Muchas son las veces en las que nos reímos de lo vivido en un viaje. La realidad siempre supera a la ficción y, como siempre decimos, “si no te pasa algo” parece que el viaje no mereció la pena. No hace demasiado enfilamos en una conversación el tema de la aventura de dormir en un barco, bueno, barco por llamarlo, porque lo cierto y verdad es que de todo ha habido en nuestros viajes.
Recordamos con cariño los grandes buques de un viajazo como fue el que vivimos a bordo del Terra Australis en los confines del mundo pero también aquella chalupa con la que nos aventuramos hasta la isla de Komodo y por poco no lo contamos… Sea como fuere y después de un buen rato en estos recuerdos, nos apetecía rememorar algunos de estos momentazos, buenos y menos buenos, en los que nuestra vida quedó en manos de “un capitán” y su bote.
La aventura de dormir en un barco |
El crucero Terra Australis de la Patagonia en 2011
Comenzamos, ya que hemos roto la sorpresa, con el Terra Australis. Probablemente uno de los viajes por mar más espectaculares que se puede disfrutar o al menos que nosotros hemos podido disfrutar. Fue allá por 2011 y la guinda perfecta para un viaje a Argentina, un mes de ruta por el inmenso país que nos llevó a visitar de norte a sur algunas de sus maravillas. Como en otras ocasiones y buscando ese final redondo al viaje, ansiábamos “un fin de fiesta” ideal y terminamos por encontrarlo.
Los barcos de la compañía son muy pocos y los únicos autorizados a navegar por el parque nacional de Tierra de Fuego y la famosa avenida de los Glaciares. No suena mal, ¿no?. Si os adentráis en la página de estos cruceros lo primero que sorprende es el precio, pero de nuevo tuvimos la suerte del viajero y conseguimos hacernos con un camarote por mucho menos de lo que otros pasajeros pagarían. Y os aseguro que fue todo un acierto. Bueno, la suerte y muchas horas de navegación en redes y páginas de ofertas.
Una tripulación perfectamente preparada para regalarnos los mejores momentos en los desembarcos, lugares que muy poca gente tiene el privilegio de visitar y un trato y servicio abordo digno del mejor transatlántico de lujo. Nosotros hicimos el recorrido de norte a sur en el Stella Australis, rumbo al Polo. Navegamos por las aguas del Cabo de Hornos, el Canal Beagle y el Estrecho de Magallanes, nos convertimos en “Capornaires” y en 4 noches desde Punta Arenas a Usuhaia nos sentimos como auténticos millonarios.
Todavía nos reímos con la aventura del embarque o cuando recordamos que nos tuvimos que hacer con alguna prenda “de vestir” con la que no hacer demasiado el ridículo en el barco. Veníamos de andar un mes con nuestras mochilas por Argentina y no íbamos precisamente preparados para este lujo. Fuimos “los del camarote del fondo del barco”, el más cercano a la sala de máquinas y que nadie recomendaba, pero que un tiempo antes de zarpar lanzaron con un sabroso descuento…
El klotok en Kalimantán, Indonesia en 2010
Otro de los momentazos viajeros que más recordamos: nuestro itinerario de tres días navegando río arriba en el parque nacional de Tajung Puting en busca de los orangutanes de Borneo. Lo primero que nos sorprendió y más tarde entendimos, fue el nombre de los botes que ascendían el cauce del Sekonyer. Y es que el sonido del motor era algo así como un “Klo-Tok, Klo-Tok, Klo-Tok…” repetido infinitamente, de ahí su nombre.
Aterrizábamos en Kalimantán, la Borneo de Indonesia, después de nuestro primer contacto con el país habiendo recorrido la isla de Java y pasamos unos días “distintos” en Banjamarsin. Y digo distintos porque cualquier parecido a un viaje de placer era una utopía en aquella ciudad. Nos lo pasamos pipa cuando recordamos a aquellas dos muchachas de Madrid que no entendían porque el agua de la ducha salía marrón en su alojamiento…
Nosotros hacíamos tiempo y aprovechamos para visitar Loksado, comprar un par de pasajes rumbo a Pangkalan Bun (madre mía que avioneta), y ver de que manera llegaríamos a visitar el famoso parque nacional.
Pero nada más sencillo, llegamos a la población, negociamos el precio en el puerto con uno de los capitanes y al día siguiente nos embarcábamos hacia Tanjung Puting. Un bote para los dos, “el capitán”, un grumete y la cocinera. No puedo decir que fuera cómodo pero si muy emocionante.
Cada noche, la cubierta del barco se convertía en nuestra cama y cada día nos adentrábamos más en la jungla de Borneo. Recuerdo la improvisada ducha y baño en un lugar “donde no podíamos bañarnos pues había cocodrilos”, la noche en la que pese a que todos los barcos optaron por volver, nuestro capitán decidió pelear con un huracán (así lo vivimos nosotros) atando el bote a uno de los árboles de la orilla o los ratos que pasamos junto a los famosos pelirrojos del parque. Tan pronto muy simpáticos como enfurecidos y verdaderamente peligrosos…
La barcaza de Halong Bay en Vietnam en 2008
Mucho habíamos leído sobre como hacernos con el mejor y a la vez más barato de los barcos que recorren la famosa bahía vietnamita. Creo que es la manera de preparar un viaje y como decía nuestro amigo Jaume, hay que leer mucho antes de partir. La realidad, que por mucho que leas, es una auténtica lotería y no puedo decir que nos fuera mal. Contratamos aquellos cuatro días y tres noches en Halong Bay, después de una tarde preguntando y negociando. Las empresas se llamaban todas igual y tal era su desvergüenza en copiarse que montaban las oficinas una junto a la otra. Nos decantamos finalmente, yo creo, por la que mejor nos cayó…
Una buena mañana poníamos rumbo a la bahía. Ya os podéis imaginar las ganas y las expectativas. Al llegar, la primera cura de humildad o el primer baño de realidad, como se le quiera llamar: No seríamos los únicos en la bahía… Decenas sino cientos de barcos salen a diario hacia Halong. Problemas de la masificación.
Para nosotros fue igualmente una experiencia tan bonita como divertida. Y es que tuvimos la suerte de navegar con tres jóvenes mejicanos con los que hicimos muy buenas migas, un par de americanas que hicieron mejores migas con los mejicanos y, si mal no recuerdo, con tres israelitas con las que las conversaciones fueron muy interesantes e igualmente divertidas. Cantamos el bamboleo de Julio Iglesias en un improvisado karaoke, vivimos como los chavales se jugaron su camarote por una botella de alcohol y le explicamos a los muchachos de Israel lo bueno que está el jamón español (además de judíos eran véganos…).
Navegar por Halong Bay es una experiencia fascinante pero si además tienes la suerte de una buena compañía es inolvidable. No fue el mejor barco, cada día competíamos con otros por el mejor amarre para la puesta de sol, pero sin duda en el que más se rieron sus tripulantes.
La noche en los backwaters de Kerala , en India 2012
“El sur de India es diferente”, mucho más amable, más tranquilo… la de veces que oímos esa frase. Y no es mentira, el sur de la India es una perla menos conocida que el famoso triángulo del norte pero más fácil e igualmente fantástica. Tuvimos la suerte de visitarlo con el mejor grupo de viajefilos, uno de esos viajes que montábamos en febrero y con el que nos escapábamos del maldito invierno y el colapso hospitalario (algo tan tristemente de moda hoy día pero que, como sanitarios, sufríamos año tras año con la gripe).
El plan siempre era el mismo, buscar un destino barato e interesante, con cosas que ver y opciones para pasarlo bien. Un país que nos ofreciera buen clima y un recorrido adecuado para dos semanas. India Sur se cruzó entre nuestras ideas y nos lanzamos a organizarlo. Buscábamos siempre una compañía que nos montará el transporte privado para el grupo en un bus y se encargará de las reservas de hotel en las escalas que nosotros fijábamos. India a la Carta nos ayudó y redondeo nuestro itinerario.
En su propuesta se incluía pasar una noche abordo de un bote en la región de Kerala, navegando por los famosos backwaters. Los barcos conocidos como Kettuvallams, están equipados con varios pequeños camarotes y sirven las comidas y lo básico para esos dos días de excursión. Muy muy básico, pero desde luego ayuda a hacerlo más divertido y como siempre a forjar uno de los mejores recuerdos viajeros. Estos backwaters forman un conjunto de canales que discurren en paralelo al mar Arábigo y que convierten los momentos de navegación en una película que disfrutas sentado en primera fila.
Los dos días que pasamos en las peculiares barcazas dieron, como siempre, para muchos momentazos y buenas risas, aquellos intentos de ducha con la que huir de la pegajosa humedad del clima de Kerala o los ratos en que nos sentábamos a comer, no sabíamos muy bien que, alrededor de una colorida mesa…
Dormir en un barco en los canales de Amsterdam en 2014
Encontrar un alojamiento BBB en Amsterdam no es tarea sencilla y si además quieres que esté bien situado, es casi imposible. Nuestra mejor opción en una de las visitas a la famosa ciudad holandesa fue la de dormir junto a la estación Central de trenes en uno de los botes que navegaban por los canales de la urbe pero que había sido acondicionado como hostel. El pequeño puerto conocido como Ooster Dok, mantienen varios de estos barcos y permite, como digo, alojarse en el corazon de Amsterdam por algo menos de lo que piensas.
La ciudad es realmente divertida por si sola pero si a la vuelta te metes en un camarote dos por dos, efectivamente, cuatro metros cuadrados que incluyen dos camas en litera, un pequeño aseo y un armario, la risa está asegurada. Bueno, da risa para pocos días, los justos de una escapada a Amsterdam…
El crucero de Galápagos en Ecuador en 2017
Otro de nuestros mayores lujos viajeros: Galápagos. De nuevo veníamos de muchas semanas de mochila y e infernales trayectos en bus recorriendo Bolivia y Perú y en Ecuador nos habíamos reservado 10 días para tratar de disfrutar de un turismo algo más “lujoso”. El plan era llegar al archipiélago de Galápagos y dedicar un par de días a buscar un crucero de último minuto, una opción que habíamos leído era arriesgada pero factible.
Las pocas compañías que operan en Galápagos, los permisos para ello no son muchos y no permiten grandes barcos, fletan yates para 10-20 pasajeros en los que durante 4-5 días navegas siguiendo un itinerario marcado. En función de las islas que se visitan y el lujo del barco que se elija, de ahí el precio. Pero la verdad es que no había ni uno barato…
Tras aterrizar en San Cristóbal, la mayor de las islas, nuestras siguientes 24 horas las dedicamos entre paseo y paseo a escribir a cuantas compañías encontramos en la red. Algunas contestaron y otras no, pero ninguna ofrecía ese magnífico descuento que nosotros buscábamos… Finalmente y unas 12 horas antes de zarpar conseguimos un contacto, un señor que nos escribió y que ofrecía un precio demasiado interesante para ser verdad. Comprobamos cuanto pudimos las credenciales del señor, del barco y de la compañía y finalmente nos lanzamos. Para mejorar el nivel de la posibilidad de estafa, el pago había que hacerlo previamente con ingreso en efectivo en una cuenta bancaria.
Varias veces tuvimos que ir a un cajero para poder conseguir la cantidad pactada y a primera hora del días siguiente ingresamos lo hablado para nuestra reserva. Imaginad los nervios horas antes de embarcar, en el puerto, con las mochilas y mirando alrededor en busca de la “cámara oculta”. Hasta poco minutos antes estuvimos convencidos de habíamos sido engañados y la cara de pardillos nos delataba a kilómetros. Finalmente y a pesar de todos los malos augurios aparecieron dos guiris con la misma cara… Les preguntamos et voilà! eran otros dos de los pasajeros y que, como nosotros, habían contratado sus pasajes la noche antes.
Apareció el yate, aparecieron los pasajeros, una docena de suizos forrados que habían pagado tres veces más que nosotros y embarcamos. Nuestro camarote era mucho mayor que cualquiera de las habitaciones en las que habíamos dormido los dos últimos meses, el servicio, el buffet, el personal… inimaginable. Pero lo mejor de todo, los lugares donde desembarcamos, los sitios donde practicamos esnorquel o la fauna de la que disfrutamos, animales todos ellos que sin miedo a los depredadores se ofrecían a nuestras cámaras a escasos metros de distancia.
Aquellos días fueron fabulosos y además entablamos una buena amistad con aquellos dos pardillos que conocimos en el puerto, un para de neoyorkinos que igual que nosotros, pagaron mucho menos por su viaje y que ¿bebían a diario infusiones?…
El bote en el que llegamos a Kómodo y Rinca en 2010
Llegar a Kómodo y visitar los famosos dragones de la isla no era fácil por aquel entonces, pero teníamos claro que nuestro viaje a Indonesia incluiría esta isla junto a su vecina Rinca. No recuerdo bien como, pero recuerdo que negociamos un bote para los dos en el que llegar. Dos días de navegación con noche incluida en el mar… ¡Y vaya noche! ¿Por que se empeñaría el mar en mostrarnos su fuerza aquel día?. Durmiendo sobre cubierta y bajo una torrencial lluvia me prometí que sería la última vez. Vaya promesas estúpidas se hacen viajando.
Una de las mañanas nos acercamos a la conocida como playa rosa por el color de su arena. Ese día descubrimos que no teníamos salvavidas para todos, en realidad viajábamos cuatro contando con la tripulación, pero no llegaban a ese número. Ese mismo día comprobamos que las corrientes de aquellas apacibles aguas, son de todo menos apacibles… Pero bueno, finalmente conseguimos llegar y echamos buenos trekings en busca del dragón de Kómodo, unos seres prehistóricos que nunca hubiéramos imaginado tener tan cerca. Al parecer son algo más rápidos de lo que parecen y si bien no morirás de inmediato tras su mordedura, sabrán aguardar los pocos días que resistirás tras la infección provocada por la misma… Vaya con los animalitos.
Pues como veis, lo de los barcos en un viaje da para mucho y desde luego en nuestro caso ha dado para tan buenos recuerdos como arriesgados. En aguas dulces o en aguas saladas no podemos decir que “no vayamos buscando el peligro”…
Y vosotros ¿Habéis dormido en un barco? ¿Cuál es vuestra experiencia? Seguro que tenéis alguna aventurilla que contar… ¡Deseando leeros en los comentarios!
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1 comentario en “La aventura de dormir en un barco”
He soltado más de una carcajada leyéndote de nuevo, es increíble lo que hemos vivido en cada uno de estos cruceros… No le pongo un pero a ninguno, es más, con gusto repetiría más de uno…. Gracias!