Es imposible escribir acerca de todo lo que ver en Roma y el Vaticano, trataremos de resumir las mejores e imprescindibles visitas. Es ingente el patrimonio que atesora la ciudad después de 2700 años desde su fundación. Cada una de las siete colinas desde la que creció la vieja Roma y todas las áreas en las que las guías dividen artificialmente la ciudad, rebosan de lugares que visitar. Imposible entrar en cada iglesia o pretender recorrer todos los rincones que esconde. Al menos no en un solo viaje.
Nosotros, simplemente nos perdimos, probablemente el mejor consejo para atreverse a conocer lo mejor de Roma. Os dejamos una muestra de lo que nosotros visitamos en aquella escapada de cuatro días en Roma, incluyendo la visita del Vaticano, con algunos consejos, referencias y en el orden que hicimos nuestras visitas partiendo siempre desde el Trastevere, donde nos alojamos.
Cómo organizar la visita a los lugares imprescindibles qué ver de Roma y el Vaticano
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Como primer consejo para un viaje a Roma, armaos de paciencia. La ciudad está muy saturada en lo que a turismo se refiere y es muy importante planificar el viaje, tratar de programar las visitas imprescindibles en Roma y en el Vaticano y, a pesar de todo, contad con el tiempo que perderéis en colas… La masificación, un problema que ya sufren muchas ciudades y destinos turísticos, pero que no por ello hay que dejar de visitar. Respeto, educación y mucha paciencia…
Nosotros organizamos las visitas en aquella escapada por barrios. Cada día lo dedicamos a una zona de la ciudad y conseguimos ver los principales atractivos de Roma en tan solo cuatro días. He de decir que también programamos algunas de nuestras comidas en función de esas visitas. Ya sabéis que lo de comer también forma parte del viaje y en Roma es casi un pecado no aprovechar su tremenda gastronomía.
Os puede interesar nuestro artículo con los mejores lugares donde comer en Roma (¡este seguro que os gusta!) Y además lo hemos actualizado este 2023 de la mano de un romano. |
Los Museos Vaticanos. Consejos para la visita de los Museos Vaticanos
> Hacer con tiempo la reserva on line en la web oficial. Vale la pena pagar los 4 € de más por llegar y saltar las colas. Cuanto más te acerques a tu fecha de viaje menos son las opciones disponibles y os aseguro que son muchas y variadas. La página no es precisamente intuitiva y permite italiano e inglés únicamente. Nosotros, 48 horas antes optamos por reservar la visita con desayuno de las nieve de la mañana. Para los dos, incluyendo un audioguía pagamos 83 €.
Es inviable ir sin reserva. Las colas que vimos para acceder calculo que se llevaban un par de horas. Es increíble la cantidad de gente que acumula la entrada.
> Aprovechar las previsiones para hacer coincidir la visita de los museos vaticanos con un día de lluvia en caso de que amenace cómo fue nuestro caso. Aguantamos hasta una semana antes de salir e hicimos el recorrido por los museos un nefasto día para cualquier otra cosa. Las aproximadamente cinco horas que se llevaron el desayuno y la visita, ayudaron a mejorar la jornada.
> Ir con suficiente tiempo. El conseguir el ticket y encontrar el punto de entrada es francamente complicado entre la amalgama de gente que se acumula. Hordas de chinos nerviosos, organizados grupos del norte de Europa, vociferantes montones de estudiantes… y por mucho que trates de seguir las indicaciones no es fácil llegar.
Primero tendrás que encontrar el lugar adecuado de entrada saltándote varias de las encolerizadas colas, después llegar al punto de control de seguridad, tras ello seguir sorteando turistas hasta el lugar donde cambiar el impreso de reserva (recordad llevar impreso el ticket) y finalmente encontrar el patio donde se sirve el desayuno. No es fácil, de verdad.
> No confiar demasiado en el transporte público. Nosotros, tras desesperar por el retraso del bus 23 que nos llevaría desde el Trastevere optamos por un Uber y llegamos muy justitos. Para llegar en metro en caso de que tu alojamiento tenga cerca una estación, tomar el Metro Cipro-Musei Vaticani, línea A (naranja). Recordaos que todas los consejos sobre como utilizar el transporte público en Roma están en nuestro anterior post.
> Respecto a los horarios de apertura y cierre del Vaticano: De lunes a sábado de 9:00 a 18:00 horas (último acceso 16:00). Último domingo de mes de 9:00 a 14:00 horas (último acceso 12:30), resto de domingos cerrado. Cerrado 1 y 6 de enero, 11 de febrero, 19 de marzo, 12 y 13 de abril, 1 y 21 de mayo, 11 y 29 de junio, 15 de agosto, 8, 25 y 26 de diciembre.
> El desayuno que sirven con la entrada que elegimos consiste en un amplio buffet servido en uno de los patios interiores (en la Cortille della Pigna) donde seguramente eres un afortunado de disfrutarlo. 100% recomendable. Nuestra entrada además añadía un 20% de descuento en las tiendas de souvenirs del Vaticano, todo un detalle…
Precios y posibilidades para visitar los Museos Vaticanos
La entrada habitual para adultos cuesta 17 €. Niños de 6 a 18 años y estudiantes entre 19 y 26 años: 8 €. El último domingo de cada mes es gratuito. Hay que contar con que la reserva online tiene un coste de 4 €. En la web se pueden ver las muchas posibilidades a partir de ahí: visitas guiadas, visitas privadas, con desayuno, a primera hora… cuestión de elegir.
También tenemos una infografía con todos los gastos, un artículo muy completo en el que os contamos cuánto vale una escapada a Roma para dos personas a partir de nuestros gastos.
Una pincelada del recorrido de las salas y visitas en los museos Vaticanos
Los antiguos palacios de los papas renacentistas fueron unidos mediante las actuales galerías al palacio Belvedere por Donato Bramante, siendo el lugar elegido a partir del XVIII para exponer la gran cantidad de obras de arte que atesoró la iglesia en siglos de existencia. El recorrido si bien no claramente definido va pasando por todas estas galerías plagadas de riquezas artísticas inigualables. Es muy difícil elegir donde parar, es inimaginable el número de piezas de arte que acumulan y que ver en el Vaticano.
Solo un consejo para ponerse en marcha, paciencia, mucha paciencia…
> Galería Chiaramonti, más de 1000 esculturas clásicas de distintas épocas. Al final la Galería Lapidaria donde se encuentran hasta 3000 lápidas históricas, no accesible para la visita.
> Galería Brazo Nuevo (Braccio Nuovo), con famosas esculturas rescatadas tras el expolio de las tropas napoleónicas. Parte del mosaico del suelo es original de una villa romana del siglo II. Difícil elegir alguna de las obras de arte como favorita, nos gustó especialmente la estatua del Nilo.
> Museo Pio-Clementino. Una nueva estancia construida para albergar la gran cantidad de esculturas que acumulaban las colecciones vaticanas del arte clásico. Al llegar destaca El Apoxiomeno, una escultura copia romana del original de alrededor del 320 a.C y que representa un atleta limpiándose tras la carrera. Saliendo al patio octogonal o patio de las estatuas y algunas de las obras consideradas los mayores logros del arte occidental como la Venus Feliz o el Apolo del Belvedere. La mayor parte son copias de principios de la era moderna de las antiguas esculturas en bronce griegas.
Le sigue la sala de los Animales donde las figuras de los mismos cobran protagonismo. Siguen más y más salas y obras en sucesivas estancias, hasta 12. De nuevo habrá que armarse de paciencia en muchas de ellas. El turismo terminará por ser un grave problema en lugares como este.
> Galería de los Candelabros. Subiendo una planta sobre la anterior, de 80 metros de longitud y sostenida en seis secciones sobre columnas doradas de mármoles coloridos.
> Museo Gregoriano-etrusco, justo encima y tal vez el menos atiborrado de gente. Dedicado al arte de los etruscos que vivieron en el área unos 1000 años antes de los romanos. Una avanzada y refinada civilización absorbida por la antigua Roma y cuyo arte en los ritos funerarios se expone en esta sala. La simbología de sus rituales se aprecia sobremanera en los objetos hallados en la excavación de 1836 en la tumba de la necrópolis de Cerveteri, objetos fechados en el siglo VII a.C
> Galería de los Tapices, bajando de nuevo y siguiendo a la galería de los Candelabros. Alberga los tapices de la vieja escuela y de la nueva escuela, todos ellos del siglo XVI. Representan distintas escenas bíblicas que decoraban los antiguos palacios papales.
> Galería de los mapas. Con 40 mapas de las regiones italianas fue mandada pintar por el papa Pío V en el siglo XVI. Detallados frescos de pueblos, ciudades y accidentes geográficos, una valiosa memoria de la época. Difícil decidirse por detener la mirada en las paredes laterales o en el abigarrado decorado del techo.
> El apartamento de San Pío V, responsable de la reforma del Concilio de Trento y después la Sala Sobieski con enormes pinturas y telas. La mayor no fue cobrada por el artista a cambio de su petición de que se expusiera en una de las salas papales. Resulta imposible disfrutarlas. Una angosta puerta nos lleva a la Sala de la Inmaculada Concepción, la madre de toda la iglesia y todos los hombres. De nuevo suelos romanos de trabajados mosaicos.
> Las estancias de Rafael, visita imprescindible en el Vaticano y plato fuerte del recorrido. Julio II encargó la decoración de sus estancias a Rafael y sus discípulos en 1508, unos 16 años de trabajo que el artista no vio concluir por su prematura muerte a los 37 años. La reputación de Rafael creció en estos años, colocándolo a la altura de Miguel Ángel que entonces se encargaba de la decoración de la capilla Sixtina. En total cuatro salas en algunas de las cuales no llegó a trabajar el gran maestro italiano si bien muchos de los bocetos originales fueron ideados por él mismo.
> Las salas de arte contemporáneo por donde pasamos a toda velocidad en busca del último enclave…
> La capilla Sixtina, el culmen de la obra pictórica de Miguel Ángel entre otros y lugar donde se celebra el cónclave que elige el nuevo papa. Y es que el gran artista italiano fue el encargado de la magnífica obra que curve el fondo de la sala a pesar de que él prefería la escultura como forma de expresión. En tal sólo siete años terminó su obra, el Juicio Final. Tras ello culminó el trabajo en la capilla con la decoración de los techos entre 1508 y 1512. Además de Miguel Ángel trabajaron en las paredes los mejores pintores de los siglos XV y XVI: Perugino, Botticelli, Roselli o Signorelli entre otros.
El enorme poder político y las riquezas atesoradas en los siglos previos permitió a Sixto IV contar con los mejores para el trabajo. 12 pinturas laterales que narran la vida de Jesús y Moisés representando algunas de las obras maestras del arte italiano. Lo mejor, la obra; lo peor, no se puede apreciar con la tranquilidad debida.
Reconozco que las salas que venían después nos las saltamos a toda velocidad. Cuatro horas de atasco y emociones merecían un café.
Algo más descansados y todavía con ganas, dimos una vuelta por la Pinacoteca con cuadros de los que estás acostumbrado a ver en los libros y vistamos la famosa escalera de Bramante antes de salir.
Cómo visitar la basílica y plaza de San Pedro
Hecha la visita de los museos, el segundo lugar imprescindible en Roma es la basílica y la plaza de San Pedro. Centro del catolicismo y lugar erigido en torno a la tumba del santo. La nueva basílica iniciada en 1506 sobre los cimientos de la original del 349 d.C se terminó un siglo después.
Coronada por la gran cúpula proyectada por Miguel Ángel aunque terminada tras su muerte, el conjunto arquitectónico resulta impresionante. Sus 187 metros de longitud con 11 capillas y 45 altares cuentan con obras de arte de diversas épocas, aunque gran parte de la decoración interior fue encargada a Bernini en el siglo XVII. Dos naves laterales de 76 metros se unen bajo la cúpula de Miguel Ángel de 136.5 metros de altura. El altar papal, en el centro del edificio, ocupa el baldaquino de Bernini, donde únicamente el Papa puede oficiar misas.
Respecto a los precios decir que la entrada a la basílica es gratuita. Pagaremos por subir a la cúpula: 10 € por el ascensor hasta la terraza y 320 mortíferos escalones a pie; o 8 € por hacer la subida completa a pie. Los horarios de octubre hasta marzo entre las 7:00 y las 18:30 horas. Desde abril hasta septiembre: de 7:00 a 19:00 horas. La cúpula abre una hora después y cierra una hora antes. No aceptan tarjetas de crédito.
La Piedad que Miguel Ángel esculpió con tan solo 24 años, la majestuosa cúpula del mismo maestro y de 42 metros de diámetro, el baldaquino de Bernini donde solo el pontífice puede dar la misa o el ábside, también de Bernini, las tumbas de muchos de los papás de increíble factura en todas ellas, o simplemente las enormes dimensiones del lugar merecen la pena.
La subida al Castillo de Sant’Angelo y su interior
La tercera de las visitas obligadas en Roma y muy cerca del Vaticano. La fortaleza y bastión de los Papas construida en el 139 d.C como mausoleo de Adriano aunque reforzada y utilizada más tarde por la iglesia en épocas turbulentas. De hecho se encontraba conectada con San Pedro a través de un pasadizo amurallado que todavía se conserva.
De camino desde San Pedro, merece la pena callejear por los Borgos, las antiguas callejuelas de hostales y pensiones para peregrinos. Si tienes la suerte de hacer coincidir el paseo con la comida, no dudes en buscar restaurante por allí.
El precio de la entrada al castillo es de 14 €, aunque hay una entrada reducida de 5 € si se visita entre las 9 y las 11 de la mañana, un considerable descuento. Ahora alberga el museo nacional del Castillo y la visita merece la pena, en nuestra opinión, en sus exteriores y por las vistas sobre todo. No lo conocíamos y como la cabalgata de gente para entrar era menor que en San Pedro nos aventuramos a la visita.
Desde arriba, en la terraza del Sant’ Angelo, las vistas de la Basílica, el río y los puentes son inmejorables. Al frente se puede cruzar el río por el puente del mismo nombre, bellísimo.
El paseo por Piazza Navona y sus alrededores, de lo mejor de Roma
> Iglesia Nueva (Chiesa Nuova). Edificada por orden del peculiar San Felipe Neri aunque no la vio terminar en su decoración interior. En el altar y junto al mismo, tres pinturas de Rubens. Los restos del santo yacen en esta iglesia.
> Las fuentes de la Plaza Navona, el antiguo gran estadio de Domiciano. Viajar a Roma y no visitar esta plaza debería ser delito. Destaca el obelisco de la Fontana dei Quattro Fiumi en el centro de la ovalada plaza diseñada por Bernini. La fuente representa en forma de gigantes los cuatros grandes ríos conocidos en la época: Ganges, Danubio, Nilo y de la Plata. A ambos lados, dos fuentes más, algo menores aunque anteriores en un siglo a la de Bernini, la Fontana di Neptuno y la Fontana del Moro.
> Alrededor se apilan los edificios y palacios barrocos como la iglesia Sant’ Agnese in Agone. Construida por Borromini, adversario en las artes de Bernini son varias las leyendas que se cuentan en relación a la cercanía del edificio y la famosa fuente de éste. Desde el exterior destaca por la cúpula y la estatua de Santa Inés en la fachada. La cripta con los restos de la Santa no es visitable aunque se busca financiación para restaurar los frescos que la adornan. Las pinturas y relieves que decoran la iglesia y la cúpula son de bellísima factura.
Las visitas en Aventino, Campo de Fiori, Capitolio y plaza della Rotonda
> Cruzando desde Trastevere el puente Palatino al sur de la isla, tropezamos con el Aventino, un área residencial en la que hay que visitar los alrededores de la plaza de la Bocca della Verità. La famosa tradición romana alojada en la iglesia de Santa Maria in Cosmedin data de épocas del siglo IV a.C, tiempos en los que ya los habitantes de la zona introducían la mano en la boca para detectar a los mentirosos, que serían mordidos. La iglesia del siglo VI se construyó en la plaza sobre un antiguo mercado aunque el campanario y el pórtico se añadieron siglos más tarde. La cola para meter la mano y probarse era increíble aquel domingo, así que nos saltamos el poner en práctica la leyenda.
Otros atractivos cercanos en el barrio son los templos del Foro Boarium dedicado a Hércules, el arco de Jano, Santa Maria Conzolazione, San Teodoro o San Giorgio in Velabro, iglesias de distintos siglos de construcción.
> Y si te pierdes, como fue el caso, puedes tener la suerte de caer de bruces en las ruinas del teatro de Marcelo en el vecino distrito de Campo de Fiori. Un robusto muro exterior todavía en pie y que sostiene varias generaciones de edificios sobre sus cimientos. Ordenado por el emperador Augusto y dedicado a su sobrino que murió con tan solo 19 años en el 23 a.C. Más tarde fortaleza, palacio y hasta viviendas humildes, conserva todavía bellas columnas corintias y frisos originales.
Quisimos visitar aquel segundo día, domingo, el foro y el Coliseo, pero desistimos ante la gran cantidad de gente y seguimos hacia los barrios más alejados del Tíber. Tal vez mañana. Al menos disfrutamos un momento de la luz del sol que tímidamente asomaba ofreciéndonos desde el Capitolio la mejor vista del foro.
> Cruzamos la plaza del Campidoglio a cuyo lado se encuentran los museos Capitolinos. La estatua ecuestre de Marco Aurelio, la loba capitolina con los legendarios gemelos o el Discóbolo aguantarían en su interior para otra visita. Bajamos la Cordonata, la escalera diseñada al igual que la plaza por Miguel Ángel y volvemos a subir la paralela, la escalera Araecoli en busca del interior de la Iglesia de Santa Maria in Araecoli. Si la subes de rodillas serás premiado con la lotería nacional… A un lado el imponente monumento a Victor Manuel, el primer rey de la Italia unificada.
Enfrente lugares y monumentos emblemáticos como la columna de Trajano en la que los relieves narran en imágenes las victoriosas del emperador o el palacio Venecia, cerrado al público.
> Arriesgamos en la intersección de plaza Venecia para la mejor foto del mausoleo (el tráfico es un poco loco en Roma) y callejeamos hasta otro de los mayores atractivos turísticos de Roma y del mundo: la Fontana di Trevi. Atractiva mucho y atrayente ¡muchísimo más!. La mitad de los turistas que faltaban en el foro estaban aquí detrás de la codiciada selfie… Y es que algunos turistas todavía arriesgan y son capaces de sumergirse en la fuente de más de 400 años y pagar la asegurada multa que supone emular a Anita Ekberg en la Dolce Vita de Fellini. Con Neptuno y un tritón a cada lado representa las dos caras del océano.
> A pocos metros, la columna de Marco Aurelio erigida a la muerte del mismo y el obelisco de Montecitorio, un enorme obelisco traído de Egipto y que el emperador Augusto trajo para ser utilizado como reloj solar aunque no en este enclave. Y en el camino, el Templo de Adriano todo ello en cercanía a la Piazza della Rotonda. Comemos algo cerca y terminamos para el café en el Panteón.
> El Panteón, el templo romano de todos los dioses acabó por consagrarse y convertirse en iglesia en el año 609 (Santa María de los Mártires). Un imprescindible que ver en Roma y para nosotros el lugar más espectacular de la ciudad.
Desde el pórtico no se llega a apreciar la cúpula cuyas proporciones sólo se aprecian desde el interior. Su altura y su altura son idénticas: 43.3 metros, una obra de ingeniería romana desde su construcción en el 118 a.C por orden del emperador Adriano y que fascinó a artistas de la talla de Miguel Ángel.
La luz entra por un único orificio en el techo, el óculo, de nueve metros de diámetro. En el interior se puede visitar la tumba de Rafael que fue enterrado aquí por deseo propio además de otros personajes ilustres como el considerado padre de la patria, Victor Manuel. La entrada es gratuita y no fue de las peores colas.
> Tras el panteón, el obelisco sobre el elefante de Bernini y en la misma plaza la iglesia de Santa Maria Sopra Minerva. La visita merece la pena por ser una de las pocas Iglesias góticas de Roma y por las obras de arte que se pueden encontrar en el interior. Tumbas, esculturas y pinturas como la Anunciación de Romano que representa al paisano Torquemada o las tumbas de algunos papas contemporáneos.
> Antes de seguir buscamos la iglesia Il Gesù, la primera iglesia de la orden jesuítica de San Ignacio de Loyola en Roma. El decorado del techo de la nave principal, la capilla de San Ignacio enmarcada en columnas de lapislázuli y la tumba de San Roberto Bellarmino de Bernini, justifican la entrada. Puede parecer cerrada pero se accede por un lateral. El acceso es gratuito.
El foro Romano y el Coliseo, lugares que conocer en Roma
> Los mercados de Trajano. Nuestra visita inicial desde la plaza Venecia. Los mercados fueron considerados una de las maravillas del mundo clásico. El inicio de su construcción data del siglo II d.C. Hasta 150 tiendas, lo más parecido a los centros comerciales de hoy día, hace poco menos de 2000 años. La entrada al mercado junto el museo del Foro Imperial cuesta 16 €. Al lado del mercado el Foro de Augusto.
> El Foro Romano, otro de los lugares imprescindibles que visitar en Roma. El centro político y comercial de la antigua Roma, una amalgama de ruinas de basílicas, templos y arcos de triunfo que rodean la vía sacra en dirección al Capitolio. Nos topamos de camino y en primer lugar con el circo Massimo, en realidad hoy día una explanada cubierta de vegetación de lo que fue el mayor circo de Roma con capacidad de 300.000 personas. Seguimos camino y como mandan las guías subimos de nuevo a la plaza del Capitolio, lugar desde donde obtener las mejores vistas del foro y hacerse una composición mental de lo que fue siglos atrás el complejo. Rodearlo desde todos los extremos puede ser suficiente. Evitar la cola que supone la visita si no vienes con una reserva o uno de los bonos, nos convenció de que teníamos bastante.
> El Coliseo Romano. Tampoco lo visitamos en su interior. Preferimos las fotos de la fantástica fachada exterior y seguir camino. Hay que recordar que la entrada en combinada para el Palatino y el Foro, 18 € pero mucho mejor llegar con ella reservada. Construido por el emperador Vespasiano en el 72 d.C construye el mayor anfiteatro romano con capacidad para 55.000 espectadores que accedían a través de sus 80 entradas. Los muros exteriores de trasvertino permitió su conservación. La gran estructura se cubría de modo que se podía disfrutar de los espectáculos a resguardo del sol. La fiesta de inauguración duró 100 días.
No tuvimos mucha suerte. Entre la cantidad de gente y las obras de la nueva línea de metro en construcción no fue fácil obtener una foto en condiciones pero solo el tenerlo enfrente resulta más que suficiente. Si lo rodeamos por completo disfrutando de cada una de sus caras desde las más completas a las menos llegando hasta el Arco de Constantino, uno de los mejores conservados, para subir hacia Esquilino.
Las visitas qué hacer en Roma hacia Esquilino y Quirinal
> San Pietro in Vincoli, donde nos acercamos en el camino desde el Coliseo para admirar la estatua de Moises de Miguel Ángel. La escultura formaba parte de la timba diseñada por el artista para la tumba de Julio II, tumba proyectada con hasta 40 esculturas. Miguel Ángel tuvo que abandonar el proyecto tras ser “persuadido” para pintar la Sixtina, quedando tan solo esta escultura del Moisés terminada. En el interior también se pueden ver las cadenas que sujetaron a San Pedro en la cárcel. Abren de 8 a 12:20 y de 15 a 17:50 horas. En la puerta un cartel insiste en que la visita es gratis. Probablemente algún espabilado trata de cobrarla…
> Santa María la Mayor, fusión de todos los estilos en el mismo edificio iniciado en el siglo V. El exterior destaca por la fachada y las imponentes cúpulas barrocas. En el interior sus mosaicos, sobre todo sobre el altar y las capillas Sistina y Paolina, donde yacen los papas Pablo V y Sixto V. Bellísimas. Por la plaza delantera parece cerrada pero se entra por detrás,!a que parecería la fachada trasera. De nuevo gratuita e imprescindible. Para visitar el área arqueológica, el salón papal, la escalera de Bernini y el museo del Tesoro se pagan 5 €.
> Plaza del Pueblo donde llegamos en metro para callejear y volver hacia Plaza España. Archiconocida en Roma tanto por las vistas como por las tiendas de firmas que la rodean.
En el Trastevere, para terminar todos los días
> Pasear, pasear y pasear. Después de cuatro días era casi como nuestro barrio y evitábamos seguir el mismo recorrido cada día y así perdernos entre estrechas callejuelas. Graffitis por doquier, fotogénicas vespas y seiscientos, fachadas inundadas por la yedra, atractivos locales donde tomar algo… es difícil cansarse de esta zona.
> Santa María in Trastevere, estampa indivisible del barrio con su pórtico columnado y la torre del campanario. Merece la pena acercarse y disfrutar de sus mosaicos del altar.
Y como siempre, seguir paseando…
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