Visitar Estambul en dos días parece un reto imposible y hasta cierto punto lo es. No es posible conocer a fondo la capital turca en 48 horas pero, si no se dispone de más tiempo, al menos dará para aproximarse a sus mayores atractivos. Grandes personajes de la historia como Alejandro Magno, Constantino el Grande, Justiniano, Mehmet II el Conquistador, Soliman el Magnífico o, en la historia más reciente, el héroe nacional Atatürk han ido dejando durante tres mil años su impronta. No resultará sencillo empaparse de tanta historia en tan poco tiempo.
Pero ¿por qué no intentar siquiera acercarse a lo mejor de Estambul, la tan deseada Constantinopla?. La tercera de las visitas a la ciudad para nosotros aconsejaba un ritmo más pausado pero es demasiado tentador no repetir tanta maravilla, así que casi sin querer, nos lanzamos a visitar la vieja y la nueva Constantinopla, aún a sabiendas que dejaríamos mucho por visitar. ¿Quieres saber cuáles son las visitas imprescindibles en Estambul? Sigue leyendo.
Lo mejor de Estambul en dos días
El mapa con lo mejor de Estambul
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Los aeropuertos de Estambul
Aunque en realidad hay tres aeropuertos, actualmente leímos que el antiguo aeropuerto internacional de Atatürk no está funcionando desde la construcción y puesta en marcha del nuevo aeropuerto internacional de Estambul. Un modernísimo y enorme aeropuerto al que llegan todos los vuelos de Turkish e Iberia, por ejemplo, y que se ha convertido en uno de los mayores del mundo.
El otro aeropuerto de Estambul es el Sabiha Gökçen que utilizan compañías lowcost como la omnipresente turca Pegasus o Vueling y para casi todos los vuelos domésticos. El internacional de Estambul se localiza en el lado europeo de la ciudad, este segundo se encuentra en la parte asiática, a unos 50 km.
Desde el aeropuerto internacional el traslado estaba incluido en nuestro viaje. Calculad entre 40 minutos y una hora según el tráfico. Para llegar del Sabiha Gökçen tomamos un taxi (sin problemas para poner en marcha el taxímetro). La carrera costó 25 €, te cobrarán los peajes y el túnel bajo el Bósforo (una hora de recorrido). Si buscáis un transfer privado aquí os dejamos el enlace para pedirlo > Transfer privado desde el Aeropuerto de Estambul
El euro en Septiembre de 2022 equivale a 18 liras turcas aproximadamente. Como siempre, recomendamos el pago con tarjeta aunque para compras habituales mejoras sacar en un cajero. La menor comisión con la tarjeta N26 > ¿Qué como funciona? Todos los detalles aquí |
El metro y el taxi en Estambul
Desayuno consistente y puesta en marcha. Aquel reto de visitar Estambul en dos días debía arrancar con energía suficiente. La mejor manera de moverse en Estambul además de andando, es en metro. Existen seis líneas operativas. Se pueden adquirir billetes simples o hacerse con una tarjeta de transporte, la Istanbulkart, que se recargará para su uso. Esta misma tarjeta puede ser utilizada hasta por cinco personas y su precio en las estaciones de metro es de 50 liras turcas.
El precio por trayecto: 7.67 liras turcas utilizando la Istanbulkart, 15 liras turcas al comprar el billete sencillo sin ella. Supondrá habitualmente un ahorro del 50%.
Nosotros no la conseguimos… y es que el sistema de compra automático no resulta tan sencillo como parece.
En nuestro caso siendo cuatro personas nos movimos con taxi. Los taxis funcionan con taxímetro y lo mejor será esperar a que lo pongan en marcha sin negociar el precio. Si lo intentas seguramente la carrera saldrá más cara. Solo nos dieron follón por la noche y en fin de semana, donde se empeñaban en poner precio a la carrera. En estos casos es cuestión de regatear.
Recordad que hay una hora de diferencia en Turquía. Al llegar al país tendréis que poner una hora más en vuestros relojes. ¡Ya la recuperaréis a la vuelta! |
Los tickets para ver lo mejor de Estambul
La otra complicación que requiere dedicarle un buen tiempo es la de las entradas para los principales atractivos turísticos. Hay un galimatías increíble de tarjetas y entradas combinadas en la red. Como siempre habrá que estudiarse las posibilidades y dependerá del tiempo con el que cuentes y las visitas que quieras hacer. Casi todas las habituales páginas de venta de tickets disponen de varias opciones: combinadas por atracciones, simples… y el principal reclamo de todas ellas es el evitar las colas de acceso. Cuestión de decidirse. Nosotros optamos por salir temprano y sin entradas.
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Iglesia de Santa Sofía (Aya Sofya)
Santa Sofía, Aya Sofya para los turcos, fue mandada construir durante el mandato de Justiniano entre los años 532 y 537 cuando trasladó la capital del imperio, la vieja Roma, a Constantinopla. Al menos durante 900 años funcionó como iglesia, siendo iglesia papal en el siglo XIII. Con la invasión otomana pasó a ser mezquita en 1453 añadiéndose los cuatro minaretes tan característicos que abrazan la inmensa cúpula del templo, de 30 metros de altura.
Fue Atatürk en 1935 quien transformó el templo en un museo hasta que en el año 2020 fue de nuevo convertida en mezquita. Iglesia, museo o mezquita, la obra es grandiosa tanto por fuera como por dentro.
En el interior, la sala principal de 70 por 74 metros resulta imponente aunque tras la nueva prohibición de las imágenes, parte de su patrimonio en mosaicos permanece oculto tras cortinas. Al menos, sabemos que sigue respetado tras esos trapos. Por otra parte la ventaja que ofrece actualmente al no ser museo, es que la entrada es gratuita. Evitando las horas de rezo se puede acceder sin pagar. Poco antes de las nueve, la hora de apertura, ya estábamos haciendo la cola que aguardaba a la entrada.
Recordad que a día de hoy, en 2022, la entrada a Santa Sofía es gratuita. Lo ofrecido por la mayoría de plataformas con precio en torno a los 20 € incluye la visita con guía. Es más que aconsejable llegar temprano para hacer la cola. La visita nos llevó una hora.
Palacio Topkapi (Topkapi sarayi)
Con la llegada del imperio otomano, Mehmet II lo mandó construir estableciendo aquí su residencia. Cuatro patios con distintas funciones conforman el palacio.
La entrada incluyendo el Harem es de 420 liras (23 €). En la entrada se incluye audio guía y habrá que dejar un documento para cogerlo. El horario de apertura entre las 9 de la mañana y las 5 de la tarde. Eran las diez de la mañana y no encontramos cola prácticamente.
Visitamos primero el Harem. 300 habitaciones y hasta un hospital para las mujeres. Fue ampliándose progresivamente por los sucesivos sultanes hasta el siglo XVIII. Los eunucos negros se ocupaban de la seguridad y contaban con sus propias instalaciones. Además de las habitaciones para las recién llegadas donde desde muy pequeñas eran educadas para servir al sultán como concubinas, el harem contaba con otras estancias. Las más importantes las dedicadas a la madre del sultán.
Alguna de las salas más impresionantes son las ordenadas por el sultán Murad III al famoso arquitecto de la época: Sinan.
Una vez salimos del harem cruzamos la puerta de la Felicidad llegando a la sala de Audiencias. Tras la misma, los seis pabellones de aprendizaje donde se educaba a los servidores del sultán. Escalar hacia puestos de poder en aquellos años dependía de este aprendizaje y no era necesario haber nacido en alguna familia adinerada para recibir esa educación. Solo los más preparados llegaban a servir al sultán.
En el centro del tercer patio, la biblioteca de Ahmed III, un magnífico lugar dotado de la mejor luz natural.
Otro de los lugares más interesantes que se visita es la sala de reliquias. Más adelante otros palacetes, la mayoría levantados para honrar alguna victoria en las batallas del sultán de turno.
Y siguiendo, merece la pena disfrutar de los azulejos de la sala de Circuncisión. Las vistas del Bósforo y el Estambul europeo desde su espalda son impresionantes.
Con poco menos de dos horas dimos por buena la visita completa. Era mediodía y gran cantidad de turistas, muchos grupos guiados, comenzaban la suya.
Para visitar el palacio Topkapi puede ser interesante ir guiado para no perderte nada de este enorme recinto de los sultanes. Si quieres haz click aquí y échale un vistazo al tour que ofrecen en Civitatis. |
Iglesia de Santa Irene (Aya Irene)
Poco antes de salir e incluida en el precio, visitamos la iglesia de Santa Irene, del siglo VI y que sorprendentemente nunca se ha convertido en mezquita. Su fecha de construcción supone que sea el recinto cristiano más antiguo de Estambul. La iglesia es igualmente famosa por su sonoridad.
Desandando el camino y rumbo a la Mezquita Azul, os recomendamos una breve parada para un refresco en el restaurante Seven Hills, con fantásticas vistas de Santa Sofia y de la propia Mezquita Azul. Para llegar a la gran mezquita puedes cruzar por el Arasta Bazar si optaste por esta parada.
La Mezquita Azul (Sultan Ahmet Camii)
Aquella que se construyera en el siglo XVII bajo el reinado de Ahmet I sigue siendo una de las más clásicas fotografías de Estambul. Tal vez por los seis desafiantes minaretes que se levantaron o por la profusión de azulejos de Iznik que le dan el nombre, la cuestión es que su visión resulta hipnótica. En la Meca el número de minaretes erigidos llegó a suponer una ofensa para la ciudad sagrada, que tuvo que levantar un nuevo alminar para superarlo.
Tal es la belleza y perfección de la actual mezquita que sus trabajadores contribuyeron posteriormente a la construcción del Taj Mahal en India…
Para la visita, al igual que con todas las mezquitas, hay que tener en cuenta los horarios de rezo. Estos cambian de verano a invierno. En Septiembre, en el momento de nuestra visita, abrían a las 8:30 cerrando a las 12:30, apertura a las 14 horas cerrando a las 16:30 y apertura a las 17:30 con cierre a turistas a las 18:30. No tuvimos suerte y llegamos con la mezquita cerrada para visitas. De todos modos gran parte del interior sigue en restauración y tal vez haya que volver cuando terminen.
Si podéis, no renunciéis a su visita.
La Cisterna Basílica (Yerabatan Sarayi)
Con el fiasco que supuso saltarse esta obra maestra de la arquitectura islámica, encaminamos la ruta hasta otra de las visitas fundamentales en Sultanhamet en cualquier visita a Estambul: la Cisterna Basílica.
La entrada a la cisterna cuesta 190 liras (unos 10 € al cambio).
Construida bajo el reinado de Justiniano en el año 532, el sistema subterráneo de almacenamiento de agua se sustenta sobre 336 columnas de ocho metros de altura. Algunas de las más famosas piezas de las mismas como las cabezas de medusa demuestran que se usaron materiales de otros edificios en su construcción. No se han llegado a sacar a la luz en su totalidad, aún así, es una de las visitas imprescindibles de Estambul.
Con las visitas más importantes del casco histórico de Estambul realizadas tocaba parar. Para comer elegimos un callejón a la espalda de la Cisterna plagado de restaurantes. Por azar y tal vez el aroma a buena cocina, nos sentamos en el Rte. Masal. Como otros locales disponen de las cartas en español. Pagamos 25 € cada uno y con ganas de echar una siesta que no podíamos echar. La cerveza en Estambul encarece la cuenta.
Las cuatro y caminando hacia la mezquita de Suleiman. Para llegar toca bordear sin entrar ni tan siquiera pararse, el Gran Bazar. Esa aventura da para otro viaje…
El Gran Bazar (Capali Carsisi)
Unas 10000 tiendas y un curso acelerado de regateo para no iniciados. La verdad es que no lo resistimos y le dimos un rápido vistazo, nada de compras…
La mezquita de Suleiman (Süleymaniye Camii)
A lo que íbamos. La mezquita de Suleiman el Magnífico es la más importante de Estambul y visible prácticamente desde toda la ciudad. Aquí se hayan los restos del sultán.
Construida por el gran arquitecto Sinan, se levantó en una colina con vistas al Cuerno de Oro. El propio arquitecto, tras morir a los 97 años y habiendo construido más de 100 mezquitas, eligió este lugar para su descanso.
Las columnas que rodean el patio llegaron de los restos del viejo Hipódromo de la ciudad y su caravasar dio durante siglos cobijó a los transeúntes, siendo lugar donde se servía de comer a los pobres. El interior resulta imponente y a pesar de comenzar la hora del rezo pudimos hacer la visita desde un lateral especialmente abierto para turistas.
Terminada la visita, descendemos hacia el Bósforo, hacia Eminönü. Antes de llegar, un vistazo al famoso bazar de las Especias.
Bazar de las Especias o bazar Egipcio (Misir Carsisi) y la mezquita de Rüstem Pasha
El bazar de las Especias data de 1664, si bien comenzó a construirse en 1597 y es una visita incuestionable en Estambul, entre lo mejor de Estambul. A pesar de los incendios sufridos en 1691 y 1940 su restauración hace que funcione después de 400 años como el primer día.
El bazar es literalmente una explosión de color. Los puestos de especias, frutos secos, delicias turcas, tés, cafés… se suceden en una espectacular combinación de tonalidades y olores. Me atrevería a decir que, por muchas veces que vuelva a Estambul, es el lugar que más me impresiona de la ciudad. Además de la parte cubierta, merece la pena callejear por las calles de los alrededores. Seguro que encuentras un buen café.
Muy cerca la inmensa mezquita Nueva, ordenada por la madre de Mehmet IV, de dos minaretes y la mezquita de Rüstem Pasha con un solo minarete y ricamente ornamentada en su interior y exterior con los famosos azulejos de Iznik. También fue diseñada por Sinan. En los alrededores, al igual que en el resto de mezquitas, un mercado, tiendas de las que se nutría la propia mezquita. Merece la pena perderse por esas callejuelas.
Una hora antes de atardecer y cruzamos definitivamente el bazar hacia Eminönü, a escasos metros. Eminönü es el puerto de la ciudad situado al sur del Cuerno de Oro, desde donde parten gran parte de los ferries de la ciudad, casi todos los que enlazan con el Estambul asiático.
El mejor lugar para disfrutar del atardecer se localiza precisamente en Asia, en el conocido como café de las Alfombras, tras la torre de Leandro. Para llegar desde Eminönü hay que tomar el ferry que lleva a Üsküdar Sahili.
Como escribimos, no es fácil conseguir los billetes sin tener la Istanbulkart y recargarla, pero al final con una comisión conseguimos que nos los sacaran en la máquina expendedora. Pagamos 50 liras (menos de 3 €) por la ida y la vuelta. Pensamos que eran 30, así que se llevó en torno a un euro de cada uno como propina.
La torre de Leandro o torre de la Doncella (Kiz Kulesi)
En el lado asiático, desde el puerto donde atracan los ferries queda un bonito paseo hasta el lugar donde sentarse al atardecer. La torre de Leandro queda al frente y, más allá, la silueta de la vieja ciudad de Constatinopla. La torre no es más que con un minúsculo edificio en un pequeño islote que ha cambiado decenas de veces su función con el paso de los años. Lo estaban restaurando.
Las leyendas sobre la torre nacen de los griegos, tan aficionados a las historias. Leandro era un joven enamorado de Heros que vivía en una isla. Ésta encendía cada noche una antorcha para guiarlo en el camino a nado para encontrarse. Una de esas noches, la vela se apagó y Leandro se perdió para siempre. Allí quedó Heros rota tras la pérdida. Con los siglos la leyenda cambió y la torre pasó a convertirse en la torre de la Doncella. Esta doncella fue una joven princesa custodiada en la torre para evitar su muerte por mordedura de serpiente como había vaticinado el oráculo. Su padre, al cumplir los 18 y no haberse cumplido la profecía, le agasajó con una cesta de frutas. No sabía que dentro se escondía una áspid…
El atardecer en Estambul
De este lado del Bósforo, además del bonito atardecer, alguna mezquita más que elegante. De la que antaño fue la bucólica escena junto al Bósforo de los escalones del espigón cubiertos de alfombras y mesas improvisadas donde servían té, ya queda poco. Al otro lado de la calle los modernos restaurantes y cafeterías se han comido estos pequeños negocios.
De vuelta y con doce horas andadas desde que salimos del hotel, volvimos a Sultanahmet para disfrutar de las mezquitas iluminadas y cenar algo. El sitio que elegimos: Rte. Mescale. Compartimos platos y, de nuevo, acertamos. Además, una buena sopa de lentejas. En total unos 16 € por persona con espectáculo de derviches, música turca en directo y en general un ambiente muy local. Un par de cosas: si no soportáis el humo de las shishas y queréis acabar el día con una cerveza o un vino, no es vuestro sitio.
Para el segundo día en la ciudad, medio día a decir verdad queríamos emprender una de las excursiones más cotizadas en Estambul: el crucero por el Bósforo.
Crucero por el Bósforo en Estambul
Estambul se asienta entre Europa y Asia. La ciudad está dividida entre ambos continentes por el Bósforo, parte del cual nos disponemos a recorrer. Perpendicularmente, una lengua de agua, el famoso Cuerno de Oro divide la parte europea en dos. Vistos desde arriba, sus 12 kilómetros tienen forma de cuerno y adquiere un color dorado al amanecer y al atardecer, de ahí si nombre. Nosotros nos disponemos a navegar por el Bósforo hacia el norte.
Salimos desde Eminönü en la parte antigua de Estambul, Sultanahmet. La parte nueva de Estambul, Pera, el actual barrio de Beyoğlu, fue donada a los genoveses para su establecimiento. Aquí creció la ciudad nueva.
Para su defensa, estos primeros genoveses construyeron la Torre Gálata en 1453. En esta parte de la Estambul europea: el famoso hotel Pera del Orient Express, el más antiguo de la ciudad o la conocida plaza Taksim que después visitaremos.
El barco hace la ida hacia el norte del lado europeo, volviendo en paralelo a la orilla asiática. El recorrido es de una hora y media y durante el mismo se va navegando junto a alguno de los distritos más exclusivos de Estambul. Además se cruza bajo el famoso puente colgante del Bósforo, la auténtica joya de la corona para los turcos.
El barco nos deja en el barrio de Beyoğlu, el lado norte del Estambul europeo y aprovechamos para caminar por esta parte más moderna de la ciudad.
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Plaza Taksim, avenida de la Independencia (Istikâl Caddesi) y la torre y el puente Gálata
En la plaza además de numerosos puestos de comida, la conocida mezquita de Taksim y el monumento a Atatürk, el héroe de la independencia turca. Al lado habrá que probar las hamburguesas húmedas o Islak Hamburguer. El mejor de los locales, el Kizilkayalar. 20 liras cada una. La salsa debería estar incluida en la lista de sustancias adictivas.
Istikâl Caddesi desciende hacia la torre Gálata y ofrece a ambos lados todas las tiendas, las que imaginas y las locales. Otro de sus atractivos es la línea clásica de tranvía que todavía funciona y a juzgar por su recorrido y velocidad atropellará varios turistas al año.
La calle está flanqueada por viejos edificios, muchos de ellos antiguas embajadas de gobiernos europeos hasta que la capital se trasladó a Ankara. A medio camino, la iglesia de San Antonio. No es fácil encontrar iglesias cristianas en Estambul.
El recorrido antes de la vuelta acaba en la torre Gálata. Solo queda probar el bocadillo de caballa y sacar las últimas fuerzas para callejear por Beyoğlu y Karaköy.
Una buena opción será bajar al puente de Gálata para comer algo. Hay que elegir entre todos los restaurantes y nosotros elegimos el Rte. Marinero. La vista impresionante, una española que andaba por allí nos dijo que siempre come allí cuando vuelve a Estambul y… ¡tienen cerveza!. No todos la venden. Eso si, nos la metieron doblada. Más adelante, al cruzar el puente y a la izquierda, un mercadillo con pescaderías que venden el mismo producto por mucho menos (Karaköy Balik Evi).
La tercera vez en Estambul y volvemos a picar fascinados por las vistas en uno de los restaurantes del puente Gálata. Si queréis comer, mucho mejor en la orilla de Karaköy. Puede que no encontréis cerveza pero os ahorrareis pagar la turistada. |
Un rato más tarde, volvemos a subir en el teleférico hacia Gálata. Justo detrás del Karaköy Balik se encuentra la entrada al famoso túnel. El cacharro comenzó a operar en 1875. El precio 15 liras y los tickets se expenden en una máquina junto a la entrada. De nuevo el lío para sacarlos sin la Istanbulkart. Al menos hay que tener la tarjeta de soporte (5 liras) y habrá que tener monedas. Con ayuda conseguimos subir.
Desde allí arriba, lo que queda de tarde para callejear entre Beyoğlu y Karaköy. No te cansarás.
Aquella tarde tomamos una cerveza en una terraza frente a Santa Sofia mientras atardecía. La cena, esta vez muy recomendable, en Sultanahmet, en el Istanbul Kebab Café & Restaurant. No podía haber mejor despedida de la ciudad.
Si andas con prisa y no quieres gastar mucho, la mejor de las comidas es un simple bocadillo de caballa (balik ekmek) en el puerto de Eminönü. En alguna de las barcas amarradas verás como la cocinan mientras se mecen con las olas y los pasan hasta la orilla. Bon apetit. |
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