Escapada de cuatro días a Munich

Hace un tiempo, decidimos dedicar cuatro días a conocer la capital de Baviera, Munich, una ciudad con una historia reciente agitada, castigada por el nazismo y la 2ª Guerra Mundial, y llevada a una destrucción de casi el 80% de su totalidad. Hoy Munich es una urbe monumental, plagada de impresionantes iglesias y edificios históricos reconstruidos, parques y cervecerías, con las comodidades de una de las principales economías del mundo. Os vamos a contar qué ver en Munich en esos cuatro días.

Uno de los puntos fuertes de esta ciudad es su transporte, el cual es muy intuitivo y eficiente, tanto metro, como tranvía o autobús. Esto la convierte en una ciudad ideal para una escapada en Europa. Hay múltiples opciones de billete, nosotros los días de llegada y salida cogimos la opción del aeropuerto a Múnich con transporte por la ciudad incluido por unos 13 € por persona y el resto de días el bono diario de transporte, ambos en la modalidad de grupo (aunque fuésemos dos) .

El presupuesto de nuestra escapada de cuatro días a Munich fue el siguiente:

  • Vuelo Alicante-Múnich, Múnich-Alicante en Norwegian: 159 € (79,50 por persona)
  • Parking AENA: 21,60 €
  • Hotel de 4 estrellas con desayuno: 299 €
  • Excursiones: 95 €
  • Gastos: 300 €

El alojamiento en Munich

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Nuestros cuatro días en Munich

Día 1 en Munich. La visita del centro histórico de Munich

Como de costumbre dejamos el coche en el parking de AENA de larga distancia, nuestro vuelo salía a las 8:00. Debido a la intensidad de la lluvia, fue más movido el viaje por carretera que por aire. Tras unas escasas 2 horas y media, estábamos en Alemania. Encontrar el transporte hacia Múnich fue bastante sencillo, ya que las señales eran muy claras. A eso de las 12:30 estábamos haciendo el check-in en el Hotel Munich City, situado muy cerca de la estación central y de Theresienwiese, una inmensa explanada donde tiene lugar la celebración del famosísimo Oktoberfest.

Si buscas hacerte rápidamente con la ciudad te recomendamos un free tour el primer día. Haz click AQUÍ y resérvalo si no te quieres quedar fuera.

Tras una comida rápida nos dirigimos al corazón de la ciudad, entrando al centro histórico a través de Karlstor, o Puerta de Karl, cerca de la plaza del mismo nombre y concurrida ya por obreros colocando las casetas y adornos navideños. Justo a unos pocos metros encontramos el primer monumento a destacar, la Iglesia de San Miguel, con una fachada triangular y blanca con la estatua del arcángel matando al dragón. Es famosa porque en ella está enterrado Luis II de Baviera , conocido como Rey Loco y del que hablaré más adelante. El interior de esta Iglesia, de estilo barroco, contrasta con su fachada más sencilla.

A unos cuantos pasos se encuentran dos esculturas de bronce de un jabalí y lo que parece ser un barbo, ideales para sacarse una foto, custodiando la entrada al Museo Nacional de Caza y Pesca.

Museo nacional de caza y pesca de Munich

Tras perder un poco de tiempo con los animalitos en cuestión, acabamos llegando a la Marienplatz, una especie de plaza mayor, rectangular y en el que se ubican varias de las principales atracciones turísticas de la ciudad, así lo más característico es la Estatua de María, una escultura dorada, que destaca en el centro de la plaza elevada varios metros, se suele usar como punto de encuentro de muchas visitas guiadas por la ciudad. En uno de los laterales destaca el Ayuntamiento Nuevo o Neues Rathaus, de estilo neogótico y que al principio parece más una catedral que un ayuntamiento.

El interior se puede visitar, y destacan sus vidrieras y una sala homenaje a los caídos en las guerras. Muy famoso es su carrillón, que puede verse todos los días (excepto el Viernes Santo creo) a las once y las doce del mediodía. Representan dos escenas, una la boda de Guillermo V, duque de Baviera y Renata de Lorena, y la otra, la Danza de los toneleros, con la que se celebró el fin de la peste.

En otro de los laterales y de estilo completamente diferente está el Ayuntamiento Viejo o Altes Rathaus, del siglo XV el edificio original, aunque el actual fue reconstruido tras la Segunda Guerra Mundial, y hoy alberga el Museo del Juguete. Es característico su perfil triangular y su torre con el reloj.

Museo del juguete de Munich

Los otros dos laterales de la plaza están ocupados por edificios de comercios y de estilo más convencional.

En nuestro viaje estaban montando las casetas de los mercadillos navideños, que por la abundancia de los mismos a lo largo de todo el centro y lo que nos gustó la ciudad, recomendamos como destino ideal si uno quiere visitar una ciudad europea con este tipo de mercados.

La siguiente parada de nuestra toma de contacto con Múnich fue la Catedral, muy fácil de identificar porque sus torres, en lugar de acabar en pico, acaban en dos cúpulas en cebolla, las cuales se ven desde casi cualquier punto de la ciudad.

Catedral de Munich

Por fuera es una construcción de ladrillo rojo y por dentro su ornamentación es más bien sencilla.

En Múnich la mayoría de la población es católica, por lo que la gran cantidad de Iglesias de la ciudad lo son también. Como dato curioso, los constructores de la catedral quisieron dejar su firma a modo de pequeña escultura en la parte superior de cada columna, así que se pueden ver multitud de ellas.

Otra curiosidad es una huella que hay en uno de los extremos de la catedral, según dice la leyenda fruto de un engaño y del enfado posterior del mismo diablo, que pensaba que la catedral iba a ser construida sin ventanas, y es que justo desde ese punto no se puede ver ninguna, ya que las ocultan las columnas.

Por último añadir que en esta catedral fue arzobispo el papa Benedicto XVI o Joseph Ratzinger.

En las proximidades de la catedral podemos encontrar una cervecería Augustiner, muy recomendable para comer o simplemente cervecear.

Desde la catedral continuamos el paseo hasta Promenadeplatz, una pequeña plaza frente al famoso Hotel Bayerischer Hof, donde gustaba de alojarse Michael Jackson, motivo por el cual justo delante, en una de las varias esculturas que hay, se encuentra un improvisado altar en su nombre.

Las curiosas ofrendas a Michel Jackson

Callejeando hasta nuestro siguiente punto, nos topamos con una figura dibujada en el suelo con una inscripción en homenaje a Kurt Eisner, asesinado en ese punto de la ciudad por un antisemita y miembro de la sociedad Thule, embrión del partido nacionalsocialista. Kurt Eisner fue famoso por comenzar la Revolución de Noviembre en 1918 y que derrocó a la monarquía y propició la creación de la república de Baviera primero, siendo su Primer Ministro, y la República de Weimar después, régimen que imperó en Alemania entre las dos guerras mundiales.

Inscripción en homenaje a Kurt Eisner

A pocos minutos encontramos otra plaza importante, la Odeonsplatz, en cuyos laterales se encuentra la Iglesia de los Teatinos, iglesia barroca de fachada amarilla con un interior muy vistoso, en la que se encuentran enterrados Maximiliano II y María de Prusia.

Además, en la plaza podemos ver una llamativa escultura con leones y soldados, en honor al ejército Bávaro, llamada Feldherrnhalle.

Odeonsplatz

En esta plaza se produjo uno de los momentos más tensos de la historia de Alemania, el enfrentamiento entre militantes del partido nacionalsocialista y la policía tras el golpe de estado que intentó dar Hitler en 1923, conocido como el Putsch de Múnich o de la cervecería, y en el que murieron 16 combatientes nazis. Tras el ascenso al poder de los mismos, era obligatorio hacer el saludo nazi a unas placas conmemorativas que se colocaron y que a día de hoy, no continúan pero se puede distinguir el lugar donde se ubicaban. Si no se saludaba uno podía ser arrestado. Algunos muniqueses encontraron como evitar esto, cruzando por una calle anterior, Viscardigasse, motivo por el que la Gestapo comenzó a vigilar a estas personas fruto de lo cual muchas de ellas fueron enviadas al campo de concentración de Dachau. En homenaje a las mismas hay un camino de bronce en esa calle simulando el recorrido que hacían.

Desde esta plaza también se puede acceder al parque Hofgarten o Jardín de la Corte, el cual visitamos en otro momento, por lo que lo describiré más adelante. También desde este lugar se puede recorrer la glamurosa Ludwigstrasse, con varios edificios de la universidad de Múnich y en la que podemos encontrar el Siegestor o Arco del Triunfo, erigido con motivo de la victoria de los bávaros sobre Napoleón. Está basado en el Arco de Constantino de Roma.

Tras retroceder unos cuantos metros nos dirigimos a otro de los puntos más conocidos de la ciudad, la cervecería Hofbräuhaus, la cual se puede visitar para disfrutar de su cerveza, comprar souvenirs o simplemente darse un paseo y verla. Esta cervecería es famosa porque en ella se comenzó a gestar lo que posteriormente fue el partido nacionalsocialista. En la parte de arriba hay salones típicos de Baviera, con sus manteles a cuadros y sus mesas alargadas donde compartir una cerveza codo con codo con amigos o desconocidos que se van haciendo más conocidos conforme se van pidiendo más cervezas.

Cervecería Hofbräuhaus

Después de este prolongado primer paseo por Múnich volvimos al hotel a recargar energías, y posteriormente regresamos a la zona del centro para cenar en una de las pizzerías allí ubicadas. Con el estómago lleno y agradecido emprendimos rumbo al hotel de nuevo, al día siguiente nos esperaba una visita a uno de los castillos más famosos del mundo.

Día 2 en Munich. La excursión al castillo de Neuschwanstein

Nuestro segundo día lo destinamos a conocer el Castillo de Neuschwanstein, por lo que tuvimos que madrugar para salir lo antes posible y aprovechar las horas de luz. El castillo se ubica al sur de Baviera, en plenos Alpes y cerca ya de Austria. El trayecto en autobús nos llevó unas 2 horas, en las cuales pudimos disfrutar del paisaje bávaro más rural.

Si prefieres que te recojan en el hotel y hacer la visita del castillo de Neuschwanstein sin problemas, puedes elegir una visita guiada. Haz click AQUÍ si quieres reservar tu excursión.

El castillo es archifamoso por ser casi una replica del que usa Disney como imagen corporativa, de hecho se dice que Walt Disney se basó en él. Nosotros lo consideramos una visita obligada, con la típica foto desde el puente de María con el castillo en todo su esplendor al fondo.

Al poco de salir vimos como el sol que nos había acompañado desde nuestra llegada a Alemania no acababa de salir entre unas molestas nubes, las cuales se hicieron más y más densas conforme nos acercábamos a nuestro destino. Cuando llegamos nuestros temores se hicieron realidad, solo veríamos el castillo cuando estuviéramos casi a punto de chocarnos con él. La niebla era tan densa que no se veían las montañas de alrededor. Así que nada de fotos artísticas.

A pesar del desánimo inicial, poco a poco conforme entrábamos en calor en uno de los puestos en los que se compraban las entradas, nos fuimos animando, y es que el entorno donde nos dejó el autobús era bastante bonito. Típicas casas alpinas, restaurantes y tiendas de souvenirs. Antes de iniciar la subida, paseamos por el paraje en el que nos encontrábamos, pudiendo ver el Castillo de Hohenschwangau, llamativo por su color amarillo, y más adelante, el Lago Alpsee, lugar ideal para sentarse y disfrutar de las vistas.

Tras este breve paseo emprendimos el ascenso al castillo. Para subir hay varias opciones, andando, que para una persona con una condición física de normal a regular es fácil, en autobús, o en carro de caballos. Nosotros optamos por ir caminando, el frío facilitaba el esfuerzo, quizás en verano no sea tan llevadera la subida.

Unos 20-25 minutos después ya pudimos ver el castillo, y aunque no pudimos disfrutar de sus colores, era imponente igualmente. El diseño fue idea de Luis II de Baviera más conocido como el rey loco, por lo que nos contaron de él, fue un avanzado a su tiempo, y como casi todos los avanzados a su tiempo, tratado como un enfermo mental en sus días finales.

Uno de los lugares más buscados es el del Puente de María o Marienbrücke, con una panorámica del castillo espectacular por su belleza, ya que se puede ver completamente con sus características torres y almenas de color blanco y azul. En nuestro caso, desde el puente pudimos ver la niebla en todo su esplendor y la escarcha junto con los candados típicos de enamorados colgando de los laterales del puente. Un chasco en toda regla. Como ir a Manhattan y no poder ver el Empire State o la Estatua de la Libertad, o ir a París y no poder ver la Torre Eiffel.

Desde el puente decidimos ya acceder al castillo puesto que además, las entradas llevan su hora exacta para poder entrar. Una vez más cerca pudimos sacar alguna foto e inmortalizar nuestra visita a este monumento. El interior no es tan impresionante como el exterior, pero no deja indiferente, y nosotros lo recomendamos absolutamente. Entre otras atracciones, el castillo posee varias salas de diferentes estilos, arco iris ocultos, unicornios, y hasta una gruta artificial con luces que parecen de neón, pero que son de la misma época de la construcción del castillo. Lo dicho, un rey avanzado a su tiempo. Para la visita a cada persona se le da una audioguía, y un pequeño truco es ir de los primeros, ya que las reproducciones de la guía se producen al mismo tiempo para todas las personas, y si uno va atrás al entrar en la sala puede ocurrir que lo que oye en la explicación no pueda verlo justo en ese momento. Por desgracia, las normas son que no se pueden hacer fotos del interior, así que con más motivo animamos a hacer la visita.

Una vez visto el castillo, emprendimos la bajada y tras comprar algún recuerdo y beber alguna bebida para entrar en calor, cogimos nuestro autobús de vuelta. Tras el viaje volvimos al hotel para descansar un poco y hacer tiempo hasta la cena.

Ya descansados, salimos a cenar a una pizzería que quedaba cerca del hotel, y desde la cual decidimos dar un pequeño paseo para ver el barrio y ver su atracción más vistosa, la Iglesia de San Pablo o Pfarrkirche St. Paul, una espectacular iglesia católica de estilo neogótico con una bonita iluminación y con una torre de hasta 97 metros, superada sólo en dos metros por la Catedral. Personalmente fue la Iglesia que más me gustó de todas las que pudimos ver en Múnich.

Iglesia de San Pablo

Con el frío haciendo mella, decidimos poner fin a este día y retirarnos a descansar para levantarnos pronto y aprovechar al máximo las horas de luz.

Día 3 en Munich. El jardín inglés, Europaplatz, Marienplatz y la ciudad olímpica de Munich

En nuestro tercer día, tras un buen madrugón y un gran desayuno buffet, a eso de las 8 ya estábamos en marcha, el sol había decidido acompañarnos todo el día, para mi personalmente es la forma ideal de viajar, sol y frío, sin calores ni sudor, y con una visibilidad perfecta. Para desplazarnos optamos por la tarjeta de metro con bono diario, para ahorrar el máximo tiempo posible. La primera parada antes de coger el metro fue de nuevo la Iglesia de San Pablo, ya que queríamos tanto oír sus campanas como ver su vistoso interior inundado por la luz que entraba a través de sus impresionantes vidrieras.

Desde allí nos dirigimos al siguiente destino, el Englischer Garten o Jardín Inglés, uno de los pulmones de Múnich y uno de sus parques más populares, más grande que el mismísimo Central Park. Entramos por el sur del parque desde la calle Prinzregentestrasse, para ver si era cierto que Múnich es famosa entre otras cosas por el surf, y justo nada más entrar encontramos la ola más conocida de Baviera, la Eisbachwelle, una ola artificial en la que llegamos a ver hasta seis surferos con sus trajes de neopreno.

Cualquier escapada a Munich te llevará a Eisbachwelle, una de las fotos más codiciadas de la ciudad.
La Eisbachwelle, la famosa ola artificial de Munich

Decidimos probar la temperatura del agua con la mano, y decir que estuve a punto de perder los dedos es una exageración, pero no muy grande. En otoño, estación en la que nos tocó visitar la ciudad, el parque está cubierto de las hojas caídas de los árboles dando lugar a un bonito contraste de colores, favorecido por el día tan bueno del que disfrutamos. El parque está lleno de explanadas donde tumbarse a tomar el sol, riachuelos, puentes donde sacarse alguna foto, y sobre todo gente en busca de un poco de relax y aire más limpio.

En este parque se encuentra otra de las imágenes más famosas de Múnich, el templo de estilo griego del siglo XVIII conocido como Monopteros. Otros lugares dignos de ver dentro del parque son la Torre China, el anfiteatro abierto y otras esculturas y construcciones varias. El paseo puede alargarse todo lo que se quiera, nosotros decidimos que con dos horas nos bastaba ya que nos quedaba mucha ciudad por ver.

Tras salir de parque por la misma Prinzregentestrasse, nos dirigimos hacia la Europaplatz, en la que destaca desde la lejanía la estatua de bronce de el Ángel de la Paz a 38 metros de altura y ubicada en una columna única. Durante el recorrido se pasa delante de varios museos, entre ellos el Museo Nacional Bávaro. Después y tras cruzar el Río Isar, llegamos a los pies de la estatua, a la que se accede a través de dos escaleras simétricas. Desde allí tras las fotos de rigor decidimos poner rumbo de nuevo al centro, porque queríamos ver el famoso carrillón de la Marienplatz, con “actuaciones” a las once y doce de la mañana.

Callejeando un poco a través de calles como Maria-Theresia-Strasse o Max-Planck-Strasse, encontramos el metro, el cual tomamos hasta Odeonsplatz y llegamos a Marienplatz, que a estas horas es fácil de identificar por la cantidad de turistas mirando a sus móviles apuntando con los mismos al reloj del Ayuntamiento nuevo. Del “espectáculo” ofrecido por el carrillón, decir que si uno tiene muchísima ilusión en verlo, pues adelante, pero si el tiempo va algo justo, pues mejor ir a Youtube y aprovechar ese tiempo para otra cosa.

En Marienplatz, el famoso carrillón es otra de las visitas imprescindibles de una escapada de cuatro días a Munich
El famoso carrillón de la Marienplatz

Puesto que nos encontrábamos en el centro, y después de estar toda la mañana pateando la ciudad, decidimos que era el momento perfecto para recargar las pilas, para lo que elegimos dos platos típicos, un Bratwurst tamaño XXL y el Schnitzel, lo que viene siendo en España un perrito y un filete empanado. A estos manjares les siguió una buena y amodorrada sobremesa de la que nos sacó un café bien cargado y el cambio brusco de temperatura al pisar de nuevo la calle.

Un tranvía nos llevó a la zona olímpica de Múnich, algo apartada del centro pero uno de los lugares que más recomendamos de la ciudad. Las atracciones principales son el Estadio Olímpico, usado hace no mucho por el Bayern de Múnich, la torre-mirador conocida como Olimpiaturm y el Museo BMW. Además hay un acuario, un gran parque, la villa olímpica…

Una de las cosas más llamativas de la zona en lo abrupto del terreno, con colinas y montículos. Lo interesante es que debajo están las ruinas de la ciudad que quedaron como consecuencia de los bombardeos de la segunda guerra mundial. Uno de los caminos que pueden cogerse lleva a una escultura homenaje a las víctimas de los bombardeos, el Schuttblume, colocada coincidiendo con los Juegos Olímpicos de 1972 de Múnich. Desde allí se puede apreciar una vista de la cuidad increíble.

Para quien disponga de tiempo, son muy interesantes tanto un tour por el estadio así como por el museo BMW, o bien subir a la torre. Nosotros optamos por sentarnos y disfrutar de las vistas (aunque como amante de los coches ver la historia de BMW no me habría importado, pero ante la oposición del 50% de los viajeros presentes, el paisaje quedó como una buena alternativa).

Nuestros exhaustos pies nos pedían clemencia, motivo por el que decidimos poner rumbo al hotel a darles un merecido descanso no sin antes terminar de exprimirlos del todo en nuestra ruta de vuelta al hotel. De camino compramos la cena y ya en el calor de nuestra acogedora habitación saciamos nuestro apetito y terminamos el tercer día.

Para los más amantes de la reciente historia de Europa, un tour que ofrece Civitatis y puede ser interesante es el tour del Tercer Reich. Puedes echar un vistazo AQUÍ

Día 4 en Munich. Theresienwiese, el jardín de la Corte, Viktualienmarkt y las pinacotecas

En nuestro último día, al tener la salida del avión más allá de las 20:00 horas, disponíamos de unas cuantas horas para seguir conociendo la ciudad. Tras el desayuno de rigor y dejar las maletas al cuidado de la recepción del hotel, decidimos pasear por Theresienwiese, un espacio abierto inmenso y lugar de celebración del Oktoberfest. Además del lugar en sí, cabe destacar la estatua en honor a la diosa Bavaria, una espectacular escultura de bronce y rodeada por un edificio de estilo grecorromano del siglo XIX llamado Ruhmeshalle, o salón de la fama bávaro con los bustos de personalidades destacadas de esta región. Si se dispone de tiempo es un monumento que recomendamos ver.

Theresienwiese

Ruhmeshalle con la diosa BavariaDesde allí decidimos volver en metro al centro de la ciudad y más en concreto a Odeonsplatz para acceder a Hofgarten o Jardín de la Corte, un bonito parque para pasear, sede de varios edificios de importancia como la cancillería del Estado de Baviera. Destaca también en Templo de Diana, un edificio abierto y circular en medio de varios jardines.

En nuestro paseo encontramos un homenaje-conmemoración del fin de la I Guerra Mundial, acto solemne y con mucha representación oficial.

Continuando con nuestro paseo seguimos callejeando, y sin querer llegamos a una calle Sendlinger Strasse. estrecha con gran cantidad de tiendas y en la que se ubicaba la Iglesia de Asam o San Juan Nepomuceno de dimensiones muy reducidas, muy pintoresca y de estilo barroco y rococó. Llama la atención tanto por su ornamentación y dimensiones, como por estar “metida” entre dos edificios normales.

Posteriormente nos dirigimos hacia el Mercado Viktualienmarkt, pasando por lugares como la Iglesia de San Pedro, a cuyo campanario se puede subir con entrada y desde la cual las vistas cuentan que son impresionantes.

Al ser domingo el Viktualienmarkt estaba cerrado, habitualmente en él hay puestos de frutas, comida y flores. Muy fotografiado es el conocido como Maybaum o Árbol de Mayo, una especie de poste que asemeja la forma de un árbol en el que aparecen reflejados símbolos bávaros y escenas típicas de la vida rural.

Desde allí y a unos pocos minutos llegamos a una amplia plaza peatonal en la que se encuentra ubicada la Sinagoga de Múnich, una solemne construcción contemporánea de ángulos y lineas rectas, y pegada al centro de estudios judíos.

En las proximidades de nuestra localización encontramos un restaurante llamado Maredo, el cual nos resultó muy acogedor sobre todo porque el frío de Múnich comenzaba a hacer mella en nosotros tras tantas horas caminando a la intemperie. Nos sorprendió gratamente, y lo recomendamos especialmente para aquellos que quieran un buen plato de carne con una muy buena relación calidad precio.

Con el estómago lleno y habiendo entrado en calor, nos dirigimos a nuestro último destino, a la zona del La Pinacoteca Antigua o Alte Pinakothek con pinturas hasta el siglo XIX y La Pinacoteca Moderna o Neue Pinakothek, centrada en el siglo XIX. A pocos metros encontramos el Museo de Arte Contemporáneo y otros muchos para aquellos que deseen una dosis grande de cultura.

A poca distancia zona también se encuentra una de las zonas de la ciudad más protagonistas de la época nazi, la Königsplatz, con varios edificios de estilo clásico y otros en homenaje a militantes nazis. En este lugar se hizo la desgraciadamente famosa quema de libros del 10 de mayo de 1933.

Tras completar este último paseo cogimos un tranvía de vuelta al hotel para una vez recogido nuestro equipaje, poner rumbo al aeropuerto, con la tranquilidad de un servicio de transportes puntual y que permite planificarse al minuto. Los primeros copos de nieve del invierno bávaro comenzaron a caer justo cuando subíamos al avión, una bonita forma de despedirnos de esta bella y moderna ciudad.

Lo mejor de Munich

  • Cantidad de monumentos y museos de distinto estilo
  • Destino obligado para los amantes de la cerveza
  • Transportes puntuales y uso muy intuitivo
  • Limpieza y seguridad

Lo mejorable de Munich

  • Algunas aglomeraciones en calles del centro

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3 comentarios en “Escapada de cuatro días a Munich”

  1. mercería la pena que, ya que haces tan buenos comentarios, añadieras información del transporte. Por ejemplo, coges el bus para ir a Neuschwanstein… qué autobus? desde donde?
    O sales del aeropuerto y sacas billete ara munich con transporte, que billete?
    Tengo la desgracia de saber bastante bien el frances, pero nada de ingles ni aleman, por lo que me iría muy bien esa informacion.

  2. Bueno! A este ritmo no os dejáis ni un rincón de Europa por ver. Muchas gracias por vuestras reomendaciones. Tomaremos buena nota. De hecho no conozco Munich, a decir verdad es el único vuelo que he perdido en mi vida. Después de leerte, tendré que resarcirme!

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