Bélgica es un destino de excepción, y podemos apreciar todo su el encanto durante un crucero. Desembarcando en el territorio belga, podemos admirar la paz mental del puerto de Zeebruges y la riqueza de Brujas o aprovechar de una escala en Bruselas para visitar la capital belga. Por supuesto, si se dispone de más tiempo, no te puedes perder la bonita ciudad de Gante o desplazarse hasta Amberes, la segunda ciudad más importante de Bélgica.
Visita Zeebrugge y la Venecia del Norte
Ciudad muy pacífica, Zeebrugge figura entre los destinos favoritos de un crucero con destino a Europa del Norte a bordo de un barco como el Msc Fantasia. Situada cerca de Brujas con la que es relacionada, la localidad belga que se abre al mar del Norte acoge un terminal de cruceros, pero también un puerto pesquero inmenso, el primero en Bélgica. Deseosos de sumergirnos en el ambiente tradicional del viejo puerto. Salimos a la descubierta del Seafront donde podemos visitar un submarino soviético y un barco de pesca antes de saborear un plato de mejillones u otras especialidades locales en uno de los restaurantes que abundan allí. Reputada ciudad costera, Zeebrugge también recibe a los veraneantes y a los cruceristas en una playa magnífica y bien mantenida, teatro de eventos muy famosos en la región, como el festival de las esculturas de arena.
Desde Zeebrugge podemos llegar a Brujas por la vía de las aguas a través del canal de Baudouin. Joya de Bélgica, la ciudad es veteada de innumerables canales que le ha valido el apodo de Venecia del norte. Paseando por estos canales, admiramos numerosos parques que hacen el orgullo de la ciudad. Al figurar tres veces en la lista del Patrimonio mundial de la UNESCO, Brujas revela un encanto sin tiempo. La ciudad debe este atractivo atípico sobre todo a prestigiosos ejemplares arquitecturales que llevan un sello medieval y barroco incomparable, como por ejemplo la elegante torre del reloj del imponente monasterio de la Viña.
Escala en la capital belga
Accesible desde el puerto de Amberes, Bruselas acoge los barcos de recreo en su puerto interior. La capital belga muestra toda su soberbia a través de un mosaico arquitectural único. Además de refinados monumentos de época como la Casa del Rey y el Ayuntamiento de la Gran Plaza, podemos admirar allí construcciones más vanguardistas como el Atomium. En el curso de nuestra visita, no olvidamos de visitar sobre todo las fuentes típicas de la capital bruselense, como por ejemplo la de Manneken Pis o también la de Jeanneke Pis. Allí las etapas culturales no faltan, entre las cuales el Museo de Arte antiguo, el Museo dedicado al Arte moderno y los Museos reales de arte y de historia entre otras cosas.
Si optamos por un crucero que pasa por la capital, no tenemos que olvidar sobre todo la calle de los carniceros. De día y de noche, presenta un ambiente festivo y coloreado en el corazón de Bruselas. Museo a cielo abierto que encantará seguramente a los aficionados de arquitecturas con sus bellos conjuntos barrocos, esta porción de la ciudad ofrece muchísimos restaurantes que invitan a unas pausas sabrosas y gastronómicas. Para los que quieran comprar recuerdos del crucero, pueden dirigirse a las Galerías reales san-Hubert. El complejo nos sumerge en la Bruselas del siglo XIX con su hilera de elegantes tiendas que tienen fachadas de cristales en soportales.
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