De haber tenido más tiempo, lo deseable puede ser volar hasta el sur, hasta Antalya para emprender la ruta por la costa Licia hacia Efeso como hizo nuestra amiga Carmina y compartió en un post. Una semana no daba para más y a pesar de todo no podemos dejar de recomendar, por poco tiempo que se tenga, la visita de Efeso, Hierápolis y Pamukkale.
La visita de Efeso y Hierápolis en dos días
Los caravasares de Turquía en la antigua Ruta de la Seda
En el camino a Pamukkale viniendo desde Capadocia, visitamos uno de los antiguos caravasares de la Ruta de la Seda, en concreto el mayor de toda Anatolia. Se trata del caravasar del sultán Hani construido en 1229. Nuestro viaje desde China siguiendo la Ruta de la Seda terminó en Uzbekistán y no llegamos hasta aquí. Era una buena oportunidad de recordar momentos de aquel viajazo y el porque de estas “estaciones de servicio”. Nuestra visita de Efeso y Hierápolis en dos días no daba para muchas paradas pero esta fue una de las más interesantes en ruta.
Los caravasares eran las antiguas posadas donde los viajeros que traían las riquezas de Asia hacia occidente hacían paradas nocturnas. El caravasar se distinguía en la lejanía por ser el edificio más alto y contaba con una elevada cúpula para ser visto en el horizonte.
En los caravasares la gente dormía junto a sus pertenencias y animales y un gran patio exterior. Por la mañana solo se abrían las puertas una vez todo el mundo hacia recuento de sus pertenencias y comprobaba que no se había producido ningún robo.
Fue una parada necesaria y desde luego muy interesante.
Pero nuestra ruta por carretera hacia Pamukkale seguía. Tal vez poco tiempo para disfrutar del camino.
NO MERECE LA PENA ENROLARSE EN UN VIAJE ORGANIZADO. Nosotros cometimos el error de contratarlo con Janur Travel, una pésima organización. |
Pamukkale, el castillo de Algodón turco
Una colina de 160 metros de altura y otra de las más famosas fotografías de Turquía. Parte de la culpa de esta fama en España la tuvo un anuncio de Danone de los 80 (siendo realistas, los más viejunos recordamos el anuncio y no nos sonaba ni donde estaba el lugar), aunque lo cierto es que su valor ya era conocido por los viajeros desde hace siglos.
Otra realidad es que el moderno turismo, esa maldita gallina de los huevos de oro, hizo proliferar los hoteles, los spas y el drenaje del agua hasta casi hacerlo desaparecer.
Las terrazas, antaño de un blanco impoluto, se formaron durante siglos por el progresivo depósito de carbonato cálcico. Estas terrazas acumulaban el agua termal a 35 grados aproximadamente y de ahí su fama y trascendencia.Hoy día de aquel color que las hizo famosas, ya solo queda alguna pequeña poza que están intentando recuperar. Una visita a día de hoy tan decepcionante como prescindible en nuestra opinión.
Para los que todavía se animen a llegar, decir que el turismo sigue con su voracidad desmedida y hoy, además, se puede realizar un vuelo en globo al amanecer sobre Pamukkale.
Algo más arriba la piscina de Cleopatra (o lo que quede de ella). El baño 130 liras. Te bañaras con un montón de turistas sobre columnas griegas y romanas cargadas de siglos de historia (¿en serio?, si…)
Nuestra modesta opinión sobre Pamukkale: saturado, sobrevalorado y con un futuro muy incierto a juzgar por el estado.
Justo encima se levantó la ciudad balneario de Hierápolis.
La ciudad de Hierápolis
La ciudad griega de Hierápolis junto a Pamukkale se incluyó en el listado de patrimonios de la Humanidad en 1988. Fundada en el siglo II a.C, por el rey de Pérgamo, rápidamente alcanzó fama como ciudad termal entre los nobles.
Para la visita, en la entrada se pueden alquilar pequeños vehículos eléctricos. No creemos que sea necesario salvo que tengáis algún problema de movilidad. El sol suele apretar pero no son tan largas las distancias.
Las puertas de entrada corresponden a distintas épocas de construcción. Se accede por la puerta bizantina. Tras la “piscina de Cleopatra”, el templo de Apolo, que se está reconstruyendo en la actualidad. Junto a el mismo, el Plutonio (las puertas del inframundo) un templo en honor al Dios del mismo nombre y levantado sobre una cueva por donde los gases tóxicos emanados permitían el sacrificio de animales.
Entre las ruinas mejor conservadas e importantes está el gran Anfiteatro con capacidad para 12000 espectadores. Impresionante.
En los alrededores la necrópolis y la tumba de San Felipe que no visitamos.
La ciudad de Afrodisias, la Florencia grecorromana
Cerca de Hierápolis se encuentran otras dos ciudades importantes de la época: Afrodisias y Laodicea. A pesar de su pequeño tamaño, gracias a su veneración de Afrodita, la diosa griega del Amor, la población mantuvo su importancia durante muchos siglos en este enclave, siendo la última ciudad que asumió el cristianismo. El templo de Afrodita, de donde le viene el nombre, se levantó en el siglo I a.C. El teatro levantado en el mismo siglo fue ampliado siglos más tarde por Marco Aurelio. Sus habitantes eran famosos por sus trabajos con mármol y de ahí la belleza y esplendor que llegó a alcanzar. Tras un terremoto en el siglo VII fue cayendo en decadencia.
La ciudad de Laodicea
Ciudad del antiguo reino Seléucida, prosperó gracias al comercio de la lana y el algodón. Se trata de una de las siete iglesias nombradas en el libro del Apocalipsis, la iglesia “tibia” pues los cristianos locales dudaron de su fe. Tampoco estaba incluida en nuestro tour y no pudimos visitarla.
Desde aquí seguimos ruta hacia la costa, hacia Efeso. Para visitar Efeso, nos desplazamos hasta Kusadasi, a unas tres horas por carretera de Pumakkale y a una hora de Esmirna (Izmir). Allí pernoctaríamos aunque no merece la visita ni la noche si no se dispone de tiempo. Una impersonal y enorme ciudad de costa.
Muy cerca también se puede visitar la casa de la Virgen María. Esta será la primera parada y que si merece la pena conocer.
La casa de la Virgen María (Meryemana Evi)
El lugar donde la virgen fue acompañada por San Juan Bautista tras la crucifixión de Jesús, siendo perseguida desde Jerusalén. Y el lugar que le sirvió de morada hasta su muerte. A día de hoy no hay una evidencia científica que avale la historia, aún así es un lugar importante de peregrinación para los cristianos (y para los musulmanes). Tras muchas discusiones sobre su autenticidad, la visita de tres de los últimos Papas, zanjó la cuestión, dándole credibilidad al enclave para los creyentes. Sea o no sea por creencia, el lugar estaba abarrotado. Permanece abierta para la visita entre las 8 y las 18 horas.
La ciudad grecorromana de Efeso
Entrada con audio guía: 290 liras. Entrada simple: 200 liras.
Las ruinas de Efeso se incluyeron dentro de los Patrimonios protegidos por la UNESCO en 2015. La ciudad era conocida siglos atrás y muchas civilizaciones la ocuparon. Se destruyó y volvió a levantar en varias ocasiones. Su máximo esplendor se alcanza en este tercer emplazamiento en los primeros siglos de la era moderna con los romanos. La que fue nombrada por Augusto capital romana de Asia Menor llegó a albergar 200000 habitantes.
El gran Templo de Artemisa, en Efeso, se consideró una de las siete maravillas del mundo antiguo aunque por desgracia hoy solo conserva una de las 127 columnas que lo mantenían.
Las ruinas mejor conservadas y que se visitan en la ciudad de Efeso son:
- El Templo de Adriano, levantado en honor al emperador, gobernante de la ciudad entre el 117 y el 138 d.C. La fachada y los frisos todavía mantienen gran parte del detalle. La calle principal que desciende hacia el puerto estaba flanqueada por las casas más nobles. Algunas de ellas se están descubriendo todavía.
- La biblioteca de Celso que se construyó entre el 100 y el 110 d.C. Junto las bibliotecas de Alejandría y Pérgamo fue una de las tres más grandes de la época. Los pergaminos, sustitutos de los viejos papiros utilizados, se conservaron en gran cantidad en la biblioteca. Con la reconstrucción de la fachada en el siglo XX recobró gran parte de su esplendor. Cuatro estatuas representando a las cuatro virtudes, sabiduría, excelencia, inteligencia y conocimiento; adornan el frontal restaurado.
- El gran Teatro, uno de los mayores de Anatolia con capacidad para hasta 32000 espectadores aunque no está igual de conservado que el de Hierápolis.
- El Odeón, una especie de parlamento de la ciudad. La fuente de Trajano o el templo de Domiciano.
Sin lugar a dudas, Anatolia es un lugar imprescindible para entender la civilización hoy día y la visita de ciudades como Hierápolis y Efeso dan muchas pistas de cómo fueron nuestros antepasados.
Nuestro camino nos llevaría de nuevo a Estambul, una de las ciudades más bonitas del mundo.
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