmandú
Lo mejor de Kathmandú |
Lunes 24 de Septiembre de 2018
Con los cuerpos molidos de las siete horas de camino de ayer, pero con la necesaria mejoría de una buena cama, ocho horas de sueño digno y alguna que otra droga (entendamos como tal, un relajante muscular), comenzábamos nuestra primera jornada en Kathmandú. El desayuno del hotel, magnifico, de esos que llevas días echando de menos. Huevos, bacon, zumos, frutas… casi lloramos. También nos sirve para darnos cuenta de que la mitad de españoles por Nepal se alojan en el Kumari Boutique Hotel. Eso es buena prensa en Booking.com.
Salimos tarde, con la única intención de ubicarnos en la capital y preparar los siguientes días al ritmo del “slow travel” que abandonamos por unos días en Tíbet.
Ciudad de Kathmandú
La capital nepalí alberga un millón y medio de habitantes, hasta cinco si incluimos la gente de barrios periféricos y parte del valle, bajo su influencia. El fértil valle que lo rodea la ha convertido con el paso de los siglos en un lugar en el que se han cruzado culturas y religiones como en ningún otro lugar. Paraíso hippie en los 60 y epicentro del montañismo en los años posteriores, la han acabado por colocar en la lista de las capitales más interesantes del mundo. Valga como recomendación decir que es una ciudad seriamente contaminada y es mucha la gente que utiliza mascarillas por este motivo, en nuestro hotel las facilitan gratuitas de hecho. A la contaminación hay que sumar la cantidad de polvo que respirarás, son muy pocas las calles pavimentadas…
Que ver en el barrio de Thamel
Para hoy nos conformaremos con hacernos con el barrio de Thamel, el barrio mochilero por excelencia y donde el alojamiento merece la pena según todos los foros. El Khao San de Katmandú habíamos leído, comparándolo con el famoso barrio de Bangkok y no le faltaba razón a la afirmación. Pero lejos de pensar en alojamientos cutres y atiborrados de turistas low cost, nuestra primera impresión es que los alojamientos tienen ese plus que no esperas por lo que has pagado. Es lo que nos pasa con nuestro Kumari Boutique Hotel, concepto boutique que vemos en la mayoría de los hoteles que nos rodean, varios con un aspecto muy bueno. Además, Thamel es perfecto para pasear, comprar y perder el tiempo, que es lo que queremos. Allá vamos.
Y eso es justo lo que tiene Thamel. Decenas de callejuelas donde perderse. Tiendas por doquier. Bonitos tangkhas, mandalas y pinturas. Muchas, muchas tiendas de prendas y material de montaña. Locales donde venden todo tipo de artesanías. Telas, modistos, restaurantes, cafeterías… todo lo que llevamos un par de semanas echando de menos. Además nuevos precios. Tanteamos en algún sitio y nos parece barato lo que vamos viendo en artesanías, souvenirs y demás. En fin, un lugar donde quedarse unos días…
Pero para quedarse, primero nos hacemos con una tarjeta sim, perdonad el vicio. Y es que a pesar de que vemos mucho local con wifi disponible, con estos precios merece la pena hacerse con una. Compramos un plan básico: una tarjeta de Ncell con 4 GB y una semana de caducidad por 650 rupias (menos de 5 €). Pagas 300 por la tarjeta y la puedes cargar cuando quieras. La velocidad increíble y solo quedará de baja tras 90 días sin uso. La probamos en la misma tienda (una cualquiera, hay muchas que las ofrecen) y funciona de lujo.
Con esto solucionado, un café. Y vaya cafetería encontramos con dos minutos de paseo por Thamel. El nombre, Himalayan Java Coffee, en Mándala Street. Paraíso por café y ambiente. Un espresso y un cortado, especialmente ricos, por 2 €. Un buen rato después salimos y definitivamente este callejón es ideal para comer y relajarse. Una especie de galería de tiendas: Sagarmatha Bazar. Además muchas tiendas interesantes con materiales reciclados, complementos, pashminas y cashmiras…
Aprovechamos uno de los muchos cajeros, esos ATMs cutres que vemos en las calles para hacernos con efectivo con nuestra tarjeta de débito N26. Ningún problema y por una comisión de risa.
Seguimos caminando y Thamel gusta igual que agota. Mucho caza turistas, vendedores, tuktukeros… todos buscando las rupias que llevas en los bolsillos. Hora de comer y lo tenemos claro hoy, un italiano. Entramos en La Bella Café, con una tranquila terraza en la primera planta y alejado del follón de la calle. Platos contundentes de pasta bien cocinada y con su toque local, ensalada, cerveza y unos helados como postre por 25 €. Precio medio-alto en Kathmandú y la mejor manera de recuperar sabores. Por puntualizar precios, hacia un rato pagamos por un agua grande y fría, en una tienda, 20 rupias (algo así como 15 céntimos de euro).
Para el café, nos metemos de nuevo en el callejón de Mándala Street. Elegimos por azar, Tummo, una cafetería con excelentes espressos por 100 rupias.
La fiesta de Indra Jatra en Kathmandú
Para la tarde y como habíamos hecho coincidir nuestra llegada a Kathmandú con el famoso festival Indra Jatra, tratamos de infórmanos, cosa la cual no era sencilla. Es el festival más famoso y seguido de la capital, que se supone dura ocho días pero cuyos eventos no son fáciles de seguir. Indra es el Dios hindú de la lluvia y así se celebra el final de la época de monzones. Le acompaña Kumari, la diosa viviente, una niña que según hemos leído es elegida muy joven y con un tratamiento especial desde años muy tempranos de su vida. El Indra Jatra es un festival mezcla de hinduismo y budismo al que acuden fieles de ambas religiones.
Tras mucho preguntar y no menos navegar en Internet, concluimos que hoy a las cuatro de la tarde había que estar en las inmediaciones de Durbar Square y así lo hicimos. Para llegar, algo más de un kilómetro, lo que hicimos fue caminar a través de Yogbir Singh Marg Street, una de las calles más animadas que recordamos a estas horas de la tarde y que desemboca directamente en Durbar.
Antes pasamos en una pequeña plaza hasta el templo de Bhairab donde durante estas fechas es el único momento en que se expone la máscara de Bhairab, una representación de Shiva. Una figura de madera ampliamente venerada. De su cara emana cerveza que quien la bebe tendrá buena suerte. La gente anda haciendo cola para poder subirse a tocarla. Cuanto más nos acercamos a Durbar, más gente se va agolpando en las calles.
Y entre empujón y empujón, llegamos sin saber cómo sobrevivimos, a la plaza donde asomaba la joven Kumari, aquella que no puede tocar el suelo. Desde el palacio recibió el saludo del presidente y comienza una especie de procesión, pensamos que en dirección a Patan. Esta diosa es la más importante de Nepal y es elegida de entre muy seleccionadas niñas. Una vez tiene su primera menstruación pierde su condición de diosa y tratará de volver a una vida “normal”.
Salía ya de la plaza cuando vimos la posibilidad y nos subimos a una terraza, la del Cosmo café, que bien nos hubiera venido hace un rato. Las vistas son de impresión y estamos mucho más tranquilos que abajo… Esperamos a que se despeje y bajamos de nuevo a la plaza. Con este momentazo volvemos al hotel a librarnos de cámaras y demás. Saldremos a cenar por Thamel.
¡Y será por locales! Entramos en un precioso jardín donde nos aguarda una sabrosa cocina con todo tipo de platos: Gaia Restaurante. Una buena hamburguesa, una completa ensalada y sus correspondientes cervezas costaron 14 €.
Y yo creo que todavía con el cuerpo molido del paseo en coche de ayer, nos fuimos a la cama. Mañana, ya veríamos…
Por cierto las lavanderías en Kathmandú están por todas las esquinas. Cobran 100 rupias por kg en todas, no hace falta comparar, pues exhiben el cartel con el precio todas ellas, aunque el servicio express lo hacen en tres horas doblando el mismo.
Martes 25 de Septiembre de 2018
Ahora si, hoy saldríamos con ganas es meterle mano al Kathmandú más histórico, esa plaza Durbar que ayer paseamos llena hasta la bandera y que hoy queríamos disfrutar con más tranquilidad. Este era el plan para la mañana, disfrutar del casco antiguo y de la famosa y maltrecha Durbar Square de Katmandú y llegar para la tarde a Swayambhunath uno de los iconos budistas de Nepal y a escasa distancia del centro histórico de la capital.
Recorrido por el casco antiguo de Katmandú
Desde el barrio de Thamel caminamos de nuevo hacia Durbar. Seguiremos la ruta a pie de la otra guía, la misma que vemos llevan en mano todos los guiris que nos tropezamos. Que vamos a hacerle. Llegamos a Thaiti Tole, una pequeña plaza con una estupa del siglo XV y un pequeño templo con una de las tiendas de thangkas más bellas que hemos visto, y no será porque no hay. La plaza está parcialmente levantada y el caos de tuktuks, ladrillos en pie y cableado le da el aspecto de que el seísmo hubiera sido esa misma mañana. Siguiendo la calle que lleva a la plaza y girando a la derecha, la estupa Kathesimbhu de la que penden distintas banderas de oración. Este el más conocido sitio de peregrinación budista. La mezcla es religiones en Nepal es más que patente en este pequeño espacio, con algún que otro templo hindú que no pugna el lugar por los símbolos budistas que dominan la plaza. La Luz por la mañana la convierte en uno de los lugares más fotogénicos de Kathmandú.
Continuamos calle abajo donde se suceden viejas esculturas y relieves a los que hay que estar muy atentos si no queremos pasarlos de largo. La calle en si es un espectáculo y es fácil seguir camino maravillado por la actividad de alrededor. Nos llama la atención la cantidad de curiosas clínicas dentistas que exhiben el material y su trabajo hacia la calle. Y antes de llegar a Durbar, nuestro objetivo, una nueva plaza, Bangemudha con el santuario al Dios del dolor de muelas, como no podía ser de otra manera… ¡Habrá que estar muy atento para no ser atropellado!
En la plaza, giramos a la izquierda donde visitar el templo Ugratara de tres tejados. Rezamos allí mismo a ver si mejora la visión. Eso dice “la otra guía”. La embarrada calle sigue hasta en cruce de Asan Tole pero antes hay que meterse en un estrecho callejón al patio Haku Bahal, con bonitas tallas de madera en sus antiguos ventanales. La mayoría de edificios aparecen apuntalados en muy precarias condiciones y da la impresión de alguno vaya a caer de un momento a otro.
En el cruce tendrás todo lo que esperas de un escenario donde echar fotos: puestos de fruta, motos, tuktuks, sharis, templos, bicicletas cargadas de bananas, granadas, piñas, tiendas de especias… ¡menudo atasco! El monumento es el templo de Annapurna dedicado a la Diosa de la Abundacia o el santuario de Ganesh, pero la fotografía se te irá hacia todo el resto de rincones.
Salimos del cruce, 30 minutos después y con un 50% menos de batería en las cámaras. Una nueva calle, parece la de los oficios nos llevará definitivamente a la Durbar. En el camino el templo de Krishna que aguanta en pie gracias a haber terminado encajonado entre edificios más modernos. Y cuando termina la calle de las tiendas de latón y cobre, Kel Tole y el templo de Seto Machhendranath, donde se venera el Dios de cara blanca. Sin duda callejear en Kathmandú es un deporte de riesgo.
Cerca de tres horas nos llevó llegar hasta aquí. Y ya veríamos de qué modo arreglamos las decenas de fotos que hemos tirado. Pero antes de atacar a la plaza tomaremos algo en el World Heritage Hotel, un patio tranquilo, envidiable después del caos de aquellas calles. Nos clavaron por cierto. Y, porque no decirlo, ¡vale la pena seguir este trayecto a pie de Lonely!
Plaza Durbar de Katmandú
Mediodía, entramos en Durbar. ¿Quien dijo miedo?. Otro de esos lugares de los que tanto oíste hablar, tanto leíste y esta ahí… La entrada, que permite la visita durante el día cuesta 1000 rupias (unos 6 €). Por cierto tenemos un pequeño altercado antes de entrar. Mucha gente trata de entrar sin pagar. No es nuestra intención, pero pagarle al primer personaje que llegue tampoco… En fin, finalmente y vigilados por un militar, un espontáneo y la muchacha sin identificar que llegó la primera, vamos a la ventanilla oficial donde pagamos las 2000 rupias. A la fiesta se sumó “un guía”.
Recuerda que si quieres entrar más es un día, le llaman algo así como Visitor Pass, tienes que presentar junto al palacio de la Kumari, el ticket, una foto y el pasaporte visado. Con ello obtienes ese pase que te permite pasar por la plaza tantas veces como quieras.
Durbar, cuyo significado no es ni más ni menos que “palacio” es el modo en que por aquí llaman a las principales plazas de sus ciudades. En ellas se concentran la mayoría de edificios de interés y es en Kathmandú donde está la mejor representación de la importancia del viejo reino nepalí. Y es que a pesar de que el nacimiento como ciudad y reino se remonta al siglo XII, fue en el XVIII cuando de la fusión de los distintos y principales reinos, a saber: Kathmandú, Patan y Bhaktapur; nació la unificada Nepal y la capitalidad de Kathmandú. De aquellos siglos de esplendor nace esta magnífica plaza, situada frente al palacio real. Durante varios siglos, los artesanos y arquitectos newar pusieron todas sus habilidades de manifiesto en sus edificios.
Por desgracia, desde 2015, aquel sorprendente complejo patrimonio de la humanidad declarado como tal en 1979, no luce como antaño. El terremoto se llevó por delante gran parte de los viejos edificios sobre todo en su extremo sur, pero gracias a la cooperación china o japonesa como vemos, se están reconstruyendo de nuevo. Ya en 1934 otro seísmo produjo daños similares y la plaza y sus principales edificios se pusieron de nuevo en pie.
La gran Durbar de Kathmandú encierra en realidad otras plazas en su interior, conectadas entre ellas y a través de las que se pasea disfrutando de los edificios más emblemáticos y bellos de la capital. La mayoría de templos y santuarios, construidos en ladrillos con fantásticas combinaciones de madera tallada, se encuentran, por desgracia, apuntalados y en muy mal estado. Decir que nuestra querida Lonely, copió y pegó los textos originales del panfleto facilitado con la entrada.
–Silyan Sattal, reconstruido en 1934 aunque originariamente se edificó con la madera sobrante del templo de Kasthamandap, de ahí su nombre. Alberga un pequeño templo dedicado a Harikrishna.
–Ashok Vinayak, dedicado al Dios Ganesh, uno de los cuatro más importantes del valle en el que se venera. Adorado tanto por budistas como hinduistas, existen dudas acerca del periodo de su construcción.
–Templo de Siva-Parvatti, data de 1700. Construido en tres niveles, cuenta con figuras de ambos dioses en madera.
–Kumari Bahal, de 1756, hogar de la Kumari, la niña que estuvimos a punto de ver ayer y que sin duda vivió uno de sus grandes días. También apuntalado y verdaderamente mal restaurado si las tallas de madera pintadas en negro son las originales. Tiene todo el aspecto. En la planta súper puede aparecer la pequeña diosa viviente pero no se deben realizar fotografías de la niña.
–Gandhi Baithak, tal vez un edificio asíncrono con el resto de estructuras por su estilo neoclásico debido a su construcción en 1908.
–Templo de Bhagwati y la Gran Campana Tago Gan que queda soportada sobre dos enormes pilares de piedra. Solo suena cuando se rinde culto en el templo Taleju.
–Columna del rey Pratap Malla, que da el nombre original al complejo: Hanuman-Dhoka Durbar. Fue colocada en este lugar en 1672.
–Templo de Jagannath, la estructura más antigua y famosa por las vigas de madera tallada con figuras eróticas que aún siendo de 1563 demuestran una modernidad inusitada.
–Templo de Degutaleju. Forma parte del viejo complejo palaciego y domina la vista de la plaza del palacio.
–Kal Bhairab, en la que se representa en piedra a Shiva en actitud destructiva. Aunque fue construido en otra localización terminó aquí en el reinado de Pratap Malla.
–Templo de Mahendreahwor, de 1562 en el reino de los Mallas. Dedicado a Shiva y uno de los más famosos templos del valle.
–Templo de Taleju, de 1564 y también de la época del rey Malla Mahendra. Con una altura de 36.6 m
–Hanuman Dhoka, el viejo palacio real que preside la plaza. Accedemos al patio y la imagen resulta desoladora con parte de los edificios que cierran el recinto totalmente rodeados de andamios y en reconstrucción.
Salimos después de esta ensalada de templos a la plaza Basantapur. He de confesar que hay algunos más y con más nombres imposibles e historias para todos los gustos. Más buscando el fresco y las vistas subimos a la primera planta de un edificio colindante. Un Himalayan Java Coffee nos servirá para un sándwich (riquísimo y que compartimos: sobre 3 €).
Nos quedamos un rato allí mismo, disfrutando del café, las vistas de la plaza y el descanso. Una vez tuvimos bastante nos fuimos en busca de nuestra siguiente visita: la estupa de Swayambhunath.
Estupa de Swayambhunath
Para llegar salimos hacia Maru Tole, una calle que saliendo de Durbar llega al río Vishnumati. Su fama creció en la época hippie por las famosas pastelerías de la misma. Para nosotros un buen lugar donde encontrar transporte. Si demasiadas ganas de negociar, allí mismo nos subimos a un taxi que nos lleva por 500 rupias (sobre 3 €). El tráfico es muy denso, hay vías cortadas, pues la fiesta Indra Jatra continúa esta tarde y tardamos 20 minutos. El trayecto es para gozarlo… y nos quejamos de estrés. Nada como el del pobre taxista en Kathmandú.
Para las cuatro estamos dispuestos a enfilar la visita de la famosa estupa, otro de los patrimonios protegidos por la Unesco en Katmandú. En realidad se trata de un amplio recinto a la vez parque y a la vez centro religioso plagado a esta hora de la tarde. La entrada para turistas nos cuesta 200 rupias a cada uno (1.7 €). Además la colina donde se encuentra Swayambhunath, domina Kathmandú y sirve igualmente de mirador. El templo es conocido también como el templo de los monos y podéis imaginar el porqué, así que mucho cuidado con exhibir comida cerca de estos habilidosos animalitos.
Nos llama mucho la atención de nuevo la mezcla de religiones. Budistas e hinduistas conviven y veneran la estupa por igual. La principal y mayor, es una enorme construcción encalada que sufrió pocos daños en el seísmo. Alrededor y en todo el complejo, otras muchas más pequeñas. La simbología de la estupa termina ahora ya por sernos familiar. En este caso, arriba la pintura de cuatro caras de Buda que corresponden a los cuatro puntos cardinales. En la base, fieles de ambas religiones realizan un Kora alrededor mientras hacen girar los molinos de oración.
En la misma base donde se alza la estupa se levantan un montón de edificios religiosos, algunos de ellos dañados durante el seísmo. Especialmente bonito un pequeño templo dorado donde se venera a la Diosa Hariti (Ajima, diosa de la viruela). Es uno de los pocos sitios, sino el único, donde no nos dejan hacer fotos. Las figuras de la diosa Tara junto a dos columnas representan a las famosas esposas nepalí y china del rey Songtsen Gampo del que tanto aprendimos en nuestros recientes días de viaje en Tíbet. Nombres, lugares e historia que hace apenas una semanas no conocíamos y ahora resultan familiares y muy útiles para seguir entendiendo la rica historia de toda esta zona del mundo. Otros santuarios menores completan el recinto. Nos gustó mucho desde luego.
Nos subimos a una terraza de un restaurante con vistas de todo el valle. Merece la pena como colofón al paseo.
Bajamos una enorme escalinata que nos lleva a la otra salida desde donde volveremos. Aquí es donde más monos merodean… No le hagáis caso a Lonely y que el taxi os suba hasta arriba. Vemos otros guiris como nosotros que suben hacia el templo por estas empinadas escaleras y no parece que lo lleven muy bien.
Los taxistas se arremolinan alterados al vernos llegar. 700, 500, 400… al final pagamos 300 rupias, probablemente 100 más de lo que vale. Vuelta a Thamel para organizar el viaje de mañana a Pokhara.
Las opciones para ir a Pokhara son bus: bueno, regular o malo y avión. El camino en torno a 7 horas y nos tenemos la peor de las carreteras. Caemos en una agencia cualquiera, el muchacho habla español y parece que sabe lo que vende. Terminamos comprando un billete por 10 dólares en un bus turístico. Este punto si está claro, mejor coger un bus para turistas, pero las diferencias entre ellos no son tan claras. El tipo nos dice que será suficiente. Con el viaje de llegada desde Tíbet andábamos todavía amoratados…
Con esto hecho y sólo pendientes de recoger la colada nos vamos en busca de una cerveza. Por los pelos nos llegamos a la happy hour del Electric Pagoda. Un local francamente chulo y con una terraza ambientada con buena música. Eso si, fuera del 2×1, pagamos la birra a 500 rupias.
Para cenar, Fire and Ice pizzería donde nos han insistido más de una vez hacen las mejores pizzas de Kathmandú. Andan en torno a 600-700 rupias (4-5 €), son grandes, como para compartir y, ¡están muy buenas! Con su ensalada, la cerveza, las tasas y un cafetazo, salimos muy satisfechos por 18 €.
Y sería el subidón del sabor, la Sherpa Brewery o yo que sé, que asustados con el viaje de mañana y esas supuestas siete horas con una previsible carretera infernal, nos pusimos a trastear con skyscanner y por poco acabamos comprando un Ida Katmandú-Pokhara por 70 €. Sumados a los 10 $ que perdíamos del bus haced cuentas, pero nuestra espalda seguro que lo agradecería. Pena que no pudo ser, el sistema de la compañía fallaba, pero la emoción del casi…
En fin, a liarse con la mochila, ¡mañana salimos hacia Pokhara!
A la vuelta todavía nos quedaba por conocer en Katmandú la estupa de Boudhanath y el templo de Pashupatinath, pero eso os lo contamos en el último de nuestros post, antes de la vuelta…
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