De nuevo en camino y dispuestos a conocer lo mejor de Parma en las siguientes 24 horas. Aunque habíamos reservado dos noches en un hotel para pernoctar en Parma no sería más de un día completo el que sacaríamos para visitar sus atractivos turísticos. En la semana de viaje en Emilia Romagna veníamos de pasar dos días en Bolonia, le dedicamos una jornada a visitar Módena y con tiempo todavía por delante nos disponíamos a la escala en Parma. Lo siguiente sería Rávena, la ciudad de los mosaicos, pero eso ya es otra historia.
De nuevo nos dirigimos a una de las capitales italianas de la gastronomía, para la UNESCO consagrada como ciudad de la gastronomía. Pero también a una de las mayores joyas urbanas a este lado del norte de los Apeninos. Y aunque siglos atrás ya existiera la población, Farneses, Borbones y Habsburgos dieron sus siglos de esplendor al ducado. ¿Un día sería suficiente para conocer y saborear lo mejor de Parma?
Lo mejor de Parma
El alojamiento en Parma
Desde Módena fueron tan solo 30 minutos los que tardamos en llegar a Parma. De nuevo sorprendidos por la frecuencia y eficacia en las líneas de Trenitalia, aquella misma tarde habíamos comprado el billete y subido al tren.
TIP: Recordad que merece la pena bajarse la App de Trenitalia. Hace muy fácil encontrar el horario que más se adapte a tu búsqueda y facilita muchísimo la compra. Podrás descargar tu billete a la Wallet del móvil aunque la verdad es que no nos pidieron el mismo en ninguna ocasión. |
El alojamiento se complicó un poco y es que el hacer la reserva con poco tiempo nos abocó a un hotel que de entrada era algo más caro de lo que teníamos pensado. La realidad era que los alojamientos en Italia seguían siendo muy caros para la calidad que ofrecían.
Elegimos entre lo que quedaba el hotel Sina María Luigia. Por dos noches pagamos 300 € con desayuno incluido. La tasa turística en Parma es de 3.5 € por noche y por persona y al menos iba incluida en el precio de la habitación. No solemos utilizar estos hoteles tan caros en nuestro viaje pero he de reconocer que a lo bueno uno se acostumbra rápido. Amplísima habitación, todo tipo de amenities incluidas zapatillas y una ubicación perfecta, a solo 10 minutos de la estación de trenes y poco más de la plaza del Duomo. Ya que estaba pagado, la primera tarde fue de organización y descanso. Una semana tirando de mochila se nota pronto en las fuerzas.
Pero a la mañana siguiente y con todo un día por delante para hacernos con lo mejor de Parma ya descansados, nos pusimos en marcha pronto. Aunque la lluvia hizo su aparición un día en Parma puede ser suficiente para conocer la ciudad.
El mapa de las visitas y la gastronomía en Parma
Lo imprescindible de Parma en un día
La ciudad de encuentra dividida por el río Parma, uno de los afluentes del Po y probablemente la plaza Garibaldi es el auténtico centro neurálgico y punto de partida de cualquier paseo por Parma. Los lugares de la ciudad que no quisimos perdernos en nuestro recorrido por Parma:
El Palazzo della Pilotta, un enorme edificio de ladrillo del siglo XVI presidido en la entrada por un bajorrelieve en el que las musas rodean la figura de Giuseppe Verdi. El interior del palacio alberga en la actualidad la Galería Nacional, la Librería Palatina, el Teatro Farnese, el Museo Arqueológico Nacional y el Museo Bodiano. La entrada conjunta: 12 €. En la entrada también se incluye la entrada a la colección de arte egipcio. Aprovechamos la lluviosa mañana para la visita de todo el complejo.
La visita comienza por el increíble teatro Farnese construido en 1618 en madera en la primera planta del palacio. Constituye el primer teatro moderno del mundo occidental. Se equipó con maquinaria que permitía mover el escenario. Solo por esta estancia nos mereció la pena la entrada.
Tras el teatro se expone en la Galería Nacional, parte de la colección de la familia Farnese, mecenas que acumularon gran cantidad de pinturas, esculturas y obras de arte. Rivalizando con Roma o Florencia, terminó por convertirse en una de las colecciones más importantes de Europa hasta que con la sucesión por los Borbones toda la colección fue trasladada a Nápoles. Se exponen obras de pintores de las escuelas locales junto a otras de artistas de la talla de Tintoretto, Murillo o Leonardo da Vinci, entre otros.
Saliendo de nuevo de este atracón de arte, a la derecha de la entrada al teatro, la Biblioteca Palatina fundada en 1761. Impresionante colección.
Para la visita al Museo Arqueológico había que reservar hora previa y ya nos quedamos sin fuerzas, además ya no llovía.
El Baptisterio de Parma, el más famoso de los edificios de Parma se levantó en el siglo XIII y se encuentra recubierto de mármol rosa de Verona. El precio de la entrada es de 12 € (incluye la entrada al museo Diocesano) y el horario de visita de 10 a 18 horas. La entrada se adquiere en el museo, en la misma plaza.
La construcción, de forma octogonal, se comenzó en 1196 terminándose en 1216 aunque la decoración interior es posterior. Las 16 columnas confluyen en la impresionante cúpula. Desde aquí bajan en seis niveles los diferentes anillos cargados de frescos. Los frescos de la cúpula son de los siglos XIII y XIV. El artista, Benedetto Antelami, diseñó la estructura y adornó con esculturas el exterior y los pórticos. Gran parte de las esculturas originales se encuentran en el museo Diocesano. Abajo se representan los doce meses con los signos del zodíaco y los trabajos del campo correspondientes a cada temporada. En un segundo nivel se localizan los nichos y las logias excavadas en la pared.
La catedral de Santa María Assunta, el Duomo de Parma. La entrada es gratuita. Abre entre las 8 y las 12 y de 15 a 19 horas. Solo por disfrutar de los frescos del techo merece la pena esperar a su apertura. La cúpula, pintada por Corregio con la Ascensión de la Virgen es una obra de arte. Antelami realizó las escultura en bajo relieve del “Descenso De la Cruz” de 1178; una obra que firmó cosa que es muy poco frecuente en esa época. Para encontrarla hay que subir al lado derecho del altar. Merece la pena parar a contemplar los frescos de cualquiera de las capillas. El campanario, añadido en el siglo XIII está coronado por el conocido como Ángel de Oro, alcanzando los 65 metros, si bien el original está en el interior de la basílica.
Iglesia de San Giovanni Evangelista, tras la catedral. Entrada gratuita. En realidad un complejo formado por la iglesia, el convento y la antigua farmacia (si será antigua que fue abierta por los benedictinos en 1201). Si bien el edificio original es del siglo X, elementos sucesivos se fueron añadiendo como el campanario de 1613. Conserva en el interior frescos originales de Correggio de 1520.
La biblioteca del monasterio del siglo XVI incluye 20000 volúmenes con manuscritos de más de 500 años. Junto con el propio monasterio abre solo de 9 a 12 y no pudimos visitarla. Gran fiasco no poder entrar por lo que habíamos leído.
La última a la que los acercamos de vuelta a plaza Garibaldi, la impresionante iglesia de Santa María della Steccata construida en 1521. De nuevo la riqueza y conservación de los frescos del interior resultan sobrecogedores. Delante el teatro Regio, todavía en activo.
El palacio Ducal que no llegamos a visitar. Y en el camino y callejeando por Parma visitamos también otros sitios interesantes como la iglesia de Santa Teresa de Giusu Bambino con la capilla de la Santa Casa de Loreto o San Francesco del Prato de la que únicamente se conservan los cimientos de la inmensa nave y están tratando de recuperar.
No dio tiempo a más, si bien estas cuatro joyas justifican por sí solas el viaje a Parma.
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Dónde comer y cenar en Parma
Bueno, más bien dónde comimos y dónde cenamos. Parma es una ciudad con mucho ambiente y en fin de semana y sin reserva no fue fácil entrar en algunos que queríamos probar.
La primera noche fuimos hacia vía Farini, una de las que ponen como más animadas. Efectivamente era viernes noche y todos los locales tenían gente a la hora del aperitivo. Junto a la Enoteca Fontana, donde realmente nos dirigíamos, tomamos un spritz. El local, Gavanasa Club. Esta bebida la preparan buena en cualquier lado la verdad. Para probar un lambrusco, a juzgar por la cantidad de parmesanos que había, la enoteca.
Cenamos en la Trattoria Sorelle Picchi, en la misma calle. Un amigo italiano nos recomendó probar el tartar de caballo en Parma y junto al auténtico parmigiano-reggiano fue alguna de las cosas que pedimos. Además el “pan frito”, francobolli di tosta fritta. Carne para terminar y lambrusco tinto como acompañamiento: 56 €: Falló, sobre todo, el servicio, pero tampoco fue sobresaliente el producto. No podemos recomendarlo estando en la cuna de la gastronomía italiana.
Comemos en el ristorante La Forchetta, caro pero para no equivocarnos. Habíamos leído nuevas referencias. Muy cerca de la plaza del Duomo y con una carta llena de platos tradicionales. Pedimos el mixto de productos parmesanos de entrada y como pastas: Tagliolini verdi al culatello di Zibello y el risotto al radicchio con gel di ribes, salsa di parmigiano-reggiano e prosciutto crudo di Parma. Con la botella de lambrusco de Emilia y un cannoli tremendo como postre: 91 € para dos personas ¡A este lugar hay que volver!
Y si os queda tiempo y ganas de spritz os aconsejamos callejear en los alrededores de vía Farini. Atreveos y tomar alguna de las perpendiculares, no hay ninguna sin algún buen local esperándoos. Ten Panetteria puede ser uno de ellos.
Para mañana, nuestra semana en Emilia Romagna continuaba hacia Rávena, la última escala.
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