Nuestro viaje de 10 días en familia por el País Vasco ya estaba en marcha. Los primeros días fueron de viaje propiamente dicho, aunque también aprovechamos para conocer Vitoria y visitar algunos de los pueblos más bonitos de la costa de Vizcaya. Ahora, todavía con tiempo por delante en nuestro viaje por Euskadi, le tocaba el turno a la visita de lo mejor de San Sebastián y a alguno de los bonitos pueblos de la Rioja Alavesa. Pero antes, queríamos conocer el valle salado de Añana y algunas de sus joyas naturales.

Euskadi con niños y adolescentes II: Valle Salado de Añana, San Sebastián y la Rioja alavesa

Hemos querido dividir nuestro diario de viaje de Euskadi, nuestro Euskadi con niños y adolescentes, en tres artículos:

La primera parte de nuestro viaje se la dedicamos a Vitoria y nos desplazamos hacia Vizcaya visitando Mundaka, Bermeo y San Juan de Gaztelugatxe. Haz click aquí Euskadi con niños, parte I

La segunda parte fue para Añana además de visitar San Sebastián, el embalse de Ullibarri-Gamboa, las pozas de Zaldibartxo y la Rioja alavesa. Haz click aquí Euskadi con niños, parte II

Para terminar fuimos hasta Bilbao y disfrutamos de la costa de Getxo y los deportes de aventura. Solo algún tiempo de más para el salto del Nervión y Orduña. Haz click aquí Euskadi con niños, parte III

 

Algunas de las mejores visitas en los alrededores de Vitoria
Los alrededores de Vitoria, San Sebastián y la Rioja alavesa

DÍA 4: VALLE SALADO DE AÑANA, ESPEJO, CASCASDA GOIURI

Valle salado de Añana. Centro de visitantes.

Gracias a que la mitad este de la península era un mar hace cientos de millones de años. A que ese mar desapareció por evaporación de las aguas quedando la sal sobre la superficie terrestre. Gracias al paso del tiempo y a que la sal fue quedando enterrada bajo otros elementos en un principio, y saliendo poco a poco hacia fuera de nuevo por ser más blanda que los materiales que quedaron encima después. Gracias a que esa sal en su salida a la superficie se mezcla con el agua que brota de los manantiales. Gracias a todo ello, desde hace 7000 años se explota Añana.

Al principio, esa agua salada se cocía en tinajas de barro para hacerla evaporar, quedando la sal apelmazada en el fondo, separándose de las vasijas a base de romper estas últimas. Por eso los arqueólogos encuentran tantos restos de cerámica en la zona. Desde hace 2000 años, el proceso de evaporación del agua se hace de manera más natural, utilizando el calor del sol. El agua salada se canaliza y llega al valle hasta unos espacios cuadrados en el suelo, con muy poca profundidad, las eras, donde se remueve para que la sal quede cristalizada. Cuando no queda agua por la evaporación del sol, la sal se almacena, y en la actualidad, se envasa y vende.

Todo este proceso artesanal de milenios de edad, tuvo momentos de crisis en los que casi desaparece. Pero desde hace unos años se ha revitalizado gracias a la fundación creada por varias entidades (ayuntamiento de Salinas de Añana, diputación de Álava, gobierno vasco…). Ahora, además de la producción y venta (exportan a Europa, EEUU, Japón…), fomentan el trabajo de los salineros con la apertura al público de las salinas. Se trata de una visita de interés cultural, gastronómico, agrario y no sé qué cosas más.

Si vas a las salinas tienes varias modalidades para hacerlo. Está la visita en sí misma, en la que te explican el origen de la sal, de los manantiales, etc… recorriendo los mismos y el sistema de canalización. El taller, en el que se realiza el trabajo de un salinero al mismo tiempo que recibes las explicaciones. Y la cata de sal, suspendida en estos tiempos de COVID 19.

Nosotros elegimos el taller, y creo que no nos equivocamos, súper interesante, súper didáctico, ¡y hasta refrescante! (pues tienes los pies a remojo todo el rato).

Una visita realmente recomendada. Y por supuesto que nos llevamos sal de la tienda…

El precio de la entrada al taller son 8 euros adultos, 6 reducida (entre los que se encuentran los niños de 12-18) y 5 los pequeños.

Taller de las salinas de Añana
Taller de las salinas de Añana

Salinas de Añana

También hay que decir, que merece la pena darse una vueltita por el pueblo, o pararse a tomar algo, pues es una monada. El centro de visita queda a un lado de la carretera y el pueblo al otro. Carteles de Parking te van guiando a varios espacios destinados a ello, así que, si no encuentras plaza en el primero, no te preocupes, que hay más, aunque te vayas alejando. De esa manera, además, te adentras en el pueblo, que ya digo que merece la pena recorrer (sus 3 casitas). 

Espejo

Nuestra amiga de Vitoria nos había recomendado comer en un pueblo a 10 minutos, Espejo. Otra aldeílla monísima. Y es que aquí todas las casas son tan bonitas, de piedra y madera con el tejado a dos aguas, que cuando se juntan unas poquitas para hacer un poblado, es ya algo precioso.

El restaurante en cuestión, La Kabaña (tlf: 945 35 10 19), nos gustó mucho. Buenos menús a 15 euros, aunque no platos de grandes cantidades como te puedes imaginar estando en el País Vasco. Nos pusieron una mesa muy agradable bajo una pagoda en el jardín. Pero además, al entrar al baño pudimos ver el local por dentro, también súper bonito: todo de piedra y madera, con una gran chimenea. Desde luego, merece la pena. Y seguro que calidad-cantidad-precio bueno, para lo que debe haber en las mismas Salinas, un pueblo más turístico.

Justo enfrente del restaurante, pudimos ver el tramo del río Omecillo que pasa por Espejo, usado por los lugareños a modo de piscina natural municipal. Así que al salir de comer, en este cambio de clima vasco a calor que nos ha tocado vivir, la siesta la echamos bajo la sombra de los grandes castaños, a la ribera del río. Eso quien la echó, porque otros optamos por zambullirnos en las aguas frescas directamente. Como unos paisanos más, pasamos la tarde tan ricamente entre sombras, baños y meriendas, ayudados por el chiringuito que hay en la otra orilla. De haberlo sabido hubiésemos traído bocatas, pues hay mesas para ello (merendero)… Toda una tarde como auténticos locales.

Cascada de Goiuri

Para terminar el día y ya cansados del suelo de tierra o cemento… decidimos pasarnos a ver el salto de agua antes de regresar a casa. Y lo de agua, de manea ficticia, pues sabemos que en verano no cae nada, sino que está seca. Google te lleva bastante bien (nos hizo pasarnos unos metros). Además, justo en las cercanías ya empiezas a ver carteles. Un pequeño aparcamiento y un corto caminito hasta el mirador. Un cortado imponente de una pared bestial te deja impresionado a pesar de la sequedad. Lo malo es que la naturaleza salvaje crece y crece y no tiene en cuenta que tapa visibilidad al turista. Así que realmente se ve a trocitos, entre ramas y hojas. Pero muy chulo. Un panel indicador en el aparcamiento te propone una pequeña ruta, pero algo más larga, hacia una iglesia y hacia el pueblo de Orduño. Pero nosotros lo dejamos para otro día.

Cascadas de Goiuri
Cascadas de Goiuri en el País Vasco

DÍA 5: SAN SEBASTIÁN

Donosti. ¡Qué maravilla!

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La visita de la ciudad de San Sebastián en un día

Bueno, para empaparnos bien de la ciudad a la que algunos ya habíamos visitado, contratamos otro freetour para la tarde. El muchacho, un psicólogo de origen castellano, nos puso en antecedentes hablando un poco del origen de los vascones y su historia, lo que lo hace un pueblo como es ahora, con sus tópicos conocidos. Nos situó geográficamente y luego nos habló de San Sebastián y su fundación; de su evolución y desarrollo y de cómo llegó a ser lo que hoy conocemos como la ciudad maravillosa que visitamos. No dio un paseíllo por el centro histórico, contando chascarrillos de edificios, calles y de nuevo, de la historia de la ciudad. Así andurreamos por todo el centro, vimos la basílica de Nuestra Señora santa María del Coro y la iglesia de san Vicente. El ayuntamiento, el antiguo casino, con sus heridas de balas, por ser el lugar donde se atrincheraron los republicanos. La plaza de la Constitución. Nos señaló los mejores y más baratos bares de pintxos, la mejor heladería artesanal y el mejor restaurante para menús del centro. Nos dio un repaso general, al mismo tiempo que nuevas lecciones de historia en un escenario vivo. Un gran tour. Muy currado.

La mañana la dedicamos a pasear por nuestra cuenta desde la parada del bus hasta el centro, apreciando todo el barrio “francés”. Visitamos la catedral del Buen Pastor, recorrimos las calles comerciales que conforman este barrio; y así llegamos a la Concha, que con el calor que hacía, nos invitaba a bañarnos. Fuimos a ver el Kursaal, el río, el teatro Victoria Eugenia y el hotel María Cristina. Pero no pudimos resistir a la tentación, y a la vuelta nos dimos un delicioso baño en el Cantábrico. La playa estaba llena. La gente dibujaba círculos en la arena para delimitar su espacio. Y el agua, buenísima. Fue un gran acierto pasar este ratito refrescándonos.

Así nos llegó la hora de comer y nos metimos en el primer bar que encontramos en el casco viejo: en la calle Fermín Calbetón, Casa Bartolo. Comimos bien y a un precio normal. Seguro que los hay más baratos y mejores, pero no nos quejamos y encima, en plena hora punta. Estuvimos sentados los ocho (la tía Elena nos dejó esta mañana; ahora somos pares). Después paseamos un ratillo, antes de empezar el tour.

San Sebastián
Lo mejor de un free tour en San Sebastián

Y tras finalizar éste, con todo lo que nos había contado, elegimos achicharrarnos al sol avanzando por el paseo de la Concha, con las vistas a la playa, al mar y a la isla de santa Clara, hasta el teleférico. Dejamos el Palacio Miramar, muy cerca. Un buen rato después y muertos de calor (aunque contentos por haber elegido la mañana para el baño, pues ahora hay mucha menos playa por la marea y muchísima más gente), llegamos. El parque de atracciones de lo alto del monte Igueldo, es del siglo XIX. Es un parquecillo con encanto. Pocas atracciones y muy suaves e infantiles. Pero aún así y todo, nos montamos en dos de ellas: la montaña rusa, y un barquito que va por el borde del monte en una mini vueltita. Todo ello con unas vistas espectaculares. Allí arriba corría la brisa y con ese panorama… difícil decidir bajarse.

Al hacerlo, no pudimos dejar pasar las estatuas de Chillida, ese “Peine del Mar”. ¡Tan fotogénicas! Verdaderamente unas esculturas muy bonitas y adecuadas al entorno. Las olas y los agujerillos del suelo por donde sube el agua del mar son divertidísimos. Todos los que van llegando y se acercan a fotografiar los peines, acaban empapados y se quedan a observar a los nuevos pardillos que llegan ilusionados a ver las esculturas. En general, un rato muy bueno.

La vuelta andando al bus se hace larga. Y es que llevamos un buen tute hoy de andar, y con el baño y todo, estamos muy cansados. Pero todo llega, y nosotros también. Y el bus también. Y así, a los coches y de nuevo a casa.

 

Parkings disuasorios de San Sebastián

 Según los resultados de nuestra búsqueda:

Garbera: domingos y festivos.

Miramón: con el bus 28, 10 minutos al centro.

Zuatzu: bus 5, 20 minutos al centro.

Univertsitatea: bus 5, unos 20 minutos; con los números 25, 33 y 45, algo más.

Igara: bus 33, 30 minutos.

Illunbe: bus 28, 10 minutos; bus 17, 20 minutos.

Parking en el barrio de Gros (Txofre): cerca del Kursaal, de pago.

Nosotros elegimos el de Illumbe por cercanía. ¡Y cuál fue nuestra sorpresa al encontrar que el autobús al centro, sin número, era gratuito! Un aparcamiento con plazas de sobra y allí mismo el punto de espera e información del bus, que en pocos minutos nos dejó en la única parada, en el centro, al lado de la estación de tren de Donosti. Autobuses cada 20 minutos. Un éxito.

Comer en el Barrio de Gros

Nos recomendaron este barrio más allá del Kursaal para comer bueno, bonito y barato. Lleno de vascos, auténtico. Sólo que si vas por un día… pues el centro y los pintxos son mayor tentación…

Restaurante Bergara. C/General Artetxe 8.

Restaurante Saltxipi. C/ Calzada vieja de Ategorrieta. Comida vasca (especial txangurro). Hay que reservar.

DÍA 6: EMBALSE ULLIBARRI-GAMBOA, POZAS DE ZALDIBARTXO

 Después de llegar ayer tan tarde de San Sebastián (a las 23h), acostándonos más tarde aún tras duchas y cenas, hoy no queríamos madrugar. La idea era pasar un día tranquilo y cercano, y amaneciendo con estas temperaturas más dignas del sur que de Euskadi, decidimos mojarnos.

El baño en el embalse de Ullibarri-Gamboa

Empezamos por el embalse de Ullibarri-Gamboa. Tiene varias playas en las que se puede comer en merenderos y pasar el día. En el Parque Provincial Garaio están las playas de interior de Garaio norte y Garaio sur. Y en el Parque Provincial de Landa, la de Landa, a la que fuimos. Se trata de una orilla espaciosa del embalse, con una entrada muy suave y a la que han rellenado de cantos, simulando una verdadera playa de mar. El embalse es grande, limpio, se puede nadar fenomenal. Más allá de la zona de baño, un césped salpicado de árboles hace que tengamos una agradable sombra en la que tumbarnos. Un lugar tranquilo y simpático, auténticamente alavés, donde refrescarte y pasar el día. Una playa azul con socorristas, duchas muy numerosas, baños, merendero, parking. Cerca un bar donde poder comer un plato combinado o comprar unos bocatas, como hicimos nosotros. He leído que se puede hacer piragüismo, windsurf y hasta vela. Para ello tienes que contactar antes con Inguru Aventura (www.inguruabentura.com) o el Club Náutico de Álava Aldayeta (juntacnaldayeta@gmail.com).

embalse de Ullibarri-Gamboa
Embalse de Ullibarri-Gamboa

Llegar es fácil siguiendo a Google si buscas Landa o playa de Landa. Un primer aparcamiento cerca del bar, desde donde sale una senda ya entre árboles hasta la orilla. Más cerca vimos que, por la parte de atrás, también había coches aparcados en lo que parecía otra zona destinada a ello. Pero te quedas sin el paseíto.

Mientras tomábamos los bocatas (al menos pudimos terminarlos), se empezó a poner el cielo negro y más negro, con relámpagos y truenos. Y la tormenta, que parecía lejos, de repente descargó encima nuestra, sorprendiéndonos a todos los bañistas acampados. Así que echamos todos a correr hasta los coches, donde llegamos empapados, literalmente chorreando. Decidimos venirnos hacia nuestra zona, pues había que comprar algunas cosas en las tiendas locales. Y cuando llegamos a Murgia, vimos que la temperatura había subido otra vez (aunque “sólo” hasta 28º), y el cielo se había despejado, por lo que decidimos probar suerte en las pozas tras reponer la despensa.

Pozas de Zaldibartxo

Desde Murgia, nos dirigimos, siguiendo los carteles, a la Casa del Parque y Sarria (como una pedanía), que está a 1 km. A partir de aquí, ya hay pocos indicadores y es algo más difícil. Nosotros dimos unas cuantas vueltas, y al final nos tuvieron que llevar… Pero en resumen, al llegar a la iglesia de Sarria, la carretera se bifurca y has de seguir hacia la izquierda, dejando el templo a tu derecha. Sigue habiendo pocos carteles, pero no debes recorrer más de 2-3 km de esa misma carretera para llegar al aparcamiento de la Casa del Parque: lugar de entrada a Gorbea, sitio de información del mismo. Hay baños, muchas plazas para estacionar, columpios y puedes rellenar las botellas de agua. Y siguiendo la calzada, que al entrar en el bosque se convierte en pista, empiezas a ver el río Bayos a la derecha.

Y así, en unos 5 minutos llegas a unas primeras pozas. El sitio está muy bien, lleno de rocas para extender las toallas, un remanso profundo para tirarte, y muy accesible desde el camino. Pero claro, tan cerca de la entrada al parque, que está lleno de gente. Se puede seguir caminando un poquito más, cruzas el río por un puente, y cuando el camino parece que gira a la derecha, queda a la izquierda una pradera verde, en la que se encuentra una segunda poza. Está muy bien, porque incluso siendo menos profunda y más chica, la praderita hace que la gente tenga más espacio para ponerse, hay más sol (la primera está más escondida entre árboles, en umbría), y aunque sí que encontramos grupos, hay menos gente. Así que ahí que nos quedamos. ¡Y tan a gusto! Disfrutamos del último rato de la tarde jugando en el agua, con las rocas y las irregularidades del terreno, el verdín que resbala y saltando. Y de ahí, de vuelta a casa en tan sólo 10 minutos, pues ya he dicho lo cerca que está de Murgia y ésta de casa…

Puede que más adentro del parque haya más pozas, ya que algo he leído…

Pozas de Zaldibartxo
Pozas de Zaldibartxo

*Hay un paseo que incluye parte de un GR (GR 38) y parte de la orilla del embalse (Ruta Verde). Puedes empezarlo frente al crucero de piedra del barrio de Erpidea de Ullibarri-Gamboa. Subes al alto de Urbina, con sus vistas al embalse. Y al bajar cogemos la orilla del mismo. 5,9 km con un desnivel de 130 metros, de dificultad fácil y con un tiempo estimado de unas dos horas para recorrerlo. Más información en www.gorbeiaeuskadi.com (itinerarios: número tres, Atalaya de Urbina). 

DÍA 7: BODEGAS: ELCIEGO, LAGUARDIA

Las bodegas de Euskadi

Día de vino. Rioja es un área alrededor del Ebro, en la que se produce vino, con denominación de origen. Esta comarca comprende 3 comunidades autónomas: Euskadi (Álava), La Rioja y Navarra. Estando visitando el País Vasco, nos tocaba ir a la Rioja Alavesa, que ya comprenderéis entonces, que nada tiene que ver con La Rioja región…

De todas las bodegas que hay en la zona, y no son pocas (ver más abajo), elegimos visitar tres: Ysios por encontrarse ubicada en un edificio construido por Santiago Calatrava; Marqués de Riscal, ídem de Frank Gery; y el Fabulista, donde hicimos una vista guiada, por ser ésta teatralizada, en la casa donde nació Félix María de Samaniego.

Ysios. Así, nos dirigimos primero hacia Laguardia. Justo antes de llegar al pueblo, una desviación hacia la izquierda. Es curioso porque Google te lleva por un camino de tierra. Así que no penséis que se ha equivocado, que llegáis (en ese momento de duda, no se ve la bodega aún). Impresiona una barbaridad. Es una construcción grande, moderna, muy “calatrava” y vistosa. Ahora, sin visita concertada sólo tienes permiso para verlo por fuera, y entrar al pequeño hall con baños y una recepción con barricas detrás, que ves a través de un cristal. Así que, al final no es para tanto. Pero el edificio merece la pena.

Tras ello, partimos a Elciego, a apenas 6 minutos en coche. Allí está Herederos de Marqués de Riscal, cuyo edificio es de Frank Gery. Tiene un aparcamiento y un acceso muy boscoso, con la tienda y el winebar a un lado y el asador al otro. Pero pasa lo mismo: aquí no se puede ni entrar a curiosear el recinto o el edificio por fuera si no tienes una visita concertada. Y parece hecho aposta, pero está todo rodeado de árboles que no dejan ver nada desde el exterior… Así que para hacer tiempo hasta la hora de comer, que teníamos reservado allí mismo, en el Asador Torrea (el del Marqués de Riscal), vamos hacia el pueblo, que está justo al lado.

Las bodegas de Euskadi
Las bodegas de Euskadi

El bonito pueblo de Elciego

¡Vaya pueblo! ¡Qué maravilla! Precioso. Todo de piedra amarilla, con escudos heráldicos en las casas, balconadas, fuentes, calles y rincones maravillosos. La iglesia de san Andrés es impresionante, con todos sus muros por dentro decorados con frescos. Y el altar mayor y otros altares secundarios, todos dorados y policromados. Además, desde varios sitios del pueblo, por estar más altos, se puede ver bien la bodega de Gery enfrente, ¡por fin! Bueno, una preciosidad por la que merece la pena perderse y callejear. Hay sitios donde se puede comer.

Elciego
La bonita población de Elciego

A la hora programada bajamos de nuevo a las bodegas del Marqués para comer en el Asador. Es al aire libre, en un lugar muy agradable, techado con madera y vides. La cocina es una pequeña “caseta”, también de madera, allí mismo. Pero, la carta, muy cara, es muy corta. Por no tener, no hay ni cafés (te remiten al winebar de la tienda). Las raciones no están mal, pero no son generosas. Y nos sirven a todos muy a destiempo (unos hemos acabado cuando los otros aún no tienen su plato en la mesa). Eso sí, todo muy rico. Para que sopeséis y decidáis.

La visita de Laguardia

Después nos dirigimos a Laguardia, donde tendremos nuestra visita concertada a las bodegas El Fabulista. Es a las siete, así que nos da tiempo a patear bien el pueblo. ¡Jo! Si Elciego nos gustó, Laguardia es la caña. Del mismo estilo, todo de piedra, muy bien cuidado y muy coqueto, con sus macetas y flores. Precioso. Además pudimos ver el reloj de la plaza Mayor dar las horas, con sus dantzaris bailando (conforme tenía apuntado, salen a las 12, ¿13? (según los sitios web), 14, 17, 20 y 22 horas). Este pueblo está todo excavado en sus entrañas, como un laberinto de multitud de cuevas, habiendo aún bodegas en algunas de ellas. Se pueden apreciar sus murallas con las cinco puertas de entrada. Las iglesias de san Juan y santa María de los Reyes. La torre Abacial. Y los balcones del Ebro, un magnífico mirador.

El paseo por Laguardia
El paseo por Laguardia

A las siete nos dirigimos a la nuestra. Está ubicada en la casa de nacimiento de Félix María de Samaniego, el fabulista. De ahí su nombre. Era una familia adinerada, dentro de la cual el escritor, hombre culto y de letras, fue un poco el patito negro. Díscolo y rebelde, fue la posición de su familia y sus contactos los que le sacaron y libraron de algún que otro embrollo. Así empieza la explicación de la visita, siguiendo por contarnos el proceso, muy tradicional y manual aún, de elaboración de sus vinos. Y por fin, bajamos a las cuevas. Que si bien fueron utilizadas para la elaboración del vino en una época, su origen es más antiguo, remontándose a la Edad Media, cuando Laguardia era un poco frontera entre reinos navarros, castellanos y musulmanes. En esa época, todos esos conductos subterráneos se crearon como medios de salida del pueblo en caso de asedio. Posteriormente se tabicaron, delimitando así las cuevas, cada una propiedad de una familia, y correspondiendo a la casa de ésta.

En la actualidad, sólo la bodega el Fabulista sigue usando estos túneles para la maduración del vino, pues está prohibida la circulación de vehículos en todo el pueblo, lo que impide el transporte de uva y botellas (es peatonal para, debido a estar construido sobre la oquedad de las cuevas, intentar evitar el peso sobre las mismas). Pero permiten el paso de los camiones sólo hasta aquí, ya que la puerta de la bodega está pegada a la iglesia de san Juan, y ésta, a la puerta de san Juan, de acceso al pueblo; y además no hay más cuevas en esa zona.

La visita es muy didáctica y el colofón final es la aparición de Félix, para animarnos un poco contándonos varias fábulas de su Jardín de Venus (con su tono picante, que fue algo que le metió en problemas…). Un gran acierto, aunque yo elegí esa bodega porque al ser teatralizada, había leído que era más animada para los niños (casi todo lo contrario, Samaniego nos relata cuentos no aptos para niños…). La visita acaba con una pequeña degustación.

Bodegas de la Rioja Alavesa:

Casa Primicia, la más antigua de Laguardia.

Campillo (visita guiada también a los viñedos).

Solar de Samaniego (con su proyecto Beber entre líneas, muy interesante).

Eguren-Ugarte (en cuevas subterráneas).

Araco.

Palacio.

Ruíz de Viñaspe.

Vallobrea.

Solar Viejo.

Viña Real.

Señorío de las viñas.

 En Laguardia y alrededores también se pueden visitar:

Las lagunas de Laguardia.

La Ruta de los Dólmenes (Chabola Hechicera (en el pueblo del Villar), Alto de la Huesera, el Sotillo, los Llanos y san Martín)…

-Poblado de la Hoya.

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