Se trataba de aprovechar al máximo los 2 días y medio que íbamos a estar en Bélgica. Al menos queríamos conocer las tres ciudades que, a priori, parecían más interesantes: Brujas, Gante y Bruselas. Esa fue nuestra primera intención. Finalmente y sobre la marcha terminamos por visitar también lo más bonito de Amberes. La decisión de dormir las dos noches en Brujas, paso de ser un capricho de Pilar, a un gran acierto. ¿Acaso pensáis que no es posible visitar todas estas ciudades en un fin de semana largo en Bélgica? Sigue leyendo…
La ruta para un fin de semana largo en Bélgica
Pilar eligió el Lace Hotel, ‘t Zand, 5 a unos 800 metros de la Estación de tren de Brujas, en el casco antiguo de la ciudad, y a unos 600 metros del Markt. 148,00 € por dos noches en habitación doble sin desayuno (37,00€ persona/día). Habitación amplia y limpia, en contraste con un baño pequeño, con ducha aún más pequeña, aunque también limpio.
Todas las compañías low cost volaban de noche para la ida y, por la mañana, muy temprano, para la vuelta. Esto reducía todavía más el poco tiempo del que disponíamos. Pero finalmente encontramos un vuelo de ida desde Valencia el 16/03/2019 con KLM, a las 06:00 h con escala en Amsterdam, que nos permitía llegar a Zaventem (BRU) a las 10:00 h y la vuelta con Vueling, también desde Zaventem (BRU) a las 21:20 h. De esta forma las dos noches daban paso a casi tres días completos de estancia en Bélgica.
El primer día. La visita de la ciudad de Brujas.
Cómo llegar desde el aeropuerto de Bruselas a Brujas
La estación de tren del aeropuerto de Zaventem-BRU está situado en la planta -1. Hay un tren directo cada hora con destino Brujas. Para no esperar, también puedes coger cualquier tren hasta Bruxelles-Midi (Brus.-Zuid en Holandés) y allí cambiar de vía para subir a un tren hacia Oostende o Blankenberge. El trayecto en total te llevará una hora y media. Si te vas a mover en tren por Bélgica, es de mucha utilidad la app “SNCB NATIONAL” “B”, porque aunque el Google maps te puede ayudar a salir del paso, esta aplicación clava los horarios, itinerarios, etc… y puedes comprar los billetes sin necesidad de hacer cola en las taquillas o maquinas expendedoras, que por otro lado son fáciles manejar. Nosotros habíamos comprado los billetes de Zaventem(BRU) a Brujas (Bruges/Brugge) desde la aplicación. 20,90€. A las xx:58 h hay trenes directos, sin hacer trasbordo, con destino a Knokke que paran en Brujas. Tardan una hora y media. Además, a las xx:24h y a las xx:31h hay trenes con destino la Panne y Mons/Bergen, con trasbordo en Bruxelles-Midi (Brus.-Zuid) que paran en Brujas, y los trenes con destino a Oostende y Blankenberge, que también te dejaran en la estación de Brujas/bruges/brugge. Curiosamente, estos que hacen trasbordo son algo más rápidos que los que no lo hacen (paran en más estaciones).
Una vez fuera de la estación nos recibió una fina y fría llovizna, con un cielo gris plomizo que amenazaba más de lo que en realidad dejo caer. Lo realmente antipático eran algunas rachas de viento bastante cambiantes. El google maps nos iba a llevar directos al hotel sin contratiempos. Pero una vez fuera de la estación, y tras cruzar la Buiten Begijnenvest, la sensación es la de que has hecho un viaje en el tiempo. El silencio es roto, solamente, por las ruedas de las maletas saltando contra el suelo adoquinado. Como el check in no era hasta las 14:30 h, dejamos las maletas en recepción y fuimos a dar una vuelta como primera toma de contacto antes de comer.
Lo mejor de Brujas
Para visitar la ciudad de Brujas, habrá que dirigirse a la plaza Markt. Caminamos por la Noordzanstraat en dirección al Markt. Llevábamos un plano, pero lo mejor es caminar y dejarse llevar. Miras hacia delante, pero no puedes evitar girarte y mirar de nuevo atrás, intentando grabar en la retina todo lo que te rodea…. o ubicar a Pilar, esperando que estuviese tan sorprendida como yo, pero me miraba sonriente y decía “-mira.-” señalando un escaparate de ropa, zapatos, souvenirs, Pitufos y mas pitufos o electrónica. .. En definitiva, cualquier cosa, de las pocas de encontrar en esta ciudad de ensueño, que no hubiese diferenciado Brujas de cualquier otra ciudad…. Tenía su mérito, lo reconozco.
Llegamos a la gran plaza “Markt”, desde la St. Amandsstraat. Muy bonita y aparente… pero algún edificio con “trampa” como el Provincial Hof (gobierno local) que podría pasar por gótico, es de finales del XIX principios del XX. En realidad casi todo el casco antiguo, fue “restaurado” a finales del XIX y principios del XX, respetando ese aire medieval que hace de esta ciudad algo muy especial de día, y realmente única de noche. De frente al Provincial Hof, y a su derecha se encuentra el Belford (campanario). No tiene pérdida, lo veréis. Es enorme. A escasos metros del Markt se encuentra el “Burg” la otra plaza importante de la ciudad.
Ya eran casi las 15:00 h, y estábamos en pie desde las 04:00 h, a Pilar le estaba cambiando el humor, y esa cara de “happy flower” buscadora de pitufos en cualquiera de sus variantes, amenazaba con convertirse en Gremlin, pero el malo. Era hora de sentarse y comer. Donde fuera, pero antes de que mi acompañante acabase su mutación. Así que el primero que vi, con reclamo de menú “belga” en la puerta, con la carta en mil idiomas, y camarero que chapurrea español -justo lo que nunca te recomiendan- fue el “Bistro de Pompe” en la Kleine Sint-Amandsstraat 2.
Ya sentada en una mesa con vistas a una preciosa plaza, y pedido el menú compuesto de croquetas de queso con ensalada, guiso de carne y mouse de chocolate, (21,00€) el rostro de Pilar comenzó a recuperar su estado natural, y mas después de una cerveza Brugse zot. Aunque los dos convenimos que no eramos grandes gourmets de cerveza Belga. Nos quedamos con las cervezas rubias industriales españolas… para gustos, colores. De vuelta al hotel hicimos el check in y subimos a la habitación para descansar un rato, que se acabo convirtiendo en un buen rato por lo cansados que estábamos.
Por la tarde/noche es cuando verdaderamente se disfruta la ciudad. Es cierto que ya no puedes entrar a los museos, pero no es menos cierto que nosotros, sin que nos oiga nadie, tampoco vamos de museos cuando estamos en casa. El que destaca sobre todos los demás es el Museo Groeninge (Dijver, 11), el cual tiene una de las mejores colecciones de arte sobre los Primitivos Flamencos. También El Museo Gruuthuse (Dijver, 17) y el El Historium de Brujas (Grote Markt, 1) es una exposición audiovisual que nos traslada a la Brujas medieval del siglo XV. De todas formas, enumerar que ver, no se si tiene mucho sentido, una guía de la ciudad te lo explica bastante mejor y más organizado. Incluso en cualquiera de los mapas que hay en internet te puede servir para hacer un paseo por Brujas de una forma más lógica a como lo hicimos nosotros. Lo que si que no te puede mostrar la guía es la sensación que transmite un paseo nocturno por sus calles y canales, en las que solo queda, en el mejor de los casos, algún turista rezagado. La sensación de estar viajando en el tiempo solo es rota por algún escaparate de chocolate o el olor de las patatas fritas con esa manteca que usan ellos. Después de una buena caminata, aunque la ciudad es pequeña y concentrada, y repitieses alguna calle, no dejas de sorprenderte en cualquier esquina, era hora de cenar, y degustar las famosas patatas belgas. Cenamos en el “Potato Bar” Kleine Sint-Amandsstraat, 31. Tomamos un par de hamburguesas, patatas de doble fritura, con salsas variadas, unas croquetas y unas straffe hendrik “triple rubia”, que de nuevo nos pareció con exceso de sabor. La cena más que aceptable por 29€. Paseamos de nuevo en dirección al hotel sin ninguna prisa y con muchas pausas…. Había que descansar y madrugar para tomar el tren a la mañana siguiente en dirección a Gante.
Segundo día. Gante y Amberes en un mismo día
Por la mañana caminamos hacia la estación de Brujas (Brugge), tomamos allí mismo un café rápido y unas “medias lunas” o a eso se parecían, rellenas de una crema pastelera muy rica y nos dirigimos hacia uno de los terminales para sacar los billetes con dirección a Gante (Gand-saint-pierre/Gent-sint-pieters). El standard ticket cuesta 6,60€ para 2ª clase. Hay que tener cuidado con no meterse en los vagones de 1ª clase. Se puede cometer el error, como nosotros en el aeropuerto, de subir en ellos al no ver colas, pero serás desalojado y es posible que luego ya no te puedas sentar en los de 2ª clase. Venden bastantes mas billetes que asientos tienen los trenes ya que no son para un tren en concreto, sino para el trayecto.
Nosotros íbamos a subir en el IC507 de las 07:58 h con destino final en Eupen, bajando en Gante. Nos guiamos por las pantallas que indican el anden desde el que sale y nos subimos con tiempo al mismo. Pero no es inusual que vengan algo de retraso y en el ultimo momento cambien de anden… si ya estás arriba, no tienes tiempo de cambiar de anden. No es grave porque hay trenes que salen cada pocos minutos con destino a Eupen, Genk, Antwerpen y Bruselas, y todos ellos paran en Gante en menos de 25 minutos.
Lo mejor de Gante
Una vez en la estación de Gante nosotros fuimos paseando, siguiendo los canales, junto a la universidad, en dirección al centro de la ciudad (2,5 km aprox), pero nada más salir de la estación se encuentra el tranvía (200 m) que con las líneas 1 y 2 te deja en el casco histórico a tiro de piedra de los lugares más interesantes de Gante. Como en Brujas, el Stadhuis (ayuntamiento), la St. Baafskathedral y el Belfort (campanario) son lugares imprescindibles , uno al lado del otro. En una de las capillas de la catedral está el famoso cuadro “la adoración del cordero místico” de Van Eyck, al que pude hacer una foto en dura pugna con un grupo de jubilados gallegos que en acalorada discusión lo atribuían a Dick Van Dyke (el de Mary Poppins).
También era digno de mención el Het gravensteen, antiguo castillo de los condes… lo mas parecido a un “exin castillos” bien conservado que he visto. Los menores de 50 años no tendrán ni idea de que estoy diciendo. La iglesia de St Niklaaskerk luce imponente al otro lado del canal. A Gante se la ve más monumental y con mas empaque de gran ciudad que a Brujas. Paseamos entre sus canales, mas amplios que nos parecieron con menos encanto que los de Brujas, pero quizá porque esa pequeña joya flamenca había puesto el listón demasiado alto.
Aunque en el centro está todo cerca, ya llevábamos una buena caminata, apretaba el hambre, y el cielo amenazaba tormenta de las buenas. Decidimos volver caminado de nuevo, y por otro itinerario, hacia la estación de Gante y en el primer Carrefour express que vimos, compramos algo de comida para tomar en el tren dirección a Amberes.
Todas las horas a xx:53 h, hay un tren directo desde Gante a Amberes (Antwerpen-central), con una o dos paradas intermedias. A las xx:27 h, también todas las horas, hay trenes con destino a Amsterdam, haciendo trasbordo en Antwerpen-berchem, con destino Antwerpen- central. De todas formas no hay mucha diferencia entre uno u otro. El directo tarda 1 h aprox. y los que transbordan, 1 h 15 min. como máximo. en todo caso el precio es de 9,90€ por billete sencillo en 2a clase. Nosotros subimos al IC 1813 de las 13:53 h. Tuvimos que descartar la opción de comer en el tren. Por suerte nos pudimos sentar, pero cada uno en un lugar del vagón, y ni por asomo era cuestión de empezar a abrir tapers y salsas para comer, como habíamos planeado… íbamos enlatados en el tren con gente de por por todas partes.
Lo mejor de Amberes
Parece mentira, pero todavía tuvimos tiempo para visitar los imprescindibles de Amberes. Alrededor de las 15:00 h bajamos del tren en la estación central de Amberes. Nos sentamos, por fin, en un banco a comer lo que no pudimos hace en el tren. La verdad es que estuvo bien, no la comida en si, que era de lo más normal, sino el hacerlo en este edificio singular, de principios del XX, de estilo neoclásico. Una vez repuestas las fuerzas hicimos lo que nos recomendó la guía visual que llevábamos entre las manos… “un paseo de 90 minutos por Amberes” aunque a nosotros se nos hizo de 180 minutos. Y eso que los museos los pasamos de largo, y las casas de “aquí nació o vivió Rubens..” las vimos de perfil. Dato importante: No es circular, sino ida y vuelta. Se iniciaba en la misma estación y finalizaba en el rio Escalda (Scheldt).
El primer paso esta detrás de la salida de la misma. El Zoo de Amberes. La entrada, que data de 1843, era muy bonita y no pasamos por si acaso nos dejaban dentro. Volviendo a entrada principal, al frente nos encontramos con el barrio de los diamantes en paralelo a la estación en la calle Pelikanstraat. Después enfilamos una gran avenida y ya nos dejamos llevar sin mirar la guía. A veces duele el cuello. Parece que en estas ciudades todos los caminos te llevan a una “Grote Markt” (gran plaza) con su Stadhuis (ayuntamiento) y a la catedral. En este caso la Onze-Lieve-Vrouwe Kathedraal, la más grande de Bélgica. Y para que mi chica no se enfade, mencionaré las dos figuras que yacen tumbabas a las puertas de la Catedral, Nello y Patrasche, un niño y su fiel perro, “el perro de Flandes” cubiertos por un manto de adoquines. La historia es más triste que la de Marco o Heidi, así que mejor obviarla.
Si nos situamos de frente a la entrada de la catedral, por la derecha se accede a la Groenplaaats, una enorme y animada plaza donde pudimos tomar una cerveza, no era Mahou, tampoco Estrella… así que ellos se lo pierden. Pero pudimos descansar un poco las piernas.
El cielo cada vez más negro y mucho viento, así que decidimos regresar a la estación para volver a nuestra, para siempre, Brujas. A las xx:06 h los trenes con destino a Oostende que paran en Brujas 1’29” después, y los de las xx:33 h con destino a París Nord había que trasbordar en Bruselas, comprar dos billetes y ademas tardaba casi dos horas, por lo que no compensaba. Compramos los billetes para las 19:06 h en el IC1840 con destino Oostende. 14,80€. Tres estaciones y una hora y media mas tardes estamos de nuevo en Brujas.
Cuando llegamos a la estación de Brujas eran las 20:40 h, casi noche cerrada. Comimos algo rápido y aprovechamos el mejor momento para seguir explorando la pequeña Brujas por la noche. Perderse entre sus callejuelas empedradas, estrechos canales, sus puentes reducidos…. Nada mas salir de la estación y de pasar la explanada que hay enfrente, cruzamos un pequeño puente que hay a la derecha y nos dirigimos hacia el “minnewater” (hay señales indicando minnewaterpark) un lago artificial que, al abrigo del jardín que lo rodea y las luces mortecinas de las farolas, parece un poco tímido, escondido y apartado del casco antiguo de la ciudad. Hay una versión romántica, de trágico final, para el nombre “lago del amor”, que según Pilar, ya acostumbrada a sus enemigos los bolardos, era la autentica. Y la otra versión, menos tierna, que nos dice que este lago en la edad media no era mas que un muelle donde atacaban los barcos hasta el siglo XVI. Sea cual sea la verdadera historia, merece la pena dar una vuelta por sus senderos y jardines.
Después seguimos caminando y al frente nos encontramos con el Beaterio, un recinto de unas 30 casas, para mi con poco atractivo, restos de los Beguinajes flamencos que es Patrimonio de la Humanidad.. será por lo que significaban esas comunidades de mujeres dedicadas a ayudar a los demás de forma autónoma a cualquier orden religiosa. Yo estaba empecinado con visitar el molino de San Juan, u otro cualquiera, que es el que está al lado de la Kruispoort, una de las puertas de entrada a la ciudad que descansan sobre el canal mas grande que la circunvala. Fuimos por el camino mas largo, callejeando y “perdiéndonos” por los mismos lugares que habíamos visitado de día, redescubriéndolos de noche con otra mirada. Después de la foto a ese molino, u otro, que estaba cerca, nos volvimos por otro camino distinto en dirección al hotel, sintiendo que ya conocíamos la ciudad, pero al ver que andábamos haciendo círculos, asumimos, de nuevo, que google maps es el jefe. Nos cruzamos con el Brug, iluminado de verde en homenaje a San Patricio. Al llegar a la habitación, el podómetro marcaba 29 km…
Tercer día. El paseo por Bruselas antes de volver
Madrugamos para aprovechar el último día antes de partir desde el aeropuerto Zaventem. El check-out del hotel era simplemente dejando las llaves en un buzón que hay en la recepción. Caminamos hasta la estación de Brujas y compramos los billetes para Bruselas. 20,90€. Todos los trenes con destino a Genk, Eupen y Brussels Airport-Zventem paran en la estación central de Bruselas (Bru.-Centraal / Brux. Central). Desayunamos y nos subimos a las 08:31h en el IC2808 con destino final Brussels Airport-Zventem. A las 09:43 h, después de cuatro paradas, bajamos en Bru.-Centraal / Brux.-Central). Buscamos la consigna para guardar el equipaje. Por 4,50€ dejamos las dos maletas de cabina en una de ellas. Están situadas justo al lada de las escaleras de bajada a los andenes. Nuestro vuelo de regreso era a las 21:20 h, por lo que disponíamos de unas cuantas horas para visitar la ciudad.
Lo mejor de Bruselas
Nada más salir de la estación hay una plaza circular y dejando a la izquierda un carrefour express hay un pequeño pasaje que, una vez sobrepasado, nos encontramos a menos de cuatro minutos de la Grand Place. Yo con el google maps ensimismado, siguiendo la ruta que me indicaba, y Pilar señalando el techo del pasaje que acabábamos de pasar. Retrocedo, al ver su cara de asombro mirando hacia el techo, y levanto la mirada para ver eso que la había dejado petrificada señalando con el dedo hacia arriba. Pitufos, eran unos pitufos en tamaño XL pintados en el techo. Ella sonríe y yo miro a derecha e izquierda. Nadie se ha dado cuenta, así que como premio vamos a buscar unos gofres (Wafle/waffle). Yo no puedo opinar porque no me gustan, pero a Pilar no le parecieron diferentes a los que ha comido en cualquier puesto callejero de cualquier otro lugar. Antes de que el gofre desapareciese ya estábamos accediendo a la Grand Place. Era como el Markt de Brujas, pero mucho mas grande y llamativo. Cierto que con meno sabor, pero espectacular. Además del ayuntamiento, esta rodeado de mansiones, infinidad de joyas arquitectónicas que están mejor explicadas ya sabéis donde. Parece que llevase comisión, no?
Esto trata, y me recuerda vagamente algo que ya escribí, de como llegar a los sitios sin dar muchos rodeos. Algo que evidentemente no conseguimos…. Cerca de la Grand Place está el Manneken Pis, que pasaría desapercibido si no fuera por la cantidad de personas que hay delante de la fuente simulado que la pequeña estatua orina en su botella de agua o peor todavía, en sus bocas. Las calles aledañas a la Grand Place muy animadas, llenas de tiendas de chocolate, gofres, las galerías St-Hubert.
La ciudad baja se articula en torno a la Grand Place al frente de la Gare central (estación central) y a espaldas de la misma está la ciudad alta. Nos gustó en especial Notre Dame du Sablon, no muy grande, pero con una luz especial gracias a esas luminosas y enormes vidrieras que a penas dejan espacio a la piedra. El jardín al otro lado de la iglesia nos sirvió para tomar un pequeño descanso en nuestros doloridos pies y mirar a los ojos de las estatuas de los condes de Egmont y Horn. Antes de que fuesen decapitados, claro.
Retrocediendo sobre nuestros pasos el Edificio Old England, de art nouveau, vidrio y hierro forjado, llamativo y elegante, que acoge el museo de Instrumentos de Música. Después nos dirigimos a la Cathedrale St-Michele et Ste-Gudule, más grande que la de Sablon, pero con menos ángel. A destacar el púlpito barroco de virtuosa talla. Los pies no nos dieron para llegar al Parlamento ni al Parc du Cincuantenaire. Si llegamos al Parque de Bruselas, descuidado, pero quizá eso le daba un toque especial, distinto a un parque oriental. Y a columna del congreso, que conmemora la independencia sobre Holanda en 1830.
A la altura del jardín botánico ya íbamos con la reserva, y el la Place de la Reine, delante la de Église Royale Saint-Marie, claudicamos y decidimos volver en Bus a la estación Central. El maps, santo y bendito, nos dijo que el 66 o el 65 nos dejaría en la estación central, y así fue. Eran casi las 16:00 h, no habíamos comido, y teníamos enfrente el carrefour express. Ensalada y algo dulce para Pilar, y sándwich para mi. En resumen, no pierdas el tiempo, usa la guía y en “un paseo de 90 minutos por el centro de Bruselas” y “un paseo de 90 minutos por el Sablon y Coudenberg” harás en 3 horas lo que nosotros no fuimos capaces en 6 horas. Después de comer, casi merienda, volvimos a los alrededores de la Grand Place y la Galería comercial para hacer las compras de última hora.
Cerca de las 19:00 h volvimos a la estación central y compramos los últimos billetes de la “B” para subirnos en el IC3718 a las 19:14 h con destino final Brussels Airport-Zventem, que también era nuestro penúltimo destino antes de que el avión nos dejase en Valencia. 8,90€. En todo caso los que iban con destino Amsterdam y Landen también paraban en el Aeropuerto de Zaventem, por lo que cada 10-15 minutos hay un tren que conecta la estación central de Bruselas con el Aeropuerto … y finalmente siempre quedaba buena tarde, a pesar de que el día empezaba plomizo, y a pesar de los pitufos.
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2 comentarios en “Un fin de semana largo en Bélgica. ¿Qué ciudades elegir?”
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Menudos máquinas viajeros! Y yo que pensaba que no dejábamos muchas cosas por ver en nuestros viajes. Eso es aprovechar bien el tiempo. Deseando volver a leer otra escapada vuestra! Gracias por compartirla por aquí