La primera de nuestras escalas en la ruta por la Emilia Romagna fue Bolonia, el aeropuerto de entrada habitual a la región. Dedicamos dos días para visitar lo mejor de Bolonia, una casco histórico muy pequeño pero plagado de lugares interesantes y muy buenos sitios para comer, justo lo que más nos gusta. El ambiente de la ciudad de Bolonia no puede ser mejor y la convierte en una ciudad ideal para una escapada en Europa.
Además la cercanía de poblaciones tan interesantes como Parma y su famosa gastronomía, Módena y su atractivo legado histórico o Rávena y los impresionantes mosaicos bizantinos, convierten Emilia Romagna en una región imprescindible para los enamorados de Italia.
Lo mejor de Bolonia
El mapa de las visitas y dónde comer en Bolonia
Para el primer día optamos por un free tour por la tarde, una buena manera de hacerse con la ciudad y con lo mejor de Bolonia en un paseo guiado de un par de horas. Para el segundo de nuestros días en Bolonia teníamos un listado enorme de recomendaciones que queríamos catar: cafeterías, trattorias, lugares para el aperitivo y, como no, las mejores heladerías de Bolonia. Aquí os traemos nuestras recomendaciones para tu escapada a Bolonia.
El traslado del aeropuerto al centro de Bolonia
La manera más habitual de llegar desde el aeropuerto de Bolonia al centro es tomar el tren, el Marconi Express. Se trata de una línea de tren sobreelevada que se inauguró en 2020 y en tan sólo nueve minutos llega al centro de la ciudad. Su precio: 9.20 € solo ida, 17 € por ida y vuelta (precio 2022). Con una frecuencia alrededor de cada 7 minutos es la opción perfecta si viajas solo.
Nosotros, siendo cuatro, optamos por el taxi. La tarifa del aeropuerto parte de 11 € y la carrera costó 20 €. No es mucha la distancia.
Puedes contratar un servicio privado de transporte desde el aeropuerto de Bolonia a tu alojamiento, de esos que te esperan con el cartelito si no quieres agobios > Haz click y contrata tu traslado desde el aeropuerto |
El alojamiento en Bolonia
Sin demasiada antelación habíamos reservado en Booking un apartamento para los cuatro en Bolonia. Los precios del alojamiento en Italia son altos pero lo cierto es que encontramos un lugar con una relación calidad-precio inigualable. Los apartamentos Portobello se encuentran bien localizados y es difícil ser más amable que la anfitriona que nos recibió. Nos dio mucha información al llegar y todas las recomendaciones necesarias para nuestra estancia.
Por dos noches para cuatro personas en los apartamentos Portobello pagamos 534 €. Encontrar algo más céntrico y de calidad era imposible. Al precio hay que añadirle en concepto de tasas turísticas, tres euros por persona y noche que se pagan en efectivo. El apartamento, aunque en un edificio antiguo, está bien restaurado y equipado. Dos grandes habitaciones con dos camas cada una y dos baños. Además una cocina bien dotada en la que Serena ¡nos dejó una Nespresso y cápsulas!
Los Apartamento Portobello son una buena opción de alojamiento para grupo en Bolonia. Al precio hay que añadir una tasa turística de 3 € por persona y noche en cualquier caso. Haz click aquí y reserva con antelación > Aptos Portobello |
Si os alojáis en los Portobello, no os perdáis los desayunos en el cercano Nuovo Caffe del Porto. ¡Qué de dulces!
El free tour con lo mejor de Bolonia: Los siete secretos
Hay muchos free tours en Bolonia, todos dedicados a enseñarte lo mejor de Bolonia en poco tiempo. Elegimos uno. La selección fue simple: necesitábamos uno por la tarde y que tuviera disponibilidad. Además tropezamos con uno que nos gustó: Los siete secretos de Bolonia, finalmente con Viajeconlaia. A las cinco de la tarde arrancábamos desde plaza Galvani. Nuestro guía: Francesco, un italiano que hizo un recorrido muy ameno.
Bolonia es una de las ciudades medievales de Italia mejor conservadas a pesar de los bombardeos a los que se vio sometida en la Segunda Guerra Mundial y os aseguramos que fue un placer conocerla con este muchacho.
Bolonia: La Dotta, la Grassa, la Rossa.
Bolonia cuenta con la universidad más antigua de Europa por eso se conoce como la ciudad Inteligente (La Dotta) y una de las cunas gastronómicas de Italia. ¿Os suena la salsa boloñesa…? (Mucho ojo con llamar así a esta famosa forma de preparar la pasta). Pero también la lasaña, la mortadela, el ragú… por esto es conocida también como la ciudad “Grassa”. Pero no solo esto, también se conoce como la ciudad Roja (la Rossa) y es que el ladrillo rojo predomina en los edificios. Bueno, eso y que la izquierda italiana nació en la ciudad y tradicionalmente se ha mantenido. Ya conocéis algunos de los apodos por lo que es conocida Bolonia: La Dotta, la Grassa, la Rossa.
La Universidad de Bolonia
El tour comienza por la Universidad de Bolonia, junto a la figura de Galvani. En 1088 se abre la antigua Universidad. Visitamos el patio interior de la misma. En sus paredes gran cantidad de esculturas cubren los pórticos. Junto a ellas, escudos de muchos de los que pasaron por allí siendo estudiantes o profesores, una especie de las actuales orlas pero mucho más trabajadas. La segunda planta es actualmente un museo, entre otras se abre la sala Galvani (famoso por sus estudios acerca de la conducción del impulso eléctrico en el humano).
Funcionó hasta 1855 en que la Universidad se expande por distintos sitios de la ciudad y en otras ciudades cercanas como Rávena dada la gran cantidad de estudiantes que acuden ya en aquellos años.
El antiguo hospital y la iglesia de Santa María
Salimos de la Universidad hacia la derecha y llegamos por unos de sus famosos soportales hasta el enclave que ocupaba el antiguo hospital de Bolonia. Data de 1260 y dada la gran cantidad de enfermos que se atendían se dividió en dos: el hospital de la Vida y el hospital de la Muerte (ya me contaréis el día del ingreso lo que pensaban los pacientes sobre su ubicación).
Desde este segundo, los cuerpos se trasladaban a la Universidad donde eran diseccionados. En el lugar del antiguo hospital de Vida, la iglesia de Santa María de la Vida, la más elevada de la ciudad. Tal vez no es muy llamativa por fuera pero si cuenta con un impresionante interior.
Vía Clavature y los pórticos de Bolonia
Desde allí seguimos por Vía Clavature donde se puede observar el proceso de construcción de los pórticos. Se conservan algunos en madera, los más antiguos. Antes de entrar, el Mercato di Mezzo, una galería comercial con varios locales que nos recomendaron para el aperitivo.
Una de las características de la ciudad de Bolonia de la que más orgullosos están sus habitantes son los pórticos, estructuras que comenzaron a construirse en el siglo XIII para guarecerse de la lluvia y, sobre todo, para mejorar el hacinamiento en las viviendas sin acabar con demasiado espacio público. La idea les salió redonda y ampliaban sus casas sin acotar las calles y consiguiendo soportales en toda la ciudad que protegían de la lluvia.
Sesenta kilómetros porticados en total, cuarenta en la parte antigua. Dicen que un buen boloñés cruzará la ciudad de lado a lado sin mojarse en un día de lluvia. Verdad o mentira, gracias a estos soportales, aún lloviendo, no hay quien encierre a los boloñeses en casa y es por ello que gozan de la fama de vividores. En el año 2020 se incluyeron los 60 km de pórticos dentro de la lista de patrimonios de la UNESCO.
Vía Clavature nos lleva al primer secreto de Bolonia: en el palacio Salina Amorini, cuya fachada se encuentra decorada con las caras de ilustres de la ciudad. Entre los representados, el arquitecto se concedió la licencia de dedicar un hueco a la cara del Demonio para denunciar la avaricia de la familia. Parece que tal fue la importancia que alcanzó su atrevimiento que a la familia le hizo gracia y se mantuvo en el lugar.
El segundo secreto de Bolonia: Las siete iglesias
Muy poco más adelante, en la aledaña plaza de Santo Stefano, el segundo secreto de Bolonia: “las siete iglesias”, aunque aparentemente solo hay tres. Hay que recordar que en esta localización se ubicó el centro de la Bolonia romana. La iglesia de la izquierda es la más antigua de Bolonia. Las otras dos, la del Santo Sepulcro y la de Santo Stefano, se han construido sobre el templo romano y otras más antiguas abarcando desde el estilo paleoromano al barroco. No debéis dejar de entrar a contemplar el interior de esta maravilla histórica y arquitectónica. Además no os costará un euro.
Era tal la cantidad de fieles que aglutinaban, que en la iglesia central se construyeron cuatro capillas-iglesias de modo que se podían celebrar hasta siete misas a la vez, de ahí el secreto de las siete iglesias. La disposición de los ladrillos del claustro interior y el paseo por las capillas, como escribimos, pequeñas iglesias en realidad, es fascinante.
Los Isolani de Bolonia
Cruzamos a través del palacio Isolani, otra de las muchas familias adineradas de la ciudad. Representa el palacio más grande de Bolonia y el de pórticos más elevados y esconce el tercer secreto de Bolonia. Este pórtico, del año 1200 y con nueve metros de altura es conocido como el pórtico de las tres flechas. No son fáciles de encontrar y es que en realidad solo quedan dos. Parece que la tercera “desapareció” en una restauración del pórtico. La leyenda dice que las flechas fueron lanzadas en un intento de asesinato de la señora Isolani, que cuando se enteró del peligro, se desnudó mientras era apuntada con el consiguiente fallo de los arqueros que no dieron “pie con bola”.
Las torres de Bolonia: Asinelli y Garisenda
Siguiendo la calle se llega a las dos torres más altas de la ciudad. La torre Asinelli de 97 metros se levantó en 1060 pero se amplió más tarde tras el inicio de la segunda torre, la torre Garisenda. Esta segunda, de una familia más pobre y realizada con peor material se encuentra actualmente inclinada y ha perdido unos metros por un derrumbe. A la torre Asinelli se puede subir aunque no esperéis un ascensor para hacerlo.
Antiguamente habían más de 100 torres, símbolo de riqueza para las familias de la ciudad. En el renacimiento se destruyeron muchas para usar sus ladrillos en las nuevas construcciones. Solo quedan 23 en pie.
Plaza Re Enzo y el cuarto secreto
Salimos definitivamente a plaza Re Enzo. Antes, el Palacio del rey Enzo de Cerdeña, de 1240. Aunque la ciudad nunca tuvo un rey, ganó la batalla a Cerdeña y mantuvo prisionero durante 23 años aquí al rey sardo hasta su muerte, de ahí su nombre. Bajo el mismo, el cuarto secreto de Bolonia: “el viejo teléfono”. Cuatro esquinas que permiten hablar entre unas y otras de espaldas contra estas esquinas. Curiosísimo, no es raro que “el teléfono esté ocupado con algún otro turista comprobando la línea”.
La plaza Mayor de Bolonia
Al frente, ya en plaza Maggiore, la antigua basílica de San Petronio. Tardaron mucho en construirla y a pesar de las donaciones del Papa no se consiguió terminar la fachada. Cuando esté se enteró de que se pretendía construir una basílica mayor que San Pedro, “cortó el grifo”.
La basílica de San Petronio de Bolonia
La basílica de San Petronio, permanece abierta entre las 8:30 y las 13:30 y desde las 15 horas y las 18:30. Se inició en 1390 y se dio por terminada en 1659. Evidentemente el Papa no lo consintió y, como escribimos, la fachada solo se revistió con mármol en sus niveles inferiores. A pesar de estos contratiempos, la basílica de San Petronio de Bolonia es la mayor iglesia gótica de ladrillo del mundo con su bóveda de 45 metros y una superficie de 132 por 60.
El quinto secreto de Bolonia está en el interior: el mayor meridiano del mundo, el Meridiano de Giandomenico Cassini. De nuevo, entrar y disfrutar del espacio interior y de todos los tesoros que acumula es gratis. En uno de los lados el palacio Comunal de Bolonia.
En el magnífico interior gótico las proporciones son enormes, hasta 22 capillas de las familias que participaron en su construcción. En uno de los frescos del siglo XV se encuentra el profeta Mahoma, motivo por el que la basílica ha sido objeto de ataques terroristas, afortunadamente fallidos. En el altar mayor, el mayor órgano de Italia. Dentro también algunos guiños científicos como el Péndulo de Foucault que demuestra la rotación de la tierra o el Meridiano de Giandomenico Cassini, como decimos el mayor del mundo. Son apuestas arriesgadas para la época en la que la Santa Inquisición no llevaba muy bien estas explicaciones científicas de fenómenos naturales… Nada más y nada menos que el emperador Carlos V eligió el lugar para su coronación.
Neptuno y la plaza más conocida de Bolonia
El sexto secreto de Bolonia se esconde en la fuente de Neptuno en la plaza. Seguro que el más divertido y desde luego el más ingenioso. Se esculpió totalmente desnudo como regalo para el papa ante el despropósito que supuso la construcción de la basílica. Abajo y para arreglarlo, cuatro mujeres con pechos desnudos que brotan agua de sus pezones. Y el sexto secreto: lo que desde un lado es un dedo de la mano, desde la espada es su pene erecto. Desde la “piedra de las Vergüenzas” se puede apreciar.
Tras Neptuno la catedral de San Pedro, donde vivía el cardenal y por donde pasaba todos los días teniendo que ver “la gracia del artista”.
La Finestrella, el último secreto de Bolonia
Salimos a toda velocidad por la calle de la Independencia. Giramos en una calle y llegamos al canal di Reno de Bolonia. Hay muchos más pero se construyó sobre los mismos tras caer en desuso. Frente a el, la Finestrella, el séptimo secreto de Bolonia, donde termina el tour. Ojo con perderte la vista de esta pequeña ventana. Tal vez tengas que volver por la mañana si quieres ver el canal con agua.
En total dos horas de tour muy entretenido y 100% recomendable para conocer en poco tiempo lo mejor de Bolonia. Ya tendrás tiempo de repetir con tranquilidad.
Leímos acerca de un octavo secreto. Ya se sabe como son los free tours y la información que se da… La cuestión es que en la vía de la Independencia, en la esquina con Rizzoli, se encuentra la casa Stagni. En el techo de sus soportales se pueden encontrar tres viejas inscripciones: “Panis vita, Vinum Laetitia y Cannabis protectio”. Traducido del latín: El pan es vida, el canabis, protección, y el vino, alegría y es que en la ciudad se consumía cannabis en el medievo y de hecho era un lugar de habitual compra en la región. Verdad o no, nosotros encontramos ¡ocho secretos en Bolonia!.
Pasear por Bolonia con tranquilidad
Para el segundo día le dedicamos un paseo más tranquilo a la ciudad, volviendo a visitar algunas de estas antiguas maravillas, sin duda lo mejor de Bolonia y callejeando en busca de otras más.
Llegamos hasta la plaza Giuseppe Verdi Justo a espaldas de la basílica de San Giacomo Maggiore y el teatro de la Ciudad. La basílica desde este lado destaca por los soportales añadidos en el lateral en el siglo XIII.
Desde aquí se puede acceder al Oratorio de Santa Cecilia, de 1267, para admirar los frescos del renacimiento boloñés, 10 grecos del siglo XV realizados por los mejores pintores de la época.
Delante, el palacio Malvezzi Campeggi, hoy parte de la universidad. La propia calle Zamboni es un lugar que visitar. En la basílica hay que llegar a la capilla de Bentivoglio, tras el altar mayor, bellamente decorada con frescos en la segunda mitad del siglo XV. La entrada es gratuita y por 50 céntimos conseguirás verla en detalle gracias a la iluminación. La calle termina en las dos torres.
Volvemos a visitar la plaza de Santo Stefano y las Siete Iglesias. Recordad que los lunes cierra y es una visita imprescindible. El horario de apertura: entre las 9:30 y las 12:30 y de 14:30 a 19 horas. Las reliquias del santo se encuentran en una de las iglesias. En uno de los patios se encuentra la pila de Pilatos, el lugar donde dicen que el mandatario se lavó las manos tras dictar sentencia contra Jesús.
La subida a la torre Asinelli
Otra de las mejores cosas que hacer en Bolonia y que hicimos: subir a la torre Asinelli, la más alta de Bolonia. Aconsejaban reservar y así lo hicimos el día antes. Compramos la entrada en la página Bologna Welcome y por cinco euros cada uno no hubo mayor problema en hacerse con el ticket en el horario que quisimos.
Tocaba subir los 498 escalones, todo un reto para alcanzar las mejores vistas de Bolonia. La subida es estrecha sin llegar a ser claustrofóbica. Recuerdo mucho calor pero el premio es mayúsculo. Marcan 45 minutos para la visita. Nosotros empleamos 10 minutos subiendo, sin prisa. Ya sabéis los cálculos que hacen en estas visitas. En total estuvimos los 45 minutos que decían.
Justo abajo el elegante palazzo de la Mercanzia, dos enormes arcos ojivales que esconden la actual Cámara de Comercio y las recetas originales de los tortellini y los tagliatelle. Solo se puede visitar al entrar y en la planta baja, la sala Gonfalone donde están representados todos los oficios que participaban en el comercio boloñés.
También visitamos la catedral Metropolitana de San Pedro en la avenida de la Independencia. Aparentemente encajada, lo cual desluce su exterior, en el interior se puede apreciar su maravillosa arquitectura. Su construcción se inicia en el año 1000 aunque incendios y terremotos han obligado a su reconstrucción, la última de 1605. La Piedad y las pilas en forma de león son algunas de las piezas más destacadas.
Y por último, la plaza y basílica de San Domenico. Construida en el siglo XIII, la fachada es original. En la nave derecha la tumba del santo que fue rematada por Miguel Ángel. Solo por visitar el sarcófago merece la pena llegar aquí.
En el camino, numerosos soportales, plazas y lugares que invitan al paseo. Sin lugar a dudas, Bolonia tiene mil lugares donde parar.
Dónde probamos algo de la famosa gastronomía de Bolonia
Es muy arriesgado y tal vez innecesario el hacer recomendaciones gastronómicas en la ciudad de Bolonia. Son tal la cantidad de locales que verás apetecibles que lo más difícil será decidirte por el mejor. Os contamos los que catamos, unos por intuición y otros por recomendaciones.
Para el aperitivo por la tarde-noche: en el barrio de Quadrilatero. Buscando el Zerocinquetino y encontrándolo lleno hasta los topes, la primera noche paramos en Bottega Ranocchi. ¡Hay que probar su spritz y sus tablas de embutidos!.
Trattoria Montanara, muy cerca de la famosa Finestrella del canal. Probamos como antipasti un puding de ricota con parmesano y unos pates de mortadela y jamón. Como principal la lasaña Verdi y los tagliatelle al ragú. Acompañados por un lambrusco y con postres (el semifredo con crocantino hay que probarlo), pagamos 26.5 € cada uno.
Salumeria Simoni, también en el Quadrilatero. Un local que ocupa gran parte de la calle y al que merece la pena entrar. El aroma y las fotos que puedes hacer de lis quesos aconsejan parar. Probamos el spritz bolognese y una tabla de quesos italianos. No es barato pero bueno.
Eataly Bologna. Puede que sea una cadena. El lugar es súper bonito e incluye una librería, podéis imaginar. A la hora del aperitivo es otro de esos sitios en los que encontrar sitio no es fácil. Nos lo recomendaron pero no tuvimos suerte. Después de un buen rato sentados nos levantamos sin ser atendidos… Pero bueno, valga la recomendación.
Principe in Centro. Otro que encontramos por casualidad y lleno de boloñeses a la hora del aperitivo. Paramos, por supuesto. Unas cervezas y la tapa que ponen fueron suficientes. Buena música y los más modernos de Bolonia, poco más.
Bottega Favalli, llegando a plaza Santo Stefano. Otra de estas bodegas tradicionales de Bolonia repleta de locales. Piadinas variadas. Hay que probar, aciertas seguro.
La Proscutteria. Otra de estas salumerias donde tomar un aperitivo. La taberna más “instagrameada” de Bolonia en 2020. Se suele pedir en barra y hay que ir a por el pedido. Embutidos y quesos boloñeses espectaculares como siempre en esta ciudad. La tabla, con la que se degustan muchos de las especialidades (son grandes) junto a los spritz de rigor: 45 € para cuatro.
Trattoria Soverini. Muy cerca del anterior local, una trattoria en la que no había ni un turista. Solo locales y muchos de ellos trabajadores de los alrededores por la hora que era. Pasta fresca, casi todo a base de tortellini y tagliatelle. El precio, la mitad de lo que se paga en el resto de sitios (18 € pp)
L’ Antica Pizzería da Michele. Hablar de las mejores pizzas es arriesgado en cualquier ciudad italiana. Habrán muchas pizzerías y seguro que muchas buenas. Tomamos un spritz y el aperitivo en Da Domani, en piazza San Martino y al ver la continua cola que se formaba en la pizzería decidimos probarla. Tuvimos que esperar pero mereció la pena y mira que nos equivocamos de pizza… ¡Por Dios, localizar el lugar en Maps e ir a probarla!
¿Y cómo terminar el post?. Seguramente la mejor manera de cerrar un artículo que hable de lo mejor de Bolonia es decir que nos dejó con buen sabor de boca. Y la verdad, ¡es que así fue!
Tras la comida salíamos en tren hacia Módena. Por algo más de cuatro euros lo teníamos reservado. Treinta minutos de camino y rumbo a nuestra próxima escala en Emilia Romagna: lo mejor de Módena y lo mejor de Parma nos esperaba.
¿Todavía sigues sin ganas de visitar Bolonia? o ¿Ya la has visitado y quieres sumar alguna recomendación?. ¡Te esperamos en los comentarios!
¿Te ha gustado nuestro post? ¡Déjanos tu opinión o cuéntanos tu experiencia!