Viajar a Chile en Otoño: Un recorrido por la naturaleza, cultura y gastronomía

Parque nacional de las torres del Paine, un espectáculo para la vista si consigues viajar a Chile en otoño Viajar a Chile en otoño es una experiencia inolvidable . Nosotros decidimos hacer nuestro viaje entre marzo y abril de 2024 para evitar la masificación turística y disfrutar de los colores del otoño en los parques nacionales. Lo que vimos y vivimos no nos decepcionó en lo más mínimo. A lo largo de este artículo te contaré cómo fue nuestra aventura, desde la Patagonia hasta el vibrante puerto de Valparaíso, y compartiré consejos clave para tu viaje.

Viajar a Chile en otoño: Descubre su belleza natural y cultural

Preparativos para el viaje

Fechas y planificación

Planteamos nuestro viaje a Chile para abril, buscando el comienzo del otoño y menos turistas. Es cierto que el clima podría haber sido un poco más frío, pero también menos ventoso. En la Patagonia, el viento es mayor en verano y casi inexistente en invierno. Sin embargo, en nuestra visita a lugares como Punta Arenas y Puerto Natales, el viento fue intenso, tanto que una de nuestras compañeras sufrió una caída en Torres del Paine. Con todo y con eso, no podemos más que contar maravillas de nuestra experiencia de viajar a Chile en otoño.

Seguro de viaje

Recomendamos encarecidamente contar con un buen seguro médico, ya que durante un viaje a Chile se pueden presentar diversas eventualidades. Si eres español, también es prudente activar el convenio de asistencia sanitaria entre España y Chile.

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Los chilenos y la conservación del entorno

Los chilenos nos han demostrado desde la Patagonia hasta Viña del Mar que son encantadores, buenos comunicadores, amables, deferentes, preocupados por el turismo y por su inmensa Naturaleza y muy cuidadosos con ella. Incidimos en los importantes intentos y logros que está haciendo este país en la conservación y cuidado de los mismos. Intentan por todos los medios concienciar a los muchos visitantes que tienen (nosotros no vimos tantos, aunque había, por ser época menos turística ya en la zona).

Si andáis pensando en viajar a Chile, es mucha la información que tenemos para organizar un buen viaje a tu aire. Echa un vistazo a nuestro post sobre cómo organizar dos semanas de viaje en Chile por tu cuenta y por menos dinero del que piensas.

La ruta de tres semanas de viaje a Chile en otoño

1. Primera Parada: Santiago de Chile

Llegada a Santiago

Llegamos a Santiago desde Madrid tras un vuelo nocturno con LATAM. Para trasladarnos desde el aeropuerto al centro, contratamos una van que nos dejó en nuestro hotel, el Hotel Gran Palace, muy cerca de la Plaza de Armas. A pesar de llegar antes de la hora del check-in, el personal fue muy amable y nos permitió acceder a las habitaciones.

Explorando la ciudad

Santiago nos sorprendió con su combinación de historia y modernidad. El Cerro de Santa Lucía fue nuestra primera parada, con vistas impresionantes de la ciudad rodeada por la cordillera de los Andes. Desde allí, bajamos por la calle Merced y disfrutamos de un almuerzo en Txoko, un restaurante vasco con excelente pescado.

Cultura en Santiago

Visitamos el Museo Precolombino, un lugar fascinante que ofrece una visión profunda de las culturas que habitaron la región antes de la llegada de los conquistadores. Posteriormente, caminamos hacia el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, una visita emocionalmente fuerte que narra los horrores de la dictadura.

El barrio Lastarria y la avenida O’Higgins fueron nuestros lugares preferidos para pasear por las tardes, con su rica oferta gastronómica y cultural. No hay duda que la visita de Santiago de Chile debe entrar en cualquier ruta por el país.

2. Hacia el Sur: Punta Arenas y la Patagonia

Llegada a Punta Arenas

Después de un vuelo desde Santiago, llegamos a Punta Arenas, donde comenzamos nuestra aventura en la Patagonia chilena. Nos atendimos en el Hotel Plaza , muy cerca de la Plaza de Armas. El primer día, recorrimos el Cementerio Municipal, famoso por sus mausoleos de las familias más ricas de la región y la curiosa disposición de los cipreses.

Reserva Forestal Magallanes

Uno de los momentos más destacados fue la visita a la Reserva Forestal Magallanes, un lugar mágico donde pudimos admirar la flora y fauna locales. El paseo nos llevó hasta el mirador “Las Minas”, con vistas espectaculares del Estrecho de Magallanes. La reserva es un espectáculo de colores si tienes la oportunidad de viajar a Chile en otoño.

Parque Nacional Torres del Paine

El Parque Nacional Torres del Paine fue una de nuestras excursiones más esperadas. La ruta nos llevó a través del Lago Sarmiento , Laguna Amarga y el impresionante Glaciar Grey . La naturaleza en esta parte del mundo es imponente, con una mezcla de ríos, lagos y montañas que parece sacada de una postal.

3. Hacia el Norte: Puerto Montt y Chiloé

Puerto Montt

Desde Puerto Natales volamos a Puerto Montt, capital de la Región de Los Lagos . Aquí alquilamos una camioneta con Víctor y Yasna para explorar la isla de Chiloé. La vegetación y el clima nos recordaron mucho a Galicia.

Chiloé y el Curanto

Chiloé es famoso por su curanto , un plato tradicional que mezcla mariscos, carnes y verduras cocidas en un hoyo bajo tierra. Aunque nuestra experiencia en un restaurante turístico no fue la mejor, el plato sigue siendo una experiencia culinaria imprescindible.

Castro y sus Palafitos

En Castro, la capital de Chiloé, visitamos la Catedral de Castro y las famosas casas palafitos, estructuras coloridas construidas sobre pilotos. También exploramos la iglesia de Nercón, una de las iglesias de madera declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. De buena gana hubiéramos dedicado más tiempo a explorar la región de los lagos y la isla de Chiloé.

4. Regreso al Centro: Valparaíso y Viña del Mar

Valparaíso

Después de un viaje en autobús cama desde Temuco, llegamos para visitar lo mejor de Valparaíso. La ciudad, con su aspecto bohemio y sus coloridos cerros, nos ofreció una perspectiva diferente de Chile. Visitamos La Sebastiana, la casa de Pablo Neruda, y paseamos por el Palacio Baburizza , que alberga el Museo de Bellas Artes .

Viña del Mar

La ciudad de Viña del Mar , a solo unos minutos de Valparaíso, contrasta con su vecina bohemia. Viña del Mar es elegante, con playas amplias y jardines bien cuidados. Visitamos el Reloj de Flores , un icono de la ciudad, y disfrutamos de la gastronomía local en el restaurante Divino Pecado .

Isla Negra: La Casa Final de Neruda

Cerramos nuestro viaje con una visita a Isla Negra, el lugar donde Pablo Neruda vivió sus últimos días y donde está enterrado junto a Matilde Urrutia. Su casa, con vistas al Pacífico, es un lugar cargado de historia y poesía. Aquí, la conexión de Neruda con el mar se hace más evidente que nunca.

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Los colores cambian si puedes viajar a Chile en otoño

La gastronomía chilena

La cocina es sabrosa y variada, especialmente si no se va a establecimientos muy turísticos. Quizá el único lugar que nos decepcionó fue uno de este estilo. Por lo demás, los platos típicos son buenos y merece la pena probarlos.

La comida típica y el producto chileno

Por ejemplo, su merluza austral es exquisita, el salmón es cierto que es menos graso que el del Atlántico a pesar de ser en su mayoría de piscifactorías. También la centolla, la jibia o sepia, congrio, pejerrey, mariscos como los locos o lapas gigantes -concholepas- o el picoroco -especie de percebes gigantes- merecen una cata.

Tienen un plato típico llamado chorrellana –una especie de nuestros huevos rotos- con patatas fritas abundantes en la base, carne o pescado y huevos fritos encima.

En cuanto a las carnes es muy ofrecido el angus y otras clases de vacuno y el cordero, que suelen cocinarlo más seco que en España y quizá también sea carne más añosa.

Lo que nos decepcionó fue un plato típico de Chiloé que también se ofrece en la Patagonia porque hubo inmigración desde esta isla hacia esa zona. Es el Curanto, que originariamente se hace en un hoyo en el suelo en el que se ponen brasas y las enormes panque (hoja de la nalca) y sobre ella los mariscos y varios tipos de carne y se cocinan juntos. Dicen que es exquisito pero nuestra experiencia fue en ese lugar turístico de la isla de Chiloé y no nos gustó esa mezcla de sabores.

Por supuesto en ensaladas y frutas tienen muy buena variedad. Y también las empanadas de pino –con hierbas aromáticas, cebolla, huevos, pasas-, de marisco, de queso… solucionan una comida pero en unos lugares mejor que en otros. Tuvimos la suerte de probar unas exquisitas, que comentaremos más adelante, las de Doña Nina en la zona de Puerto Montt. Utilizan el picante, destacando como muy picantes el Merken ahumado y ají cachocabra.

Las bebidas más clásicas de Chile

En cuanto a las bebidas, nos encantó el Pisco Sour en sus muchas variedades. En la zona de Patagonia le ponen sirope de calafate (especie de arándano de la zona), en otras angostura o ralladura de cítrico, pero en cualquier caso resulta un aperitivo muy agradable.

También tienen muchas cervezas artesanales y locales en cada una de las zonas por las que hemos ido circulando: Austral, Austral Calafate, Kunstmann Torobayo, Che S Ter Beer Stout, Kross Stout entre otras. Desde luego, las tostadas nos parecieron mejores que las láger, pero, eso va en gustos.

En cuánto a los vinos tintos, únicos que probamos, son en general buenos con una relación calidad-precio aceptable. En todos sitios te sirven copas o botella. La uva autóctona es Carmènère. Aunque después hemos comprobado que originariamente es francesa, ellos la nombran como propia y es el vino que solíamos pedir. Suele cultivarse en la zona central de Chile, alrededor de Santiago como el valle de Maipo, Casablanca, entre otros. También debemos tener en cuenta que sus denominaciones de reserva o reserva de familia no corresponden a lo mismo que nosotros y puede ser un reserva de familia de 2022 en este 2024. Se pueden elegir de acuerdo a los gustos y su precio. Nos gustaron Doña Dominga, Toro de Piedra, Casillero del Diablo, entre otros.

Ahhh! Y si oís tomar ONCE, es hacer una merienda cena. Está establecido en las familias, en los restaurantes y cafeterías.

Los glaciares de la Patagonia chilena, todo un reclamo para el viajero

Los vuelos en Chile y los traslados

El vuelo internacional lo preparamos para los 5 participantes con una agencia de Madrid 3 meses antes, Mas Viajes, junto con un seguro de viajes (¡imprescindible!) con Intermundial que ha funcionado muy bien con unos percances que tuvimos.

A Madrid nos fuimos en el supuesto AVE: el de ida duró 3 horas y media porque pasó por Alicante hasta Atocha. La vuelta fue más rápida y con salida desde Chamartin.

Los vuelos desde Santiago a Punta Arenas y de Puerto Natales a Puerto Montt los sacamos por nuestra cuenta.

Desde Punta Arena a Puerto Natales, por carretera, iba en el contrato con la Agencia que nos hizo en recorrido por la Patagonia, Turquesa (contacto@tupatu.cl Tfo +56 930527986), que funcionó de manera espectacular y con mucha profesionalidad en cuanto a asistencia, puntualidad, picnic y snacks, traslados y, sobre todo, los profesionales que nos atendían: Constanza, Marcos (Marcos González Tfo: +56 996405315) y Francisco (Francisco Cárdenas fuegopatagonia@hotmail.com Tfo 56978972299) personalmente y las agencias que nos trasladaron a Torres del Paine (con Alex y Roberto), a los glaciares y a la Estancia de Pedro y Kiki.

El traslado de Puerto Montt a Temuco lo contratamos en una Van por nuestra cuenta con Yasna y Victor (vicfuenver@gmail.com. Tfo +56 994367657). Nos facilitó su teléfono Marcos en Punta Arenas para recorrer los Parques de esta comarca de los Lagos. Resultó también una experiencia muy satisfactoria y más adelante detallaremos sus deferencias y amabilidad.

El traslado de Temuco a Valparaiso lo hicimos en bus-cama nocturno, que salía a las 22h y llegaba a las 7h. Y , por último, para el traslado de Valparaiso al aeropuerto de Santiago para nuestra vuelta contratamos otra van que también nos realizó la vista a Isla Negra (Juan Campos Correa, juancamposcorrea@gmail.com. Tfo +56984720774 y +56922442844).

El viaje de avión a Santiago ida y vuelta con LATAM fue relativamente bueno, pues a pesar de su duración despegó pasadas las 23h y pudimos dormir. En el aeropuerto contratamos una van o furgoneta (hay muchas empresas para trasladar al centro de Santiago así como también particulares, aunque aconsejan no fiarse de todo el mundo, y línea de autobús).

El parque nacional de los Alerces, todavía verde en el otoño chileno
El parque nacional de los Alerces, todavía verde en el otoño chileno

Nuestra experiencia y diario de viaje en Chile

Primera Parada: Santiago de Chile

Llegada a Santiago

Nuestro hotel estaba muy cerca de la Plaza de Armas, Hotel Gran Palace, calle Huérfanos, calle peatonal del centro y que nos permitía recorrer en poco tiempo lo que queríamos ver. Nuestra reserva tenía el desayuno incluido, como en todos, y era más que aceptable la relación calidad precio. Además, aunque era antes de la hora establecida para el check-in, como deferencia nos permiten usar las habitaciones.

Explorando la ciudad: El cerro de Santa Lucía y Bellavista

Caminamos hacia el Cerro de Santa Lucia, al que ascendemos viendo la primera panorámica de la ciudad de Santiago, rodeada de los Andes y con una contaminación apreciable. A pesar del calor y de haber pasado ya su verano, se puede comprobar tras el Cerro de San Cristóbal algún pico nevado. Bajamos por la calle Merced y en una de sus perpendiculares peatonales comemos en Txoko (Mosqueto 485), restaurante de origen vasco, con buen pescado. Nuestro primer contacto con la comida y bebida de la zona que nos resultó muy sabroso.

Nos dirigimos hacia el barrio Bellavista, atravesando el río con sus grafitis en defensa del pueblo Mapuche (luego hemos oído diferentes versiones sobre esta lucha) y llegamos a este bonito barrio, lleno de vida, de murales preciosos, de espacios para sentarse y disfrutar.

Llegamos a tiempo de ver La Chascona, la casa de Pablo Neruda en Santiago (9500 pesos chilenos de entrada). Es claro que era un coleccionista, que sabía vivir y compartir con amigos, que tenía una idea de cómo debían ser sus hogares y los espacios de éstos. A mi personalmente me han gustado las 3 casas que hemos visto y veo en ellas al poeta.

Paseando por Lastarría y por avenida O’Higgins volvemos al hotel. Cerca de éste había un supermercado donde comprar agua y algo de fruta.

Cultura en Santiago: Museo de la Memoria y los Derechos Humanos

Al día siguiente empezamos en el Museo Precolombino, esquina calle Bandera con Compañía, un edificio imponente y con un interior rico y muy interesante, expuesto de forma didáctica que permite conocer las distintas etapas de los habitantes de la zona antes de la conquista. Es una visita muy recomendable y que nos sorprendió gratamente.

Al finalizar anduvimos por la Calle Compañía en dirección al Museo de la Memoria y de los Derechos Humanos. Ruta interesante porque atraviesa el Barrio Yungay, residencial, de casitas bajas, bonitas, tradicionales, con interesantes y comprometidos grafitis en algunas de ellas (como en casi todas las poblaciones de Chile por las que hemos estado), bares y restaurantes muy curiosos. En uno de ellos comimos, Espacio Gárgola (c/ Maipu, 357) que ocupaba una de estas casitas de forma completa con tres pisos y nos gustó mucho.

Entendemos que el Museo de la Memoria es visita obligada pero muy dura. Ver la impunidad de algunos, la cantidad de vidas que se segaron por convicciones políticas, el daño a personas, familias y al país en aras de una creencia no tiene sentido para mi. Considero que hay que verlo porque determinadas cosas se deben conocer para no repetirlas, si es posible. Este Museo contiene numerosos hitos destacados en muchas zonas de la ciudad y del país y que señalan la represión ejercida, los desaparecidos y los asesinatos perpetrados.

El museo de arte precolombino de Santiago de Chile
El museo de arte precolombino de Santiago de Chile

Para continuar el día caminamos hasta la zona de las calles París- Londres, y vimos la placa en Calle Londres 38, en donde se refleja que esa casa fue lugar de retención y tortura durante el golpe de estado. Es una zona con aspecto de barrio europeo, de calles bonitas y casas de no más de 2 plantas.

Muy cerca está la Iglesia de San Francisco, la primera que fundaron los franciscanos en estas tierras. Es austera y bonita, con un claustro interior al que no se puede acceder. Está en la misma avenida O’Higgins y, caminando por ella, llegamos a la parte posterior del Palacio de la Moneda, Centro Cultural con ese mismo nombre. En un lateral se encuentra la puerta por la que sacaron el cadáver de Allende y muchos de los que le acompañaban cuando el Golpe con una placa que conmemora dicha acción.

Continuamos hasta la Plaza de la Constitución con el imponente Palacio de la Moneda, muy blindado con carabineros. Una plaza concurrida y con las estatuas de todos los Presidentes que ha tenido el país hasta el momento.

La plaza de Armas de Santiago de Chile y sus alrededores

Al día siguiente, ya lunes y con mucha animación en las calles recorrimos la Plaza de Armas que, como todas ellas, tiene el edificio religioso, su Catedral –cerrada por ser lunes-, el Cabildo, el edificio de Correos. Una plaza animada con la estatua ecuestre de Pedro de Valdivia, fundador de la ciudad. Detrás de la Catedral está el Congreso de los Diputados, edificio rodeado de una verja y jardín. También el Palacio de Justicia y la Biblioteca del ExCongreso Nacional y el ya mencionado Museo Precolombino. Nos dirigimos a comer al Mercado Central, un lugar que, como en el resto del mundo, ha pasado a tener más restaurantes que puestos de alimentación. De hecho, los puestos de frutas, verduras y otros se encuentran en los alrededores. También los alrededores vimos la Iglesia de los Dominicos, sin mucho interés. El Mercado es un edificio bonito, con cerchas metálicas y con una gran planta cuadrada. Comimos en el Galeón un pescado de buena calidad y buen precio.

Caminando por la Calle Agustinas llegamos hasta el Teatro Municipal. Todas estas calles tienen edificios emblemáticos, mucho comercio y vida social. Se acababa nuestra estancia en Santiago con la sensación que nos quedaba mucho por visitar, algún museo como el de Bellas Artes o el Histórico Nacional, el interior de la Catedral, el Centro Cultural Gabriela Mistral, el Barrio Providencia que creemos es el más moderno y con los locales gastronómicos más innovadores, y otras muchas cosas, pero los días son los que son y teníamos que elegir.

Hacia el Sur: Punta Arenas y la Patagonia

Llegada a Punta Arenas

El avión nos llevó a Punta Arenas. Llegamos muy tarde, sobre las 23:30h. Aquí empezó nuestra relación con la Agencia de viajes contratada en la Patagonia: Turquesa.

Nos esperaba en el aeropuerto una Van o furgoneta que nos trasladó al hotel Plaza, al lado de la Plaza de Armas otra vez. Muy bien situado, muy amables y deferentes, pero sin ascensor. Bien es cierto que ellos cogen el equipaje y lo suben a la primera planta (es un hotel pequeño, casi familiar), pero desde luego no hay acceso a minusválidos.

A pesar de la hora, la Sra Constanza nos esperaba en el hotel para darnos la bienvenida, concretar las indicaciones sobre los siguientes días con carpeta con itinerarios y un presente. Además, a pesar de las horas, nos acompañó para buscar restaurante, y encontramos uno a las 00:30h, A brasas -Pdte Federico Errázuriz 952-, en donde cenamos estupendamente y pudimos hablar largo y tendido con la camarera porque ya no había muchas personas en el local. Es un restaurante bar con diferentes ambientes y buena cocina. Muy recomendable.

Reserva Forestal Magallanes

A la mañana siguiente, nos recogen a las 9:30h el chófer Marcos junto con un guía , Francisco con su mujer Patricia, que nos hacen el recorrido por la Reserva Forestal Magallanes. La reserva es un bosque austral magnífico con hayas del Sur que ya empezaban a amarillear y enrojecer, otras hayas perennes, múltiples especies de arbustos que nos iba explicando pacientemente Francisco (Pancho). Una delicia para los sentidos y de lo mejor al viajar a Chile en otoño. Llegamos al mirador “Las Minas”, ya que en tiempos hubo minas de carbón y desde donde se veía el río Las Minas y su desembocadura en el Estrecho de Magallanes. Un paseo espectacular y muy ilustrativo gracias a sus explicaciones.

Vimos también periquitos y alcones de la Patagonia o caranchos, múltiples hongos, setas, líquenes, bayas, calafates,…. Una Naturaleza increíble para nuestros ojos, sobre todo pensando que estábamos a principios de su otoño. ¿Cómo estará en la primavera austral? La empresa preparó un snack y café y tras la marcha disfrutamos de este refrigerio y de la compañía de estas tres personas tan eficientes, amables y buenas comunicadoras.

La visita de Punta Arenas

Al volver a Punta Arenas recorrimos la Plaza de Armas, tocamos el 1º dedo del pie del indio que acompaña a la estatua de Magallanes porque, según los lugareños, esto hará que regresemos a Punta Arenas. La comida fue en la Yegua Loca (c/ Monseñor J. Fagnano 310), con buen servicio, un lugar encantador y con comida local. Probamos el Pisco Sour de Ruibarbo y el de Calafate. Sobretodo este último, muy buenos.

La Catedral no tiene ningún interés, pasamos por la chocolatería “La Chocalatta” (c/ Carlos Bories 852) con muy diversos chocolates en bombón y en barra. Curiosamente tienen chocolate con churros, que no probamos. Los chocolates sí eran buenos. El helado de chirimoya en cambio, no era nada del otro mundo.

Continuamos hacia el Cementerio puesto que reseñaban que tiene panteones muy memorables de la clase empresarial muy rica que hubo en la zona, así como la curiosa disposición ornamental de las hileras de cipreses. Camino del mismo pasamos por el Museo Salesiano (c/ Manuel Bulnes 336), de historia regional. También al lado está el monumento al Ovejero.

Continuamos paseo hacia la ribera del mar, al Estrecho, para ver, en la desembocadura del río Las Minas el punto en donde aparece el pico de arena por el que la localidad recibe su nombre, con esculturas de Elcano y Magallanes y el Circulo de Circunnavegación.

Continuando por la Costanera se encuentra el monumento que conmemora que el Estrecho pertenece a Chile y volviendo al hotel nos quedamos en la Taberna (c/ Pedro Montt 701), local con encanto en los bajos de la casa de Eva Braun , empresaria de ganado y benefactora de la ciudad en los principios del siglo XX. Aquí probamos el Pisco Kulan, destilado en Patagonia y en barricas de Lenga (roble patagón) y que defendían como el auténtico de la zona.

El Fuerte Bulnes

La mañana siguiente nos dirigimos al Fuerte Bulnes. En principio no estábamos demasiado ilusionados con esta visita, pero resultó muy muy agradable. Hacía mucho frío y viento, pero el viaje hasta el lugar fue muy bonito, bordeando el Estrecho y viendo águilas, cormoranes, cisnes de cuello negro, caranchos, rebaños de ovejas y vacunos.

Paseamos entre las casas de madera del Fuerte, asombrándonos de lo que protegían esas maderas incluso con las ventanas abiertas. Una de las casas muestra la historia del lugar y la suerte de que llegaran a asentarse allí los chilenos sólo unos días antes de que arrivara un barco francés a esas costas. Otra era una capilla dedicada a la Virgen del Carmen, que es la Patrona de Chile.

Vimos la primera Araucaria de la Patagonia y cómo pueden deformarse por el viento.

Posteriormente nos dimos un paseo magnífico por toda esa costa, al que nos acompañó nuestro conductor, Marcos, que resultó ser un guía muy ilustrado de la zona, de su fauna, flora y lugares de interés.

Los miradores permiten disfrutar de estupendas vistas sobre el Estrecho, observar restos de maderas que el mar va llevando y unos paisajes bellísimos. Tristemente no oímos ni vimos ninguna ballena, pero sí multitud de aves.

También paseamos por el bosque que bordea todo el Fuerte con sus hayas del Sur (hay 2 tipos en esta zona: Lenga y Coigüe), muchos de ellas con muérdago y los arbustos cómo la Chaura, el Canelo (aunque en otros lugares lo hemos visto como un árbol y del que se saca una Pimienta muy valorada por los gourmets y difícil de encontrar), Notro, Zarzaparrilla, Romerillo y Michay, entre otros.  

En el Centro de Interpretación, se expone la historia de la zona, su fauna, flora y sus conquistadores de una manera bastante didáctica. Camino de Punta Arenas nos dirigimos al denominado Puerto del Hambre (intento de los españoles de poblar esa zona bajo el reinado del Rey Felipe II. Los que quedaron en esta zona perecieron de inanición). Es una zona en la que queda un monolito que refleja que España estuvo allí.

Ese día comimos en el Restaurante Doña María (c/ General E. del Canto, 0202) también muy agradable y bueno. Paseamos, a pesar del viento intenso y la lluvia, hasta el Museo de Artesanía (c/ 21 de mayo, 1463) en el que teníamos esperanzas de ver muchos artesanos locales, pero sólo habían abiertos dos puestos esa tarde. Un desencanto.

Esa noche la cena fue en La Luna (Libertador B. O´Higgins 1017), una vinoteca con muy buenos productos. Y muy amables.

Tierra de Fuego

El siguiente día lo dedicamos entero a Tierra del Fuego. Cogimos el ferry en Punta Arenas hasta Porvenir. Vimos amanecer atravesando el Estrecho. Dura 2 horas, tiene cafetería y el mar estaba bastante calmado, así que un trayecto muy placentero. Por supuesto, en el exterior de las cabinas, un viento intenso. Porvenir es una ciudad de unos 6000 habitantes. Recorrimos los hitos históricos relacionados con el extinguido pueblo aborigen de los SelK-nan.

Tras este paseo y una comida que no pasará a la historia, nos llevaron hasta la Reserva de Pingüinos Reales, en donde pudimos avistarlos tanto a ellos como a sus polluelos. La explicación de su Directora fue muy interesante y hacen una labor encomiable y muy respetuosa con el Medio Ambiente. Desde luego no puede sustituir a una pingüinera (íbamos a ir a Isla Magdalena pero nos dijeron que no podían asegurar que estuvieran porque emigran a finales de marzo y ya estábamos en abril). Esto mismo nos pasó en Chiloé. Es claro que tienen muy establecidas sus migraciones. En el camino hasta la Reserva disfrutamos del paisaje en el que vimos guanacos, ovejas, vacunos y zorros grises.

La vuelta fue por Bahía Azul, en el norte de Tierra de Fuego, que es el punto más estrecho para pasar, también en ferry. Fue agotador porque al llegar a Punta Arenas nos esperaba Marcos, el conductor para llevarnos a Puerto Natales, eso sí con una cena bastante aceptable para cada uno preparada por la Agencia Turquesa, que hicimos en el coche de camino. Por supuesto, llegamos dormidos a Puerto Natales y nos recogían a las 7’30h para ir a las Torres del Paine, pero lo que había que ver merecía cualquier esfuerzo. Este día fue intensísimo.

Parque Nacional Torres del Paine, un plato fuerte de viajar a Chile en otoño

La excursión al Parque de las Torres del Paine debe comenzar temprano dada su extensión. Nos dirigimos hacia Cerro Castillo, con mucho frío y un viento intenso y constante, y seguimos hasta visualizar el Lago Sarmiento, el más grande del Parque y con un color azul intenso y un borde blanquecino debido a unos depósitos de cal denominados trombolitos.

Continuamos hacia Laguna Amarga en donde unas bacterias, estromatolitos, se considera la cianobacteria más antigua del planeta y da a sus aguas un color turquesa.

Más adelante vemos la cascada del Rio Paine, formada por el deshielo del Glaciar Dickson, una imagen preciosa con los picos nevados de la cordillera al fondo.

Seguimos hacia el Lago Nordenskjold, el Lago Pehoé con la hostería en su interior, creo que la primera que se hizo dentro del Parque, el Glaciar Grey, el Lago Grey y el río del mismo nombre. Es increíble la cantidad de agua que vamos viendo en esta excursión, en ríos (Pingo y Serrano, además de los ya nombrados), en la lagos y lagunas. También lo cuidado que está todo y lo controlado. Hay un control en el que se debe sacar entrada, que varía si eres nacional o extranjero y por edades, y que puede costar entre unos 16 a 31€.

En dirección hacia Puerto Natales por el Lago Toro entramos a ver la Cueva del Milodón, una enorme cueva en donde se encontraron en muy buen estado restos de piel y huesos de un animal herbívoro prehistórico, el Milodón. Parece que la cueva quedó al descubierto por la pérdida de la masa de hielo, dejando un paisaje alrededor muy bonito con las formaciones rocosas circundantes con señales de haber estado cubierto de hielo.

Por problemas sanitarios tuvimos que acercarnos al pequeño hospital público de Puerto Natales, conectado telemáticamente con Punta Arenas que es donde se encuentra el de especialidades médicas (250 kms de distancia entre ambas ciudades y con ese clima!). La atención fue rápida, amable y muy profesional.

Cenamos en La Tapera en Eberhard 301, local con buena atención y cocina. Animado.

Excursión a los glaciares de la patagonia chilena

Al día siguiente teníamos la excursión de día completo a los glaciares, también contratada a través de Turquesa. Día también gris, con mucho frio y muchísimo viento. Un autobús nos llevó hasta el ferry y avanzamos por el Fiordo de la Última Esperanza -es el mismo fiordo que en donde se enclava Puerto Natales que se llamaba Canal Señoret en la zona de la ciudad, al este Fiordo Almirante Montt y hacia el oeste es el de Ultima Esperanza-.

El paseo por éste, entre unas inmensas pareces rocosas erosionadas por el hielo que las cubrieron, otras con vegetación, con cascadas espectaculares , colonias de cormoranes, grupos de lobos marinos, vuelos de cóndor… todo ello en un paisaje frio, brumoso, con lluvia ocasional.

Así llegamos el Glaciar de Balmaceda, en franca regresión. Continuando el viaje del ferry entramos en el Parque O’Higgins en donde en un embarcadero para el ferry, anduvimos una media hora por un precioso paisaje hasta llegar al Glaciar Serrano, en menor regresión que el anterior.

En la laguna que se forma al terminar la lengua del glaciar, con témpanos de hielo en la misma, y el agua entre 1 y 5 grados, se bañaron delante de nosotros unas nadadoras del Club de Natación de Puerto Natales. Nos comentaron que lo hacen todo el año y que participan en campeonatos mundiales de natación en aguas heladas (no sé si es siempre o este año sería en la zona del Perito Moreno en Argentina). Con ello consiguen para las personas del lugar algo terapéutico ya que en breve sus horas de luz se reducen a 4 o 5 al día, con lo que es una forma de superación y relación social.

Comimos en Estancia Perales, en el borde del Fiordo, incluido en el día, y vuelta a Puerto Natales.

Caminamos por la Costanera hasta la Avenida Bulnes, viendo los cisnes de cuello negro, patos, gaviotas, cormoranes y alguna rapaz, todo en la orilla del agua. Entramos en esta avenida al Museo de Historia que dibuja una buena perspectiva de las tribus indígenas y de cómo fueron   exterminados, con historias terribles de zoo humano y cosas por el estilo. También de las condiciones de vida de estas tribus y de cómo fue la colonización de la zona, los que lo hacen, la introducción del ganado ovino en detrimento del guanaco, etc. Llegamos hasta la Plaza de Armas, sin demasiado interés, y fuimos a cenar al restaurante Cisne Negro en Eberhard 343, muy aconsejable.

Los lagos Balmaceda y Pinto

El siguiente día nos dirigimos hacia el sureste bordeando el Fiordo Almirante Montt hacia el Lago Balmaceda y el Lago Pinto. Es un paisaje, como siempre en el que se visualizan muchísimas aves acuáticas y caranchos, así como un arbolado frondoso que ya empezaba a amarillear.

Cerca del Lago Pinto se encuentra la Estancia de Pedro y Kiki, su mujer, una finca con casa de labor de campo, con ovejas, vacuno, ocas, caballos, perros pastores, autoabastecimientos en verano de verduras y hortalizas, de energía solar y eólica, de pasto patagónico -coiron-.

En invierno, el viento y el sol cesan y todo se llena de hielo, por lo que la vida en esta zona es difícil, pero es preciso mantener a los animales en los duros meses del invierno.

Los anfitriones se portaron fenomenal y nos explicaron detalladamente el día a día de su trabajo y su forma de vida. Nos enseñaron la zona de la esquila y lo que conlleva hasta empacar la lana, las máquinas que tienen para pesar y tratar a los vacunos, cómo trabajan los perros ovejeros y cómo trabajan con los caballos, único medio de recorrer la finca en invierno. También su necesidad de ir abandonando la cría de oveja de lana por la depreciación de la lana frente a textiles sintéticos y su cambio por carne de vacuno.

La estancia de Pedro y Kiki, en el lago Pinto
La estancia de Pedro y Kiki, en el lago Pinto

Nos mostró asimismo el lugar donde hacen el Curanto, la flor de la hierbabuena, del ajenjo, de la nalca con su enorme hoja -panque-, su grosella -para nosotros la uva de gato-, su uva que es como nuestra grosella, el boldo, el toronjil o melisa, la rosa mosqueta. Desde luego fue muy simpático, amable y deferente.

Nos prepararon un aperitivo elaborado todo por ellos y de sus productos: pisco calafate, jamón (que ellos curan durante mínimo 2 años) con tomatitos Cherry y menta. La ensalada, el chimichurri y pebre con pan sopaypilla -panecitos fritos-y el cordero al espeto regado de vez en cuando con menta mojada en chimichurri resultó una comida muy típica y muy buena.

Tras descansar en el hotel, salimos a dar una vuelta por la ciudad, a pesar del frio y la lluvia. Es curioso la de perritos que hay por la calle, con buen aspecto, cuidados, a los que se permite entrar en los locales para protegerse, con casitas en la calle para guarecerse y comida y agua para ellos. De hecho, en un momento en el que empieza a nevar, en nuestro hotel permitieron la entrada de dos a recepción, lo que nos gustó mucho. Cenamos en Angelica’s en Bulnes 501, una muy buena cocina, con pescados y mariscos frescos australes.

El Hotel Bories y el canal Señoret de Puerto Natales

Al día siguiente tomamos taxi (aconsejado siempre, en todo el país, prefijar precio) hasta Hotel Bories en fiordo de Ultima Esperanza, una antigua factoría de transformación de los productos derivados del ovino: lana jabones, cueros. Se encuentra en una bahía muy bonita y mantiene maquinaria y espacios de la factoría y del tipo de trabajos que allí se hacía. La parte rehabilitada para hotel es muy elegante y la histórica es interesante para conocer cómo era la vida a principios del siglo XX por estas latitudes, la explotación de los recursos y de las personas. Tienen una imagen de la primera persona que se reconoce como turista de la zona, una escritora escocesa llamada Lady Florence Dixie.

Volvimos caminando hasta Puerto Natales -5 Kms- bordeando la bahía del Canal Señoret que como siempre resulta muy agradable, por el mar y sus aves. A la entrada de Puerto Natales hay una escultura que visualiza más o menos la mitad de los 5 dedos de una mano, como si ésta estuviera enterrada en la tierra. Nos dijeron que en Antofagasta hay otra igual, que mira hacia ésta y que ambas representan las manos que envuelven al país. Compramos unas empanadillas en la Panadería San Fabián, en avenida Bulnes que estaban muy buenas. Nos trasladamos al aeropuerto para coger nuestro avión hacia Puerto Montt. Viaje bonito porque gran parte del trayecto se podía divisar el paisaje, primero nevado y con altas montañas y posteriormente con miles de fiordos e islas.

Hacia el Norte: Puerto Montt y Chiloé

Al llegar a Puerto Montt, capital de la Región de los Lagos, hay autobús que te traslada a la ciudad, pero nos deja en la estación de autobuses. Aunque las distancias no eran grandes nos avisan de que es una mala zona para movernos con maletas, por lo que cogemos taxi (Ciro Ponce, tfo +56997041455)) hasta el hotel.

Nos alojamos en Hotel Vista Mar, discreto pero el personal muy servicial y en una zona que puedes salir a cenar o tomar una copa sin problemas y con múltiples locales para ello. El primer día cenamos en una pizzería bastante buena, Alexandros (c/ Renjifo 815) y el segundo en otro lugar magnifico de ascendencia hispana, Nana Bahamonde (c/ Renjifo 917), con muy buena cocina.

La ruta en Chiloé

Como ya mencionamos, contratamos con Victor y Yasna que tenían una furgoneta o Van para los 5, para ir a Chiloé este día. Nos dirigimos pues, por la carretera panamericana 5 SUR (se extiende hasta Santiago y la 5 Norte a partir de Santiago) hacia Pargua para coger el transbordador y pasar el Canal de Chacao y llegar a la isla grande.

Están construyendo un puente para quitar los ferry, pero está siendo muy contestado por su alto coste cuando la población entiende que hay necesidades más urgentes. Nos dirigimos hacia el golfo de Ancud, con un paisaje increíble de clima y vegetación ya semejante a nuestra Galicia.

Llegamos hasta la playa desde donde se podía acceder a las pingüineras, la Bahia de Puñihuil, pero los mismos pescadores que hacen los traslados nos dicen que es muy posible que ya no veamos ninguno porque se van a finales de marzo, igual que los leones marinos. Pudimos ver un Jote, un enorme pájaro negro de aspecto de rapaz-.

Bahia de Puñihuil en Ancud, Chiloé
Bahia de Puñihuil en Ancud, Chiloé

Volvemos hasta la ciudad de Ancud, con un mercadillo artesanal en la misma y una exposición de maquetas de las Iglesias Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. En la historia de esta ciudad se cuenta que fue la última resistencia a los españoles en la isla. Camino de Castro -la capital- nos desviamos a ver Dalcahué, una ciudad muy turística, de casitas bajas, con mucho ambiente y una de las iglesias Patrimonio. Estaba cerrada pero el paseo por el sitio fue agradable. Comimos en un restaurante turístico, por ello pedimos un Curanto, que es lo típico de Chiloé. No nos gustó la mezcla de sabores, posiblemente por cómo estaba cocinado.

En Castro vimos la Catedral, que también forma parte del Patrimonio y sí pudimos ver su interior. Nos dimos una pequeña vuelta en el coche por la ciudad y fuimos a ver la zona de las casas palafitos, muy pintorescas y bonitas con su colorido. Y de allí fuimos a ver la Iglesia de Nercón, quizá la que más nos gustó porque se veía muy bien su estructura de madera y buen entorno.

Catedral de Castro, la capital de la isla de Chiloé
Catedral de Castro, la capital de la isla de Chiloé

El día fue agotador y nos quedaba una muy muy larga cola para coger el transbordador porque la marea estaba baja y no podían circular con la misma fluidez. De hecho, pudimos comprobar la gran pericia del capitán para atracar en esas circunstancias. Entendemos lo que puede ser un gran problema de los habitantes de la isla ante una urgencia. Tuvimos la suerte en la noche mientras cruzamos el Canal de ver en el cielo la Cruz del Sur por primera vez, la única constelación , creo, que sólo puede verse en el hemisferio sur.

El parque de los Alerces

Siguiendo nuestras visitas a los Parques chilenos la mañana siguiente nos dirigimos al Parque de los Alerces (entrada 4000 pesos chilenos), espectacular su umbría, su vegetación de helechos -tipo cola de novia, costilla de vaca y los pequeñitos-, los enormes árboles – ulmo, alerces, canelos, lumas, coigüe-. Flores como el falso copihué. Caminando por este paisaje llegamos a la Cascada de Chaicas o Salto del rio Chaicas, que se encuentra al lado del alerce con 3500 años de vida.

Parque Vicente Pérez Rosales

Como queríamos llegar al Parque Vicente Pérez Rosales, otro de los imprescindibles de viajar a Chile en otoño, pasamos a comer a un lugar muy recomendable de empanadas, el Horno de Doña Nina en la provincia de LLanquihué, en Coihuin km 7. Merece la pena ese pequeño desvío y probar sus empanadas y jugos naturales de frutas. Rápidos, baratos y buenísimos.

De aquí pasamos a Puerto Varas en donde se nota el mayor nivel socioeconómico de la población con viviendas de mayor calidad. Entramos al Parque viendo continuamente el Volcán Osorno encima del Lago Llanquihue, lugar de baño en verano, y también vamos viendo el volcán Calbuco -se mantiene activo y erupcionó hace unos años- y el Puntiagudo. Entramos al Parque que cómo siempre es de una frondosidad y variedad arbórea increíble y nos detuvimos mucho tiempo en los Saltos y Cascadas de Petrohué. A nosotros, de una tierra tan de secano, nos parece asombroso tantísima agua a final de verano. Con estos paisajes y tanta y tan bonita naturaleza no queda más remedio que sentirse muy bien.

Puerto Montt y la ruta hasta Temuco

Al día siguiente recorremos un poco Puerto Montt, paseamos por la costanera y por la ciudad que no nos parece que tenga nada reseñable. Nos dirigimos hacia Temuco en la furgoneta con nuestros ya casi amigos, Yasna y Claudia (Víctor no ha podido venir hoy) y paramos en el camino en una localidad llamada Fontillar, ciudad al borde del Lago LLanquihué, turística, bonita, de tradición alemana, con un teatro espectacular en el borde del lago, construido con mucha madera y visitable. Como siempre, los volcanes se ven al fondo.

La carretera hasta Temuco es agradable, con muchos prados y arbolado comenzando su otoño. En el camino, otro Volcán Villarrica que algunos consideran el más peligroso. Otros 2 volcanes de la zona son Llaima -erupcionó en 2011- y Lonquimay. Se ven en todas las carreteras lo que ellos llaman Animitas, especie de casitas en los lugares donde ha ocurrido un accidente, con las fotografías del fallecido, flores, velas, etc.

Temuco es una ciudad importante, zona de la cultura mapuche, con un centro desastrado y poco arreglado pero las personas amables. Nos alojamos en el hotel Nicolás, céntrico y bien por el día pero mejor no salir por la noche. Nos dimos un paseo por la Plaza de Armas, intentamos contratar visita al Parque Conquillio pero fue imposible reservar en Turismo (cerrado a las 17h. Nos hablaron regular del funcionariado). El personal del hotel nos consiguió una empresa Trufulco que funcionó perfectamente y nos hizo la excursión al día siguiente, día completo con comida incluida.

Parque Conquilio

Nos recogen y hacen de guías turísticos también por la ciudad explicando sus peculiaridades. Antes de entrar al Parque vemos una cascada impresionante que forma el rio Truful y vamos viendo la pequeña fumarola del Volcán Villarrica y la nieve en el Llaisma.

Paramos asimismo en un lugar sagrado para los mapuches donde el agua mana de la roca y se hace un pequeño riachuelo, un lugar con un encanto especial, en donde hay moras, escaramujos de rosa mosqueta, musgos…. En estas zonas todo está sembrado de lava y se pueden observar grandes ríos de lava solidificada rodeada de verde y con árboles enormes.

En el Parque visitamos los estratos formados a lo largo de los siglos/milenios, una imponente cascada y muchas lagartijas que son autóctonas de la zona. Atravesando en coche un gran espacio de ríos de lava llegamos a la conocida como Laguna Verde, porque ahora, sin agua, está cubierta de unas plantas con florecitas blancas que nos dicen que son algas. Es un paisaje un poco desasosegante en zonas por sus árboles quemados y perdidos.

Posteriormente anduvimos hasta llegar a la Laguna Arcoíris, conocida así porque dicen que al amanecer parece que lo fuera. Es cierto que ahora tiene colores azules y verdes muy curiosos. Y tras tomar un tentempié nos vamos a ver el bosque de araucarias, impresionante, con el Llaima al fondo. Otro día lleno de paisajes espectaculares y muy diversos.

La visita de Temuco

Al día siguiente caminamos por Temuco, vamos al Mercado de Artesanía e intentamos ver la Capilla del colegio La Salle que nos habían hablado muy bien de sus vidrieras, pero está cerrado. Vemos el Monumento a la Auracanía de la Plaza de Armas y nos dirigimos al Cerro Ñielol, parque en la ciudad muy frondoso y en donde se divisa muy bien toda la ciudad y alrededores. El paseo es muy agradable, nada difícil. Merece la pena. Creemos que cobran entrada, pero cuando llegamos estaban comiendo y no nos hicieron caso. Arriba hay una cafetería y restaurante. Se puede ver entre su arbolado la flor nacional de Chile en blanco o rojo, el Copihué.

A sus pies está el Pabellón de Chile en la Expo de Milán, edificio singular, pero que lo encontramos cerrado. También Temuco tiene algunos edificios emblemáticos dedicados a Neruda puesto que aquí vivió parte de su niñez y juventud. El rio Biobio es la frontera hasta donde llegaron los españoles en Temuco, parados por los mapuches.

En Temuco nuestras cenas y copas fueron en el restaurante del hotel que funcionaba bien y con amplio horario.

Regreso al Centro: Valparaíso y Viña del Mar

Cogimos un autobús cama en Temuco para despertar en Valparaiso. Conseguimos dormir por ir casi solos en el coche cama, lo que ayudó a descansar. Llegamos a Valparaiso a las 7h. La zona de la estación bastante desastrosa y también el servicio de taxis. Insisto en la necesidad de fijar precio previamente.

El hotel se encontraba en Cerro Alegre, en la zona Patrimonio de la UNESCO, buena zona para salir de noche y con unas vistas magníficas desde la terraza. Nos dejaron entrar en las habitaciones y desayunar. Como siempre, amables, deferentes, educados, facilitadores… un encanto. Nos gestionaron también la visita a Isla Negra y el traslado al aeropuerto para nuestra vuelta.

Los cerros de Valparaíso

Es increíble lo edificada que está, con más de 40 cerros constituyendo la ciudad y todos llenos de edificaciones mirando al mar. Comenzamos nuestra visita ascendiendo hacia la Plaza de San Luis -con del mismo nombre- y vamos caminado por la Av. Alemania hasta llegar al cruce con la calle Ferrari, en donde se encuentra La Sebastiana, la casa de Neruda en Valparaiso. Se puede coger el micro 612 o bus pequeño que recorre lo que anduvimos pero a las 10h era un paseo muy agradable viendo la ciudad a nuestros pies. Pasamos por la Plaza Bismarck y el Mirador Camogil. La Sebastiana nos resultó interesante, se siguen muy bien las casas con las audioguías que te facilitan y comprobando cómo vivía y disfrutaba las cosas de la vida y de sus amistades.

Bajando por Ferrari encontramos la Plaza de los Poetas con estatua en bronce de Neruda, G. Mistral y V. Huidobro. Pasamos a la calle Hernán Calvo para descubrir el Museo al Aire Libre, con interesantes murales a lo largo de muchas calles que van haciendo un dédalo de subidas y bajadas. Nos explican que está muy deteriorado en la actualidad y vemos algunos vandalizados. Aun así, resulta curioso.

La “zona plana” de Valparaíso

Vamos descendiendo y llegamos a Plaza Ecuador, también zona deprimida y que ya nos va a acompañar por todo el paseo más pegado al mar, la llamada “Zona Plana”. En toda esta zona se aprecian edificios que muestran su antiguo esplendor, pero ahora muchos de ellos abandonados, sucios, con grafitis, con personas en sus pórticos malviviendo…, una pena.

Caminamos por calle Bellavista hasta Sotomayor y Muelle Prats, en el que hay intensa animación callejera: unos ofrecen barquitos para hacer una vuelta por la bahía y ver animales, otros sin oficio ni beneficio dando vueltas, bares en la zona con menús a precios asequibles con buen pescado….. Siempre avisan que debe tenerse mucho cuidado con móviles y bolsos porque peligran.

Caminamos hasta la Aduana (este se encuentra en buen estado de conservación) y pasamos por el Mercado que también se encuentra muy deteriorado. Dimos la vuelta por las calles Benavente y Serrano, viendo el ascensor antiguo a Cerro Concepción y seguimos hasta la Plaza de la Justicia donde se encuentra el ascensor Perales que nos deja en el Paseo Yugoslavo y el Palacio Baburizza. Este es una casa singular convertida en Museo, bien arquitectónicamente y con una obra pictórica interesante y muy bien presentada.

En una tiendecita cerca de éste encontramos la Pimienta de Canelo, pimienta que nos habían dicho que era una exquisitez. La placita situada detrás nos lleva por la calle A Besa al Pasaje Bavestrello que desemboca en Urriola. Allí, el Pasaje Templeman conduce a la calle del mismo nombre, en donde vemos el Café de Pierre Loti, la Catedral Anglicana, y la Iglesia Luterana. En este cerro hay un mirador desde el que se divisa el Cerro Panteón en donde se ubica el cementerio.

El ascenso bien por la calle Templeman o bien por Almirante Montt termina en nuestro hotel, ambas con talleres artesanos, cafés y bares. Buen ambiente. Y por supuesto, seguimos encontrando perros sueltos y tranquilos por las calles.

La isla Negra

Contratamos la Van para ir a Isla Negra, pero era lunes…. Y está cerrado. Volvimos a los dos días y pudimos visitar la casa. La entrada cuesta 9500 pesos chilenos, con audioguía y presenta diferentes estancias incluida la tumba del poeta y Matilde en un pequeño altozano mirando al mar. En el camino vemos la zona vinícola de Casablanca y los restos de los incendios que hace unos meses asolaron la zona. Comimos en Valparaiso, Café del Pintor  -Urriola 652- un espacio bonito, comida buena, rápida, amplio horario y buen precio.

Al siguiente día bajamos desde el hotel hasta Ascensor Victoria, pasamos por plaza Pinto hasta calle Condell, entramos en el Museo de Historia Natural, gratuito, muy didáctico sobre fauna y flora de la zona, y llegamos a Plaza Victoria en donde se encuentra la Catedral, que no tiene ningún interés. Es un barrio muy movido, comercial, peligrosillo en cuanto a robos y hurtos.

Recorremos el barrio y cogemos de nuevo el ascensor para comer en la terraza del Restaurante Fauna (Paseo Dimalow 166), muy bueno y abundante. Quizá un poco caro, pero las vistas y la música en directo lo justifican. Para apurar la estancia en la zona decidimos visitar Viña del Mar tomando un micro en la costanera. Bastantes números te dejan en la zona: 603,602,606… pero cogemos otro que nos dicen y también llegamos.

"Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera"

La visita de Viña del Mar

Viña del Mar es una zona con aspecto turístico de buen nivel, al menos en las zonas por donde caminamos, mucha animación en las calles. Visitamos la Iglesia del Carmen, sin interés y la Plaza del General Sucre. Es muy distinto a Valparaíso, podría ser cualquier ciudad europea, sin la decadencia de la otra. Anduvimos atravesando la ría hasta el Reloj de Flores y en otro micro volvimos y ascendimos hasta el restaurante Casa Alegre (Paseo Dimalov, 249) en Cerro Alegre, otro lugar bien montado y agradable para acabar el día.

Al día siguiente traslado al aeropuerto y regreso a España. Toda una aventura la de viajar a Chile en otoño durante de 3 semanas. Una experiencia que no resultó pesada, posiblemente por las visitas a los Parques Naturales, tan agradables y que te impregnan de naturaleza y todo ello con personas encantadoras y sin el esfuerzo del idioma. ¡¡¡Muy recomendable!!!

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