Comenzábamos nuestra viaje a China repasando fotos. 17 años hacía de nuestra “primera vez” en el país y con mucha curiosidad por cuanto de verdad había en lo que leíamos sobre los cambios en China para los viajeros. En las fotos nos sorprendíamos de nuestros gestos, de nuestra ropa, por supuesto de nuestra juventud. Con peores cámaras, con menor presupuesto, sin tanta experiencia ni información, visitamos lugares emblemáticos como el Tíbet y otros menos conocidos como las ciudades de la antigua Ruta de la Seda. Repetimos incluso y viajábamos dispuestos a repetir. Con aquellas fotos cautelosamente guardadas en la nube éramos conscientes de cuanto habíamos cambiado nosotros. Pero llegábamos con la curiosidad de todo viajero, dispuestos a sorprendernos y responder a nuestra pregunta en aquellas tres semanas en China: ¿qué había cambiado en China?
6 cambios en China a mejor (y 3 que siguen igual)
1. La tecnología hasta en la sopa
¿El gigante tecnológico? Se quedaron cortos en la descripción con China. Es inimaginable el avance en tecnología del país. Se nota en cada rincón y en todas las actividades de la vida.
Olvídate de usar monedas o billetes. Antes de llegar, bajamos las Apps necesarias y nos convertimos. ¡Somos un QR!. Todo, repito todo, se paga con tu móvil. Desde un donativo en un templo hasta cualquier transporte, comida o souvenir. Alipay y Wexinpay son los sistemas electrónicos de pago y no merece la pena llevar efectivo. No puede ser más sencillo.
Pero van mucho más allá: pedir tu comanda en un restaurante es habitual con pantallas, el camarero es un mero transportista y en algunos de los hoteles el reparto en las habitaciones (“Glovos” habitualmente) lo hacen robots. Nada, no te preocupes, sabrán esquivarte si das con alguno en un pasillo.
¿Queréis venir a China con todo esto preparado?. ¡Bájate nuestra Guía Esencial de China y no metas la pata!
2. El transporte en China. ¡Así da gusto viajar!
Y pensábamos que nuestros AVEs en España corrían… La alta velocidad se ha desarrollado de tal manera en pocas décadas en China que es fácil cruzar de a lado en poco tiempo, aún con su tamaño. La organización y puntualidad de los trenes nada tiene que envidiar a los suizos. Y la calidad de servicios tanto en los convoyes como en las estaciones es de diez.
Respecto al transporte público en ciudades, recordamos las peleas intestinas con los taxistas de Pekín hacía años. De alguno nos bajamos con la amenaza de una llamada a la policía. Con DiDi te olvidarás, además de funcionar perfectamente, los precios para moverse son muy asequibles. Pero si viajas solo y prefieres otro tipo de transporte tienen un sistema de metro en muchas ciudades que ya le gustaría a cualquier ciudad europea.
3. La contaminación en sus ciudades. ¡Bienvenido el vehículo eléctrico!
Recordábamos el Pekín de hace años, una ciudad caótica, ruidosa e irrespirable. Actualmente en los centros de las ciudades, incluida la capital, no se oye el tráfico y por supuesto no se respira el viciado aire de antaño. Desconocemos el porcentaje pero estamos seguros de que muchos de los vehículos son eléctricos. Bicicletas, motocicletas, coches pequeños y de alta gama, todo funciona eléctricamente. Hay mucho vehículo de alquiler disponible en las calles. Muchos lugares han cortado al tráfico sus cascos históricos para hacerlos más amables. Peatonalizar, limitar, legislar… suponemos que son el secreto.
4. La limpieza en restaurantes, calles, aseos…
La China que habíamos conocido, era “una China sucia”. Recordábamos mucha suciedad en las calles y también restaurantes en los que entrar daba mucha asco, por no hablar de los baños con los que tropezábamos hace 20 años. ¡Cuántas veces dabas la vuelta pensando que el siguiente mejoraría!.
Actualmente es muy difícil encontrar un papel o una colilla en el suelo de cualquiera de las ciudades que hemos visitado, hemos disfrutado de cocinas abiertas en los restaurantes y los aseos públicos que hemos tenido que visitar daban gusto. Los chinos se han puesto las pilas en este sentido y os aseguramos que en pocos años ni países civilizados hasta el extremo como Japón, podrán superar el nivel de este gigante asiático.
5. Los modales y simpatía de los chinos
Reconozcamos que en general los chinos, nunca tuvieron fama de educados. Al menos así los recordábamos nosotros. Cuántas veces habéis leído que el noble arte de escupir en la calle es habitual entre la población de este país. Pues bueno, esto no lo han solucionado todavía y no es infrecuente escuchar esos sonidos guturales, previos al escupitajo en la vía pública. Tampoco han arreglado lo de sorber la sopa con estrépito y la verdad es que a veces es difícil hacerse con los tropezones mientras se come palillos en mano si no es con ese desagradable sonido. Dejemos aparte el cortarse las uñas en público o “la ancestral tradición” de limpiar el cerumen del vecino…
Por lo demás, los chinos se han organizado, como suena. Mejorar han mejorado. En nuestro viaje por el norte del país siguiendo la Ruta de la Seda, fuimos literalmente avasallados en las colas, parecíamos invisibles a sus rasgados ojos. Ahora mismo ya respetan las colas, te saludan por la calle y te agasajan con sonrisas y buenos días a cada paso. Todavía recordamos la amabilidad con la que nos acompañó nuestro taxista en la visita de Datong o los dueños del hotel en que utilizamos en nuestros dos días en Pingyao.
6. La autenticidad. El riesgo de convertirse en un parque de atracciones
Los chinos ven negocio en todo y el turismo, que duda cabe, es un gran negocio. Con 1400 millones de personas dispuestas a gastar sus yuanes por el país imaginad las potenciales ganancias de las que hablamos. Hemos notado que alguno de los sitios que con toda probabilidad hace unos años mantenían ese ambiente tradicional y auténtico que tanto buscamos los viajeros, ha pasado a ser una especie de parque de atracciones. Si hay que poner una escalera mecánica en la falda de una montaña, desviar un río o inventarse una ciudad de cartón piedra para ganar dinero, se hace. Hay mucho turista disponible. Hemos viajado en temporada baja, no queremos imaginar cómo puede llegar a ser durante la temporada alta con los periodos de vacaciones de los chinos.
¿Y qué sigue igual en China?
1. La seguridad de China. ¿Violación de la intimidad?
Con casi 100 países visitados, no recordamos ninguno en el que nos hayamos sentido tan seguros: Japón, Australia, Nueva Zelanda o Islandia podrían acercarse, pero no llegan. Es cierto que en anteriores viajes a China ya habíamos sido conscientes de que China es un país 100% seguro, pero durante este último viaje de tres semanas nos ha quedado totalmente claro. Si bien es verdad que en ocasiones puedes llegar a sentirte demasiado observado, dado el número de cámaras de vigilancia que existen por metro cuadrado, puedes estar completamente seguro de que no vas a tener ningún problema.
Hemos deambulado de noche por calles solitarias, hemos dejado el equipaje en recepciones de hoteles sin ningún tipo de vigilancia y hasta hemos abandonado unos minutos la cámara o los móviles encima de la mesa de alguna cafetería. No se nos ocurre cómo debe ser la vida del delincuente en este país, pero desde luego los que hay, deben estar localizados. Por cierto, ni VPNs ni cookies ni gaitas, estamos casi convencidos de que saben dónde te metes cuando enciendes tu móvil.
2. El problema con el idioma
Si bien a partes desiguales, con el tema del inglés compartimos culpa. La mayoría de españoles, al menos los de nuestra generación, no somos bilingües… pero en China, salvo mandarín simplificado, al inglés ni está ni se le espera. Es difícil encontrar una carta en el menú de un restaurante que puedas entender y ya no hablemos de alguien con quien comunicarte. En honor a la verdad ya hay información en algunos lugares traducida. Si no fuera por el traductor de Google sería imposible. Con esto también te ponemos al día en la Guía Esencial de China.
3. El espíritu de trabajo de los chinos
Y por último, no hay duda, esto no ha cambiado en los últimos 20 años, y dudamos que vaya a cambiar, la capacidad de esfuerzo de la población china no tiene parangón. En todas las ciudades en las que hemos estado hemos visto como mantienen abiertos sus comercios hasta altas horas de la noche y bien temprano, vuelven a abrirlos. Gran parte de la vida de un trabajador chino transcurre trabajando. Suponemos que será por afán de mejora, es un país consumista en exceso y eso se paga habitualmente con el trabajo. De todos modos no tenemos claro si esto llegará a cambiar en el futuro, los chinos están empezando a conocer el ocio…
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