Viajar en autocaravana tiene pros y contras como es de entender. Lo primero que tienes que tener en cuenta es que el tiempo que calculas en tus desplazamientos tal vez se alargue un poco… Nuestra ruta de dos semanas entre Asturias y Cantabria comenzaba, 15 días en los que, sin un plan definido, montaríamos nuestro recorrido a medida que avanzáramos kilómetros y pasaran los días. Para aquellos primeros días llegamos al parque nacional de Somiedo y después recorrimos la costa de Asturias con la autoacaravana. No teníamos nada claro dónde podíamos meternos y dónde no con aquella casa de 3 toneladas, así que mejor no planificar demasiado. Además había que llegar, el viaje todavía no había hecho más que empezar.
Las escalas entre Somiedo y la costa de Asturias en autocaravana
La información detallada de todo el recorrido de 2 semanas entre Asturias y Cantabria con tiempos, distancias, escalas y más La ruta por Asturias y Cantabria |
Día 1: Almoradi (Alicante) -Boadilla del Monte (440 km/ 6 horas)
Salimos felices con la caravana a reventar (maldita palabra, ya veréis porque) y preparados para hacer ruta hacia Asturias. El plan para aquellas dos semanas de autocaravana por el norte sería comenzar por la bonita región asturiana y seguir rumbo este: Cantabria, Pais Vasco, tal vez Navarra… Bueno por soñar que no quede, ¡nosotros llegamos hasta Cantabria!
Teniendo claro que no iríamos del tirón, paramos a comer, a tomar un café y cruzando Madrid, a la altura de Aranjuez… ¡Reventón de rueda trasera! Pero de los de órdago. El neumático quedó totalmente inservible y se fueron tres horas al garete mientras aprendimos a cómo sacar la de repuesto y acudió un muchacho de asistencia en nuestra ayuda.
El resultado: tocó dormir en el camping más cercano que encontramos, en Boadilla del Monte. Camping Madrid Arco Iris, 30 € con toma eléctrica. Ahí vino nuestra segunda pequeña odisea pero se solucionó pronto. No éramos capaces de obtener energía, la cuestión es que estábamos en la plaza inadecuada… Principiantes caravaneros de tomo y lomo. Sea como fuere aquella fue nuestra primera noche en ruta.
Día 2: Madrid-Pola de Somiedo (450 km/ 8 horas)
Media mañana prácticamente se fue con el cambio de ruedas pero no hay mal que por bien no venga y aprovechamos ese tiempo para hacernos con algunas cosas que nos hacían falta para el viaje. Menos mal que el problema surgió en Madrid y fue fácil encontrar un centro comercial con Norauto y todo lo necesario, incluido desayunazo.
Nuestro objetivo para el día, llegar al PN de Somiedo en plena región asturiana y comenzar a disfrutar de las vacaciones. Y con kilómetros por delante no era mala idea alguna parada. Nos tropezamos a la hora de comer con Rueda, con las bodegas Palacio de Bornos, donde seguimos llenando la caravana… Lo malo de entrar en un paraíso gastronómico con hambre es que tal vez acabes llevando más cosas de las necesarias. Con un par de pulguitas de lomo y jamón y un pequeña copita de verdejo estás para seguir. Eso y la caja de vino, el lomo, el salchichón, los dulces típicos… cosas que viajarán contigo solo el tiempo necesario. En el mismo pueblo: Yllera, Prado Rey o Marqués de Riscal. ¿Quien se resiste a echar alguna cajita para el viaje después de haberlo probado?
Llegamos a Benavente y nos asaltaron las dudas: subir por la AP 66 dirección Oviedo y acceder al parque natural por su vertiente Oriental o seguir por la AP 6 y ascender desde el sur poco antes de Ponferrada. Sin ningún lugar donde obtener información que nos lo solucionara, decidimos la primera (178 km entre Benavente y Pola de Somiedo). La verdad es que nuestra autocaravana no se comportaba del todo bien cuesta arriba.
A la altura de el lago de los Barrios de Luna nos desviábamos hacia Pola cruzando el parque desde el oriente. Unos 50 km de comarcal en buen estado y sin problemas para nuestra vieja autocaravana. Eso si, los últimos 20 km una vez pasado el puerto de Somiedo hay que hacerlos muy despacio bajando hasta Pola por una tortuosa y empinada carretera. Pero nada de nada, únicamente con mucha precaución esos últimos kilómetros de la CL626 que están atestados de curvas cerradas y barrancos infernales, eso si atravesando un paraje verdaderamente maravilloso y sobre las siete de la tarde llegamos a nuestro destino.
En Somiedo habíamos encontrado dos campings, uno de ellos, Lagos de Somiedo al parecer muy difícil para llegar con caravana. El segundo sin embargo, el Pomarada de Somiedo está junto a la población de Pola y tenía más fácil acceso. Allí nos quedamos dos estupendas noches explorando el parque natural de Somiedo.
Nada más llegar aparcábamos nuestro vehículo y dábamos un paseo por Pola. Bonito como todos los pueblos del valle. Más grande y con más servicios. Mención especial la fotogénica iglesia de San Pedro y algunas viejas casonas. Un pueblo colorido y en perfecta armonía con el pequeño valle sobre el que asienta.
Cenamos con Lucía y Ramón, amigos murcianos que andaban de ruta por el norte, en el restaurante Casa Miño. No te olvides de probar sus embutidos caseros a base de carne de res y cerdo y su sidra. Parece que la media debe ser una botella por barba… nosotros la bajamos y solo fueron tres entre los cuatro. Y es que culin a culin… Por 15 € por persona salimos más que satisfechos.

Día 3. Parque nacional de Somiedo
El primer día aprovechamos para hacer la ruta de El Castro, una ruta lineal de ocho kilómetros entre ida y vuelta muy tranquila y bonita para hacerse con los alrededores de Pola.
Un día en el Parque Natural de Somiedo
Reserva de la Biosfera desde el año 2000 y ¡la mayor reserva natural de osos pardos de la península! Como para no visitarlo en una ruta en autocaravana por Asturias.
Además del oso pardo abundan ciervos venados y corzos junto al no menos famoso lobo ibérico. La orografía del parque ha permitido el desarrollo de una vegetación que incluye bosques de muy diversas variedades, una representación por completo de la flora asturiana: hayas, robles, fresnos, arces, abedules, encinas, castaños… una mezcla que dota al lugar de una singular belleza paisajística.
Son muchas y de muy variada dificultad las rutas que se pueden emprender en el parque. Nosotros buscábamos una ruta sencilla que saliera de la población de Pola de Somiedo puesto que no queríamos circular con la caravana por aquellas estrechas carreteras.
En la oficina de información de Pola de Somiedo nos informaron muy amablemente de algunas de las rutas. La opción más interesante sería llegar hasta Valle del Lago, unos 8 km desde Pola y desde donde parten algunos senderos hacia los lagos. Preferimos, como digo, evitar carretera y nos lanzamos a la ruta de El Castro, desde el pueblo. Mañana veríamos cómo se levantaba el cielo.
Ruta de El Castro, en Pola de Somiedo
La ruta comienza en una bajada frente a la sidrería Carion. Al poco abandonamos el pueblo y comienza un sencillo sendero junto al río. Pasa de lado a la pequeña hidroeléctrica y más adelante un punto limpio. Con este tramo evitas el que discurre por la carretera. A partir de ahí comienza la ruta a la población de Castro. Unos 200 metros por la calzada y empieza a subir.
El recorrido a partir de aquí son 4 km de ida y otros 4 de vuelta. Se calcula una hora y media aproximadamente por trayecto. El primer tramo atraviesa el desfiladero de la Malva donde habita una población de buitres. Una pareja sobrevolaba nuestro camino, tal vez esperando un tropezón. Más adelante el resto esperaban el aviso… En las paredes laterales del sendero y excavadas en la piedra se aprecian antiguas cuevas naturales utilizadas por los vaqueiros nómadas en su peregrinaje desde la costa.
El camino sigue cuesta arriba obteniéndose nuevas vistas del pico de Somiedo. Desde arriba se puede descender al pueblo de Castro si quieres seguir un kilómetro más. En hora y cuarto cubríamos la distancia de ida hasta el cartel que marca el final de la ruta de Castro e indica el camino de bajada hasta el pueblo. Decidimos volver hacia Pola.
Poco más de una hora nos lleva volver a Pola de Somiedo. La ruta completa de ida y vuelta se llevó dos horas y media. Una ruta sencilla y perfecta para un paseo en un día que amenazaba lluvia. La hora de llegada coincidía justo con la hora de comer y sin pensarlo demasiado y gracias a las recomendaciones de nuestra amiga Eva optamos por darnos un merecido festejo en la sidrería Carion. ¡Muy recomendable!.
No se si es la mejor opción probar su fabada con la intención de seguir caminando por la tarde. Nosotros la probamos… Un espectáculo cualquiera de sus platos a la parrilla ¡por no mencionar las croquetas de cecina!. Con algo más de 15 € salimos para echar una siesta.
Ruta accesible de Pola de Somiedo
Por la tarde y después de esa necesaria siesta tomamos un paseo, la conocida como ruta accesible de Pola de Somiedo. 2 km de recorrido perfectamente preparados para personas con movilidad reducida. El camino transcurre paralelo al río al igual que la ruta de Castro, pero en este caso del otro lado. Las vistas de los prados verdes que los circundan hacen de la ruta un paseo muy agradable y francamente muy sencillo. En menos de una hora tienes el trayecto hecho por completo, de ida y vuelta.
Con las malas previsiones climatológicas para la noche y los siguientes días nos acostamos cavilando sobre cuál sería nuestro siguiente destino. ¡Ese día no hubo cena!
Día 4. Pola de Somiedo-Luarca (110 km/ 2.5 horas). Luarca-Cudillero (48 km)
Nos hubiéramos quedado al menos este día completo y haber arriesgado con el tramo de 8 km de carretera hasta el Valle del lago. Desde aquí haber emprendido la ruta circular de los Lagos, pero no nos fiábamos de las condiciones climatológicas ni mucho menos de poder circular con tranquilidad en esa carretera con la autocaravana. Así pues una vez recogidos los aperos, arrancamos y pusimos rumbo al norte en dirección a la costa asturiana más occidental.
La carretera AS227 desciende desde Somiedo, angosto camino que sigue el curso del río el mismo nombre. Atravesamos pequeñas poblaciones de no más de 10 casonas de piedra apiladas en las vertientes. La Riera, Aguasmestas, Agüera… pueblos en los que imaginamos lo duro que debe ser el día a día a pesar del bonito entorno en que se ubican. Al poco de salir y junto a la carretera, a unos 2 km, la hidroeléctrica que todavía hoy funciona tras más de 100 años en activo.
Cruzamos el estrecho desfiladero de la Malva. En las imponentes paredes verticales que lo forman se abren ocasionalmente estrechos túneles por donde la caravana circula sin problema (todavía nos estamos conociendo y cada vez que entramos en uno pensamos que perderemos la cama de arriba). El firme está en perfecto estado y unos 40 km más adelante se une con la nacional (N634) que nos lleva a la costa. Los últimos 49 km discurren por la A8, la fabulosa autovía del Cantábrico.
Luarca, el sitio que vio nacer a Severo Ochoa
Luarca es una de las más bonitas poblaciones de la costa asturiana. La capital del concejo de Valdés es famosa por su antiguo puerto pesquero y por las villas burguesas que plagaron la ciudad en los albores del XIX y principios del XX. Además en la villa se puede disfrutar de algunas de las antiguas mansiones indianas, aquellas casas construidas por los inmigrantes asturianos que hicieron fortuna en las Américas y volvieron para demostrarlo.
Llegamos a la ciudad y tomamos el camino hacia el faro. Es complicado entrar en la población con la autocaravana y mucho más aparcar, realmente está prohibido. Poco antes del faro, el famoso cementerio de Luarca donde se encuentra la tumba del Dr. Severo Ochoa, el Premio Nobel de medicina, luarqués de nacimiento. Junto al camposanto, el Faro de Luarca construido en 1862 y la capilla de la Virgen Blanca anclada en la Atalaya desde el siglo XIV y que sirvió como faro a los marineros hasta la inauguración del faro. Aparcamos un momento en el acantilado y hacemos la visita de la Atalaya y los lugares mencionados.
Las opciones de aparcamiento para la autocaravana no son muchas en la población y después de indagar en la app Park4night conseguimos encontrar lo que buscamos. Definitivamente encontramos un parking público gratuito (aparcamiento La Curtidora) donde dejar el vehículo y callejear hasta el puerto. Hay uno cubierto donde no cabemos con este trasto y más adelante otro abierto.
El paseo hasta el centro da para unos 15 minutos adentrándose cada vez más en las calles peatonales donde se aprecian las villas más ricas. Una vuelta por el puerto de Luarca abre el apetito de inmediato y probamos suerte en el restaurante el Barómetro pero es imposible sin reserva. Muy cerca probamos en el restaurante el Cambaral y esta vez si nos hacemos con una mesa. Muchos asturianos, ¡eso siempre es buena señal!. Ensalada de ventresca, zamburiñas al vino blanco y pulpo a la plancha.
Enfrente el famoso puente del Beso, ese donde una doncella perdió la cabeza decapitada a manos de su padre mientras se besaba con el pirata apresado y malherido, Cambaral precisamente… Sea como fuere, entre comer y leer leyendas se nos fue una buena experiencia gastronómica y 30 € a cada uno.
Después de comer y con la bella ciudad de Luarca visitada, nos vamos hacia Cudillero donde pernoctaremos.
El camino de la costa de Asturias hacia Cudillero
A unos 15 km nos desviamos hacia la Ermita de la Regalina en Cadaveu levantada en honor a Santa María de Riégala. Según cuentan un campesino encontró la imagen en el interior de un castaño y decidió edificar esta pequeña ermita para su custodia. Desde la construcción de la ermita en 1931 se celebra una romería en su honor. El lugar sobre un inmenso acantilado es de lo más fotogénico que hemos visto hasta el momento, con un par de hórreos que parecen añadidos a propósito.
Desde el mirador de la Regalina, en lo alto de Punta del Cuervo a 80 metros de altura se disfrutan de fantásticas vistas del litoral cantábrico. No dudes en llegar hasta el final del camino, justo antes de la ermita hay un pequeño parking (accedimos sin problema con la autocaravana).
En lugar de seguir por la autovía tomamos en esta ocasión la nacional 632, nuestro siguiente destino es la Playa del Silencio. Solo otros 15 km que atraviesan un bosque cantábrico por el que merece la pena saltar ese tramo de autovía. A la altura de Castañeras se toma el desvío. Kilómetro y medio hasta la playa en los que casi nos infartamos con la caravana… (este tramo no lo aconsejaría para circular con caravana). El premio es una de las formaciones rocosas frente al mar más bonitas que jamás habíamos visto. ¡Ahora nos reímos de la Great Océano Road!. Una escalera fácil de bajar y no tanto de subir, te lleva hasta un tramo donde bañarse.
Pasamos el mal trago de subir de nuevo la autocaravana hasta la carretera con nota. La verdad es que despacito es mucha más la tensión que provoca que el peligro real. Tomamos lo que queda hasta Cudillero por la autovía. Pasaremos la noche en un parking a las afueras del pueblo. Hay alguna autocaravana más y parece que no habrá problema por lo que leemos. Hay al menos tres parkings similares donde se pueden pernoctar pegados al puerto. Entrar en Cudillero con la caravana sería una locura además de estar totalmente prohibido. Desde aquí un paseo de unos 200 metros al pueblo.
Con el atardecer damos una vuelta por el pueblo, tomaremos una cerveza y dejamos la visita para mañana. El pueblo es impresionante.
Día 5. Cudillero-Gijón (50 km/ 50 min)
La noche desde luego muy tranquila, le hemos robado nueve dulces horas a Morfeo. Se nota que nos vamos haciendo a la vida caravanera… Desayuno, ducha y a conocer ¡lo mejor de Cudillero!
La visita de Cudillero
Cudillero sale siempre en las listas como uno de los pueblos más bonitos de la costa cantábrica. ¿Por qué será?. Por su imposible enclave sobre las montañas y frente al mar, por su ambiente marinero y sus locales en los que de inmediato sientes las ganas de sentarte a comer, por lo colorido de sus fachadas, por el inmenso azul y verde de su entorno… Pues seguramente por todas y cada una de estas razones y cientos de muchas más, pero uno de los primeros lugares en esas listas lo tiene asegurado.
Cuando llegas por primera vez caminando desde el puerto ya sabes que te va a enamorar. Solo falta abrir bien los ojos, preparar la cámara y adentrarse… Entramos, como no, por el anfiteatro, la gran plaza de la Marina que se abre al puerto y queda abrazada por los coloridos edificios que se cuelgan de las montañas. La mayoría de los bajos que allí dan son en la actualidad locales enfocados al turismo, restaurantes en su gran mayoría. Amplias terrazas y cartas que te hacen salivar.
Las rutas que se pueden realizar para alcanzar los miradores de Cudillero están señalizadas en el suelo mediante colores y un símbolo. Esto facilita mucho la visita desde luego, y hacerse con un mapa es tan sencillo como acercarse a la oficina de turismo junto al puerto (abierta de lunes a domingo entre las 11 y las 14 horas y de 16 a 18 horas), y por ende, donde estarás aparcado. Las tres rutas que vienen marcadas son:
> Ruta roja: Recorrido de la Espera. Marcada por un barco. Esta, bastante corta dicho sea de paso, te da un paseo estrechas callejuelas cargadas de escalones para acceder a las vistas de los bonitos tejados rojizos del pueblo.
> Ruta verde: Paseando por los barrios pesqueros. Marcada por un ancla. Sube al mirador de la Garita que ofrece vistas del puerto y el mirador de la Estrecha, más arriba.
> La ruta azul: Ronda de los Vigías. Marcada por un pez. Se cruza con la anterior y permite ver el pueblo desde el lado opuesto a la ruta roja.
Elijas el camino que elijas te hincharás de subir y bajar escalones. Cualquiera de las rutas no se hace demasiado dura pese a todo.
Una vez comiences el recorrido no te debes perder:
> La iglesia parroquial de San Pedro, tras el ayuntamiento, del siglo XVI, gótica tardía y con tallas barrocas en el interior.
> La capilla del Humilladero. El edificio más antiguo de Cudillero, del siglo XIII donde los reos eran ajusticiados.
> El túnel del Río Piñera que llega desde el puerto pesquero hasta la Capilla del Humilladero. 700m de longitud.
> Punta Rebollera, donde se encuentra el faro de Cudillero y desde donde disfrutar de una vista panorámica del pueblo.
Y callejear, cualquier calle da para poner en marcha la cámara. Justo terminando de callejear (un par de horas son más que suficientes para visitar Cudillero), lo que parecían tranquilas nubes amenazantes pasaron a la acción. Y no veas lo que es llover por aquí arriba.
Una vez visitado el fantástico pueblo de Cudillero, parada imprescindible en la costa asturiana, pusimos rumbo a Gijón donde llegaríamos a comer y pasar la tarde. Son 50 km y 50 minutos con la caravana. Está lloviendo fuerte y no está la cosa para aventuras.
En Gijón tomando la salida de la avenida Constitución. Tras unos pocos cientos de metros tenemos localizado un parking donde por solo 4 € se permite aparcar nuestro vehículo. Parece que el pernoctar está prohibido pero hemos leído que hay quien lo hace. Desde el aparcamiento tan solo 15 minutos para llegar al centro histórico de Gijón.
Hora de comer y tenemos reservado el restaurante Marinamar, mariscos y pescados. Estamos en el Cantábrico ¡que leche!.
Valoramos la opción de hacernos con el Gijón Gourmet, en la oficina de turismo. Esta opción, previa reserva, cuenta con siete restaurantes adheridos al programa y por 45 € ofrecen un menú con dos entrantes, dos platos principales, un postre y un vino. Tres de los incluidos cuentan con Estrella Michelin y la cuenta puede ascender a 50 € si reservas en uno de ellos. Lo desestimamos después de llamar a un par de ellos que ya no tenían sitio. Para la próxima será. Comimos almejas, fritos de pixin (el rape rebozado tradicional de la zona), croquetas de pulpo y una nécora (andarica). Excelente (45 € pp).
La visita de lo mejor de Gijón bajo la lluvia
Veinte siglos han pasado desde que esos locos romanos pasaran por aquí. El asentamiento Romano en Cimadevilla data del I d.C, ya ha llovido desde luego. ¡Y sigue lloviendo! A partir de ahí la ciudad fue creciendo, no es mal sitio para comenzar a conocerla, en el cerro amurallado de Santa Catalina. Desde donde comemos bajamos a la playa de San Lorenzo donde los surfistas aprovechan en embravecido Cantábrico para bailar sobre las olas. Unos lo intentan, otros lo consiguen…
Como destino final de la ruta de la Plata, la ciudad alcanzó una marcada relevancia estratégica. Las termas romanas de Campo Valdés en Cimadevilla acreditan la importancia de la ciudad en los primeros siglos de la era moderna. Tras las termas la bonita iglesia de San Pedro Apóstol.
Subimos a lo alto del cerro, un gran jardín (el conocido como parque del Cerro de Santa Catalina) desde donde se pueden ver las dos grandes playas de Gijón. La otra: la playa de Poniente, más allá del puerto. Arriba el Elogio del Horizonte, el símbolo de la ciudad que Chillida edificó en el lugar en 1990. No entendemos a Chillida, sabréis perdonarnos. Descendemos tras la escultura y hacia el casco antiguo. Curiosa la historia de la vieja batería de defensa, mandada construir en 1902 pero que tardó tanto en acabarse que nunca llegó a armarse y por supuesto a utilizarse. Historia viva de la obra pública española…
Todavía en el barrio de Cimadevilla, la plaza del periodista Arturo Arias. En los alrededores varias sidrerías con bastante gente comenzando con la tarde del fin de semana. No es mal comienzo en cualquiera de sus locales. Allí mismo se puede visitar la iglesia de los Remedios, del siglo XVI o el palacio Valdés. Muy cerca la casa natal y museo de Jovellanos, la colegiata de San Juan Bautista del siglo XVIII, la torre del Reloj o los restos de la muralla romana.
Solo queda callejear por el casco antiguo de Gijón y buscar cada uno de estos lugares. Las bonitas plazas de la Colegiata, Jovellanos, la plaza del Marqués o la plaza Mayor sirven para ir haciendo los perfectos descansos. Nos ha gustado muchísimo el ambiente de este pequeño casco histórico.
Un buen paseo puede acabar en la plaza del Marqués, el lugar donde sentarse junto a Don Pelayo y disfrutar del atardecer gijonés. El paseo junto al puerto se convierte en una deliciosa experiencia a esas horas. Por cierto, paro de llover y quedó una tarde preciosa.
Noche “ilegal” en el aparcamiento…
Día 6. Gijón-Tazones-Villaviciosa-Lastres-Ribadesella (94 km/ todo el día…)
Habiendo pasado una buena noche y sin ningún problema, salíamos por la mañana hacia el este. La primera de nuestras paradas sería Tazones, uno de los pueblos más bonitos de España tras haber entrado en esta lista en 2019. Seguro que ya lo era pero no lo sabían los de la lista. Elegimos la autovía para llegar. Era domingo y parece que el pueblo al mediodía se llena y resulta difícil incluso aparcar. Mejor llegar temprano. Unos kilómetros antes hay que tomar la salida de Villaviciosa. En cuanto salimos de la autovía entramos de inmediato en la reserva natural de la ría de Villaviciosa, la mayor de las rías de Asturias, una maravilla de 10 km hasta Tazones.
Visitando Tazones en una mañana
Nos encontramos ya en el concejo de Villaviciosa. A este pequeño pueblo, Tazones, de tan solo 300 habitantes se puede llegar desde Gijón cómo fue nuestro caso (35 km y unos 45 minutos desde el aparcamiento), desde Oviedo a 53 km o desde Covadonga si vienes del sur, a 70 km. Conseguimos aparcar en el parking público sin problemas con la autocaravana a pesar de que habíamos leído de todo en redes respecto al estacionamiento.
El pueblo, aunque pequeño está formado por cuatro barrios: La Atalaya y Las Mestas, San Roque y San Miguel. Estos dos últimos son los que están declarados Conjunto Histórico Artístico y son los que dan hacia el puerto y la bonita playa de la población.
Nada más salir del parking se encuentra la iglesia parroquial de Tazones cuyo frontal destaca la blancura de su fachada y el bonito rosetón central que la embellece. A partir de este punto toca bajar y disfrutar de las casas marineras, construidas en piedra y cuyos marcos y puertas aparecen pintadas de vivos colores, predominantemente rojo y azul.
Si bien hoy día parece un pequeño pueblo marinero si más, Tazones tuvo una gran importancia como puerto pesquero y de llegada de naves hasta la costa asturiana.
En 1517 desembarcó en este lugar el príncipe Carlos de Habsburgo que más tarde llegaría ser el rey Carlos I de España y V de Alemania, el más poderoso de la tierra en la primera mitad del siglo XVI. El hombre iba buscando una ruta marítima que le evitara cruzar por tierra el país vecino, que no amigo, Francia y aquí acabó arriando.
En el puerto todavía se conserva el viejo palanque que ayudaba a sacar las capturas de los botes, en tiempos un nada despreciable puerto ballenero.
En la calle principal que cae a la playa no es difícil encontrar un restaurante para comer. Se podría pensar que hay más bares que habitantes. Nos quedamos con ganas de comer el famoso arroz con bugres de la zona, que es como se llama aquí al arroz con bogavante. Pero era muy temprano todavía para plantearse la comida así que decidimos si el camino. El restaurante El Catalín, recomendado por una amiga gijonesa justo el día de ayer tendría que esperar para otra ocasión. Está más arriba, es algo más barato y ofrece vistas de la costa.
Condujimos hasta Villaviciosa, algo más que la capital de la sidra. Tan solo 11 km de una carretera, la VV5, lo suficientemente ancha para circular con la autocaravana. En tramos asciende sobre la ría permitiendo vistas de las playas de el Puntal y Rodiles. La marea se encuentra muy baja a estas horas de la mañana. Llegando a Villaviciosa se ve a un lado de la ría la fábrica de la archiconocida sidra el Gaitero. Pretendíamos aparcar en el parking libre 2A callejón del Cantú, donde leímos que incluso se puede hacer noche. Una señal recién estrenada nos deja claro que no se puede. Aparcamos en la calle junto al mismo.
Villaviciosa, la capital manzanera de Asturias
Muy cerca de donde aparcamos, visitamos la iglesia de Santa María de la Oliva o Santa María del Concellu de 1270, iglesia románica en muy buen estado. La fachada y la puerta destacan en el conjunto, estructura que se encuentra con un bonito rosetón arriba. A través de una entrada lateral porticada entramos a visitar el interior que bien merece la pena. Tras la misma, el teatro Riera y una plaza con una escultura homenaje a la recogida de la sidra según entendemos, la Manzanera se llama y es una obra realizada por Mariano Benlliure. Esa misma calle alberga bonitas casas señoriales y palacetes a ambos lados. Aquí parten las dos calles más notables de la ciudad: Agua y Sol.
A espaldas del teatro, la plaza Jose Caveda y Nava con la balconada del propio edificio y junto al mismo la residencia Colegio de San Francisco. La plaza está cerrada en otro de los lados por el magnífico edificio del hotel Casa España.
Subimos una suave cuesta hasta la iglesia de San Francisco. Otro ejemplo de la acentuada religiosidad presente en la población. No es de extrañar que Villaviciosa cuenta con la celebración de la Semana Santa más antigua de Asturias. En 2018 celebraron su 350 aniversario. Bajamos de nuevo hacia el centro visitando el ayuntamiento, otro de los edificios indispensables en una visita a la ciudad. Una hora más tarde damos por bueno nuestro paseo por Villaviciosa.
Nos ponemos de nuevo en marcha, esta vez hacia Lastres donde comeremos. Intentamos sin éxito reservar en el Rte. Eutimio y en el Rte. el Barrigón de Bertín. Lo conseguimos al final en el Rte. Sidrería El Escanu. Tomaremos, evitando así la autovía la N 632, después AS 257. Tan solo 17 km nos separan de Lastres.
Aunque algo alejado, elegimos un aparcamiento antes de llegar al pueblo. Es un paseo llegar al pueblo pero preferimos no entrar en la polémica que parece desatan las caravanas en la ciudad. Otro parking que marca en Park4Night parece que lo han prohibido para autocaravanas actualmente.
La bellísima población de Lastres
Justo al llegar, la iglesia de Santa María de Sábada, mezcla de estilos neoclásico y barroco, muy bonita aunque no pudimos visitarla en su interior. Desde allí arranca una traicionera cuesta hacia el mirador de San Roque. ¡Hay que subirla! Con unas vistas privilegiadas, la capilla de San Roque del siglo XVII. Se puede comer allá arriba, en el restaurante El Mirador. Como digo, nosotros habíamos llegado con reserva en el pueblo.
Comenzamos a bajar hacia Lastres. Tomamos la primera calle que nos gusta. Dudo que te equivocaras sea cual fuere la elegida. Pasamos por la torre vigía del siglo XV, hoy torre del Reloj. Un poco más abajo, bueno un poco no, el paseo junto al mar y nuestro restaurante, El Escanu. Muy bueno aunque probablemente nos equivocamos eligiendo. Pagamos 30 € por persona.
Tratando de digerir la comida damos un paseo por el pueblo. Y metiéndose en el laberinto que suponen las cuestas de Lastres tropezamos con la capilla de San José del siglo XVIII, literalmente escondida en la población. El retablo de madera del interior es una maravilla que pide a gritos una restauración. El pueblo bonito, mucho, incómodo para vivir seguramente también, aunque el Dr. Mateo lo llevaba de lujo. Lo malo no fue bajar hasta el pueblo para comer, lo realmente malo fue subir de nuevo hasta la caravana.
Con el esfuerzo terminado y teniendo que poner rumbo a nuestro destino final, tomamos los últimos 26 km que nos quedan hasta Ribadesella donde dormiríamos. El primero de los campings que teníamos localizado, el camping Ribadesella cerraba precisamente hoy (menos mal que llamamos), así que nos decidimos por la opción B: el camping las Sauces, en Sebreño, cerca de Ribadesella. ¡Por 24 € pondríamos a punto la caravana de nuevo!
Lo que quedaba de tarde lo dedicamos a conjugar el verbo “no hacer nada” en todas sus posibilidades…
Día 7. Ribadesella-Arriondas-Cangas de Onis (25 km)
Amanecemos con toda la tranquilidad del mundo en el camping de las Sauces. A la población hay aproximadamente 2 km caminando, la playa de Santa Marina quedara más cerca. El plan de la mañana: visitar la ciudad de Ribadesella. Para acércanos sin entrar en la población, abandonamos el camping y aparcamos cerca del bonito puente del Pilar del siglo XVIII. Hay mucho espacio para estacionar junto al río.
Lo mejor de Ribadesella
Dividida por el río Sella la ciudad se encuentra separada en dos áreas claramente diferentes. De un lado la villa y el puerto pesquero resguardados por el monte Corveru y del otro lado el barrio residencial de la playa Santa Marina. Bajamos por la playa. Las casas en esa costa son “otro nivel”, viejos indianos que volvieron habiendo hecho fortuna. Curioso como siempre plantaban palmeras en sus nuevas casas, árboles caros y que costaba mantener, como símbolo de su éxito en el exilio. Aunque el exilio tuviera motivos distintos. Nos quedamos alucinados con el ahora hotel Villa Rosario, sueño de un inmigrante que mandó construir la villa frente al Cantábrico en 1914 a su vuelta de las Américas.
La historia de los chalets de la zona en el siguiente enlace: https://www.ribadesella.es/node/10773 Merece la pena el paseo mientras escuchas la historia del paseo promovido por Argüelles, “el divino”. Pasado mediados de septiembre y el día todavía permite algún baño que aprovechan las gentes de por allí. Nosotros nos abstendremos.
Cruzamos el puente sobre el río Sella y ya estamos en la parte más antigua de la población. La velocidad que alcanzan los piragüistas que en ese momento navegan por el río Sella también es un nivel pro.
Comenzamos por la conocida como “calle oscura”, con pequeñas casas de marineros y que no acaba de sorprender. Los edificios más emblemáticos y que visitamos uno tras otro siguiendo la calle Manuel Fernández Juncos y alrededores:
> Casa blasonada de la familia Ardines
> Iglesia parroquial de Santa María Magdalena del siglo XX y poco atractiva
> Casa Palacio de los Prieto-Cutre cuyo principal atractivo es la fachada renacentista del siglo XVI
> Casa del Escudo
> Chalet y la torre de la Atalaya. Una torre de poco más de 100 años actualmente cubierta de vegetación.
> Capilla de Santa Ana, un pequeñito templo sobre una roca muy cerca del puerto que tal vez no es fácil de encontrar.
> La Rula o Lonja de Pescado
Sinceramente, a la ciudad no le terminamos de encontrar el encanto. Hacia muchos años de mi anterior visita y no recordaba nada especial. Tendré que darle una tercera oportunidad. Carmen no opina igual. Para el aperitivo nos tomamos un vermú en la bodega el Ancla. En la calle Gran Vía de Agustín Argüelles, hoy cerrada al tráfico, hay bastantes lugares donde parar. Es lunes festivo (San Mateo), luce un sol de órdago y todo el mundo está en la calle. No se puede negar buen ambiente.
Muy cerca se encuentran las cuevas de Tito Bustillo y el macizo de Ardines, un entorno de asentamientos paleolíticos con numerosas muestras de arte rupestre. Me temo que no andamos ese día con ganas de cuevas. ¡Algo hay que dejar para volver!
Aunque la noche la pasaremos en Cangas de Onís, queremos pasar por Arriondas. Nos hemos saltado la comida entre una cosa y otra así que hacemos camino…
Tomamos la N 634 hacia Arriondas. La carretera sigue paralelo al cauce del río Sella una carretera ancha sin problemas para circular. Vemos bastantes canoas que hacen el descenso aprovechando el buen día. El desvío te hace tomar la N 625 en dirección Cangas y los Picos de Europa. Después de recorrer los 19 km que separan Ribadesella de Arriondas, aparcamos al entrar al pueblo en un parking gratuito con la intención de dar un corto paseo por Arriondas.
Nos limitamos a una vuelta por la plaza Venancio Pando, otro de los inmigrantes a Cuba y benefactor de la población. Donó en su día todos los terrenos para la plaza donde se ubicó el ayuntamiento. En Arriondas se unen los ríos Sella y Piloñas, lugar de comienzo del famoso descenso internacional del Sella.
Definitivamente nos vamos a Cangas de Onís una media hora más tarde. Tan solo 6 km nos separan del aparcamiento donde queremos pasar la primera noche. Poco antes de entrar en Cangas nos desviamos en la primera rotonda. La carretera te lleva justo al sitio, la estación de autobuses de Cangas, el lugar desde donde salen los buses a los lagos.
En el parking está permitido pernoctar un máximo de 48 horas (nada de sacar mesas, sillas y toldo, se entiende) e incluso se puede repostar agua y vaciar aguas grises y negras. Teóricamente solo hay cuatro de las plazas para caravanas y aconsejan llegar pronto. Los últimos comentarios en Park4Night decían que la policía estaba haciendo la vista gorda a pesar de que hubieran más de cuatro. ¡Allí habían a media tarde más de 15!. La nuestra estaba en uno de los cuatro sitios “legales”… Del pueblo a pocos minutos caminando.
La tarde la aprovechamos para acercarnos a la oficina de información y turismo de Cangas, dar un paseo por el precioso centro del pueblo y tomar unas sidras en Cangas, será por sitios… Pero si queréis uno bueno con un tío majo escanciando como se debe: justo bajo el puente Romano, el Mesón del Puente Romano. ¡Unas vacaciones bien se merecen estos ratos!
Para los siguientes días explorar los Picos de Europa: visitar Covadonga, los lagos y emprender la ruta del Cares. ¡Os lo seguiremos contando!
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