Una semana Nueva York con niños. Cómo planificarla

Nuestro viaje por fin se ponía en marcha. Atrás quedaba el galimatías que supuso preparar un viaje a Nueva York con niños, bueno ya no tan niños. Y es que cuando te sientas por primera vez para organizar un viaje a Nueva York a tu aire es tanta la información que lees y recibes que piensas que no serás capaz de abarcarlo todo y, probablemente, no te equivocas. Si a eso le sumas que tienes que adaptar tu viaje a Nueva York a un par de niñas, bueno, ya no tan niñas, pues todavía se complica más.

Fuera como fuese, ya estaba todo hecho, los billetes preparados, el ESTA que nos autorizaba a entrar en el país listo, las entradas para la NBA compradas, el alojamiento esperándonos… solo quedaba ¡llegar y disfrutar de Nueva York con las niñas!

Una semana en Nueva York con niños

Día 1. Sábado: Llegada.

La llegada fue muy pesada por la cola del control. El pasarlo, no fue nada, pero la espera, interminable. Tras ello y el taxi (no habíamos facturado), llegamos al hotel, el Nomad Innside que teníamos reservado y nos fuimos a explorar las cercanías del mismo, aprovechando para cenar en el Tick Tock que nos habían recomendado. Parece ser que es uno de los 27 restaurantes clásicos de comida casera que quedan en la ciudad, de los que antiguamente había miles… Ahora es un típico restaurante americano.

Día 2. Domingo: Ghospel. Museo de Ciencias Naturales. Midtown.

Amanece jarreando. Así que sintiéndolo mucho, Central Park tendrá que esperar. Desde luego hoy no creo que haya mucho newyorkino disfrutándolo… Vamos hacia el metro. Sacamos nuestras Metrocrads, al principio con alguna dificultad, como ya hemos comentado, por el detalle del pin de las tarjetas y de que sólo se pueden comprar dos por cada tarjeta de crédito. Y llegamos a Harlem.

Una misa Ghospel en Nueva York con niños

Nos bajamos en la parada 125th Street (línea roja, ramal 2 ó 3). Allí caminamos algo hasta llegar a la Bethel Gospel Assembly. Caemos en la entrada de la misa en francés, la que es en inglés es por la otra puerta. Tras valorarlo, nos quedamos en ésta. Y muy bien, porque, aunque es verdad que el pastor habla en francés, tiene un traductor que va repitiendo las cosas en inglés. Y esta zona es más pequeña que la otra, que tiene hasta parte de arriba para aumentar su capacidad.

Está lleno de extranjeros, pero también hay fieles siguiendo los sermones. Asombra el ambiente distendido que reina: todo el mundo se mueve, habla, entra y sale. Los verdaderos seguidores de la fe lo viven todo con una intensidad digna de envidia. Y cuando llegan las canciones, ya es lo máximo. Bailar es casi una obligación. La música tiene mucha mezcla africana, es más, diría que es más africano que coro góspel. En un momento, invitan a espontáneos del público a que salgan a compartir con el resto su experiencia con Dios, aunque no sale ninguno. Luego llega la colecta para unos proyectos que tienen en África. La paz es también muy entretenida porque todos se mueven para saludarse, paseándose por todo el espacio. Y el pastor incluso saluda a todos sus feligreses, turistas incluidos.

Lo mejor es que a pesar de su duración, larguísima, puedes llegar tarde (el problema suele ser el espacio, llenándose normalmente, aunque en nuestro caso no hubo problema) y puedes irte cuando quieras. Se pueden hacer fotos.

Los primeros paseos por NYC, Harlem

*Harlem: a pesar de que la lluvia nos llevó derechos al metro, en Harlem, merece la pena el famoso Teatro Apolo, el Cotton Club y pasear por las calles de Malcon X Boulevard y Adam Clayton Powell Jr Boulevard. La Universidad de Columbia también está en esta zona, al oeste.

La visita del Museo de Ciencias Naturales de Nueva York

Cuando decidimos que ya teníamos suficiente, resulta que llovía muy fuerte. Así que decidimos ir al resguardo del Museo de Ciencias Naturales. En los trayectos hasta y del metro, nos calamos.

Además de encontrar una súpercola en la entrada del museo, pues imagino que todos los turistas de NY pensamos lo mismo… Por suerte, preguntando si la cola era para entrar (pues se hace por una lateral, pareciendo que vas al metro, ya que la entrada principal con sus escalinatas está desierta), conocimos a una pareja de jóvenes vascos, majísimos, que nos colaron disimuladamente… Así que, tras unos minutos, por fin estuvimos bajo techo, aunque aún quedaba cola… Recordamos que la entrada es sugerida, es decir el precio que pone es el que ellos te sugieren. Pero puedes dar lo que tú quieras.

El museo nos decepcionó un poco. Es muy grande y realmente está muy bien. Impensable verlo entero en un día. Pero estábamos empapados; los baños no tenían secamanos con aire caliente para poder secarnos un poco, sino sólo papel de manos; estaba de bote en bote… Moló ver la ballena gigante, los dinosaurios de la peli de “Noche en el museo”, una canoa que tienen muy grande también. La zona de los bosques… Pero vaya, aparte del tamaño del museo, en realidad es como los demás museos de ciencias naturales.

Museo de Ciencias Naturales de NYC

Midtown, las fotos más clásicas de NYC

Cuando salimos ya no llovía. Fuimos andando hacia Midtown, y entrando ya en esta zona, paramos a comer en el primer restaurante que vimos, uno desconocido, pero de aspecto típico también, pues estábamos desfallecidos. Eras las cuatro y pico de la tarde, pero el restaurante estaba abierto y había más gente comiendo. En NYC SIEMPRE hay gente comiendo. Sea la hora que sea…

Y ya nos quedamos toda la tarde por ahí. Hicimos el recorrido que tenía más o menos pensado para el día de Midtown, pero al revés, pues fuimos de norte a sur.

Así, nos paseamos de la 5ª a la 6ª avenidas y de la 6ª, vuelta a la 5ª y a la 7ª. Vimos Times Square, St Patrick´s Cathedral, impresionante, el Rockefeller Center y la pista de patinaje, Top of the Rock (que estaba vacío. Preguntamos para aprovechar y subir en ese mismo momento y la chica nos explicó que la niebla estaba muy baja, de manera que no se veía nada… De ahí que no hubiese gente), el Radio City Music Hall, la NBA Store. Los edificios Chrysler y Waldorf Astoria, así como el Bank of America Tower. La imponente Gran Estación Central, que no enamoró y en la que nos refugiamos un buen rato. En la parte de abajo hay muchos chiringuitos para tomar algo.

El parque de Bryant, que pillamos, no sabemos si montando o desmontando una feria o mercadillo. Y por fuera, pues se nos hizo tarde, la Biblioteca Pública, quedándonos pendiente el visitarla por dentro. Volviendo a casa, el Empire State y más hacia la 8ª, el Madison Square Garden que ya vimos ayer.

Patinar en el Rockefeller Center

Al ver a la gente animada mirando, y más divertidos aún los que patinaban, nos acercamos a preguntar. El horario es desde las 8 de la mañana hasta las doce de la noche; lo van dividiendo en periodos de hora y media. Tú puedes entrar cuando quieras a patinar (tras la cola), pero cuando ese tiempo acaba, te tienes que salir, hayas estado la hora y media, o un minuto. Y empieza un nuevo ciclo de hora y media. La gente entra cuando quiere y sale al acabar. Y así todo el día. Alquilando los patines, te cuesta unos 38 $entrar, y como máximo, hemos dicho, esos 90 minutos.

Día 3. Lunes: Biblioteca. Central Park.

Parece que va a llover toda la semana. Casi. Hoy también, aunque menos que ayer. Así que nos arriesgamos y vamos a Central Park. De camino, visitaremos la biblioteca, que ayer se quedó pendiente porque estaba cerrada (ya era muy tarde).

La biblioteca pública de Nueva York

La NY Public Library es una pasada. Ubicada en un impresionante edificio neoclásico de grandes espacios, con sus altos techos y sus salas de madera es una auténtica y permanente invitación al estudio y la lectura. De entrada gratuita, exige respeto al visitar ciertas salas dedicadas al estudio. Y en algunas no están permitidas las fotos. He leído que hay autoguías disponibles, también en español y también gratuitas. Una auténtica gozada conocerla, costando el abandonarla.

Biblioteca Nacional de NYC

Central Park de Nueva York con niños

Tras este buen sabor de boca, emprendemos ruta a Central Park, cogiendo de nuevo el metro. Entramos por el norte, haciendo desde allí un recorrido completo hacia el sur. Por lo que lo primero que encontramos, al lado del lago Harlem Meer, es la pista de patinaje sobre hielo, Lasker Rink. Esta vez no había nadie. Nos acercamos a preguntar. Se abre a las 10. Puedes patinar todo el tiempo que quieras… Y es mucho más barato: 22$ los adultos y hasta 11 años, 16$.

Así que ni pensarlo; nos pusimos los patines las tres. A los espectadores les cobran… por lo que Antonio se quedó por fuera observando un poco más de lejos. Pasamos un rato muy divertido, aunque cansado. Estábamos nosotras, una abuelilla y un señor con un crío, así ni molestábamos ni nos molestaban.

Patinando sobre hielo en NYC

Pasado el tiempo de furor, nos quitamos los patines y realmente ahora sí, comenzamos nuestro paseo por Central Park.

Fuimos bajando en zigzag para poder ver casi todo (así echamos el día…). Comimos en frente del hospital Mount Sinai, delicias de un puesto de perritos. Seguimos paseando de un lado a otro, bordeando el lago de Jaquelin Onassis. Salimos para apreciar el grandioso Guggenheim por fuera. Subimos al mirador del castillo de Belvedere, desde donde se tienen unas bonitas vistas del parque, con the Great Lawn justo enfrente. Volvimos a cambiar de lado para ver Strawberry fields.

Un gran ambiente de gente y música hacen muy amena esta zona. Después de las consabidas fotos y de imaginar a John Lennon viviendo con Yoko Ono en el edificio Dakota, volvemos a cruzar de lado. Nos encontramos con los preparativos de la Maratón de NY, y con todos los operarios trabajando duro en construir y levantar carpas, escenarios, casetas…

Nos dirigimos hacia el Zoo, y por ser éste el que es, decidimos entrar. Una visita rápida, pues se está acercando la hora de cerrar (17h). No conseguimos ver al lince. ¡Qué pena! Pero el zoo nos mola mucho, a pesar de no reconocer al de la peli Madagascar, cuando se supone que es éste… Se puede recorrer en poco menos de una hora.

Y tras un buen rato en el recorrido final hacia la salida, lleno de puestos con diferentes cosas que vender, damos por terminada la vista a Central Park. Agotadora.

El agotador paseo por Central Park

En general he de decir que el día es entretenido y cansado; precioso Central Park. Pero anda corto de indicaciones. Para ir de un monumento a otro has de saber orientarte bien con tu plano turístico, pues hay pocas señales de orientación con flechas y esas cosas que te hagan encontrar bien las atracciones. Y sin embargo, encuentras miles de caminos que puedes seguir, no sólo los principales, sino miles de pequeñas sendas. Nosotros nos quedamos sin ver el Obelisco, por ejemplo. Pero por no dar más vueltas, lo dejamos pasar.

También comentar que en la mitad norte hay muchos menos puestos de comida que en la zona sur, lleno de tenderetes diferentes y kioskos.

De vuelta callejeamos, visitamos la Appel Store de la plaza Grand Army y 5º avenida. Pasamos por delante de Top of The Rock en nuestra vuelta a casa.

Llegando al hotel, cenamos antes en un sitio que encontramos en la esquinita anterior al mismo (6º con la 27th), un sitio de esos en los que se vende comida cocinada al peso. Además de fruta e ingredientes para ensaladas. Un sitio pequeño, de barrio, con dos pequeñas mesas dispuestas una junto a la otra haciendo una sola. Cenamos lo que quisimos, rico y caliente y en la cantidad justa elegida. Y luego un poco de fruta y ensalada. ¡Qué gusto! Repetiremos.

Día 4. Martes: Chinatown. Lower Manhattan.

A pesar de que de nuevo el día aparece gris y lloviendo, nosotros no paramos. Hoy vamos hacia el sur. Primera parada: Chinatown.

EL Chinatown y más allá de Nueva York

Callejeamos un rato, pero no llegamos a empaparnos del ambiente. Canal Street es demasiado grande para el laberinto de callejuelas que imaginábamos. Los negocios recién están comenzando a subir sus persianas. Y encima, chispea. Nos perdemos algo por Mumberry y cotilleamos Columbus Park. Pero apenas hay ambiente. Salimos del barrio por Central St, y nos encontramos en el Foley Square, una serie de imponentes edificios neoclásicos también, grises, oficiales, que impresionan. El Tweed Courthouse, NY City Hall, Court Building… Vaya Gran Manzana… Muy muy bonita.

Si seguimos bajando encontramos la Capilla de St Paul. Entrar es gratis. Bueno, te cuesta un gran registro y pasar por arcos antimetales, pero por lo demás, nada. Aunque realmente no merece la pena perder el tiempo en la parada. Se trata de una sala única con sillas y una especie de altar. Point.

La zona cero

Llega la hora de desviarnos a la derecha, hacia el oeste. Y así llegamos al Óculus de Calatrava, la Zona Cero, el museo del 11S, One World Trade Center. El Óculus, la inmensa paloma blanca de la paz, es digna de cualquier opinión. A mí en concreto me gusta la arquitectura del español, así que soy de las que opina positivamente. El monumento de conmemoración del 11S, en la zona cero, el famoso de las fuentes, es muy bonito. Es cierto que es “sólo una fuente”, como dicen sus detractores, pero es muy original, y “en vivo” es bastante resultón.

Monumento en conmemoración del 11S

En todas partes hemos oído y leído que los martes la entrada al museo es gratuita, así que nos ponemos en la cola para entrar. La cola es lenta y se hace muy pesada. Al llegar a las taquillas, nos explican que sí que es gratis, pero a partir de las cinco de la tarde (las taquillas las abren a las 16.30h). Después del colón que hemos esperado, decidimos pagar la pasta que cuesta. No queremos ni pensar la cola que se puede formar para la franja horaria gratuita… Además, volver esta tarde rompe nuestros planes. De ninguna manera. Así que entramos.

El sitio del museo, en sí mismo, es muy bonito. Un espacio arquitectónico enorme, moderno, con exposiciones de fotos muy bonitas, dispuestas y exhibidas con tecnología original. Según bajamos por una gran rampa, se empieza a ver algunos elementos de gran tamaño y con poco interés, que empiezan a hacer aburrida la visita: un camión de bomberos casi demolido, restos de las estructuras de los edificios, etc… Encuentras también un interesante juego interactivo en el que escribes con el dedo sobre una pantalla un mensaje, que luego sale reflejado en un gran mapamundi…

Y por fin, en medio del gran espacio único que es el museo, un pequeño ambiente cerrado, claustrofóbico, y que, totalmente contrario a la estética general del museo, está abarrotado de información y gente. Miles de pantallas de televisión repitiendo una y otra vez los vídeos del atentado. Todo tipo de objetos personales de víctimas, que saltaron por los aires y se encontraron en las calles: desde llaveros, carteras, restos de papeles, zapatos, etc…

En resumen, un espacio arquitectónico muy bonito en el que se fomenta el odio, en el que el victimismo no deja lugar a nada más, y en el que se ignora la cantidad de guerras en suelo no americano que estos patriotas han llevado a cabo. Y todo por el módico precio de unos 75 euros…

Saliendo del museo intentamos comer en un Shake Shack que hay en un centro comercial al lado (The Fulton Center, en Broadway st). Pero hay una cola grande y todas las mesas ocupadas. Así que al final comemos unas porciones de pizza en uno de esos pequeños locales de comprar y llevar o tomar allí de pie o con suerte en una banqueta, el Majestic Pizza, en Cortland st. La verdad es que estaban buenísimas.

Seguimos bajando cruzando desde Broadway st a Trinity Pl. Vemos Zuccotti Park con sus árboles iluminados con miles de lucecillas. Llegamos a la iglesia de Trinity, con su cementerio verde al estilo judío. En obras su fachada, se puede acceder al interior: pequeño, recogido, bonito. A la salida, cogemos ya Wall Street para empezar a recorrerla: el Federal Hall, museo de Finanzas Americano.

Callejeamos un poco hasta llegar a Battery Park y State st, donde se encuentra el museo de los Indios Americanos, gratuito. Tras dar un paseo por el parque y hacer parada en los distintos atractivos (American Merchant Mariner´s Memorial, carrusel marítimo, el monumento a los inmigrantes, el Castle Clinton National Monument, the Battery Fountain, East Coast Memorial), nos dirigimos hacia Whitehall Terminal para coger el ferry gratuito a Staten Island.

El ferry hasta la Estatua de la Libertad neoyorquina

Éste pasa más o menos cerca de la Estatua de la Libertad, con lo que es la manera barata de acercarse a la misma, como ya comentamos. Es el famoso ferry de la peli “Armas de Mujer”. Tuvimos mala suerte porque estaba todo nublado con mucha bruma, por lo que las vistas no fueron claras. Nos pasó en general cada vez que tuvimos oportunidad de ver el skyline de la ciudad. Pero bueno, apreciamos otra luz…

Según bajamos del ferry, volvimos a la cola para regresar, y de nuevo disfrutar de las vistas. Los ferrys son frecuentes (cada 20 minutos) y a pesar de la gente que se acumula, hay hueco para todos, pues son muy grandes. Así que no hay ningún problema.

A bordo del ferry a Staten Island

Bajando de nuevo en el terminal Whitehall, pasamos por delante de St. Elizabeth Ann Seton Shrine, y de nuevo por el museo de los indios americanos. Y ya enfilamos hacia Broadway st, tras fotografiar la fachada de los Archivos Nacionales. Parada obligatoria en el Charging Bull para tocarle los huevos… Por supuesto, cola, que aunque no muy larga, sí un poco pesada porque la gente se quiere fotografiar desde todos los ángulos…

De vuelta a casa, antes de coger el metro, una paradita en el Century 21, un outlet famoso que tiene un centro ahí mismo, entre Cortland st y Dey st y entre Church st y Broadway st. Después de picar con la ropa deportiva de marca, ahora sí, metro, cena en nuestro barrio, en la tiendita donde ya nos hemos hecho amigos del señor, y a dormir.

Día 5. Miércoles: Tour de Contrastes. Brooklyn. Partido NBA: Brooklyn Nets

El tour de contrastes de Nueva York con niños

El día comienza temprano, aunque no tanto como Juan, nuestro guía, propone al principio. Descubre Tours Inc.es la empresa de turismo que gestiona este newyorkino de origen colombiano, Juan Restrepo. Sus padres emigraron desde Colombia, y aunque intentaron que su madre pariese allí, a los 5 meses de embarazo la compañía aérea no le permitió coger el avión.

Así que el destino quiso que naciese en la ciudad en la que sus padres y luego él se labraron un futuro. El lema de la empresa es “Viajar es vivir”, lo que nos dice mucho a los viajefilos. Un amigo nos dio su contacto, que es el siguiente: juanfer@descubretours.com; info@descubretours.com; web: descubretours.com; tlf: +1 917 22 47 327 y +1 91732 50 425. Con él puedes tener transporte privado al aeropuerto, visitas a Washington, Philadelphia-Amish; tour de contrastes, nocturno, privados, etc…

Nosotros queríamos hacer el más recomendado en toda nuestra información recogida: el tour de Contrastes. Es un recorrido por distritos más alejados de Manhattan, en el que hacerlo sin ayuda puede ser complicado (por el tiempo que se emplea en ir de un lado a otro, por saber cuáles son los rincones más interesantes ya que son distritos enormes, por conocer para evitar las zonas peligrosas, por las explicaciones, etc…).

Así, el tour sube por Harlem hacia el Bronx, parando en estadio de los Yankess, la comisaría mítica gracias a Paul Newman de Distrito Apache, viendo famosos grafitis artísticos. Después se entra a Queens, visitando el barrio de Malba, el Flushing Meadows Park, barrio latino de Jackson Hts, y el barrio Williamsburg. Y se termina en Brooklyn, dejándote junto al puente, listo para las fotografías.

La verdad es que nos gustó mucho. Fue muy cómodo, pues íbamos en un 7 plazas los cuatro junto con otra pareja y Juan, es decir, casi privado. Las explicaciones de los diferentes puntos de parada fueron todas muy interesantes: la cancha de baloncesto cantera de jugadores de la NBA (cómo empezaron a gestarse los campeonatos de baloncesto, cómo Nike empezó a patrocinar…), los problemas de la delincuencia, vendedores de droga y la policía. La situación social de la población, las dificultades, conflictos. Los intríngulis de la vida dentro de una religión radical y extremista como la de los ortodoxos judíos, las diferentes ramas de la misma. Desde luego un tour lleno de contrastes.

El precio fue más o menos el mismo que en otras compañías, (Civitatis, por ejem), 54 $ por persona, incluso barato, teniendo en cuenta que era un solo vehículo y casi privado, y no un gran autobús con 50 plazas. Positiva la experiencia.

El skyline de Manhattan desde Brooklyn

Brooklyn y la NBA

Después aprovechamos el día por Brooklyn hasta la hora del partido de la NBA. Para empezar el recorrido por Dumbo (“Down Under the Manhattan Bridge Overpass”), hicimos todas las fotos posibles de los puentes: desde Washington Street, la más famosa de todas; desde Main Street ParK (incluidas también las fotos al skyline de Manhattan); desde la azotea gratuita en la última planta del Empire Stores. Todo ello está bien cerca, a pie del río, con la gran isla de frente y los dos puentes (Brooklyn y Manhattan) por encima de nuestras cabezas. Todo terriblemente fotogénico.

Paseamos por el Empire Fulton Ferry Park, con su carrusel enorme y precioso (Jane´s Carrousel), aunque cerrado ese día, por lo que no pudimos apreciarlo bien. Hicimos una paradita en las playas de roca (Pebble Beach) del Main Street Park. Apreciamos los restos de las antiguas vías que aún quedan en Plymouth Street. Y por último y para comer, entramos en los Empire Stores, donde nos tomamos nuestro tiempo en la planta baja para disfrutar las diferentes ofertas de sabores en el Time Out Market. No es tan barato, pero nos encantó.

Una primera vista general a los numerosos y variados puestos, en la que cada uno toma nota de lo que va a querer; luego un acercamiento al lugar elegido, pedir y pagar, y recibir el aparatejo que te indica cuando puedes ir a por tu comida. Búsqueda en alguna mesa de hueco para los cuatro. Espera a que tu dispositivo se ponga a vibrar como un loco, anunciando que tu comida ya está. Y ¡a disfrutar! Una experiencia muy chula y desde luego, sabrosa. En la primera planta hay otros restaurantes, más convencionales, así que hay para elegir.

Con las barrigas llenas, pasamos a pasear por el otro lado de los puentes. Llegando desde Manhattan, a la derecha. Paseamos por el Brooklyn Bridge Park, disfrutando de los muelles. El Old Pier 1, con sus pivotes de madera es muy fotogénico. Todo el paseo es un mirador espectacular del skyline de Manhattan.

Puente de Brooklyn

Aunque nosotros preferimos hacerlo en el Timeout Market, en este lado hay varios sitios para comer famosos: por supuesto el archiconocido Shake Shack, el Juliana´s Pizza y Grimaldi´s Pizzeria. También leímos sobre el Luke´s Lobster, langosta buena y abundante en ensalada o bocata, allí mismo.

Volvimos picoteando un poco por Brooklyn Heights, un barrio para callejear. Y nos dirigimos hacia el interior, para poder subir al puente y pasearnos por él. Nuevamente miles de fotos.

Seguimos ya dirección hacia el Barklays Center por el Brooklyn Bridge Boulevard. Al llegar a la altura de la Johnson st, se ve la oficina de correos, impresionante. Seguimos avanzando y descubrimos el Columbus Park con el Brooklyn Borough Hall, y su cúpula coronada con la estatua de la Justicia, que hacen del paisaje un paseo súper agradable.

Torcemos para coger Fulton Street, la gran oportunidad de las compras. Una gran calle comercial donde puedes encontrar de todo, y más aún, ropa. Seguro que más barato que en Manhattan, y desde luego más fácil por estar todas las tiendas concentradas. Lástima no poder estar más tiempo e ir luego ya directamente a casa.

Saliendo de Fulton st con pena, pues invita a ir de local en local, con lo que no acabaríamos jamás de recorrerla, torcemos hacia Flatbush av, que ya nos hace llegar al Barclays Center. Y una vez allí, la cola hasta que abren el estadio y ¡a disfrutar!

Partido de los Brooklyn Nets en el Barklays Center

Partido de los Brooklyn Nets en el Barklays Center

Para ir a un partido de la NBA hay que tener en cuenta varias cosas, así que dejo varios consejos.

1-Merece la pena ir con tiempo. Aunque haya que esperar un poco, es práctico estar 30-45 minutos antes de que abran las puertas. En ese momento empieza a llegar gente y a formarse colas en la entrada. Poco a poco aparecen operarios del estadio a organizar esas colas. Las van deshaciendo y van llevando a grupos a otras entradas para distribuir mejor al público. Estos mismos operarios suelen ser personajes muy al american style, que con su megáfono y sus tonterías, te hacen pasar un buen rato. Así que esos 45 minutos pasan volando. Además, te da tiempo relajadamente a preguntar tus dudas en la taquilla (no hace falta tener las entradas impresas, por ejemplo; basta con el código QR que te dan cuando las compras on line).

Una vez dentro, el espectáculo ha comenzado. Hasta que empieza el partido tienes todo tipo de entretenimiento: ver el estadio por dentro, visitar la tienda de merchandaising, y si quieres, caer en la tentación; comprar comida y bebida para el evento (hay para elegir); subir a las gradas a tu sitio y en pista, en las pantallas gigantes, sobran pasatiempos: todas las fichas de cada uno de los jugadores, publicidad, diferentes vídeos, imágenes del público…; hay también animadores que sortean cosas, dicen chistes, chascarrillos etc por la megafonía… Es decir, que si desde el principio ocupas tu lugar, tampoco vas a aburrirte. Además, en seguida salen los jugadores a calentar.

Para nosotros que somos turistas y que el partido es parte de nuestro turismo, merece la pena ir con tiempo para no perderse nada del espectáculo.

2-Mochilas. Tuvimos muchas dudas, pues todo aquél con el que hablamos que había ido con anterioridad a un partido, coincidió en decirnos lo mismo: no dejan entrar mochilas. Es más, hasta nos contaron que unos conocidos tuvieron que esconder la suya en unos matorrales en los alrededores del estadio porque no había manera. La cuestión es que como veníamos de pasar el día fuera, no llevar mochila era incómodo. Y además, las dudas se amplían: ¿mochilas no pero bolso sí? ¿o bolso de mujer tampoco?

Bueno, pues ese día nos apañamos sin mochila ni bolso ni nada. Incluso sin paraguas con el tiempo que estamos teniendo y anunciando lluvias… Y al llegar allí, en el control, vimos que permitían entrar a la gente con paraguas y con mochila… Eso sí, paraguas de los plegables, no de los normales grandes. De ésos no vimos ninguno.

¿Será el Barklays Center en concreto? ¿Será que ese día tocaba que sí?

3-Comida. En principio no dejan entrar comida ni bebida. Eso sí que no. Pero hay multitud de barecillos dentro en los que elegir. Por ello es bueno llegar antes, para verlos todos y comprar lo que más te guste.

Día 6. Jueves: Columbia, Vessel, High Line, Chealse.

El paseo por la Universidad de Columbia de Nueva York

La Universidad de Columbia es preciosa. Así de simple.

Pasearse por esos antiguos edificios del siglo XVIII, por las callejuelas que dejan entre ellos, y respirar el aire que se crea, invita a volver a estudiar en la universidad. Mil carreras si hace falta. Parecido a como pasa en la Biblioteca Nacional con la lectura. Es increíble. A pesar de la que nos cayó esa mañana, que fue muy muy intensa, pudimos tener esa sensación.

Fundada en 1754, la universidad de Columbia es la institución de educación superior más antigua del estado de Nueva York, la quinta más antigua de Estados Unidos y cuna de grandes personajes a lo largo de la historia del país, desde su creación. Es un centro privado. En la actualidad, desde el 2007, existe otro campus que amplia éste original.

El complejo consta de varias edificaciones. En medio de todo, en la gran plaza, puedes apreciar a un lado la antigua biblioteca, actualmente oficinas y Centro del Visitante, con la estatua del Alma Máter delante. Otras instalaciones son, además de las distintas escuelas, las residencias para estudiantes, el Teatro Miller, la Capilla Saint Paul, el centro de estudiantes Sala Alfred Lerner, el Centro de Ciencias de la Salud, el Hospital Milstein y varios pabellones de investigación, especialmente dedicados a la ciencia y la medicina.

Universidad de Columbia

Por dentro visitamos en Centro del Visitante y la capilla de Saint Paul. Ambos impresionantes. La capilla nos gustó especialmente, de ladrillo naranja, recogida y cálida. En ese día de aguaceros, estuvimos muy recogiditos en ella, disfrutándola a tope.

Tras el breve paseo por las edificaciones principales, pasamos al Store, también refugiándonos de la lluvia y calentitos, donde tras probarnos y elegir, decidimos comprar unas sudaderas…

The Vessel, otra visita imprescindible en Nueva York

Y tras esta visita mañanera, tomamos de nuevo el metro dirección a The Vessel. La parada de metro más cercana es la 34th St-Hudson Yards, de la línea morada. Se trata de una estructura que sirve de atracción y mirador para visitantes, construida como parte del Proyecto de Reurbanización de Hudson Yards y abierta al público en marzo del 2019.

Con forma como de vaso redondeado y más estrecho en su base, está formada por escaleras que se entrecruzan en plataformas que sirven de observatorio. Y poco a poco va subiendo de altura, a la vez que se amplía el diámetro de la estructura. Así, se eleva más de 45 metros del suelo y está formada por 154 tramos de escaleras que conectan 80 rellanos. Estéticamente se aprecian barandillas de cristal junto a paneles de acero de color cobre. Muy interesante.

El acceso es gratuito. Puedes reservar a través de la página web, eligiendo el horario de entrada que prefieras, evitando así colas. Y puedes llegar allí mismo y sacar las entradas en unas máquinas que hay para ello. De esta última manera te arriesgas a tener que esperar, aunque cuando nosotros fuimos no había problema de gente.

The Vessel

Comimos en el Hudson Yards, un lujoso centro comercial adyacente al The Vessel, para ¡por fin! probar el famoso Shake Shack, pues hay uno dentro. Un fácil sistema de pantallas donde haces tu pedido y pagas. Y luego la espera a que te llamen y recojas la comida. Hay varias mesas donde has podido ir cogiendo sitio para sentarte. Las hamburguesas eran normales y de un tamaño discreto, con lo que permite no quedarte como una boa.

El paseo por High Line de Nueva York

Seguimos con nuestro día de turismo. Ahora toca pasear por el High Line, una antigua vía de tren elevada, acomodada como agradable paseo urbano. Adornado a los lados con plantas, pequeños jardines y obras de arte, se puede apreciar graffitis y disfrutar de diferentes vistas de la ciudad mientras se recorren sus escasos 3 km de longitud. Hay zonas de bancos y gradas. En Gansevoort St, 16th St y 30th St puedes encontrar baños.

Se puede acceder desde diferentes calles a través de ascensores y escaleras, e igualmente puedes salirte por estos mismos puntos. En algunos tramos, quizá por ser más estrechos, se aglomera bastante gente, por lo que hay que tener paciencia. Por eso recomiendan pasear muy temprano por la mañana (abren a las 7 am). A pesar de todo, un paseo muy agradable.

Disfrutando de las fotos en el High Line de NYC

Salimos por el extremo sur, encontrando fácilmente y muy cerca el Chealse Market. Estamos en tiempo de Haloween, y en concreto hoy es la noche clave, así que a la hora a la que llegamos al mercado, nos encontramos grupos de niños de diferentes edades, a veces acompañados por padres así sin más, y otras auténticas familias disfrazadas, haciendo el truco o trato. La decoración acompaña a esta terrorífica noche, no dejando una esquina sin muerto, una viga sin ahorcado, un rincón sin esqueletos y telarañas. El humor de la gente es fantástico, metidos cada uno en su papel de una manera muy auténtica. Los niños pidiendo muy solícitos sus chuches, los empleados de las tiendas repartiéndolos alegremente. En algunos locales esperan a los críos con una auténtica fiesta organizada en la que no falta música y baile.

De lo que no hay ni rastro es de las famosas galletas Oreo. Hemos leído en mil sitios que se inventaron y produjeron en la fábrica origen del actual mercado. ¡Qué mínimo que una pequeña reseña! Pues nada, no encontramos nada. Ni una referencia. Preguntamos en varias tiendas y bares, empleados de la limpieza y guardas: nadie sabía nada. Así que en ese sentido nos fuimos un poco defraudados.

El desfile Halloween Parade

Y ya por fin, despacito porque aún es pronto, nos vamos dirigiendo poco a poco hacia el desfile de Halloween, el Halloween Parade, que tiene lugar en el Village, en concreto en la 6ªav, entre Spring st y la 16th.

Al ser pronto, decidimos ir bajando hacia su comienzo para coger sitio, y así también terminar de verlo antes. Cuando comenzamos a comprobar la presencia ya de ambiente de gente y policía, nos detenemos detrás de la valla, y a esperar. El desfile comienza a las 7pm y puede durar hasta las 11pm. Al principio estamos muy animados con la atmósfera que se respira. Se comienza a ver personas disfrazadas, turistas, cotillas y mucha mucha policía. Nos damos cuenta de los diferentes cuerpos que debe haber en la ciudad, pues los hay que llevan camisa blanca, camisa negra, azulona, azul claro. Pero tras llevar todo el día danzando, y ahora el tener que aguantar de pie tanto tiempo, se hace un poco pesada la espera.

Por fin comienzan a llegar los primeros y nos damos cuenta de que eso es un galimatías: hay comparsas que van bailando coreografías y hay gente suelta, hay grupos de gente, hay carrozas de publicidad, hay carrozas de grupos, asociaciones, empresas, etc… Hay gente que va disfrazada de lo que entendemos por Halloween; hay otros que van de personajes de series y películas de moda o clásicos (desde La Guerra de las Galaxias hasta La Casa de Papel); hay niños, viejos y medianos. Hay bandas y música de amplificadores y dj. Hay una especie de voluntarios porque llevan todos la misma camiseta y van como organizando. Da la sensación de que muchos en lugar de quedar a tomarse una copa en un bar, ese día han quedado para ir al desfile. Enormemente largo y absolutamente loco.

No dejan cruzar por medio de la calle, así que cuando hay un parón entre dos grupos, la policía levanta un pasadizo y cruzan cientos de criaturas, hasta que se acercan los de atrás, que vuelven a cerrar el paso.

No nos quedamos a verlo entero, es una locura. De vuelta a casa camino del metro, vemos el ambiente que hay en el barrio, no sólo en la 6ªav, que es por donde pasa el desfile. Todo está lleno de gente y las terrazas abarrotadas de personas cenando. Increíble.

Ese día acabamos muertos. Aunque como todos los días…

Día 7. Viernes: Empire State, Rooselvelt.

Nos levantamos tranquilamente, hoy no tenemos prisa. Parece que el día amanece soleado, aunque muy frío. Nos lanzamos a la calle. Camino hacia el norte para coger el teleférico hacia la isla de Rooselvelt, hacemos una primera parada en Macy´s. El objetivo es ver y jugar con el famoso piano de la peli de Big Big Big. Nos perdemos un poco por el centro comercial, pues nuestro impulso inicial es ir a la sección de juguetería. Allí no nos saben informar bien. Y el caso es que tiene que estar en algún lado. Así que regresamos al inicio y tras varias preguntas más a otros empleados, ya nos indican que está en la planta -1 y, ¡voilá!, damos con él. No está muy concurrido por turistas. Es más, hay un padre con una niña, americanos… Eso y que los empleados no tengan claro dónde se encuentra, nos da que pensar: ¿es que a los viajeros no les hace gracia bailar y tocar el piano de la gran peli de los ochenta? Es una escena mítica de una película mítica…

En fin, tras la gracia de bailar sobre las teclas (lo que es más difícil de lo que parece si quieres conseguir sacar una melodía), nos ponemos en marcha de nuevo.

Pasamos por delante del Empire State camino del Top of the Rock, pues hoy es un buen día para subir, con el cielo totalmente despejado… Y nos damos cuenta de que la cola es muy corta… Nos entran dudas, pues ahora está más de moda el otro. Pero pasamos el otro día a las 10. 30 am, con una cola bestial y tras preguntar nos dijeron que ya daban citas para subir ese mismo día a las 18.30h… Y los precios son más o menos los mismos…

La subida al Empire State

Así que nos ponemos en la cola y terminamos de convencernos de quedarnos para el Empire tras valorar todos esos detalles. Y en efecto, en seguida entramos al edificio, aunque la cola sigue todavía dentro, pero con entradas para ese mismo momento (se sacan en máquinas si no las llevas compradas con antelación). Luego los controles y la foto de entrada para que compres después, zona de museo sobre la construcción, galería de fotos con visitadores ilustres, King Kong asomando por las ventanas y rompiendo las paredes con sus grandes manos….

Los ascensores. Primera parada, piso 80: galería-mirador con cristales-museo. Y la última subida, hacia el piso donde sales a la terraza, el 86 (puedes hacer este último tramo en ascensor, o más rápidamente por menor cantidad de gente esperando, andando. Quien nos conozca un poco deducirá que subimos y bajamos andando…). Una vuelta completa a este gran mirador al aire libre, haciendo miles de fotos con todos los fondos de la ciudad: el del norte, sur, este y oeste.

En total, la visita con todas las colas y todo, viene a ser de unas tres horas. Hay dos tipos de entrada. La normal, con la visita que hemos descrito. Y una algo más cara que te permite subir todavía más, a otro pequeño mirador más elevado, cerrado, en el piso 102.

Las fabulosas vistas de Manhattan desde el Empire State

A la salida, con un hambre ya de perros, avanzamos un poco hasta localizar un Five Gays. Pero es de los locales de comida para llevar con un par de banquetas altas si quieres degustar la pizza allí. Nos apetece sentarnos. Entre el paseo y las colas, queremos descansar un rato, así que lo dejamos. Cerca hay un Jackson Hole, así que nos ponemos en marcha hacia allí. Nos mola mucho. Lleno de fotos de John Wayne y alguna de Clint Eastwood. Ponemos música en una de las típicas máquinas americanas de canción por un dólar. Y comemos típica hamburguesa americana. O sea, todo típico americano.

El teleférico a Rooselvelt Island

Repuesta ya la energía, salimos de nuevo a la calle y con un paseo nos dirigimos a la Tramway Plaza. Desde allí sale el teleférico que se coge para Rooselvelt Island. Es un medio de transporte público, por lo que está incluida en la tarjeta MetroCard. El viaje mola mucho y al haber muchas cabinas en la línea, no hay apenas que esperar. Hemos leído varias cosas que visitar en la isla. Los defensores de la misma la pintan muy interesante, empezando por sus vistas de Manhattan, con todo el perfil del Skyline.

A bordo del teléferico a Rooselvelt Island

La isla tiene 3.2 km de largo, así que es de fácil caminar. A pesar de ello, a la bajada del teleférico hay una parada de unos buses rojos que te la recorren de norte a sur de manera gratuita. Desde este punto hacia el norte, te encuentras varias paradas turísticas:

> Blackwell House (Achiles House), la casa más antigua de la isla.

> Capilla del Buen Pastor (Chapel of the Good Shepherd)

> The Octagon, un edificio octogonal, antiguo hospital psiquiátrico, ya que la isla en la antigüedad se usó como refugio de enfermos mentales y de la viruela, además de cárcel.

> Y el faro: Blackwell Island Light

Desde la parada del teleférico hacia el sur:

> El parque Franklin D. Rooselvelt Four Freedoms.

> Smallpox Memorial Hospital, lugar de cuarentena de los enfermos de viruela.

Nosotros elegimos pasear, así que lo de los buses rojos, ni los vimos. Iniciamos la ruta hacia el norte, al principio por el paseo paralelo al río. Luego nos metimos al interior para empezar a ver los puntos turísticos. Pero tras la exploración de la capilla del Buen Pastor, que no aporta nada a nuestra curiosidad…, lo que nos encontramos es una isla en obras, con un paseo más bien feo, que continua por una carretera, y la noche que ha caído sobre nosotros. Así que damos media vuelta y decidimos volver, con lo que nuestra visita a la isla nos deja más bien vacíos. De todas las posibilidades que había, sólo vemos una y el resto, en general, nos decepciona.

Día 8. Sábado: Chinatown y vuelta.

Vuelve a amanecer muy soleado. Tenemos unas horas antes de tener que ir al aeropuerto. La visita de Trump a la ciudad se ha suspendido, así que es previsible menos follón (el presidente anda a la gresca con el alcalde). Sólo queda la actividad que genera el maratón de mañana.

Tras dejarlo todo recogido en recepción, decidimos volver a intentarlo en Chinatown. La primera visita, con la lluvia o lo que fuese, nos dejó decepcionados. Al llegar hoy al barrio, nos damos cuenta de que es totalmente diferente. Hoy sí hierve de actividad, lleno de chinos y de turistas y grupos con guías. Nos damos un paseo por las mismas calles que el otro día, que nada tiene que ver, y ampliamos hacia Little Italy. Sí que ha cambiado la cosa. Ahora sí nos vamos con un buen sabor de boca. Compramos algunos suvenirs para regalos, tirados de precio (RECOMIENDO DEJAR TODOS LOS REGALITOS PARA LA VISITA DE ESTE BARRIO).

El barrio más fotogénico y el mejor lugar para las compras: Chinatown

Y con todo, volvemos al hotel y de ahí al aeropuerto en taxi.

Algunas recomendaciones más para viajar a NYC con niños

> Además del gran contacto que supuso el colombiano Juan como guía (lo cogimos para el tour de contrastes: juanfer@descubretours.com; info@descubretours.com; web: descubretours.com), el taxista que nos llevó el primer día del aeropuerto al hotel, fue un gran descubrimiento. Con el lío que montamos al pagar, demostró su honorabilidad (como él decía, es musulmán, y por ello su palabra es de honor): Mamadou, tlf +1 718 200-4837. Quedamos con él para que nos llevase de vuelta al aeropuerto. Su idea era no seguir de taxista mucho más tiempo, pero por si acaso. Sus hermanos, a los que no conocimos, sí lo eran…

> En el West Village, típico barrio de casas rojas con las escaleras de incendios en las fachadas, se puede pasear por Madison Square Park (donde está el edificio Flatiron). Canchas de baloncesto callejeras en The Cage, el Christopher Park. Nosotros lo vimos de noche con el desfile de Haloween.

> Soho. El barrio de los diseñadores, artistas y profesiones alternativas. También con escaleras en las fachadas. En particular parece curioso el Apartament by The Lane (67th-Green st), donde se vende absolutamente todo lo que se ve.

> Para el que vaya por su cuenta al barrio de Williamsburg, en Brooklyn, las recomendaciones son, la primera, la de callejear. El metro para llegar es el de Bedford Av (línea L). Y el qué ver: Bedford Av; 10th st; Metropolitan Av; East River State Park; Lee Av (donde encuentras a los judíos ortodoxos).

> Museo Ripley’s Believe It or Not! Nos quedamos sin ir, pero parecía algo divertido. Muestra los objetos más extravagantes e increíbles que te puedas imaginar. Lo describen como asombroso. Robert Ripley su fundador, fue un aventurero del siglo XIX, que coleccionó de objetos de todas partes del mundo. Además, tiene una gran ventaja, y es que ¡cierra a la 1h! (de domingo a miércoles; de jueves a sábado, a las 23h). En la 234W con la 42nd St. Es interactivo y al ser privado, no hay pases especiales gratuitos (unos 26$ adultos y 20$ los niños hasta los 12 años). Buena pinta.

Y hasta aquí nuestra experiencia y lo que podemos decir de Nueva York.

Los enlaces a los artículos de viaje a Nueva York de Viajéfilos

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Sonia

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