En una semana habíamos recorrido gran parte de los mejor del Algarve. Los primeros días los dedicamos a visitar Faro y el PN de Ría Formosa. Después hicimos una ruta fabulosa por los pueblos más bonitos del Algarve. Pero todavía teníamos por delante un par de días antes de emprender la vuelta y no queríamos dejar de visitar poblaciones como Sagres o el famoso Cabo de San Vicente.
Aprovecharíamos, además, para una ruta en kayak por la costa, recorriendo algunas de las mejores playas de el Algarve. Y por último, llegar a Silves, Santa Margarida y cruzar Huelva de camino a casa. Tal vez diera tiempo para alguna parada en los pueblos de Huelva más cercanos al Algarve…
Lo mejor del Algarve de Portugal
El itinerario con lo mejor del Algarve
A la vuelta de nuestro viaje escribimos tres artículos con toda la información que necesitas.
Séptimo día: Lagos, Sagres y el cabo de San Vicente
Esta mañana nos toca hacer ejercicio, así que después de un desayuno nos vamos hacia el punto de salida de los kayak para conocer las cuevas del monte da Piedad que tan bonitas nos las han pintado. Nos dicen que tenemos que dejar el calzado, y nos dan una bolsa impermeable, donde poder llevar tu equipo de snorkel (aunque ellos te facilitan uno), y las pertenencias que quieras. Eso sí, tenemos que llevar el chaleco salvavidas puesto.
Recorriendo en kayak las cuevas de la Piedad
Comenzamos viendo la Playa de Doña Ana, una de las más bonitas del Algarve, pero muy concurrida. Está considerada como la playa más pintoresca de la región del Algarve. La pequeña cala está rodeada por empinados acantilados de coloridos estratos, en tanto que las aguas cristalinas bañan las arenas doradas: en resumen, la Praia da Dona Ana es asombrosa.
Continuamos remando, y vemos la playa de don Camilo, que conocimos ayer, y tiene una vista espectacular desde el otro lado.
Seguimos remando, y nos encontramos una serie de cuevas en las que tenemos que ir con mucho cuidado, y así nos advierte el monitor, porque los barquitos a motor, vienen a toda pastilla, y puede ser muy peligroso.
Y finalmente llegados a la catedral de la Piedad, un espectáculo.
La Ponta da Piedade está considerada la principal característica natural de esta fascinante línea costera, con sus acantilados tallados hasta formar pilares de roca, túneles naturales y grutas ocultas. Estos dorados acantilados de arenisca, con sus ángulos imposibles, destacan en vivo contraste contra los tonos verdes y turquesa profundo de las aguas del océano, y la región en conjunto sólo puede ser descrita como asombrosa.
Hay caminos costeros que cruzan los acantilados, pero el mejor método para explorar el cabo de Ponta da Piedade es unirse a uno de los tours en barco que surcan el laberinto de extravagantes formaciones rocosas y cuevas marinas.
Regresamos, y a mitad de camino paramos en una cala, unos 30 minutos, para descansar, y donde hacemos un poco de snorkel, aunque la temperatura del agua ayuda poco…
Después de unas 3 horas, llegamos al punto de salida, agotados, donde recogemos nuestras chanclas y nos vamos a ducharnos y a comer. Hoy queremos pescadito fresco y bueno, y habíamos visto un restaurante “Adega da marina” en Avenida dos Descobrimentos 35, con muy buena pinta, por lo que decidimos ir allí.
En este lugar no hacían cataplanas, por lo que optamos por pedirnos brochetas y pescado (un bacalao que estaba buenísimo), además de ensalada, cerveza, postre y café, todo ello por 45 euros, otra vez más nos sorprendía lo barato que se come en este país. Tras ello, compramos en el súpermercado algo para la tarde, y pusimos rumbo al Fin del Mundo, parando antes en Sagres.
La ruta a Sagres, fortaleza y Cabo
Al oeste de Lagos aparece el Algarve menos frecuentado e inaccesible. Desde allí, por una carretera estrecha y no muy bien conservada, se llega a Sagres, un pequeño pueblo situado en el extremo occidental de la región.
Allí se puede visitar la famosa Fortaleza de Sagres, también conocida como Castillo de Sagres. Se puede entrar a la fortaleza, su entrada cuesta menos de 5€, aunque verla solo desde fuera también merece la pena, situada enfrente del mar entre acantilados. Las vistas que se tienen desde ahí arriba de las playas y acantilados son preciosas. Ahí se encuentra también el Cabo de Sagres.
Es indiscutiblemente el pueblo más agreste del Algarve, al situarse sobre los grandes acantilados del extremo suroccidental de Portugal. Toda la costa está dentro del Parque Natural del Suroeste Alentejano y Costa Vicentina, por lo que la zona se mantiene libre del desenfreno urbanístico.
A 7 km está el Cabo de San Vicente, visita imprescindible en el Algarve, para ver uno de los mejores atardeceres del mundo. En el faro hay cafetería, así como un mirador en el que cientos de curiosos se congregan al anochecer para ver el espectáculo.
Fuimos con un poco de antelación para poder coger un buen sitio porque estaba lleno de gente. Eso sí, con pantalón largo, chaqueta y pañuelo, porque hace un frío que corta el aliento, unos 20ºC sumados al viento que corría…
Estuvimos allí viendo como el sol iba cayendo, y escondiéndose en el horizonte, mientras degustábamos unas cervezas “Sagres”. Tras ver el precioso atardecer, y ponerse completamente el sol sobre las 21:50 horas, regresamos a Lagos, donde fuimos directos al hotel porque estábamos muertos.
Octavo día: Lagos, Silves y Huelva
Bueno, pues nos levantamos, después de haber pasado una noche horrible, oyendo las maletas y las pisadas de los vecinos de arriba, cuyas escaleras van por al lado y encima de nuestra habitación. Nos quejamos al encargado, pero ya nos íbamos, y poco iba a hacer. Pues bien, hacemos las maletas y nos despedimos de esta ciudad, para ponernos rumbo a Silves. No cogemos peaje, aunque al buscarlo en google maps, solo parece que exista esa opción. Vamos todo el tiempo por carretera nacional y en algunos tramos por caminos de cabras, pero al final llegamos a Silves.
La visita del pueblo de Silves
Ubicada principalmente en una colina y a orillas del río Arade, Silves ha jugado un papel fundamental en la historia del Algarve. Es una pequeña ciudad de poco más de 10.000 habitantes que mira con orgullo un pasado glorioso. Vivió su época de máximo esplendor durante la dominación musulmana, cuando llegó a tener una población superior a los 30.000 habitantes y ganó justa fama como centro cultural de primer orden. Tras la toma definitiva de la ciudad, se convirtió en sede del obispado de la Diócesis Algarvia, pero nunca llegaría a tener la importancia social, económica y cultural que tuvo en época islámica. En todo caso, una visita a Silves es imprescindible para entender la historia del Sur de Portugal.
Al llegar nos dirigimos a la oficina de turismo a buscar información. En esta oficina la chica no nos ayuda mucho, solo nos quiere vender un mapa a cambio de escasa información. Salimos un poco descontentos y comenzamos a subir cuestas y a intentar llegar lo más rápido posible al Castillo. Hay 40ºC, y es insoportable el calor tan sofocante. De camino pasamos por una calle peatonal, muy colorida y llena de mucha vida, y vemos una tienda donde todos los artículos que venden estan hechos de corcho (Silves, fue una de las principales zonas de producción de corcho en los siglos XIX y XX).
Llegamos a la plaza donde está el museo, para dirigirnos a la otra oficina de turismo. Aquí tenemos más suerte, nos ayuda un hombre encantador, que nos cuenta un poco la historia de Silves, y nos muestra algunos restos y fotografías de cómo era antiguamente, enseñándonos unas naranjas que tiene expuestas, para explicarnos que Silves es gran productora de naranjas en el mundo.
El antiguo Castillo, es un reflejo del urbanismo islámico y de la arquitectura popular portuguesa. De origen árabe, del que actualmente solo quedan, aunque bien conservadas las murallas y las torres, se localiza en lo alto de lo que fue la antigua capital del Algarve, y próximo a la Catedral de Silves.
Esta gran fortificación está constituida por murallas de piedra de color rojizo, su planta es un polígono irregular, del cual salen 4 torres: La del Centro, la de las Mujeres, la torre de Homenaje y la del Secreto.
En el interior del castillo, cuya entrada cuesta 3 euros, se encuentran numerosos vestigios de la ocupación musulmana, como una cisterna árabe. Está declarado como Monumento Nacional.
También vemos la Catedral. Data en sus orígenes de los siglos XIII al siglo XVIII y es fundamentalmente gótica, aunque con el paso del tiempo adquirió elementos del barroco y manuelino. La catedral tiene una planta en forma de cruz latina, con crucero abovedado en la intersección de los brazos del mismo, rematado por un ábside con una piedra arenisca roja en el extremo en el altar mayor.
La nave principal tiene una altura máxima de unos 18 metros, además de otras dos naves laterales con altares decorados con tallas doradas de estilo barroco, estas naves se encuentran separadas de la nave central por sólidos pilares octogonales.
En el interior existen varias tumbas en el suelo de los obispos y las familias nobles de Silves y la tumba de piedra del rey Juan II fallecido y enterrado aquí en 1495, y que acabó por ser posteriormente trasladado al Monasterio de Batalha.
Si queréis visitar la Catedral hay que pagar por la visita.
Iglesia de la misericordia, está situada frente a la catedral, data del siglo XVI, en su fachada destaca en el lateral un labrado pórtico manuelino. El interior es de una sola nave, donde destaca en la capilla mayor con bóveda nervada, un retablo renacentista.
Plaça Al Mouhatamid Ibn Abbad. Esta gran plaza de nombre imposible tiene origen árabe, de ahí su nombre, ya que la localidad donde se emplaza Silves estuvo durante al menos cinco siglos gobernada por árabes, de ahí el nombre de Al-garve.
Esta plaza se encuentra muy próxima al puente por donde pasa el río y sirve de entrada a la ciudad y donde nos indica en una de sus grandes placas en lengua árabe y portugués que fue gobernada por Al Mouhatamid que incluso reinó en Sevilla y que murió en Marrakech.
En esta plaza nos llena de jardines con fuentes, palmeras y granadas, se localiza la original estructura que alberga las oficinas de Información y Turismo.
Una vez vista y habiendo parado a tomar algo para refrescarnos, decidimos poner a rumbo a España. Para rematar con el Algarve, no nos vamos sin antes pasarnos por Tavira, a 1 hora de Silves, y comer en un lugar del cual dicen que se come pescado exquisito y en abundancia, y están en lo cierto. El lugar se llama “Vela 2”, dirección Santa Margarida 8800-218, Ilha de Tavira.
Lo mejor de Santa Margarida (Tavira)
Con el GPS llegamos a la primera, pero sin él es fácil perderse. Se encuentra en una pedanía en Santa Margarida. Es el clásico local donde te ponen pescado a la brasa sin límite, el límite lo pones tú. El concepto es muy sencillo: te ponen una bandeja de pescado y te la van rellenando a medida que vas comiendo, hasta que no puedes más. Además, es un restaurante que tiene en su carta muchos platos más, carne, arroces, etc. El local es bastante grande, tiene una terraza exterior y otra interior y un par de salones diferenciados interiores para la época de frío.
Los dueños son unos futboleros empedernidos, y unos fanáticos del SL Benfica. La barra interior es una réplica del Estadio da Luz, está repleto de elementos decorativos rojiblancos. Parece que estás comiendo en una peña (allí se llaman núcleos) del equipo lisboeta.
No vimos la carta, porque sabíamos que queríamos pescado a la brasa sin control. Al mismo llegar te preguntan por la bebida, y directamente te ponen una ensalada, pan, olivas y patatas cocidas (aunque éstas se le olvidaron). Nos pusieron una primera bandeja con sardinas y otra con chocos (calamares a la plancha). Después otra bandeja con dorada, lubina y besugo. De postre tomamos un bolo de alfarroba con naranja y un trozo de tarta casera de chocolate.
El Servicio es rapidísimo, se supone que el pescado vale 9 euros, sin límites, y todo lo demás aparte. Salimos por unos 33 euros, con cuatro bebidas, ensalada, pan, olivas, patatas cocidas, 2 postres y 2 cafés. Muy bueno, desde luego un acierto.
Y ahora sí que sí, se acabó nuestra estancia en el Algarve Portugués, volvemos para nuestra España,
La ruta entre Cartaya y El Rompido en Huelva
Aun nos quedan 2 días de vacaciones, y vamos a aprovechar para descansar un poquito y relajarnos en Huelva, concretamente a El Rompido, una zona del municipio de Cartaya. Tras una hora y media de viaje, llegamos al ansiado “Precise Resort El Rompido spa”.
Tras pasar la tarde relajados en el spa del hotel, nos duchamos y nos vamos a tomar nuestra primera cena en España desde hace 1 semana, con un vino de la tierra.
Tras la cena nos damos una vuelta por el hotel, y descubrimos que hay una fiesta en la piscina. Hay música por todo alto, gente joven (en su mayoría), aunque también hay niños, bañándose, dándolo todo al son de la música mientras golpean el agua, pasándose colchonetas gigantes de unos a otros…Al rato, reparten cientos de globos de helio, y los sueltan todos a la vez formando una estampa monísima en el cielo de noche de El Rompido…Pasamos un buen rato, aunque sorprendidos de que el animador solo hablaba en Francés.
Pues con esta noche, finalizamos nuestro viaje al Algarve Portugués y Huelva, contentísimos del fin de fiesta-vacaciones que hemos tenido.
Noveno y último día. La vuelta
Pues ha llegado el día en que ponemos fin a nuestras vacaciones. Nos bajamos a desayunar, para despedirnos de una estancia corta pero agradable en este resort.
Nos vamos a la maravillosa piscina, para refrescarnos antes de iniciar el largo viaje, y tras ello, cargamos maletas, hacemos el check out y para MURCIA.
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1 comentario en “Lo mejor del Algarve en Portugal. Y los pueblos cercanos de Huelva”
Planazo!!! Que ganas de visitar la zona con la peque.