Después de pasar dos días en Viena, nos dirigíamos a Bratislava. Habíamos decidido dividir nuestro largo fin de semana de esta manera: algo más de dos días en Viena y un día en Bratislava. El transporte entre ambas ciudades es sencillo y tanto en bus como en tren existen múltiples horarios.
Bratislava es una ciudad pequeña, una de las capitales más pequeñas de Europa, con unos 400.000 habitantes. El centro histórico y sus principales atracciones turísticas tienen para 24 horas y un día de viaje en Bratislava es más que suficiente para conocer al capital eslovaca.
Qué ver en un día en Bratislava
Cómo llegar a Bratislava desde Viena
A partir de Abril opera un barco con el que puedes navegar por el Danubio hasta Bratislava. En la época que nosotros viajamos no era posible, el río estaba congelado y no operan estos cruceros. Aprovechando el día completo del sábado y la mañana del domingo, volveríamos tras la visita de tan solo un día en Bratislava, directamente al aeropuerto de Viena para emprender el retorno por la tarde.
Para tomar el tren que une Viena y Bratislava hay que llegar a Wien Hauptbahnhof. Resulta sencillo desde nuestro alojamiento en Viena, el Wombat’s, utilizando el metro y la estación de Südtiroler. Para hacernos con el billete no hizo falta reserva, cada 30 minutos a las y cuarto y a las menos cuarto supone una frecuencia alta de trenes y posibilidades. El billete de ida costaba algo más de 10 €. En poco más de una hora, para las diez y media ya estábamos en Bratislava.
El alojamiento en Bratislava para una sola noche
Habíamos reservado un mes atrás, alojamiento en el Dream Hostel de Bratislava. La habitación doble con baño compartido, 45 €. Este es el precio final que se pagará una vez cargados los impuestos. Ubicado muy cerca de la estación de trenes de Bratislava, fue muy buena opción en nuestro caso. Llegando en tren desde Viena y saliendo hacia el aeropuerto en bus al día siguiente, es el alojamiento perfecto. El Hostel estará abierto poco tiempo a tenor de lo nuevo de las habitaciones, amplias y decoradas con buen gusto. El desayuno buffet se paga aparte, 3.9 €.
Alojamiento en Bratislava
La ciudad de Bratislava, capital de Eslovaquia
El privilegiado enclave en el Danubio es el responsable de la prosperidad de la ciudad a lo largo de la historia. Su crecimiento derivó en la capitalidad del reino de Hungría en el siglo XVI. Con ello y al abrigo de la imperial ciudad de Viena, se convirtió con los siglos en la sede de las cortes del imperio austro-húngaro que marcó el devenir de la historia en Europa Central.
En los albores del siglo XX y con la Segunda Guerra Mundial, Bratislava cayó en el ostracismo. El aislamiento que supuso la llegada del comunismo tras la guerra llegó a su fin en 2004 con la entrada de Eslovaquia en la Unión Europea.
Qué ver en Bratislava en un día
El reducido tamaño del casco antiguo facilita hoy día la visita de Bratislava en un día. Por desgracia gran parte del patrimonio de la capital eslovaca fue destruido con la guerra y todavía más con la ocupación soviética.
Free tour en Bratislava
La Puerta de San Miguel, por la que accedemos al casco histórico. La única puerta de las fortificación medieval que se mantiene en pie. La puerta norte fue levantada en el siglo XIV y junto a la puerta y muralla se encontraba la iglesia del mismo nombre destruida por los turcos. Una particular torre de defensa que ofrece vistas de la ciudad vieja subiendo al balcón de la misma.
A 50 metros de altura, coronando la torre, la estatua del arcángel Miguel luchando con el dragón. La leyenda cuenta que si pasas bajo la puerta mientras hablas morirás en un año y un día. Aunque también escuchamos que si eres capaz de cruzar la puerta solo, cumplirás el deseo que andabas pensando mientras lo haces.
La Plaza Principal y el Ayuntamiento Viejo, antiguo centro de la ciudad. La torre del siglo XIV forma parte de la casa del antiguo alcalde. Subimos al balcón para ver la ciudad desde las alturas (2.5 € que merece la pena gastar). Una bala de cañón se conserva como símbolo del asedio francés de 1809 en la lucha contra las tropas napoleónicas. En la fachada principal destaca un bonito mirador cubierto con coloridas teclas.
En una de las esquinas el museo. Un portal bien conservado da acceso al pasaje y patio de estilo gótico. En la plaza, entre los edificios más destacados: la Casa Modernista (que aparecía quemada durante nuestra visita), la Casa Verde, el palacio de Kutscherfeld y la Casa Románica. En el centro de la plaza se encuentra la fuente de Maximiliano, la primera construida en la ciudad. Levantada aquí mismo tras un devastador incendio y que sirvió en las siguientes décadas para evitar mayores desastres durante los mismos.
El Palacio del Primado, construido, más bien terminado en 1781, constituyó el palacio de invierno arzobispal y el lugar de residencia de los reyes durante las coronaciones. Hoy día es el Ayuntamiento de Bratislava. En la fachada principal dos ángeles sin alas (puttis), clemencia y justicia. En el tejado, las estatuas representan las virtudes cívicas. Famoso por ser el lugar donde Napoleón obtuvo la paz de los austríacos tras vencer en la batalla de Austerlitz.
La iglesia de Santa Isabel, conocida como la iglesia Azul por el color de su fachada construida en 1910 en el estilo art nouveau de la época. Muy apreciada por los habitantes de la ciudad tiene una larga lista de espera para la celebración de bodas y bautizos.
La Ópera, neorracentista y edificada por famosos arquitectos vieneses que se especializaron en la construcción de teatros en Europa. Además de la vistosa fachada, en su frontal destaca la fuente. Una de las vías más famosas de Bratislava se abre frente a la Ópera.
El Castillo. Símbolo de la ciudad y desde donde se obtienen las mejores vistas de Bratislava como corresponde a un lugar de vigía y defensa. A unos 80 metros de altura respecto el nivel del Danubio fue el primer asentamiento en la ciudad, siglos atrás. El origen del castillo se remonta al siglo XIII si bien multitud de reconstrucciones posteriores lo convirtieron en la fortaleza actual.
En el siglo XVIII la última gran remodelación lo convirtió en un lujoso palacio barroco rodeado de bellos jardines de estilo francés. Siendo sede de la corona húngara, atesora hoy día en su museo los tesoros del imperio. Una suave cuesta lleva hasta la puerta de Segismundo. Bordeando la muralla se disfruta de las vistas del Danubio, defensa natural de la ciudad y un buen paseo para el atardecer. La visita del recinto es gratuita.
La Catedral de San Martín, construida en el siglo XIV grandes maestros de la época fueron los encargados de su construcción. La mayor iglesia gótica de la ciudad, contó como el resto de edificios de sucesivas remodelaciones en los siglos posteriores incluyendo el estilo barroco del XVIII más tarde. En la torre, con 300 kg de peso, se encuentra la corona que recuerda que aquí se celebraron las coronaciones de la monarquía húngara. Hasta 11 monarcas y 8 de sus esposas ascendieron al trono tras su coronación en San Martín, entre ellos Maximiliano, Leopoldo I o Maria Teresa.
La mayor y más antigua de las seis campañas originales con que contaba el templo es la única que se conserva. Con 2.5 toneladas, dicen es una de las más bonitas de Europa. En el interior destacan la capilla de San Juan Almuzník, el limosnero construida en 1729 para albergar los restos del santo y la capilla de Santa Anna desde la que se accede a las criptas de la catedral. Para visitarla hay que tener en cuenta que no es posible en las horas de culto. Se podrá visitar de 13:45 a 16:30.
La Iglesia de los Franciscanos. Una de las más importantes durante las fiestas de la coronación del nuevo rey. El nuevo rey iba desde el lugar de coronación, de la catedral de San Martin, hasta la iglesia de los Franciscanos y en esta nombraba a sus caballeros en la capilla gótica de San Juan Evangelista. Curiosamente la campana de la iglesia no siempre tañó como llamamiento a los fieles, sino que servía como la “campana de cerveza” en el siglo VI y VII, anunciando por la mañana la apertura de las cervecerías en Bratislava y por la tarde el cierre. Tuvimos suerte de poder visitarla durante una misa, pues habíamos leído que en muchas ocasiones está cerrada al público.
El Castillo de Devin fue una de las atracciones que no tuvimos tiempo de visitar. Para llegar hay que tomar un bus a las afueras y nos faltaron ganas aquella última mañana.
Para comer y tomar algo en Bratislava
Aunque estuvimos poco tiempo, acertamos en los lugares que nos tropezamos. El primero de ellos y muy recomendable, el Restaurante Koliba Kamzik, plagado de buenos platos tradicionales. Entre otros el Bryndzové halusky, a base de patata fresca rallada y sal con los que se hacen unos gnocci que se sirven con queso fresco de oveja añadiéndose bacon, salchicha u otros al gusto. Hay muchos más sitios y más baratos pero por 20 € con la propina incluida nos pusimos morados. Se encuentra en un callejón de los que sale de la plaza Principal.
Y con la comida hecha, 100% recomendable entrar para el café en Café Mayer en la misma plaza, cuyo antiguo propietario y fundador, el señor Mayer fue proveedor de la corte vienesa. No creemos que nadie sea capaz de resistirse a alguna de sus tartas… El strudel con requesón y pasas, el clásico beugel de Bratislava relleno de nueces o los kremes de hojas de pasta de hojaldre.
Para comenzar con una pinta no te equívocas en ninguno de los pubs que hay poco antes de llegar a la plaza Vieja. Un escocés para nosotros sirvió, Lochness, justo al lado había un irlandés. En la ciudad parece que son habituales las despedidas de soltero… Justo al lado, un irlandés mucho más grande y con amplia carta para comer si andas saturado de comida eslovaca, el Dubliner.
Cenar y aunque sea sábado, no es del todo fácil a partir de las nueve y para un grupo grande. Nos aceptaron en The Cut, un local moderno pero con comida eslovaca. El sitio comparte cocina con el restaurante Sladovna, mucho más tradicional pero en el que no hubo manera de encontrar hueco. Cierto es que hay muchos locales y es cuestión de buscar. Ensaladas, carnes, sándwiches y buenas cervezas locales por 14 € pp.
La vuelta de Bratislava al aeropuerto de Viena
La vuelta a Viena desde donde volábamos la contratamos finalmente en taxi privado, por un euro más cada uno evitábamos buscar el bus que lleva desde Bratislava al aeropuerto de Viena. Un transporte privado para el grupo desde Bratislava hasta el aeropuerto de Viena costó 10 € por persona. Los poco más de 60 km de recorrido supusieron en torno a 40 minutos. ¿Y cuanto nos gastamos en aquellos 5 días de viaje a Viena y Bratislava? Pues aquí os lo contamos: Presupuesto para una escapada a Viena
¿Te ha gustado nuestro post? ¡Déjanos tu opinión o cuéntanos tu experiencia!