Viajar a Cuba por libre II: Cienfuegos y Trinidad

Nuestros días para el visitar el Valle de Viñales habían terminado y el buen sabor de boca que nos había dejado el valle de los guajiros hacía que nos costara mucho abandonar el lugar. De todos modos y aún conscientes de la distancia que separa Viñales de Cienfuegos, emprendíamos la siguiente etapa con muchas ganas. Nos esperaba la atractiva ciudad de Cienfuegos y antes de llegar a la colonial población de Trinidad, una escala para emprender alguna ruta en el Parque Nacional de Topes de Collantes, desde luego una de las mejores visitas de Cuba.

Día 4. Miércoles 11 de Mayo. Viñales-Cienfuegos (400 km, 5 horas y media del tirón)

Si en algún momento pensasteis en levantarse tarde en Viñales, olvidarlo, ¡los gallos de por aquí madrugan muchísimo! Nuestro consuelo, pensar que lo que pretendíamos era madrugar para salir temprano hacia Cienfuegos, esperaban unos 350 km de carretera y queríamos hacer alguna parada en el camino. Así que sobre las 7:30 y con el buen desayuno de Jean Pierre en el cuerpo nos poníamos en marcha. Lo primero fue repostar en el propio pueblo de Viñales, lo de llenar el depósito es religión para el turista en coche de alquiler por Cuba, pues las gasolineras son más bien escasas en el país. Siguiendo los consejos de la compañía, llenamos con gasolina “de la cara”, la de 94 octanos. El litro está a 1,20 €.

Salíamos a las 8 de la mañana y tras 160 km, a unos 10 km de La Habana parábamos en un restaurante de carretera, El Rumbito de Machurucutu, toda una rareza en la autovía (no vimos demasiados sitios donde poder tomar algo en todo el recorrido). Las dos horas de camino bien merecían un café. A partir de aquí circunvalar La Habana y seguir por la autovía hasta Cienfuegos. En el camino la posibilidad de desvío hacia La Ciénaga, el parque nacional del Sur occidental, la Bahía de Cochinos, famosa por el fiasco norteamericano por invadir la isla en plena guerra fría o Playa Larga, la que dicen, una de las clásicas para el turismo nacional. Nosotros preferimos seguir camino para llegar a una buena hora y conocer la ciudad con mayor tranquilidad.

La autovía entre La Habana y Santa Clara que lleva a Cienfuegos está en muy buen estado y, esta vez si, cuenta con “paradores”, pequeños restaurantes en los que comer algo. También vimos un par de gasolineras en el camino. Y valga como curiosidad, un supuesto timo que ya habíamos leído en otros blogs… En la zona que circunvala La Habana y antes de llegar a la autovía número 1 que lleva a Cienfuegos, un tipo con una gorra nos paro para “ayudarnos” pues la entrada a la mencionada vía estaba cerrada… Le dijimos que no se preocupara y seguimos camino. Efectivamente, no había ningún problema de acceso. Al parecer se suben al coche para guiarte, te marean en la circunvalación y después piden dinero para poder tomar un taxi de vuelta, como pago a su “ayuda”.

Y poco antes de las dos, tras unas cinco horas y media de trayecto, entramos en Cienfuegos, cruzamos la ciudad por el Paseo del Prado y llegamos a Punta Gorda en busca de un restaurante. Frente al Palacio del Valle, el Restaurante Covadonga, nos sirve para unos buenos filetes de pescado y dos Cristal (24 CUCs). Hay una inscripción en la entrada que dice que el Comandante se comió una paella en plena revolución en este lugar… Con esta faceta cubierta, salimos a conocer los edificios más emblemáticos de Punta Gorda. Más tarde buscaremos alojamiento, la oferta es amplísima.

Lo mejor de la ciudad de Cienfuegos

Cienfuegos fundada por población francesa en el XIX, fue declarada en 2005 Patrimonio de la Unesco. La conocida como París cubana destaca por el trazado recto de sus calles y sus edificios neoclásicos. La parte más antigua perfectamente conservada se distingue de la zona más cercana a la bahía, Punta Gorda, donde los ricos terratenientes de la caña emplearon gran parte de sus pingües beneficios en la construcción de ornamentados palacetes. Es de destacar también por su restauración, según las guías. No vimos esta faceta de la ciudad…

En Punta Gorda visitamos el curioso Palacio del Valle, mezcla delirante de estilos fruto del dinero mezclado con el poco gusto, hortera vamos. Con 3 CUCs nos tomamos sus cafés y nos permiten la visita. Subimos a la terraza, desde donde se ve la bahía y el extremo del cabo. La abundancia de personal buscando negocio hace que no nos resulte muy atractiva la zona y los otros dos palacetes los vemos desde la carretera antes de volver al centro histórico.

En una calle paralela al Paseo del Prado buscamos la Casa Las Golondrinas. Esta llena, pero su dueño Víctor, nos lleva a una casa de un familiar en el paseo que definitivamente nos gusta por precio y ubicación, 25 CUCs la habitación con baño. La Colonial, una enorme casa de más de 100 años que nos sirve para explorar la ciudad. La señora Julia nos ofrece por dos CUCs aparcar el vehículo vigilado, lo cual aceptamos. Bajamos hacia la famosa Plaza de José Martí y de camino nos acercamos a la oficina de cambio, abierta hasta las cuatro. Ofrecen el cambio a 1.10

Bajamos bajo un sol radiante a la Plaza y tras unas cuantas buenas fotos, corremos en busca de un refresco. El tradicional Palatino nos sirve para un par de limonadas. Alrededor de la plaza:

-La Catedral de la Purísima Concepción de 1869
-La columnata de la fachada del Colegio de San Lorenzo
-El Palacio de Gobierno
-La Casa de la cultura Benjamín Duarte, con un mirador con cúpula
-La Casa del Fundador, Louis D’Clouet
-El Museo Provincial
-El Teatro Tomas Terry con un auditorio de 950 butacas. Entramos a verlo (2 CUCs)
-El Arco de Triunfo que da paso a la estatua de José Martí

No llegamos a visitar ningún otro edificio por dentro pero las imponentes fachadas y su correcta restauración dan una idea de la antigua importancia de la ciudad. Entramos eso sí, en una galería de arte y tienda de recuerdos, en una de las esquinas, con precios razonables. Existen en toda la plaza muchas galerías que ofrecen pinturas. Acabamos comprando un par de cuadros de pequeño tamaño, nos sorprende el papeleo que nos rellenan para no tener problema en la aduana a la salida.

Arranca a llover y ahora toca un mojito pues. Nos metemos en el Polinesio, en la plaza. El mojito a 2.5 CUCs. En menos de una hora luce de nuevo el sol, ahora sí, atardeciendo. Desde la plaza, bajamos por una calle peatonal, Santa Isabel, empedrada y ornamentada con poco acertados maceteros, hasta la bahía con vistas del malecón. Al final de la calle, la restaurada y vistosa fachada azul de la Aduana. Giramos a la izquierda en busca del Prado, el paseo más largo de Cuba… ¡me encantan estos datos! Flanqueado por las antiguas casas de fachadas artesonadas es el que nos lleva de vuelta a nuestra choza.

Una ducha, un rato de descanso y salimos a cenar. Recomendado por la señora, cenamos en El Criollito. Nos cobran 20 CUCs a cada uno, por los platos de camarones, cierto que los más caros, nos pareció exesivo… No lo piseis

Mañana salimos hacia Trinidad. Nos ha decepcionado algo Cienfuegos, seguro que influenciados por el buenísimo sabor de boca de Viñales. Le falta ambiente enfocado al turismo, restaurantes, terrazas, locales en general; le sobran los habituales jineteros que tratan de hacer negocio gratuitamente con el turista.

Día 5. Jueves 12 de Mayo. Cienfuegos-El Nicho-Salto del Caburni-Trinidad

Si bien no queríamos darnos un gran madrugón, fue inevitable salir más allá de las 8:30. Nuestro destino final, Trinidad, pero de camino nos adentraríamos en el Parque Nacional de Topes de Collantes por su extremo occidental para visitar él área del Nicho, famosa por sus cascadas. Antes de salir aprovechamos en la calle que nos lleva la salida para repostar en una gasolinera.

AREA DE EL NICHO EN PN TOPES DE COLLANTES

En una hora aproximadamente recorremos los 50 km hasta El Nicho. El desvío en el pueblo de Cumanayagua te lleva a los últimos 15 km de curvas pero con firme en buen estado. Una vez cruzas el gracioso pueblo de Crucecita estás dentro del parque y los paisajes entre pinares y palmeras son muy bellos. La sorpresa nos llega en la entrada del parque, han subido los precios, la visita es obligatoria con guía… en fin, nos levantan 20 CUCs por los dos con “el parqueo” incluido. Antes de la salida guiada (10:30) tomamos un café allí mismo (Restaurante El Colibrí, 2 CUCs). El Sendero de las Aguas como llaman te lleva en unos dos kilómetros de baja dificultad hasta las cascadas y pozas, con las que te vas cruzando de camino. No nos bañamos, por pereza, creo que los únicos que no lo hicimos. Más arriba, un mirador con vistas del PN. Puede que cobren más de lo razonable y que este algo saturado, pero nos mereció la pena el desvío. Una hora y media de visita y emprendíamos el regreso.

Las dos posibilidades: 90 km hasta Trinidad volviendo por la carretera fácil o… 30 km cruzando el PN. ¡Quien dijo miedo! Nos tiramos a cruzar hacia Topes de Collantes y cruzar 18 km nos llevó casi una hora, nada recomendable… y pensamos que imposible en época de lluvias. El Kia Picanto superó el reto, no sabemos cómo volverá. Salimos pues al norte de Trinidad, en pleno parque nacional, junto al pueblecito de Cuatro Vientos. A partir de aquí la carretera es algo más asequible aunque con importantes cuestas hasta la zona de hoteles y el centro de información de Topes de Collantes. Preguntar allí es casi igual de eficaz que ir con una guía…

SALTO DEL CABURNI DEL PN DE TOPES DE COLLANTES

A un paso, junto al penoso hotel de la época de Batista allí construido, dejamos el coche en Villa Caburni, un restaurante donde nos damos un respiro después del estrés del camino y decidimos comer (18 CUCs los dos un par de buenos platos). Desde aquí se emprende entre otras la ruta de 5 km hasta el Salto del Caburni, una cascada con una caída de 62 metros. Sobre las dos de la tarde tras comer, nos ponemos en marcha a la cascada. Justo antes de la entrada al sendero se paga la entrada, 10 CUCs pp. Allí mismo se puede comprar agua o refrescos.

Y a partir de aquí, unos 45 minutos de máximo esfuerzo para bajar, pensando que cada paso tendrás que subirlo a la vuelta. Un nivel medio-alto diría yo, al menos, muy bien señalizado. Y el regalo, una gran pared vertical que en la actualidad, estación seca, no lleva el caudal que se le supone, pero merece la pena el esfuerzo. Al pie, una poza apta para el baño. La vuelta, una hora y cuarto fatigosísima, se convierte en nivel extra jodido…

Desde Topes de Collantes hasta Trinidad, 18 km de carretera. Las seis de la tarde y llegamos a nuestro destino final para hoy. Una cerveza Bucanero bien merecida…

Lo mejor de la ciudad de Trinidad en Cuba

Trinidad alcanzó su máximo esplendor en el XIX gracias al tirón de la industria azucarera, representada en las tierras del norte de la ciudad por Los Ingenios, las antiguas haciendas dedicadas al cultivo y recolección de este bien tan preciado antaño. Más de 50  prósperas granjas, llevaron a la población al esplendor que todavía hoy muestra, máxime tras 1988 en el que fue protegida definitivamente como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Y nada más llegar, con la luz del atardecer nos damos cuenta del porqué de su fama. A pesar de la gran cantidad de turistas y molestos jineteros, nos atrae en un primer contacto.

Entrando en las calles empedradas del centro, damos con un “parqueo vigilado” por 3 CUCs las siguientes 24 horas. Dejamos el coche y en el primer paseo damos con el famoso Bar Canchanchara donde sirven esta revitalizante bebida a base de miel, limón, aguardiente y hielo, así que decidimos un merecidísimo descanso. Todavía queda lidiar para decidirnos entre una de los muchas casas de huéspedes…

Huyendo de las “buenas intenciones y desinteresados consejos” de cuanta gente nos tropezamos por la calle, damos con la Casa Torrado, de 1830, sita frente a la terminal de buses. Por 35 CUCs decidimos quedarnos. Las vistas desde la terraza superior merecen la pena y la casa es una verdadera joya de la época colonial.

Para cenar, caminamos un rato y enseguida nos damos cuenta de la gran cantidad de restaurantes que hay. Entramos en uno que nos da buena pinta, Rte. Cubita. Probamos el cordero de Abraham, la especialidad de la casa, a base de la conocida ropa vieja cubana (Cordero roto en tiras) y la famosa langosta de la zona, a que hemos venido pues… Esto con su pertinente mojito previo y la cerveza de rigor por 34 CUCs, súper recomendable.

Y para bajar el atracón, muchos locales abiertos, he de decir que no muy animados (temporada baja) pero con muy buena pinta. Acabamos en El Rincón de Salsa… por 3 CUCs el mojito y ambiente pelín decadente pero divertido para sentarte tranquilamente y observar. Aún con fuerzas, llegamos a la Plaza Mayor, en la Casa de la Música, todos los días tocan en directo y al aire libre. De Lunes a Jueves cobran para subir a escucharlo pero se oye igual desde la plaza. Así que, como mucha más gente, toda la que faltaba en los garitos de más abajo, nos tomamos algo en uno de los bares. Esto si anda animado. Con esto y el día de trekking dimos por agotadas nuestras fuerzas.

Día 6. Viernes 13 de Mayo. Trinidad-Valle de los Ingenios-Sancti Spiritus (70 km)

Sin prisa ninguna salimos tras el desayuno de la fabulosa casa que nos alojó esta noche. Nos disponemos a caminar por las empedradas calles de la antigua ciudad. La sensación de que disfrutas de un viaje en el tiempo, viene dada por el magnífico estado de conservación de sus callejuelas y casas. La razón es el aislamiento que sufrió por la tardanza en llegar las comunicaciones, carreteras y vía ferroviaria, hecho que no se demoró tantos años en otras poblaciones.

Callejeamos simplemente, cualquier rincón tiene para un sinfín de fotos. Por supuesto llegamos a los lugares emblemáticos, a la tradicional Plaza Mayor o la Iglesia de San Francisco, pero aconsejamos alejarse un poco del masificado centro turístico y perderse en la población. Una parada recomendable para un café, el café Giraud, donde tenemos la suerte de disfrutar de auténtica trova tocada en la calle por unos octogenarios músicos. Y por un CUC probablemente la mejor vista de la ciudad subiendo al campanario de San Francisco.

Y al mediodía nos acercamos al Dulcinea, una “dulcería” en la que existen puestos de internet. 20 minutos de conexión por 3 CUCs pero no conseguimos conectarnos. Intentamos comprar otra tarjeta de ETECSA pero la cola daba para un par de horas seguro. Comemos en un bar, Sabor Tropical, un par de sándwiches (17 CUCs con la bebida). Y salimos maravillados con Trinidad hacia el Valle de los Ingenios con la intención de recorrer los 70 km hasta Sancti Spiritus y dormir allí.

VALLE DE LOS INGENIOS Y SANCTI SPIRITUS

Al poco de salir de Trinidad, el mirador y restaurante del Valle de los Ingenios. Pagamos 2 CUCs por aparcar y acceder al bar, un poco cansado ya esto de pagar casi todo… No creemos merezca la pena parar, en la carretera más adelante, las vistas son las mismas. A 12 km de Trinidad, entramos en el Valle, las antiguas haciendas dedicadas al cultivo de caña con la explotación de esclavos. Quedan ruinas de algunas de las muchas haciendas, la más conocida la de Iznaga, una de las mayores, famosa por su torre que servía para vigilar a los esclavos y como símbolo de poder. Se han restaurado en muchos casos ofreciendo visitas y restaurantes, nosotros preferimos seguir camino de Sancti Spiritus.

Sobre las cuatro de la tarde ya estábamos en Sancti Spiritus, lugar donde se inventó la guayabera… Habíamos leído que no tenía nada que envidiar a Trinidad dado el esplendor de su pasado como una más de las capitales de la época azucarera. Nada de nada, no nos gustó de entrada y tras un breve paseo por la plaza principal y el conocido boulevar peatonal, nos dimos cuenta de que realmente no merece la pena la escala. Al menos, teníamos más cerca la autovía para mañana volver por Santa Clara hacia La Habana y evitábamos volver por Cienfuegos. De haberlo sabido, tal vez la segunda noche en Trinidad hubiera sido mejor opción.

Buscamos alojamiento y dimos con el Hostal Paraíso, lo mejor en localización. Por 25 CUCs la habitación, está perfectamente en nuestra opinión. El primero que contaba con TV y frigo con bebidas de los que habíamos pisado. Un rato más tarde salimos a dar un paseo y cenar. La cerveza en el Meson de La Plaza, a 1.5 CUCs. Para cenar, dado que la ciudad nos ha dejado regular, nos metemos en el 19, un restaurante de nivelazo situado justo al lado del hostel. Unos filetes enormes, buenos acompañamientos, postre (las torrejas que son las torrijas nuestras) y café por 30 CUCs los dos. Un servicio exquisito. Y antes de meternos en la cama, cruzamos a la Casa de la Trova, esos locales de todos los pueblos cubanos donde actúan artistas locales y comparten su buena afición por la música ¡Ambientazo! Desde luego Sancti Spiritus no quedaría en nuestra memoria pero el restaurante 19 y la Casa de la Trova merecen la pena la parada…

Desde aquí saldremos camino de La Habana mañana.