Tres días en la Paz y llegaba uno de las jornadas más esperadas y temidas a la vez: emprender el descenso de la carretera de la muerte en bicicleta. Miedo no, lo siguiente… Y es que a pesar de lo leído, de las medidas de “seguridad” que habíamos repasado, de los cientos de preguntas que lanzamos a los organizadores del tour… ahora tocaba subir en la bicicleta y bajar (aquí quedaría bien, “a toda velocidad”, pero no sería así…) por la estrecha vía que te lleva de la Paz a los Yungas… Aquí te contamos todo lo que necesitas si quieres bajar la carretera de la muerte en bicicleta, los tramos, el equipo, los tiempos… todo y más para emprender una de las aventuras más fascinantes de Bolivia.
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Sábado, 11 de marzo de 2017. Descenso de la Carretera de la Muerte
Tras el fiasco de ayer, hoy de nuevo con los nervios en el estómago para el descenso de la carretera a los Yungas. Amanece con lluvia; el tiempo es tan impredecible en La Paz que no sabemos lo que encontraremos después. De nuevo, a las ocho de la mañana, estamos en la oficina de Vértigo Tours.
Hoy sí parece que saldremos y, visto desde el lado positivo, como hay que ver estas cosas en los viajes, ahorraremos unos 14 euros de acceso al descenso, los que se comprometieron a pagar por el error del día previo.
Carretera de la Muerte
La carretera de la Muerte de la que “disfrutaremos” suma un total de 64 km, un 25% inicial asfaltado y el resto no. Su principal atractivo es el descenso por un paisaje increíble desde las cimas de La Paz hasta él área de selva de los Yungas, lo que supone pasar de los 4700 metros de inicio en La Cumbre hasta los 1200 en Yolosa.
Atravesaremos en esa distancia: cascadas, ríos, vegetación exuberante, valles y montañas andinas, durante las 4 ó 5 horas que dura el descenso. Una cosa que tenemos clara y que nos transmiten desde el primer momento, es que no se trata de una competición y que la idea fundamental es disfrutar el camino. Lo que no sabemos es si antes la han bajado nevada.
A las 8:15 nos ponemos en marcha en la furgoneta con dos jóvenes noruegos, hacia “La Cumbre“, solo el nombre produce pánico si lo que te espera es una bicicleta. A las 9, después de subir y subir, paramos en un improvisado pueblo a las afueras de La Paz, junto a la carretera. Un control policial y muchos puestos que venden comidas y bebidas calientes. Muy cerca ya, las cumbres nevadas. Compramos unos ponchos de plástico, sigue lloviendo. Tras una breve parada, nos ponemos en marcha y alcanzamos pronto las montañas nevadas, la lluvia pasa a ser una fina nieve.
De fina pasa a más consistente. Y la carretera pasa a ser una pista de hielo y nieve que parece preocuparnos solo a nosotros. Bueno la cara de los chavales noruegos también es un mapa, será que ellos no ven nieve habitualmente… Por un momento parece que nos quedaremos incomunicados allí arriba y hasta los propios guías comienzan a convencerse. No me imagino un ejército de quitanieves bolivianos limpiando la carretera y ya son varios los vehículos atascados en la nieve en pocos minutos.
Finalmente conseguimos pasar arriesgando, he de confesar, y paramos un poco más adelante de la cumbre. La nieve hace imposible empezar desde la cima con las bicicletas, así que hacemos parte del descenso con la furgoneta. No nos fiamos mucho del agarre y por momentos el vehículo baila en la carretera. El guía y el conductor se muestran sorprendidos por la nieve en esta época, supuestamente de lluvias. Definitivamente, nos quedamos atascados… camiones, coches y furgonetas atrapados a 4700 metros en los andes…
Parece que pasada la cumbre, cosa que conseguimos, ha dejado de nevar y la carretera pinta más transitable. Así que finalmente paramos las furgonetas y nos colocamos el equipo para empezar el descenso. Gran parte de la parte asfaltada y más sencilla a priori, es la que nos hemos saltado, impracticable por la nieve. Son las 10:30 cuando ¡comenzamos a 4300 metros!. Salimos 10 personas y 2 guías. Una media hora de instrucciones, manejo de frenos, señales…
El equipo necesario de para el descenso y que traíamos: chubasquero, ropa de baño (el final del recorrido se premia con un baño), prendas de abrigo (se empieza temprano y a mucha altura, a medida que se desciende, se irán quitando capas. La verdad es que no teníamos prevista ropa de nieve), muda completa (probablemente llegas mojado al destino), protector solar y repelente. En la compañía nos facilitan la ropa, pantalón y chaqueta, para llevar sobre la nuestra, sobre todo en la primera parte del descenso. Igualmente te facilitan casco, rodilleras, coderas y guantes, todo en la talla adecuada mediante solicitud firmada el día previo. También te piden que lleves algo de dinero, para pagar el acceso a la carretera y la bebida en el almuerzo y una copia del pasaporte. Llevamos las botas de montaña en previsión de barro y agua. Pero, tal cual se ha puesto la carretera, todo esto ¿servirá de algo?.
Nuestro itinerario y paradas en la Carretera de la Muerte:
La primera parada e inicio de la ruta sería la Cumbre, por donde ya hemos pasado con la furgoneta y por muy poco nos quedamos. Habitualmente se parte desde arriba, pero estos primeros 8 km eran imposibles de recorrer por la nieve como comprobamos.
Hasta la primera parada, unos 30 km entre increíbles montañas verdes, barrancos sin límite, cascadas y un paisaje espectacular. Se circula tranquilo, tú marcas la velocidad. Manteniéndote a la derecha, el resto de vehículos pueden adelantarte sin problemas, el ancho de la calzada lo permite. En este tramo todavía circulan vehículos en ambos sentidos.
La siguiente parada Unduavl. En este punto bajamos de la bici y hacemos unos 8 km en la furgoneta. Hemos recorrido unos 40 km de ruta. Nos sirven un bocata y un snack. El motivo de continuar en el vehículo, es que es el único tramo cuesta arriba. Aquí ya luce el sol y empieza a sobrar alguna capa de ropa.
En Chuspipata, de nuevo sobre la bici. El trozo más largo y sin asfaltar, a partir de aquí. En total 32 km que se estrechan y llevan entre 2 y 3 horas. Las vistas de la ruta desde arriba son espectaculares. Sobre las 12:30 comenzamos el tramo más peligroso de la Carretera de la Muerte. Vamos haciendo distintas paradas sobre paisajes que van cambiando hacia selva tropical. Pasamos entre precipicios y por debajo de saltos de agua.
A 2300 metros, el mirador de San Juan, con una nueva parada y tiempo para muchas fotos. Aproximadamente estamos a mitad de camino y la tensión se nota sobre todo en brazos y manos, agarradas a los frenos. Tal vez mañana lo único que duela sea otra cosa sobre la que andamos sentados… Cruzamos al poco la zona de cascadas y la más estrecha del recorrido, tristemente recordada por la multitud de accidentes que aquí se produjeron. Vemos desprendimientos que nos obligan a bajar de la bici y cruzar riachuelos a pie con la bici a cuestas.
Poco más adelante, tal vez por esa falsa confianza que te da la buena marcha hasta el momento, la gran caída, sin lesiones graves pero de la que me acordaré esta semana y he de decir, mucho tiempo más.
Sobre las tres de la tarde, tres horas después de comenzar, llegamos al Cerro Rojo a 1554 metros. Tan sólo 20 minutos más para terminar: Yolosa, fin de recorrido. Difícil imaginar que serían tan duros. Sin duda toda una experiencia. Hemos bajado más de 3500 metros de altitud en pocas horas.
El paisaje aquí abajo, las Yungas Bolivianas, ha cambiado radicalmente respecto a la salida. El área, donde los españoles trajeron los esclavos negros africanos, es un área plagada de vegetación. Aquí eran más útiles: el cultivo de la hoja de coca era básico para que funcionara la mina de Potosí, y allí arriba no aguantaban mucho tiempo la altitud. No queremos imaginar lo dura que era la ascensión de toda aquella mercancía…
La Carretera de la Muerte, se cobró muchas vidas. Tenía preferencia el que subía hacia La Paz, de modo que los vehículos que bajaban hacia Coroico y las Yungas se veían obligatoriamente expuestos al lado derecho del estrecho carril y con ello al precipicio. Muchos caían: se calcula en torno a 200-300 muertes al año. En el 2008 se terminó la nueva carretera, por cierto de diseño español y desde entonces se trata de una atracción turística más. Dura, difícil, pero tremendamente satisfactoria al final. Sin duda recomendable.
Para las cuatro llegamos a destino. La comida está incluida en un camping, Dos Ríos, donde paramos. Incluye toalla, ducha y ¡piscina!. También fue el momento perfecto para una paceña, aquello si que era un momento cervezefilos.
Sólo queda la vuelta, esta vez por la nueva carretera, ahora ya con dos carriles. Con la luna llena como fondo, puede que sea una de las carreteras de montaña más bonitas vistas.
Dos horas y media nos llevó volver a La Paz, a pesar de que el conductor no reparó en apurar la velocidad. Las ocho de la tarde y deseando que ya existiera el tele transporte, volvemos a casa… Antes pararemos en plaza Abaroa a tomar algo. ¡Mañana rumbo al Titicaca!
TIPs VIAJÉFILOS
Para el bolsillo
- Taxi para trayecto en el centro, entre 10-15
- Descenso de la carretera de la Muerte con todo el material, transporte y comida con Vértigo: 500 Bol (70 €) cada uno. Incluye una camiseta y un CD con las fotos y el vídeo del recorrido.
- Entrada a la carretera de la muerte: 50 Bol (7 €) por persona, que nosotros terminamos por no pagar.
- Cena para dos en Ellys Pizza de plaza Abaroa: 75 Bol (10 €). Razonable por el precio. Merecida cena después de tener “atado” el estómago todo el día…
Tiempos y distancias
- Tour de la Carretera de la Muerte: en torno a cuatro horas en bicicleta. El día completo que supone el tour lleva unas 12 horas.
Información útil
- Impresionante e imprescindible el realizar el descenso de la Carretera de la Muerte. Confianza y paciencia, seguro que lo consigues sano y salvo.
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