Mongolia podía ser agotadora para la vista, sin duda, monótona en ocasiones, pero esa monotonía hacía que la mente viajara más allá en busca de aventuras e historias pasadas. Nuestros días de viaje a Mongolia seguían de parque en parque y con alguna de las más ansiadas visitar por delante: Kharkhorin, la capital del gran emperador. Los enlaces de cuanto fuimos visitando aquellos días…
1 El parque nacional de Gorkhi Terelj y el Monasterio de Aryabal
2 El parque nacional de Elsen Tasakkhar
3 Kharkhorin y el valle de Orkhon
4 El Monasterio de Tuvkhun y el parque nacional de Hustai
Día 18. Jueves 15 de Septiembre. Kharkhorin-Valle de Orkhon
VISITA DE LA CIUDAD DE KHARKHORIN
Kharkhorin, la capital del imperio mongol en el siglo XIII, erigida por el gran Gengis Khan, aunque tan solo fueron 100 años los que se mantuvo en este lugar. Traducida del idioma original como Kharkhorin o Kharakhorum. Tras ascender a la corona su nieto, Kubai Khan, la capital paso a emplazarse en China en el sitio del actual Beijing. Con el abandono de la ciudad, en su lugar se erigió el primer monasterio budista de Mongolia, el Monasterio de Erdene Zuu ordenado por Zanabazar y posteriormente se fueron añadiendo templos al mismo.
Los soviéticos destruyeron prácticamente en su totalidad, los templos y lo que actualmente se visita son los restos restaurados del templo principal todavía en pie. Así que los restos de la antigua ciudad todavía no han sido excavados en su mayoría y lo poco hallado no se encuentra en este emplazamiento, sino en museos y otras localizaciones.
La ciudad debió ser una auténtica joya arquitectónica en si misma. Gengis Khan instaló como símbolo de su poder en el centro de la ciudad una fuente, según las escrituras, famosa por su tamaño y ornamentación. Su diseño a base de metales y piedras preciosas contaba con varias serpientes a modo de fuentes. En lo alto, un grupo de trompetas sonaba a su orden, y por cada una de las serpientes manaban bebidas diferentes con las que recibía a la visitas insignes.
Tal llegó a ser el poder de Gengis Khan tras la ascensión al trono con solo 25 años, que llegó a las puertas de Tierra Santa, a Europa en la actual Polonia y casi en su totalidad Turquía o toda China. Famoso por la manera despiadada de conquistar los pueblos vecinos, nunca hizo prisioneros y se limitaba a exterminar completamente los pueblos, pasando por cuchillo a todos aquellos más altos que las ruedas de un carro. Solo los niños tenían alguna posibilidad, quedando a partir de entonces convertidos en vasallos del pueblo mongol.
Imaginamos pues la belleza de la capital erigida en pleno apogeo de su reinado. Y habiendo dormido a escasos metros de este emplazamiento, nos lanzábamos a su visita sobre las 10 de la mañana tras el desayunazo servido por Terkel, nuestra guía. Tortillas, embutido, mantequilla, tomates, mahonesa, tostadas… y todo acompañado de los buenos cafés de la Handpresso de Pedro, ¿que más se podía pedir aquella soleada mañana?
La muralla cubría 4 kilómetros de la ciudad, 108 estupas rodean los restos actuales. Entramos por una de las cuatro puertas a través de las que se accedía.
A la izquierda los templos Zuu y junto a ellos, otros menores, el Templo del Dalai Lama, el templo de Huh Sum, el de Jamraisec y el de Lavran. La Estupa Dorada es una muestra más de los numerosos templos que albergaba la ciudad, templos dedicados a distintas religiones, pues contaba con dos mezquitas y una iglesia católica incluida. El interior amurallado ahora aparece prácticamente vacío en su totalidad, es difícil hacerse una idea de todo lo que se llegó a destruir.
Damos una vuelta con este pensamiento en nuestras cabezas haciendo tiempo para que abran el templo principal, Erdene Zuu, ahora museo. Su construcción en 1586 se ordenó para albergar las pinturas en seda regaladas por el Dalai Lama. Poco a poco se fueron añadiendo decenas de templos en los sucesivos reinados. Tras pasar la puerta principal, tres templos alineados en buen estado de restauración, los templos de Avdai Sain Khan. Al parecer la población local se encargó de conservar parte de los restos tras el paso de los rusos. En cada uno de los templos un Buda, de izquierda a derecha, más joven.
Salimos y frente a la puerta antes deshabitada, han abierto ya los puestos de souvenirs, donde nos perdemos un rato. Desde aquí a un mercado local, Kharkhorin Market, construido con viejos contenedores. Curioso cuanto poco disfrutamos un rato de la gente que viste el tradicional traje mongol.
Volvemos al campamento para la comida. De nuevo, demasiado tiempo esperando, hay varios momentos en el día en que nos tienen sin hacer nada y suele coincidir con los momentos en que cocinan. Creemos que este extremo no está demasiado bien organizado. Comemos unos espaguetis con verdura que mejoramos con unas latas de atún.
VALLE DE ORKHON Y CASCADAS DE ULAAN TSUTGALAN
A las tres la tarde nos dirigimos hacia las cascadas de Ulaan Tsutgalan. Unos 150 km que Tasca nos dice son a través de una carretera sinuosa y en malas condiciones, pues eso, siesta…
Atravesamos inmensas praderas ocupadas por ganado. Se mezclan los corderos, vacas, cabras, caballos y los yaks, que nos asegura el conductor no son peligrosos, así que nos acercamos, relativamente, para echar algunas fotos.
Cruzamos algunos riachuelos en los que Taska se lo pensaba un rato y finalmente conseguía cruzarlos no sin dificultad. De vez en cuando alguna pareja mongol montada en motocicleta y vestidos con su ropa tradicional se cruzaba en el camino. Sin duda, esta era la Mongolia que imaginábamos.
La llegada al parque nacional es espectacular. Hacemos una parada en un mirador desde donde se obtienen fantásticas fotos del río Orkhon. Varias motos y sus ocupantes mongoles descansan allí mismo con las vistas del valle por delante.
Así pues más de dos horas más tarde llegábamos al valle de Orkhon. Las cascadas se sitúan todavía más allá, en el interior del área protegida, en un paisaje volcánico salpicado de rocas negras sobre el sempiterno verde de la vegetación de fondo, varios ríos de lava cambiaban de este modo el aspecto del horizonte. Las fértiles tierras arrojadas por las erupciones han permitido crecer árboles, fundamentalmente coníferas que inundan las laderas vecinas. No cabe duda que el entorno hasta llegar aquí es uno de los tramos más bellos de los visitados.
Las siete, ya cuatro horas después de salir de Kharkhorin, llegamos al lugar donde pasaremos la noche, a 1816 m de altura. Decidimos la visita de las cascadas, a quince minutos de nuestras yurtas al poco de dejar las mochilas. Una magnífica estampa la que ofrece la caída de agua. Habíamos leído que en verano puede llegar con muy poca agua y la suerte ha querido que el caudal sea abundante. En invierno pueden estar congeladas. Pasamos un buen momento tirando fotos, volveremos por la mañana cuando el sol quede a espaldas de nosotros. De momento esperaríamos a que el sol se pusiera sobre el salto. Contemplando aquello, alguno se preguntaba no siendo creyente, a quien debía darle las gracias por aquello…
Vuelta al ger y como no ¡una cerveza! Esta vez nos toca otra de las ricas mongolas, la Jalam Khar. Unas fotos con los críos de la familia, un paseo en una furgo rusa, un rato de compartir fotos y vídeo (en el ordenador, no os hagáis ilusiones con wifi) y poco más. Para cenar un plato con cordero, setas y verdura, creo que andamos perdiendo algo de peso y eso es muy buena noticia… Un ratillo de charla en la chimenea y rumbo a los sueños.
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