El día antes habíamos hecho la ruta entre Sarajevo y Mostar y aquella misma noche pernoctamos en Mostar con mil ganas de que amaneciera para conocer ese famoso puente sobre el Neretva.
El emblema de la ciudad, el viejo puente del que escribimos, fue inicialmente construido en madera, un inseguro puente colgante por el que los comerciantes pasaban con miedo. Fue en 1566, en el apogeo de la expansión otomana, cuando se construyó definitivamente en piedra. Pasó a ser así la principal ciudad de Herzegovina, honor que la distingue todavía hoy día.
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Después el imperio austro húngaro, la Segunda Guerra Mundial y la antigua Yugoslavia. Sobrevivió a todo ello por más de 400 años hasta que en el 93 el mando croata mandó destruirlo. Junto con el puente, los años de la guerra se llevaron por delante los monasterios, la catedral y prácticamente todas las mezquitas de Mostar. A hacernos con todo ello, en gran parte restaurado, salimos esa mañana.
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La visita de Mostar y la ruta hasta Dubrovnik
Lo mejor de la ciudad de Mostar
Saliendo de nuestro alojamiento nos dirigimos primero hacia la plaza de España nombrada así para honrar al ejército español que se mantuvo doce años en la ciudad como parte de la misión de paz de la ONU. Al llegar llaman la atención los edificios todavía en ruinas que recuerdan que no hace tanto que terminó el conflicto armado. Lo mejor restaurado y de nuevo en estilo morisco y de un amarillo radiante, el museo de Mostar Herzegovina. En la plaza, un pequeño monumento rinde homenaje a los españoles muertos durante la guerra.
El barrio austrohúngaro de Mostar. El hotel Neretva
Giramos hacia el río Neretva y cruzamos el puente Musala para entrar en el barrio austro húngaro de la ciudad. Cruzando vemos que por fin está restaurándose el hotel Neretva, de 1892 que estaba a punto de caer definitivamente. Enfrente el hotel Bristol, uno de los que barajamos como opción de alojamiento con buena relación calidad-precio.
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La calle Fejica y las mezquitas de Mostar
Hacia la derecha la calle Fejica, calle comercial. A medio camino, la única mezquita que quedó en pie con los bombardeos y tras los 18 meses de asedio de la ciudad, la mezquita Roznamedzi Ibrahimefendi. Rodeada de un jardín resulta muy fotogénica. Más adelante una de mayor tamaño y parcialmente reconstruida, la mezquita Karadozbegova de 1557. Accedimos al patio interior y dimos un corto paseo. El lavatorio y el hall de entrada resultan muy fotografiables.
Las casas otomanas de Mostar y la catedral
A la izquierda la casa Muslibegovic, junto a la casa Biscevica, de los siglos XVII y XVIII son los dos mejores ejemplos de casas turcas conservadas del periodo otomano en los alrededores del puente viejo. Saliendo un poco de la calle más comercial, se suceden las fachadas en ruinas. La restauración es mucho más lenta que en Sarajevo. En este rincón un cementerio en el centro del casco antiguo y alguna otra mezquita justo antes de tomar la cuesta que pasa junto a la torre del reloj y que lleva a la catedral de la Santísima Trinidad de 1873 y a la que entramos con los andamios y los obreros trabajando. El exterior esta aparentemente terminado.
La mezquita Koski Mehmed Pasha y la calla Kujundziluk
Tras bajar, se accede a la calle Mala Tepa y a la mezquita Koski Mehmed Pasha de 1618. Un patio con algunas tiendas frente a la misma merece la pena para un breve descanso a la sombra. Por 3 € se permite la entrada y por 6 € subir al minarete desde donde se obtienen buenas vistas del puente de Mostar. La luz está justo enfrente y decidimos subir más tarde.
Siguiendo, la calle Kujundziluk, la calle del oro donde se reunía el gremio de orfebres de este metal. Hoy día un montón de tiendas de artesanía y souvenirs que imaginamos atestados en temporada alta. A juzgar por el número de tiendas y restaurantes a partir de aquí, deben ser muchos los visitantes que se junten.
El viejo puente de Mostar
Por fin llegamos al puente de Mostar, el Stari Most. En 2004 se terminaron los cuatro años empleados en su reconstrucción. Todo un símbolo para el país y un ejemplo de cooperación. Utilizando técnicas del medievo y recuperando parte del material original se abría de nuevo este puente entre culturas. En 2005 pasó a aumentar la lista de patrimonios mundiales protegidos por la UNESCO.
Valen la pena las vistas desde arriba, desde abajo en la pequeña playa, desde un lateral en las torres medievales… ¡y a cualquier hora del día o la noche! Uno de los 10 mejores lugares de Bosnia Herzegovina por derecho propio.
Tuvimos la suerte de disfrutar del salto de uno de los jóvenes que desde el puente se lanza al Neretva después de haber conseguido el precio pretendido. Cada turista aporta algo para conseguir la foto.
Desde ahí se suceden lugares cada vez más fotogénicos. La bajada hacia el conocido como puente Torcido y los alrededores son una maravilla. Por allí mil sitios donde parar y tomar una cerve.
Comimos en Irma Tima, un pequeño restaurante en una de las calles que lleva al puente pero aparente menos turístificado. Hay tantas opciones que no es fácil elegir. Platazos enormes y el mejor cevapi del viaje. Difícil acabar con todo aunque lo conseguimos… Pagamos 7.5 €
La tarde dedicada a más y más fotos y para no dejar ni un rincón de la vieja ciudad de Mostar por ver. Y si ya no sabéis cuál es el camino a seguir y queréis cenar una buena pizza fuera del casco antiguo y la zona más turística: Pizzería Napolitano. Por unos 4 € cenaréis como si estuvieseis en Italia.
Mañana terminaba nuestro viaje por Bosnia y Herzegovina. Nos quedaba llegar hasta la frontera con Croacia.
Entre Mostar y Dubrovnik: Blagaj, Kravica, Pocitelj y Trebinje
Hoy terminaba nuestro viaje por Bosnia Herzegovina y cruzábamos la frontera para un último día en Dubrovnik antes de la vuelta. En el camino hacia la frontera y con toda la jornada por delante haríamos parada en algunas pequeñas poblaciones que nos apetecía conocer.
El kette de Blagaj
La primera parada fue al poco de salir de Mostar. A tan solo 13 kilómetros. En el lugar se encuentra el monasterio derviche junto al río, una codiciada fotografía en cualquier viaje a Bosnia Herzegovina. Ordenado construir en 1522 por la belleza del manantial del que nace el río Buna, aquí se desarrolló durante años la actividad de los derviches, una rama ascética de los sufíes interesada en la contemplación de la naturaleza, de ahí el bonito emplazamiento del monasterio. Unos 10 minutos caminando desde el parking (4 marcos o 2 €) por detrás de los restaurantes que hay frente al templo y se llega a la mejor toma, justo donde comienza la gruta y se ubica el edificio principal.
Desayunamos en el rte. Hladovina frente al monasterio. Un señor que nos atiende en un perfecto español y que nos agradece la ayuda española en los años de la guerra. Se nota mucho en todo el país y mucho más en los alrededores de Mostar está gratitud y el aprecio que queda de la presencia de las tropas españolas.
Cruzando alguno de los dos pequeños puentes se llega a la entrada. Se puede visitar el interior por 5 marcos (2.5 €). Nosotros pagamos e hicimos la visita, justo el tiempo para darnos cuenta de que no merece la pena. Varias salas vacías en las que el único mobiliario son las alfombras. Eso, un restaurante y una tienda de souvenirs.
Las cascadas de Kravica
Aunque el reloj corría y la verdad es que ya andábamos con ganas de llegar a Dubrovnik, tampoco queríamos perder la oportunidad de ver las que dicen son las hermanas pequeñas de las cataratas de Plivitce. Las de Kravica alcanzan los 26 metros de altura y hasta 200 metros en anchura. Para llegar pasamos de largo por Pocitelj, la población que veremos de vuelta de las cascadas. Desde aquí apenas 20 kilómetros más.
Para entrar hay que pagar 20 marcos (10 €) entre junio y septiembre. Nosotros fuimos, por casualidad, el uno de octubre, justo entrando en temporada baja hasta mayo y rebajando el precio a 10 marcos (5 €). Desde enorme parking, cuyo tamaño te da una idea de como se debe poner en temporada alta, ya se oye la caída de agua.
Abajo, un par de restaurantes y la posibilidad de cruzar en barca. Está permitido el baño y leímos que en algunos lugares hay pozas con agua más caliente.
Nos generó dudas si está realmente sobre explotado y ha perdido cierto encanto natural.
La visita por Pocitelj
Una vez terminada la visita nos dirigimos de vuelta a Pocitelj. El lugar es un pequeño pueblo metido en la montaña donde los más destacable es su mezquita y la fortaleza, vestigios del pasado otomano de la villa, aunque se nota el origen medieval en cada calle.
Construida en el siglo XVI, en 1563, la mezquita de Hajji Alija igual que gran parte de la población fue muy dañada en la guerra de los Balcanes después de aguantar los anteriores 400 años en buen estado. Terminaba la oración y pudimos ver el interior. También dañada aunque de muchos años atrás, la torre del Reloj, cuyo reloj falta desde 1917. Hoy todo el conjunto es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Hasta la frontera con Croacia unos 120 Kilómetros. Solo quisimos parar en Trebinje para comer. Desde allí quedaba cruzar y devolver el coche en el aeropuerto de Dubrovnik. Treinta y dos días después de recogerlo y habiendo recorrido cinco países.
Un road trip por los Balcanes en el que me atrevo a decir que Bosnia Herzegovina fue el must del viaje. Tanto la visita de Sarajevo, al que le dedicamos algún día más, como la visita de Mostar en un solo día, nos habían impresionado y quedarían para siempre en nuestra memoria como las mejores escalas de esta ruta circular.
Todavía un día completo para disfrutar Dubrovnik, una ciudad que conocimos hace ya muchos años y que nos devolvería gratos recuerdos seguramente. Pero, como siempre, eso ya es otra historia…
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1 comentario en “La visita de Mostar en un día y la ruta hasta Dubrovnik”
Mostar fue el broche final del road trip por los Balcanes… Por tiempo, la visita de Bosnia no fue todo lo extensa que quisimos, pero el país tiene mucho que ofrecer. Volveremos.