Nuestro viaje por libre recorriendo Perú, llegaba a la ciudad de Cusco, la cuna y capital del imperio inca. Le dedicamos 3 días completos para visitar Cusco, recorriendo todas sus iglesias y atractivos, sin dejarnos nada por ver. El ambiente de la ciudad invita a perderse unos días entre sus callejuelas, conventos y viejas plazas y casonas cargadas de una de las más apasionantes historias de Sudamérica. La visita de Cusco, es una de las experiencias más fascinantes de cualquier viaje a Perú, sin ningún lugar a dudas…
Este es el resumen de los artículos que le dedicaremos a Perú contando con todo detalle las escalas de nuestro viaje con mochila por Perú y las mejores recomendaciones e información para no dejarse nada:
- El cruce de fronteras Bolivia-Perú y la ciudad de Arequipa
- Dos días en Chivay y el cañón del Colca
- El paso por Puno y el lago Titicaca
- Cuatro días en Cusco, el ombligo del mundo
- Aguas calientes y Machu Picchu
- Iquitos, la capital del Amazonas peruano
- Tres días en el Amazonas
- Lima, la gastronómica capital de Perú
CUSCO, EL OMBLIGO DEL MUNDO INCA
Lunes, 20 de marzo de 2017. Cusco
A las 5 de la mañana llegábamos a Cusco. Desde el Hatun Quilla, nuestro alojamiento en Cusco, nos habían enviado dos taxis que nos esperaban en la terminal de autobuses. De todos modos no hubiera sido difícil tomar uno, pues eran varios los que esperaban a los turistas que llegábamos. Las habitaciones no están disponibles, así que nos dejan en el estar de la cuarta planta para descansar y hacer tiempo. El mirador, que sirve también para el desayuno, es un excelente lugar desde el que vemos amanecer con un buen mate de coca.
Teníamos los siguientes tres días para disfrutar la ciudad, por lo que era cuestión de planificarlo para no dejarnos nada. Con la idea de matar un par de horas, nos acercamos al cercano mercado de abastos de San Pedro. Es muy temprano, las siete, pero luce el sol y las calles están repletas de gente, escolares en busca de sus clases, quien acude a su trabajo, etc… El mercado anda todavía desperezándose y muchos de los puestos están levantando las lonas que cubren sus mercancías. Las más madrugadoras, cómo no, las panaderas.
No encontramos desayuno que nos apetezca, así que tomamos camino por la calle Santa Clara, hacia la plaza de Armas en busca de mejor suerte. La primera impresión es que la ciudad nos va a gustar demasiado. Cruzamos bajo el imponente arco de Santa Clara de 1836, que conmemora la confederación perú-boliviana y que sale a la plaza de San Francisco. Tenemos suerte y encontramos una cafetería abierta que nos sirve.
Seguimos bajando: plaza Espinar, iglesia de Santa Teresa, plaza de Armas… y si creímos que nos gustaría hace treinta minutos, creo que es mucho peor, ¡nos hechiza! A menudo la gente asevera algo así como “pero si ya has estado… ¿por qué vuelves?”. En esta ciudad puedes encontrar la respuesta. Probablemente hay tantos rincones y tan atrayentes, que no importa las veces que vuelvas. Si a eso le sumamos un Starbucks que encontramos en la Plaza de Armas… La mañana ¡no venía nada mal!
Ciudad de Cusco
“Cuzco, la ciudad de los soberanos de este país, es tan grande y hermosa, que sería digna de situarse en España. Está repleta de palacios y aquí no conocen la pobreza” (Pedro Sánchez de la Hoz, acompañante de Pizarro en la llegada a la ciudad en 1533).
Cusco fue fundada por el rey inca Manco Capac en el siglo XII y tuvo un rápido crecimiento como capital en los siguientes 300 años, sobre todo en el reinado de Pachacutec, que la dotó con su actual forma de Puma, visible desde el aire. Poco antes de la llegada de los españoles, una guerra civil entre hermanos, Huáscar y Atahualpa, facilitó la conquista de Pizarro tras ajusticiar a Atahualpa en el siglo XVI. Así se hizo el reinado español con la ciudad, si bien hubo que enfrentarse con mano firme a rebeliones posteriores de los incas que trataron de recuperar el poder. El conocido como ombligo del mundo por los incas, fue derruído por los conquistadores a su llegada, para construir la nueva ciudad a partir de la planta antigua y aprovechando la base de los antiguos edificios.
A pesar de que la capital del nuevo imperio español se estableció en Lima, y a pesar del seísmo de 1650, Cusco mantuvo su carisma como ciudad imperial y creció sin mesura. Los terremotos del siglo XX, que destruyeron de nuevo la ciudad, y el aporte de fondos de la Unesco para su reconstrucción, que pusieron a la luz numerosos restos incas, han convertido definitivamente la ciudad en el epicentro del turismo de Perú.
Habíamos llegado a la plaza de Armas. La que fuera centro del imperio inca, cuenta en el momento actual con alguno de los edificios más importantes de la época colonial. Desde aquí partían las cuatro carreteras, en las cuatro principales direcciones, que enlazaban todos los rincones del imperio.

En este lugar nos encontrábamos, y era todavía temprano para las doce y nuestro check in. Bajamos a la Oficina de Información en la propia plaza y decidimos para esta mañana visitar el sitio de Qoricancha y la iglesia de Santo Domingo. Tomamos la famosa avenida de El Sol para llegar a lo que viene catalogado como las ruinas incas mejor conservadas: el templo del Sol, en su día el más importante, y donde residía el máximo sacerdote inca. La entrada se realiza por un lateral, en el Museo de Santo Domingo.
El Qoricancha era el templo más importante del Cusco, la capital de los incas, el mayor estado del Nuevo Mundo antes de la conquista española, que llegó a superar los 9 millones de habitantes. Qoricancha, del quechua, cercado de oro, estaba rodeado de una alta muralla labrada en grandes piedras perfectamente asentadas y recubiertas en muchos casos por láminas de oro. El templo era dedicado al Dios Sol, Inti, si bien contaba con recintos para la Luna, Venus y las estrellas, además de para los dioses del Trueno, el Relámpago y el Rayo. Los cronistas de la época, como el inca natural de Cusco, Garcilaso de la Vega, narran la abundancia de imágenes en oro y piedras preciosas en los templos, que llegaban a cubrir como digo, las paredes de las estancias más veneradas.
Tras la ocupación española se destruyó parte del templo inca, edificándose en este nivel el complejo de Santo Domingo. Todo el oro fue fundido. Queda la mampostería inca todavía original. El patio de entrada incluye una fuente en el centro que también se encontraba forrada en oro, y a ambos lados los restos de templos incas de forma trapezoidal típica, donde se aprecia la magistral manera de encajar los bloques de piedra en sus edificaciones. La mezcla de arquitectura inca y colonial resulta, cuanto poco, curiosa.
En el coro alto se pueden visitar distintas exposiciones, además de acceder a una magnífica vista de la iglesia y de su altar mayor, construido sobre el altar más venerado por los incas, el del dios Sol. También en este piso superior, el coro y la sacristía.
Bajamos de nuevo y accedemos al exterior de la Iglesia de Santo Domingo, erigida en este lugar tras heredarla el hermano de Francisco Pizarro, Juan, perteneciente a la orden de los dominicos. De nuevo se aprecian restos del impresionante muro inca, curvado en este sector. Una vez fuera del complejo de puede entrar a la Iglesia y apreciar los trabajados retablos en madera. Los arcángeles pintados en las paredes, son llamativos por tratarse de niños mestizos vestidos con ropa moderna: vaqueros, camisetas…
Las once de la mañana y, esta vez sí, volveremos hacia el Hostel para check in y ducha.
Reparador, muy reparador el rato de Hostel. Para comer, y huyendo de meternos en la plaza, bajamos hasta la calle Teatro con Educandas, al restaurante El Mordisco. Un local lleno de cusqueños con algún que otro guiri y que nos da buena impresión. Como siempre, mejor pedir menú que a la carta: son variados y más económicos. La mayoría pedimos de primero salchipapa y de segundo los típicos milanesa, que no son más que los filetes de pollo o ternera, rebozados. La guarnición, crema de zapayo (calabaza) y arroz.
Tras la comida, seguimos calle abajo hasta la bonita plaza del Regocijo, en uno de cuyos laterales vemos varios atractivos restaurantes sobre un bonito porticado, y en una esquina la casa del inca Garcilaso, hoy día Museo Regional. Junto a la misma, la cafetería Cuscoffee. ¿A que no imagináis lo que hicimos? Por desgracia, no fue un muy buen café.
Seguimos paseando fascinados por la riqueza arquitectónica de Cusco, aunque un poco agobiados por la presión de los caza turistas, aquí multiplicados por cien. Caemos nuevamente en la omnipresente y fotogénica plaza de Armas.
COMPLEJO CATEDRAL DEL CUSCO
Cuatro de la tarde. La espectacular luz que cae sobre la fachada de la catedral de Cusco nos anima a visitarla. Compramos el boleto integral que permite el acceso a otros templos. Al entrar a la catedral tomamos el audio guía incluido con la entrada. La Catedral de Nuestra señora de la Asunción, de 1559, se ubica al norte de la plaza. Construida sobre el palacio del antiguo rey inca Viracocha, su estructura precisó más de 100 años de construcción y generó polémica con la vecina Compañía de Jesús, respecto a las dimensiones que debía tener cada una.
A la derecha de la catedral se encuentra la iglesia del Triunfo, y a la izquierda la iglesia de la Sagrada Familia. Se conoce como Complejo Catedral. El tour se inicia con el templo de la Sagrada Familia. Fue el último en construirse, en 1723, sobre el antiguo cementerio colonial. Sencillo, sobre una única nave central y con retablos a ambos lados en los que característicamente se utilizaron espejos para embellecerlos, lo cual se incorporó en las iglesias andinas para captar a los nuevos fieles incas. El retablo mayor de estilo barroco es un ejemplo claro del trabajo de la escuela cusqueña. Trabajado sobre madera de cedro y con oro puro recubriéndola.
Desde aquí se pasa, por el interior, a la magnífica catedral, de más de 4000 metros cuadrados. Bóvedas de estilo gótico y dimensiones enormes. En toda la catedral se esconden secretos de la integración de las culturas cristianas e inca. Sobre los muros destacan los 54 óleos del artista cusqueño, Marco Zapata, del siglo XVIII. En una de las capillas, la Linda, una de las barrocas más labradas, la Virgen de la Inmaculada.
Más adelante, otra que encierra una pintura que recoge el terremoto de 1650, unos minutos que destruyeron gran parte de la ciudad. Una nueva capilla, la de la Virgen del Carmen, muestra otra vez la integración de las dos culturas. Dando la vuelta hacia la otra de las naves, la pequeña capilla de San Antonio de Padua y de nuevo enormes lienzos que dan pistas de la historia de la ciudad, en concreto el dedicado a Nuestra Señora de Belén, patrona de Cusco.
Y siguiendo, una capilla con un Cristo negro, el Señor de los Temblores, patrón de la ciudad y conocido como “el Negro”, pues la talla fue oscureciendo con el humo de los cirios. Fue sacado en procesión durante el terremoto, tras lo cual cedió. De ahí su nombre y veneración.
Otra de las obras maestras de la catedral es el coro, tallado en madera, con un enorme atril móvil en el centro y dos órganos del siglo XVII a ambos lados. En el coro existen 42 figuras talladas de santos de todo el mundo.
Y por fin, el altar principal y el impresionante púlpito de madera de cedro frente al mismo. El altar mayor de la basílica, realizado íntegramente en plata, tiene 1250 kg de este metal cusqueño. Tras el mismo, el lienzo de la última cena de Marcos Zapata en el que se sirve cuy como plato, animal que se comía en época inca en ocasiones especiales. Además Judas, es pintado con tez morena. Nuevas pistas del conocido sincretismo en el arte religioso de la época.
A un lado, la sacristía donde se custodian los valiosos objetos de culto. Igualmente, importantes lienzos que representan a todos los obispos de Cusco, entre otros. Saliendo, la carroza de la catedral, realizada en plata y de muy bella factura. Se saca en la procesión del Corpus Cristi.
Desde aquí y también por el interior, se pasa al Templo del Triunfo, el tercero de los que constituye el complejo, y aunque más antiguo tal vez menos vistoso. Destaca en el altar mayor, la primera cruz traída a Sudamérica de la mano de Francisco Pizarro. En la cripta, los restos del inca Garcilaso tras ser traídos desde España a finales del siglo XX.
Impresionante e imprescindible visita.
Con la emoción y satisfacción del recorrido en el interior de la catedral, nos tomamos un receso. Elegimos una de las tantas cafeterías y restaurantes con bonitos balcones hacia la plaza y a estas horas, repletas. Lo celebraremos con unos pisco sour. Y ya metidos de lleno en la hora feliz, nos acercamos, siguiendo las indicaciones de uno de nuestros mejores viajefilos, al Kokopelli Hostel para disfrutar del ambiente de su ¡pisco bar!
Hora de cenar. Empeñados como estamos en probar el cuy, nos dejamos llevar por la plaza y alrededores, pero entre lo desmesurado de los precios y lo que es peor, la presión que sientes nada más con pasear por delante de un local, decidimos escapar del centro. Se empieza a notar cómo bajan los precios de los platos típicos con salir un par de cuadras. Entramos en Rte. El Kantu, saliendo de la Plaza del Regocijo, en la calle San Juan de Dios. Probamos el famoso cuy al horno (eso que para nosotros parece una cobaya), los anticuchos (filetes de corazón de res a la plancha montados como brochetas, aunque en esta ocasión fueron de carne) y el rocoto relleno (un pimiento relleno con carne). Buena elección.
Y ya no dio tiempo para más. Entre unas cosas y otras, tuvimos que irnos a dormir…
TIPs VIAJÉFILOS
Para el bolsillo
- Taxi estación buses Cusco-centro: 15 soles (4 €).
- Alojamiento Hatun Quilla: 22 € la habitación doble con baño compartido y desayuno.
- Entrada Qoricancha y Templo de Santo Domingo: 15 soles (4 €). Estudiantes 8 soles. La entrada no se incluye en ninguno de los billetes combinados.
- Precio menú El Mordisco: 9 soles (2.5 €). De esos sitios donde estás agusto y compartes local con gente de la ciudad a muy buen precio. Hay que probarlo y seguro que repites.
- Café espresso en Cuscoffee: 4 soles (1 € y poco).
- Catedral Cusco: 25 soles (6.5 €), aunque comprando el ticket integral sirve para San Blas, San Cristóbal y el Museo del Arzobispado por solo 30 soles (7 €).
- Pisco Sour en el Capuchino de Plaza de Armas: 13 soles (4 €).
- Pisco en Kokopelli Hostel, happy hour: 10 soles (3 €).
- Cena para ocho con cocina peruana en Rte. El Kantu: 12 € por persona.
Tiempos y distancias
- Taxi estación buses Cusco-centro: 10 minutos.
- Tour con audio guía de la catedral: 45 minutos.
Información útil
- Muy recomendable la visita con la audioguía, incluida en la entrada, de la catedral. Un montón de información que a poco que te guste algo la historia seguro que encuentras interesante.
Martes, 21 de marzo de 2017. Cusco
Tres días parecían suficientes para visitar la capital del imperio Inca y la que fuera después una de las principales ciudades coloniales del Nuevo Mundo, pero nada más lejos de la realidad. Dos de sus grandes atracciones, el complejo catedral y el Qoricancha, ya los habíamos visitado en el día de ayer; pero en la región de Cusco, el área conocida como valle Sagrado, atesora numerosas poblaciones y restos arqueológicos dignos de visita. El principal problema estriba en elegir cuáles son los mejores. A decir verdad, por lo leído en foros y en mi caso, por mi anterior viaje a Perú, creo que no son una maravilla de ninguna de las maneras, pero es difícil dejar de recomendar algo así cuando estás tan cerca.
BILLETES TURÍSTICOS COMBINADOS PARA CUSCO Y EL VALLE SAGRADO
Para las visitas, tanto de iglesias, museos como de las distintas poblaciones, se pueden obtener distintos tipos de billetes combinados.
En primer lugar existe un billete completo o general para diez días consecutivos que incluye la entrada a los catorce yacimientos del Valle Sagrado de los Incas, evidentemente sin Machu Pichu, y que cuesta 130 soles. También incluiría el acceso a 3 museos en la ciudad.
De otro modo, se puede comprar el conocido como “billete parcial” que tiene dos modalidades y un precio de 70 soles en ambos casos. La primera sería para los yacimientos más cercanos y un día, incluyendo Sacsayhuaman, Tambomachay, Puca Pucara y Qenko. La segunda, con el mismo precio pero validez para dos días, sería para las zonas más alejadas: Pisaq, Chinchero, Matas y Ollantaytambo; sin duda las más interesantes. Hay que tener en cuenta que la famosa zona salinera de Maras no se incluye en ninguno de los billetes (se paga, pues, aparte).
Y por último está el billete religioso que, como su nombre indica, da acceso a algunos de los principales atractivos turísticos religiosos de la cuidad. En concreto permite la entrada a: la catedral, el templo de San Blas, el templo del Triunfo, el templo de San Cristóbal, el templo de la Sagrada Familia y el museo Arzobispal. Para el resto de los numerosos museos y templos de la ciudad la entrada será individual. A nosotros nos interesaban y ninguno estaba incluido en estos billetes combinados los museos de Arte Precolombino y el Museo Inca.
Además hay dos modos de llegar hasta todo estos atractivos, puesto que la compra de los billetes, efectivamente, no incluye el transporte. Se puede hacer con micros y en transporte público, subiendo, bajando y llegando a tu antojo hasta donde quieras (eso sí, tendrás que buscarte algo más la vida); o contratando un tour para las zonas arqueológicas que quieras. Estos tours suelen ir apretados de tiempo, y normalmente suelen visitar dos áreas distintas. Para visitar Pisaq y alrededores por unos 60 soles y para visitar Chinchero, Moray, Maras y Ollantaytambo por unos 35 soles.
Todo esto contando con que ya teníamos desde hacía un par de meses la entrada a Machu Pichu comprada, y esa parte del plan más o menos clara. Sencillo ¿no? Pues aquí va cómo hicimos lo que nos quedaba después de nuestro primer día…
El desayuno, no para tirar cohetes, en la terraza del Hostel, que sí que era tremendo sitio con vistas. En este sentido, decir que el alojamiento quedaba algo retirado del centro y que no era la octava maravilla, pero desde luego de lo más barato que encontramos. En fin, una vez fuera, optamos por iniciar nuestro recorrido subiendo hacia el barrio de San Blas, el que dicen más bohemio de Cusco.
De camino desde nuestro alojamiento, subiendo por calle Tambo de Montero, aprovechamos para visitar la iglesia de San Cristóbal, incluida en el boleto “religioso” que compramos ayer y que se recomienda en las guías. La cuesta que nos lleva se llama “Amargura”, y eso puede dar una idea del esfuerzo que supone subirla. Al menos, las vistas desde el mirador de la Iglesia bien merecen el llegar prácticamente sin aire.
Y para hacer la experiencia completa, optamos por subir al campanario de San Cristóbal. El templo, construido sobre el palacio inca de Colcampanta, da acceso a la vieja ciudadela de Saqsaywamán. Siguen sorprendiéndonos el realismo extremo con el que tratan las imágenes, sobre todo en lo que se refiere a heridas sangrantes en los Cristos, muy llamativo en las esculturas.
Desde aquí, estrechos callejones con empinadas escaleras llevan hasta San Blas, que aparece colgado de la montaña. Bajamos por calle Tandapata que llega al parque San Marcos. Vemos en esta calle algunos alojamientos que presumen de bonitos miradores y sin duda resultan agradables para pernoctar. Llegamos al mirador de San Blas, desde donde se puede apreciar, al menos teóricamente, la forma de puma de la ciudad inca. Los ríos Saphy y Tullumayo delimitaban la silueta del felino puesto de perfil. Vemos algún cartel que advierte de robos en la zona, pero al menos de día, no nos parece peligroso.
Descendiendo desde el mirador por un pequeño callejón, P’asñapakana, vemos una entrada que es fácil pasar desapercibida. Accede a un espectacular local, Limbo Resto Bar: precioso lugar donde tomar una copa al atardecer, aunque nosotros aprovechamos el momento para una parada, y la vista no desmerece el momento.
Un fantástico rato de descanso y de nuevo en camino. Esta vez, rumbo a la iglesia de San Blas, en la plazoleta del mismo nombre. Las calles del barrio de San Blas merecen el paseo: comercios, cafeterías, artesanías… En una de ellas, la atractiva calle Tanda Pata, una bonita tienda, King of Maps, vende bellos mapas antiguos de Sudamérica. Llegamos a la iglesia, la más antigua de Cusco, de 1536 y famosa por el púlpito tallado de madera de un solo tronco y una curiosa leyenda al respecto. La historia cuenta que el artista, Diego Tomás de Cerda, dedicó su vida a realizarlo tras salvarse de una enfermedad grave. Una calavera en lo alto del mismo, dicen, es del autor. Y si el púlpito resulta impresionante, no lo es menos el altar mayor, cubierto de pan de oro.
Desde la plaza y bajando la cuesta de San Blas, más adelante, en la calle Hatunrumiyoc, llegamos a la famosa piedra de los 12 ángulos. Sobre el fantástico muro, el museo del Arzobispado. Aprovechamos que está incluido en el billete turístico que tenemos y lo visitamos rápidamente. Giramos a la derecha por calle Palacio hacia la plaza Nazarenas. El museo de Arte Precolombino, la casa de las Siete Culebras, la iglesia de San Antonio Abad, la casa Cabrera o el actual hotel Monasterio, son algunos de los bellos edificios que la circundan. La calle Córdoba del Tucumán nos lleva a la plaza de Armas, a espaldas de la catedral. Antes de bajar, el museo Inca en el palacio del Almirante.
Para comer hoy elegiremos alguno de los muchos restaurantes de calle Platero. No es fácil elegir, y definitivamente entramos en el Jardín Cusqueño que ofrece menús de comida peruana a buen precio. A decir verdad, no creo que haya gran diferencia en las cartas que se ofrecen en muchos de ellos. Terminada la comida toca café y ningún sitio mejor que Starbucks. La localización, la comodidad y, por supuesto, el café, lo hacen irresistible.
Todavía con ganas para un paseo al mercado Artesanal de Qoricancha en la Avda del Sol y… ¡tarde libre!
Para la cena, una de las varias pizzerías que hay junto al Hostel, y a dormir…
TIPs VIAJÉFILOS
Para el bolsillo
- Billete combinado general: 130 soles (38 €).
- Billete combinado parcial: 70 soles (20 €).
- Billete integral religioso: 30 soles (7 €).
- Entrada individual catedral: 25 soles (7 €).
- Museo de Arte Precolombino: 20 soles (6 €).
- Museo Inca: 10 soles (4.5 €).
- Lavandería 5.5 Kg: 22 soles (6.5 €).
- Jugo en Limbo Resto Bar: 7 soles (2 €).
- Menú peruano en Jardín Secreto: 12 soles (5 €). De los más económicos que vimos en la famosa calle Platero. Una buena terraza interior en la que tal vez pasamos algo más de calor del deseable.
- Pizza mediana: 22 soles (6.5 €) Pizza familiar: 32 soles (9 €). Pegadito al hostel, con aspecto deplorable y unas buenas pizzas a pesar de ello. La encantadora familia que atiende el pequeño local, sorprende por su hospitalidad y la calidad de lo servido.
Información útil
- Subir al Barrio de San Blas y tomar una copa en Limbo Resto Bar. Unos sillones donde tomarla con una privilegiada vista de la ciudad. Sirve para el ataredecer y poder disfrutar de alguno de los conciertos que organiza, aunque un buen jugo por la mañana aprovechando el paseo por el barrio tampoco es mala idea.
Miércoles, 22 de marzo de 2017. Cusco
Hoy queremos dedicarle el día a alguna de las iglesias que nos quedan por visitar, tal vez algún museo y descansar algo antes de partir a Machu Picchu. Hemos descartado cualquiera de las opciones dentro del Valle Sagrado. Cusco es demasiado atractivo y, como escribí, de mi anterior visita no tenía grandes recuerdos de los yacimientos. Además, ha amanecido bastante lluvioso y no es buena idea emprender una excursión por el Valle. Este extremo nos preocupa. Desde hace días, Perú entero y más intensamente la costa, está sufriendo un temporal de lluvias como no se recuerda hace años, un auténtico desastre nacional. Huaicos, una palabra que desconocíamos hasta el momento, es la más repetida en las noticias. Se trata de avenidas de agua y barro que caen desde los Andes con tal fuerza, que han provocado hasta la fecha numerosos muertos y cuantiosos daños materiales. Hasta el momento nuestro viaje ha discurrido con normalidad. Pero con esto rondando en nuestras cabezas, nos poníamos en marcha esa nublada mañana.
La primera de las iglesias que visitamos es la iglesia de Santa Teresa, cercana al Hostel, por la calle Siete Cuartones. De 1673, con un bellísimo altar en pan de oro y azulejos sevillanos en sus paredes interiores según hemos leído, pero que no pudimos visitar pues sólo se abre al culto a las 7 de la mañana.
Desde aquí bajamos por la calle Santa Teresa, cruzamos la plaza del Regocijo y llegamos a la iglesia de La Merced (abierta de 8 a 12:30 y de 14 a 15:30 horas), tercer conjunto colonial en importancia en Cusco, si bien y gracias al favor de Pizarro, gozó durante años del mayor prestigio en la antigua ciudad. Aunque los mercedarios llegaron a Cusco en 1535, no fue hasta 1580 que se avanzó en la construcción, que cayó tras el terremoto. La imponente fachada y su amplio portón renacentista nos llaman la atención en el exterior (hemos pasado ya varias veces y dedicado más de una foto). Al acceder se pasa al fabuloso claustro: anchas columnas que sostienen los dos niveles. Los trabajados techos artesonados y las pinturas decorando todo el patio, embellecen sobre manera la escena.
Merece la pena entrar en el claustro y al conocido como Salón de Oro y Plata, con algunos de los grandes tesoros religiosos de la orden. La más importante: la custodia, una de las joyas más valiosas del Perú y de América del Sur. Con 1 metro y 25 cm de altura y 22 kg de peso, nos dejó totalmente boquiabiertos. Son, nada más y nada menos, que 250 gramos de oro macizo, 1518 diamantes y 615 perlas, entre ellas la segunda mayor del mundo, con forma de sirena. ¡Como para no perder el encaje de la mandíbula!
A uno de los dos lados, el lienzo más grande de todo Sudamérica, en una de las escaleras que sube a la segunda planta. En el piso superior disfrutamos de varias salas con pinturas, aunque tal vez echamos en falta información de los autores y épocas. Desde el claustro accedemos al coro en la parte superior de la basílica. En las tres naves de la misma se pueden apreciar algunas pinturas de grandes artistas como Zurbarán o Rubens, según leemos; pero sería necesario entrar en la misma para verlas, no se pueden disfrutar desde la altura del coro. En la cripta se encuentran las tumbas de Diego de Almagro o Gonzalo Pizarro, lo cual da idea de la importancia del complejo en la época.
Justo enfrente, un par de locales te empujan a sentarte a un buen café. Elegimos La Bondiet, con una carta de tartas no aptas para diabéticos…
Tras la visita de La Merced y el subidón calórico, bajamos hacia la plaza y visitamos la Compañía de Jesús (abierta de 9 a 17:30 horas), el edificio que rivalizó con la catedral en su levantamiento, y que forma parte imprescindible de la estampa de la gran Plaza de Armas. La primera construcción, que data del 1571, se vino abajo también en el sismo de 1650; y con la nueva edificación se dejó de lado la austeridad de los antiguos templos jesuíticos, pasando a la grandilocuencia del barroco. Y sin duda, esas dimensiones y lo sobrecargado del estilo se notan al entrar a la nave principal y en el retablo del altar mayor, con 21 metros de alto y 12 de ancho, de madera de cedro bañada completamente en pan de oro. De hecho, es el mayor retablo de Perú, francamente impresionante. Ante tal derroche de trabajo y dedicación, se hace difícil pensar en la vida que pudieron llevar los artistas que realizaron tan bellos trabajos a las órdenes de la iglesia.
A un lado, la sacristía con imágenes de santos tallados en una sola pieza de madera y de increíble trabajo asimismo. El púlpito de la basílica, el único en Cusco bañado completamente en pan de oro, resulta igual de vistoso que los sucesivos retablos en las paredes laterales. Justo antes de la salida, algunos de los lienzos más importantes de Perú muestran algunos de los primeros matrimonios nobles del nuevo país, allá por el siglo XVII. Por la parte posterior de uno de los retablos, subimos a uno de los campanarios, y os podéis imaginar las vistas… Sin duda, otra de las mejores visitas de Cusco, junto con la plaza de Armas y la imponente fachada de la catedral cusqueña.
Desde aquí nos dirigimos a la plaza e iglesia de San Francisco. Llegamos a través de la bonita y animada peatonal calle Marqués, bajo cuyos cimientos han aparecido nuevos restos de la ciudad inca. Antes de visitar la iglesia, en un lado de la plaza, un nuevo mercado de artesanía… ¿cómo vamos a resistirnos a dar una vuelta?
Definitivamente cruzamos y visitamos la iglesia y convento, abiertos de 9 a 18 horas, y que obligatoriamente hay que realizar con guía. Enorme y austera se describe en otras guías, siendo también nuestra impresión inicial. Lo primero que visitamos es la sala capitular dedicada a San Antonio de Padua, aquel santo franciscano que sufría “hidropesía”, nos cuentan. Para nosotros, sanitarios, atar cabos y sumar alcohol, ascitis y visiones, no nos resulta difícil.
Lo más destacable en el convento resultan ser las numerosas pinturas de la escuela de Cusco, entre las que se encuentra el enorme lienzo que representa la genealogía de San Francisco de Asís con hasta 683 personajes (el que dicen es el tercer lienzo mayor del mundo); y la Última Cena de Diego de La Puente. Un rato contemplando el lienzo te sirve para hacerte una idea de lo inteligente del proceso de evangelización. En una muestra más del conocido sincretismo religioso, cambiaron los platos de la cena por algunos típicamente andinos como el cuy, como plato principal, representaron a niños, símbolos de pureza, e incluso se muestran más personajes, algunos indígenas, como sirvientes en la escena. Toda una simbología encaminada a la mejor comprensión del mensaje eclesiástico para los indígenas, mezclando términos de ambos mundos si era necesario.
Bajamos también a las catacumbas, con numerosos restos óseos de frailes franciscanos y personajes que con su dinero podían pagar la sepultura en este lugar, como los ricos hermanos Salcedo. Lo último que visitamos es el templo en sí, igualmente construido, como todo en Cusco, sobre un palacio inca, con su magnífico coro junto a un enorme órgano traído de Europa. El guía nos cuenta que tal fue la vorágine de fabricación de tallas de madera de cedro durante la época preinca, inca y colonial, (pues esta madera no se apolillaba), que no quedan cedros en Cusco (dicen que sólo resiste uno, en el Hotel Monasterio).
Al frente, cruzando el arco, la iglesia de Santa Clara y San Pedro y ya, con la hora de la comida apremiando, nos colamos en el mercado de San Pedro. Un corto paseo entre los puestos de verduras, de quesos, de frutas, de especias y hierbas… nos abre más el apetito si cabe y nos lanzamos a comer en uno de los puestos del mercado. Toda una experiencia culinaria en sí misma: el ambiente, los platos, los sabores… Recomendable 100%.
Y para la tarde, después de un buen café, ya podéis imaginar dónde, nos acercamos a visitar el museo Inca (abierto de 9 a 18 horas) en la cuesta del Almirante, tras la catedral. El recorrido comienza por las culturas preincas, todas ellas después eclipsadas por los omnipresentes incas: asentamientos como los de Tiwanacu, Pukara o Qollao y culturas como huaris, chimús o mochicas, con distintos cientos de años de antigüedad e igual final. Se muestran utensilios de cada uno de los periodos hasta llegar al establecimiento de la cultura inca.
A partir de ahí, se explica el dominio del cultivo en terrazas de los incas, básicamente dedicadas al maíz y a la papa; y el tremendo avance de la época en el terreno del urbanismo y la arquitectura, recogido en las crónicas de los conquistadores. Se muestra una selección de objetos de arte, elementos para la guerra y tejidos de la época inca. También se enseña el manejo de técnicas en el campo de la medicina y cirugía, como el remodelado craneal, símbolo de nobleza, las trepanaciones o las momificaciones. La exposición continúa por la conquista española y el período colonial, años en los que se mantuvo una férrea resistencia inca duramente reprimida por los españoles. En general, un museo recomendable para acercarse algo más a lo que fue el gran imperio de los incas.
No hemos salido todavía del museo, cuando una lluvia torrencial arranca sobre Cusco. Hacemos tiempo y buscamos un lugar donde cobijarnos el resto de tarde. El primero que encontramos y en el que echamos súper a gusto un par de horas, el Bagdad. ¡Vaya buenos cafés combinados!
Hoy toca preparar una pequeña mochila para emprender mañana la ascensión hasta Aguas Calientes. El resto de equipaje se quedará en custodia en el hostel hasta la vuelta en un par de días. Así que toca elegir qué peso llevar…
Sigue lloviendo y decidimos andar muy pocos metros para la cena. Paramos junto al hostel en el bonito restaurante de Niños, un proyecto que cuenta con alojamiento, tienda y restaurante y que, organizado por una holandesa hace años, cumple cierto objetivo social. Merece mucho la pena probar. Sin duda, en los próximos días recordaremos la pasta de esa noche en muchas cosas ocasiones.
TIPs VIAJÉFILOS
Para el bolsillo
- Museo y Convento de La Merced: 10 soles (3 €) y 5 soles con carnet de estudiante.
- La Bondiet, 2 cafés espressos y dos porciones de tarta: 22 soles (6 €).
- Compañía de Jesus: 10 soles (3 €) y 5 soles con carnet de estudiante.
- Museo Catacumbas y Convento de San Francisco: 10 soles (3 €).
- Menú completo con sopa y plato fuerte en el Mercado de San Pedro: 5 soles (1.5 €). Un lugar donde hay que ir con las ganas de probarlo todo y comprobar que si hay cola para sentarse es por un buen motivo, lo sabroso y barato de sus platos.
- Museo Inca: 10 soles (3 €).
- Cena en Niños (pasta con vino y entrantes): 45 soles (12.5 €). Puede parecer caro en la ciudad, si bien los hay mucho más caros. Pero si además de que vas a probar uno de los mejores platos de pasta en Perú le añades el agradable ambiente y el poder colaborar con un proyecto solidario con tu comida, no hay duda de que hay que visitarlo.
Tiempos y distancias
- Visita de La Merced: un mínimo de 30-45 minutos. Otros tantos de llevará la visita de la Compañía de Jesús y el Convento y Catacumbas de San Francisco.
Información útil
- Las visitas de La Merced y la Compañía de Jesús son totalmente imprescindibles. No se permite tirar fotos en el interior, al igual que en la mayoría de templos de Cusco.
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3 comentarios en “Que ver en Cusco en 3 días”
Muy de acuerdo con tu descripción de las actividades que uno puede hacer en la Ciudad del Cusco.
Calles llenas de colores y olores. Su comida, su cultura, su gente…difícil elegir. Me quedo con los recuerdos que vienen a mi mente al ver estas preciosas fotos.
Me habría quedado unos cuantos días más, aunque creo que da para estar unas semanas o incluso meses dando vueltecitas por semejante ciudad. Cusco me impresionó más de lo esperado, y creo que no nos dejamos ni una sola iglesia por visitar. Me gustaría volver, comer de nuevo en el mercado de San Pedro, perderme por sus calles y subir de nuevo al mirador de San Blas para admirarla desde las alturas. Fascinante. Gracias.