Qué ver en una semana en el Algarve de Portugal. Itinerario con mapa

¡Algo más de una semana para recorrer el Algarve portugués! Pues aquí os contamos como trazar una ruta por los mejores pueblos del Algarve sin dejar ni un rincón por ver: sus playas, los mejores alojamientos y restaurantes, las más bonitas poblaciones y las mejores visitas de esta región del sur de Portugal. Sin lugar a dudas una de las zonas más bonitas de la vecina costa atlántica. Portugal es un destinazo de norte a sur, nosotros, después de nuestra experiencia, os queremos traer aquí qué ver en una semana en el Algarve.

Una semana en el Algarve de Portugal

La ruta de una semana en el Algarve

Aquí van, los tres artículos que le dedicamos con toda la información que necesitas para comenzar tu ruta por el Algarve. Un mapa con itinerario que seguimos y las tres etapas de nuestro viaje de siete días recorriendo el Algarve.

Día 1 de viaje al Algarve. La ruta hasta Portugal

Salíamos de Murcia sobre las 14:00 horas. Tras 4 horas conduciendo, paramos a la altura de Sevilla a tomar algo, y sobre las 18:30 horas retomamos nuestro viaje directo a Portugal. En el camino seguimos leyendo acerca de qué visitar en el Algarve en una semana. Algo menos improvisada, nuestra ruta ya está trazada.

Las autopistas en Portugal

Sobre las 20:30 horas, llegamos a la frontera y la aduana. En las barreras, hay unas máquinas, que tras leer nuestra matrícula, nos obliga a introducir una tarjeta de crédito (¡¡no vale débito!!!), y nos dan un ticket. Éste ticket lo tenemos que conservar hasta que salgamos de Portugal, porque al final de él hay un número de teléfono al que tendremos que llamar para decir que ya no nos encontramos en el país y así, nos cobren solo en función del número de kilómetros que hemos realizado en sus carreteras de pago.

¿Cómo controlan esto? Pues bien, al entrar en las autovías/autopistas de pago, hay unas cámaras que te grabarán la matrícula, y en función de los kilómetros realizados en ellas, pagarás el importe correspondiente  una vez dejes el país. ¡¡Muy importante no olvidar llamar por teléfono, porque hay algunas personas que se dedican a duplicar tu matrícula y si no lo anulas, siguen cobrando kilómetros de otro coche que se hace pasar por el tuyo!!

En camino hacia nuestra semana de viaje en el Algarve

Nuestra primera parada es Faro.

La mejor noche en Faro

Sobre las 21:30 horas, llegamos a Faro, a nuestro Hotel Adelaide (precio 130 euros/2 noches, tiene Parking gratuito –en realidad es en la calle, en zona blanca- y desayuno incluido). Dejamos las maletas, y nos vamos a dar una vuelta para ver un poco la ciudad y a cenar que estamos hambrientos.

Paseamos por el casco antiguo, la zona turística, las calles peatonales. Faro dispone de un centro histórico amurallado, pequeño pero pintoresco, con una catedral digna de visitar. Además una zona peatonal y comercial, de las más amplias en cantidad y calidad de tiendas del Algarve. Alrededor de todo este núcleo, más o menos histórico, se concentra la vida de una ciudad moderna, administrativa y universitaria; la más importante del Sur de Portugal.

Es cierto también, que la vida nocturna de la ciudad va al contrario que las del resto de la región, y coge fuerza sólo al final del verano, cuando llegan los estudiantes.

Nos metemos por las calles peatonales, llenas de bares, cafeterías y restaurantes de todo tipo, donde hay mucho ambiente, sobre todo de extranjeros (franceses la gran mayoría) y espectáculos en la calle, con las tiendas que aún siguen abiertas.

Hace bastante frío, a diferencia de la ola de calor que estamos pasando en España, así que chaqueta puesta, y a buscar un buen sitio para probar nuestra primera cerveza Portuguesa.

Oímos que en el interior de un restaurante están cantando un fado… y que tiene una terracita muy acogedora, por lo que nos sentamos allí, con su música de fondo. Se llama “Restaurante Centenario” y está en la plaza Largo Terreiro do Bispo. Pedimos la cerveza “Super Bock” (jarra de 0.5 litros, 4 euros), y probamos la brocheta gigante, muy típica de Portugal (cuesta 12 euros), pero riquísima…Comenzó a hacer más frío, y el camarero, muy atento, nos trajo una manta para entrar en calor.

Tras cenar, nos fuimos dando un pequeño paseo por la zona peatonal, y a descansar después del agotador viaje.

El segundo día: La navegación en Ría Formosa y la visita de Faro, Estoi, Loulé y Olhao

Tras un sueño súper reparador, desayunamos en el hotel y cogemos fuerzas porque hoy toca navegar en catamarán hacia el Parque Natural de Ría Formosa. La Ría Formosa está considerada una de las siete maravillas naturales de Portugal y seguro que la incluyes en tu ruta de una semana en el Algarve.

La visita del casco antiguo de Faro

Habíamos madrugado,  el primer viaje en barco por la ría sale a las 10:30 horas, por lo que nos quedaba 1 hora por delante, así que decidimos visitar un poco el casco antiguo de Faro que aún no conocíamos.

Si miramos un plano de la ciudad, la zona está delimitada entre la ría Formosa y la Marina, la Rúa Francisco Manuel, la Rúa Misericordia y el Largo de San Francisco.

En el interior del recinto se halla la Catedral (en cuya plaza se encuentran el Palacio y Seminario Episcopal), el Ayuntamiento, y el antiguo Convento de Nuestra Señora de la Asunción (hoy Museo Arqueológico). Está rodeado por las murallas y el Castillo, y cuenta con cuatro puertas de acceso, entre las que destaca como más importante el Arco da Vila.

> Pasamos primero por el Arco da Vila, o arco de la ciudad. Es una de las puertas medievales de entrada al casco histórico de Faro, situada frente al puerto deportivo, el Banco de Portugal y la iglesia de la Misericordia. Está considerado Monumento Nacional, y fue construido en el año 1812 por el arquitecto Francisco Xavier Fabri, por orden del obispo Francisco Gomes. Tiene una fachada neoclásica; en el interior del arco hay un arco de herradura que pertenecía a las murallas árabes. En la fachada exterior hay una hornacina con la imagen de Santo Tomás de Aquino.

> La Catedral de Faro se encuentra en pleno casco histórico (llamado Vila Adentro o Cidade Velha), muy cerca del Ayuntamiento (o Cámara Municipal), y justo enfrente del Palacio Episcopal y Seminario. Data del siglo XIII, y fue construida sobre los restos de la Iglesia Matriz de Santa María, de la que se conservan la torre de la fachada y la portada ojival. Tuvo que ser reconstruida tras el terremoto de Lisboa.

El acceso se realiza a través de una escalinata, y para entrar es necesario pagar entrada, 3€ que dan derecho a visitar la iglesia, el museo catedralicio, una capilla exterior, el osario y subir al campanario. La iglesia consta de tres naves, con capillas laterales. Está decorada con azulejos del siglo XVII en todo su perímetro, y alberga numerosos retablos (principalmente barrocos), así como el sepulcro del obispo fundador.

> Paseamos tranquilamente por su casco histórico, llamado también Vila-Adentro, o Cidade Velha.

Después de una vuelta por este bonito casco antiguo y un cafelito por 0,65€, (el café es baratísimo, y muy bueno) nos vamos a nuestro punto de partida para visitar las 3 islas.

La visita de Faro, un imprescindible en cualquier ruta al Algarve
La visita del casco antiguo de Faro

El PN de la Ría Formosa y la navegación a las 3 islas

La ciudad de Faro está situada en el borde del Parque Natural de la Ría Formosa, una serie de lagunas de agua salada y marismas que constituyen un verdadero refugio para las aves migratorias y la vida salvaje. Más allá del Parque Natural de la Ría Formosa, se encuentran las tres islas de arena, que son el lugar en el que se encuentran las playas de Faro, que están entre las menos urbanizadas de todo el Algarve.

Hay salidas regulares desde Faro de 10:30 a 15:00 horas. El viaje sigue los canales de Ría Formosa e incluye paradas en las islas mágicas de Deserta,  Do Farol, y Da Culatra.

Cada compañía de recorridos en barco ofrece variaciones en la operación y las fechas, pero un tour típico de 3-4 horas por lo general, visitará las tres islas haciendo además un recorrido por los canales de agua. Los precios pueden variar, pero un tour de 4 horas cuesta unos 30-35€.

Nos dirigimos al punto de donde salen los barcos, para comprar los billetes, situados en la Rua Comandante Francisco Manuel | Cais da Porta Nova. No hemos reservado, pero tampoco es necesario dado que hay varias compañías, con bastantes horarios de salida, así que no tenemos problema.

A nosotros “nos asalta” un portugués muy interesado en que viajásemos con él, y dado que los precios de las otras empresas eran similares, y que ese mismo día estrenaban la lancha, decidimos ir con ellos. Se trata de la compañía Hop-On-Hop-Off islands, por 30 euros, el billete es válido 24 horas, puedes viajar de una isla a la otra las veces que quieras, y los viajes entre todas las islas son continuos.

Isla Desierta

Tras montarnos en el barco, e ir a toda pastilla, nuestra primera parada fue en la Isla Desierta (Ilha Deserta en portugués, o isla Barreta). Es una inmensidad azul que se esconde por el Parque Natural de la Ría Formosa. Es una flecha litoral (un gran banco de arena) de unos 7 kilómetros de longitud de fina arena dorada y aguas verde azuladas de esas de postal.

Lo que más llama la atención de este lugar es que está desierto, deshabitado y sin casas construidas (salvo un restaurante). Al estar libre de urbanizaciones y hoteles se ha ganado el sobrenombre de Ilha Deserta. La sensación de paz, tranquilidad y del más absoluto relax en este espacio natural, uno de los más salvajes de toda Europa, es incuestionable.

En la misma playa, visitamos el Cabo de Santa María, el punto más meridional de Portugal, al que puede llegarse dando un paseo por las desiertas dunas de arena.

Isla de Faro

Estuvimos paseando y disfrutando de la isla algo más de 1 hora y desde ahí, volvimos a coger el barco que nos llevó a la Isla del Faro, para ver su playa, la Praia de Faro. Dicen que es la mejor playa de la región de Faro, con una extensión de 5km de arenas doradas que se prolonga a lo largo del extremo que mira al mar de la Ilha de Faro.

La Praia de Faro es muy popular entre los portugueses, tratándose de una zona de actividad turística bastante moderada que ha conseguido evitar las poco atractivas y enormes edificaciones que caracterizan al turismo de masas.

En la parte nororiental de la Ilha de Faro se encuentra el Parque Natural de la Ría Formosa, una amplia zona protegida que contiene lagunas de agua salada y marismas que son importantes territorios de alimentación para las aves migratorias y hábitats para vida marina muy específica. Durante la marea baja, resulta frecuente ver a los pescadores portugueses vadeando estas marismas en busca de almejas, mejillones y otros moluscos.

Tras darnos un baño, y tomar una cerveza en el chiringuito, decidimos comer en esta isla. Fuimos a Quiosque Mar de Santa María, que estaba  en una especie de club polideportivo, donde había un grupo Inglés cantando (¡eran las 15:00 horas de la tarde con 35 grados a la sombra! Allí nos comimos unas pizzas.

Tras ver el ir y venir de gente con maletas que se alojan cada verano en las casitas de esta isla, cogimos el barco de nuevo para cambiar de isla.

Playa de Faro, el Algarve, una de las escalas imprescindibles en una semana en el Algarve

Isla de la Culatra

Tras llegar, nos comenta el chico del barco, que pasarán 2 horas hasta que vuelva a recogernos, por lo que pensamos que no nos daría tiempo para recorrer los pueblecitos que queríamos visitar para esa tarde, por tanto, sin ver la isla, nos volvemos a subir al barco, y regresamos a Faro.

Por lo que nos comentan se trata de un pueblo de pescadores, donde no hay carreteras asfaltadas ni vehículos, algunas bicicletas y unos curiosos carritos en los que la gente lleva sus cosas. Tranquilidad total, un paisaje natural extraordinario con el mar y el horizonte como protagonistas…

Cerca del embarcadero hay una pequeña iglesia (indispensable para la gente de mar) y, a un paso, el pueblo de Culatra (principal núcleo de la isla que cuenta, además, con otros dos: Farol y Hangares). Se pueden observar sencillas barcas de pesca, varadas, esperando salir, y casas encaladas o de colores a pie de arena.

El pequeño pueblo de Culatra vive de la pesca y del mar. Lo normal es ver a sus habitantes, amables, de rostro curtido, en su día a día, remendando redes o recogiendo los mariscos que deja la ría en la bajamar.

Desde el pueblo, se puede acceder a la playa de Culatra y para eso existe un camino en forma de pasarela de madera que atraviesa un gran mar de dunas y te lleva a orillas del Océano Atlántico. Se trata de una costa casi virgen, donde las dunas cambian según el viento.

En la playa de Culatra el “boom turístico” aún no ha llegado. En la zona más cercana a la pasarela hay hamacas, sombrillas y hasta un pequeño chiringuito, pero también puedes “perderte” y caminar por la orilla o por las dunas salpicadas de vegetación autóctona…La playa se extiende más de 6 kilómetros y va desde el faro de Santa María (en el extremo sureste) hasta casi tocar la vecina isla de Armona.

Tras ducharnos, salimos del hotel rumbo a seguir conociendo los encantadores pueblos del Algarve.

La visita de Estoi

Aprovecharíamos la estancia en Faro para visitar algunas de las poblaciones cercanas y que salen en todas las rutas por el Algarve que habíamos leído.

La primera de nuestra visitas sería el bonito pueblo de Estoi. Se encuentra muy cerca, a unos 10 km de Faro. Nosotros fuimos en coche, pero hay un autobús,  en el que el billete de ida y vuelta entre Faro y Estoi cuesta €6,50, y la duración del trayecto es de 25 minutos.

El primer lugar que visitamos fue el Palacio de Estoi, en el cual la entrada es gratutia. Es un palacio de color rosa, dicen que es el mejor ejemplo de la arquitectura del Romanticismo que puede encontrarse en todo el Algarve, e inaugurado en 1909. En tanto que sus terrenos y jardines, cuidadosamente mantenidos, de inspiración versallesca en el que se exhiben bonitas plantas ornamentales, árboles centenarios,  una fuente y varias estatuas. En el interior hay amplias salas en las que llama la atención la decoración de sus techos y paredes con mármoles, maderas, azulejos y pinturas murales que mezclan estilos Neobarroco, Rococó e incluso Art Noueveau. 

En Estoi también merece la pena visitar la Iglesia Matriz de Estoi, que se encuentra a escasos metros del Palacio de Estoi. No pudimos acceder por encontrarse cerrada. Aunque su origen se remonta al siglo XV, su estado actual es fruto de la restauración a la que fue sometida debido a los efectos ocasionados por el devastador terremoto de 1755.

Justo a las afueras de Estoi pueden visitarse las ruinas de Milreu, en su día una magnífica Villa Romana de la que todavía pueden admirarse los mosaicos de piedra. Cierran durante la hora de la comida, entre las 13:00 y las 14:00h, y los Lunes también está cerrado. El precio de la entrada para la Villa de Milreu es de €2,00. 

La visita de Loulé

Montamos de nuevo en el coche y nos dirigimos a Loulé que está a 25 minutos, y como ya sabemos que la A22 no la debemos coger porque nos cobrarán peaje, vamos por la nacional  N2-6 hasta EM520-2.

Loulé, se disputa con Portimao el honor de segunda ciudad del Algarve. Como atractivos:

> Castillo. Se encuentra situado en el casco antiguo de la ciudad portuguesa de Loulé, en el Algarve. Su patio se puede visitar de forma gratuita, y en él podemos ver algunos elementos de la época, como algunos cañones y una guillotina, entre otros. El interior del castillo y la torre, se pueden visitar previo pago de una entrada de 3€. Es una visita imprescindible en Loulé.

> Mercado Municipal. Abrió sus puertas de nuevo tras una restauración en el año 2007, es uno de los edificios más interesantes de la ciudad de Loulé. El edificio, de estilo morisco y construido en el año 1908, fue otorgado con el galardón “Prémio Turismo de Portugal” en el año 2007. Se encuentra situado cerca del centro histórico de la ciudad. Abre de Lunes a Sábado de 6:00 a 15:00.

> Iglesia Parroquial de San Clemente. Se encuentra situada en el centro histórico de la ciudad, en el interior de sus murallas y cerca del Castillo. La iglesia, de arquitectura gótica, fue construida en el año 1280. Lo más destacable de su exterior es su torre campanario, que contrasta con el blanco inmaculado del resto de la iglesia.

Iglesia parroquial de San Clemente, Loulé, escala de un día en los sietes días recorriendo el Algarve

Y visto lo más importante de Loulé, y con un calor agotador, nos dirigimos a Olhao, que está a 30 minutos, por la nacional N125-4, IC4 y N125 hasta Av. 5 de Outubro en Olhão.

La visita de Olhao

Aunque muchos turistas suelen pasarlo por alto, el puerto de Olhao, a 10 kilómetros de Faro, permite conocer algunos de los aspectos más tradicionales de la vida en el Algarve y, además, es el punto de acceso a una isla con playas espectaculares, probablemente algunas de las playas más espectaculares del Algarve.

Junto a un interesante mercado, la historia y el ambiente auténtico y tradicional de esta villa pesquera contrasta con otros pueblos turísticos más elegantes.

Olhao es uno de los puertos más importantes del Algarve. En sus orígenes era un modesto asentamiento de pescadores, muy influenciado culturalmente por los hilos comerciales con el Norte de África. Olhao se distingue por mostrar varias caras; por un lado la industria pesquera, bien asentada y motor económico de la zona. Por otro lado la naturaleza que se extiende hacia el océano, con sus islas, barreras arenosas, sus marismas…

El corazón de la ciudad mira y se vuelca sobre la ría. El mercado, el laberinto de calles, las leyendas sobre hombres y mujeres ya lejanos. Olhao despierta cada mañana con aromas marinos y sabores que llegan de la tierra.

Desde la “Avenida 5 de Outubro” con sus jardines o el imponente edificio del mercado, Olhao extiende sus encantos. Hacia el océano los barcos de pesca, las barreras de arena, las islas de Armona y Culatra dibujan un paisaje a medio camino entre la modernidad y la tradición. Hacia el interior, conviene subir a la torre de la Igreja N.Sra. Rosário para observar azoteas y horizontes. Desde las alturas podremos observar el Olhao “cubista” siempre con el paisaje marino de fondo.

Las guías recomiendan callejear por el barrio de pescadores, con auténtico sabor portugués y clara influencia morisca; disfrutar de un almuerzo típico en el moderno comedor blanco de Tacho à Mesa (Rua Lavadouros 46) entre platos tradicionales como la cataplana (guiso) de pescado o unas buenas brochechas (carrilleras) que permiten degustar las delicias típicas del sur de Portugal. Después, se puede tomar una copa en el clásico A Velha (Avenida da República, 16), un bar de toda la vida con ancianos jugando a los dados.

Nosotros llegamos sobre las 21:00 horas de la noche, hambrientos, y con pocas ganas de visitar más cosas. Había muchísimo ambiente, con restaurantes repletos de gente en el paseo de la playa, lo que nos daba aún más hambre.

Decidimos seguir la recomendación de Tripadvisor, y fuimos al inicio de esta avenida, que parecía que estaba más solitaria,  y decidimos entrar al “Steak & Co”. Es un restaurante moderno, con camareros muy amables, y buen ambiente, donde su especialidad son las carnes. Como estaba lleno, tuvimos que esperar, (lo de la rapidez en este país no es algo frecuente) y nos dijeron que podíamos ir a su pub/cafetería (que está al lado) a tomar algo mientras tanto.

Tras 30 minutos esperando, pasamos a cenar. Pedimos un pollo braseado, un bistec de ternera, ensalada, y 4 bebidas, entre ellas vino y cerveza, y salimos por 44,7 Euros. Mereció la pena porque estaba todo buenísimo.

Al salir, justo enfrente, hay un local donde te hacen todo con Nutella, crepes, helados… y allí fuimos para terminar la velada con ese postre. Tras esto, volvimos a Faro a dormir.

Tercer día: Faro, Vilamoura, Quarteira y Albufeira

Rumbo y visita de Quarteira

Esta mañana nos despertamos, para dejar el hotel, el check out se hace a las 12:00 horas. Antes de dejarlo, aprovechamos para dar una última vuelta por Faro para hacer unas compras. Por delante, nuestra ruta por el Algarve continuaba hacia el oeste en busca de algunas más de sus poblaciones más interesantes.

La primera parada fue en Quarteira. En la población, de lunes a sábado, hay frente a la playa un mercado popular en el que es posible comprar todo tipo de cosas, así como un mercado de pescado recién traído del puerto local, donde se pueden conseguir un pescado exquisito a buen precio. El mercado de pescado (mercado de peixe) tiene mucha fama en Portugal por su cantidad, precio y calidad, y es muy muy recomendable. También recomiendan el mercado de fruta.

Tras dar una vuelta por allí, decidimos ir a Vilamoura para ver el ambiente.

La visita de Vilamoura

Quarteira y Vilamoura siguen la tendencia turística de Albufeira, aunque de una manera algo menos acusada. Son ciudades volcadas a la playa, que cuentan con numerosos bloques de apartamentos altos y tiendas para turistas.

En Vilamoura, han intentado darle un toque algo más elitista a su turismo, con un puerto deportivo y un casino, pero su centro sigue siendo un lugar destinado a turistas de un nivel adquisitivo medio. Sin embargo, fuera del centro de Vilamoura sí se han conseguido atraer a los turistas de alto poder adquisitivo, con una oferta centrada en el golf y en los complejos turísticos de lujo, que tienen como referencia el de Vale do Lobo, a pocos kilómetros de Quarteira.

Y ya vistos, estos dos destinos turísticos, nos dirigimos a Albufeira, la siguiente escala donde pernoctaríamos en aquella semana en el Algarve. Cogimos la Estrada de Albufeira, EM526 y Avenida dos Descobrimentos hacia Praceta do Movimento das Forças Armada en Albufeira.

Llegada y alojamiento en Albufeira

Llegamos a nuestro segundo hotel, Vila Recife Hotel (138 euros/2 noches, el ckeck in puede hacerse desde las 15:00 horas, pero nos dejaron hacerlo antes). No tenemos incluido el desayuno, éste cuesta € 5 por persona y noche. El pago ha sido por adelantado (el hotel te carga por adelantado el importe total en cualquier momento.).

Nos dirigimos a la habitación, para ello tuvimos que subir escaleras cargados con las maletas (porque no hay ascensor), a la planta de arriba, y conforme vamos andando por el pasillo nos tememos lo peor. Al llegar a la habitación decepción total, vieja, sucia, con 3 dedos de polvo, camas con colchones blandos, baño minúsculo y con un calor que no se podía soportar.

Fuimos a la recepción a reclamar que esa habitación no es la que aparece en las fotos que tienen en booking, y la chica, a pesar de que no le hizo mucha gracia, nos la cambió. Ahora teníamos la habitación en la planta de abajo, a la que podíamos acceder con ascensor, más moderna, aunque no se pasaba, con una orientación a la playa y piscina, por lo tanto más fresquita, y un baño más amplio.

Dado que hemos llegado a las 14:00 horas, y es hora de comer, nos acercamos a un restaurante cerca de nuestro hotel, “Restaurante Grill 54” que no recomendaremos en absoluto, ni volveríamos a ir!! Sitio sucio, con 3 trabajadores muy lentos, nos colocaron en una mesa con manteles mojados porque estaban recién lavados, nos sirvieron una sangría que sabía a rancio, ensalada con lechuga pasada, pescado regular, lo único bueno, las vistas a la Praia do peneco.

Ya con el estómago lleno, veíamos la ciudad de otra manera. Nos acercamos caminando a la oficina de información y turismo, que nos comentó los lugares más importantes para visitar y las distintas opciones para visitar las grutas y Benagil, recomendándonos que nos acercáramos a la Marina (el puerto Marítimo) donde hay unos stand de compañías que hacen este tipo de  excursiones.

Albufeira es la ciudad más representativa de la zona. Es la idea tradicional que le puede llegar a la cabeza a quien no conozca el Algarve.

Se trata de la capital del turismo masivo de sol y playa en la región, que ha perdido completamente las señas de identidad portuguesas para convertirse en una amalgama de tabernas, bares, discotecas y tiendas de artículos de playa y recuerdos.

El caso es que el centro histórico del pueblo debió ser un día un lugar bonito. Un pueblo de pescadores en la costa, de casas blancas y un curioso túnel que dejaba paso a una pequeña playa en mitad del pueblo. Hoy, sin embargo, ese centro histórico está lleno de tiendas y bares para turistas, y sus alrededores son para hoteles con cientos de habitaciones y piscinas o complejos de apartamentos.

Hay mucho ambiente, calles peatonales repletas de tiendas y artículos de venta en la calle. Decidimos ir andando hasta la Marina para contratar la excursión del día siguiente. Son unos 20 minutos, pero se hace muy pesado, así que recomendamos ir en coche, ya que además hay un parking gratuito al lado (que pone que las 2 ó 3 primeras son gratuitas pero en realidad es gratis todo el día, ni siquiera te dan ticket, ni hay barreras).

Una vez allí, tras preguntar a varias empresas, y ver que todas valían más o menos lo mismo, optamos ir con “Dolphins driven”. Las excursiones salen a las 10:00, 13:00 y 16:00 horas, dura 2,5 horas y cuesta 35 euros. Nosotros reservamos la excursión de las 10:00 horas de día siguiente. La empresa te informa que no te pueden asegurar que veas delfines, por tanto en el caso de que no los veas, no te devuelven el dinero.

A la vuelta, caminando, pasamos por un mirador, (para llegar hasta él tienes que pasar por una colonia de gatos…) donde hay unas vistas muy bonitas de Albufeira y su playa.

Regresamos para nuestro hotel, para darnos una ducha antes de cenar. Fresquitos y arreglados, nos vamos a cenar a un sitio del que hablaban muy bien en trip advisor para amantes de la carne. Se llama “The Warehouse”, en la Rua 5 de Outubro, N 42, en el corazón de la Ciudad Antigua de Albufeira. Es lugar muy recomendable, y con precios bastante buenos.

Tras cenar, dimos una pequeña vuelta por la ciudad y a dormir después de otro agotador día.

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María García

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