Por fin se pueden hacer escapadas y viajar. Y si no quieres meterte en follones de documentación y pruebas, España es el mejor destino. A caballo entre Madrid y Murcia, pues es el encuentro de dos hermanas desde hace un año que vienen desde estas dos ciudades, está Albacete. Y buscando propuestas en esta provincia, damos con Aýna.
Aýna, como Liétor, los destinos finales de nuestro encuentro, constituyen un paraje ideal para un fin de semana. Llenos de belleza, curiosidades, paisajes, historia e historias. Aquí van las recomendaciones e información para el mejor fin de semana en Aýna.
Fin de semana en Aýna, Albacete
El pueblo de AÝNA
Aýna es un pueblo perteneciente a la sierra de Alcaraz, que a su vez pertenece a la mancomunidad de servicios de la sierra del Segura. A algo más de 60 km de la capital, hacia el sur, se encuentra localizada en medio de una garganta formada por el río Mundo, rodeada de unas paredes rocosas y afiladas impresionantes. Es conocida como “La Suiza Manchega” por su situación, enclavada en el cañón formado por un grandioso paisaje de piedra. Y en el valle está presente una fértil vega, que da lugar al cultivo de hortalizas y frutales, aprovechando un sistema de terrazas y regadíos de origen musulmán. El río Mundo en su discurrir deja, además, varias zonas de baño para refrescarnos en verano.
Toda esta gran riqueza natural, llena de una fauna autóctona donde la reina es la cabra montesa, y una flora en la que domina el pino carrasco, pobla a Aýna de numerosos miradores naturales y rincones, que hacen las delicias de los amantes de la naturaleza. Y por ello ofrece un sinfín de posibilidades de excursiones y la práctica de deportes como la escalada, bici de montaña, senderismo… Aýna forma parte de una red de pueblos de nuestro país: Pueblos Mágicos de España, que reúnen unos requisitos especiales para poderse llamar “mágicos”.
Además de los parajes impresionantes que ofrece, con todo lo que ello implica, en Aýna sucede, o sucedió, algo que marcó un antes y un después en la vida y la economía del pueblo: José Luis Cuerda, el gran director de cine español, la eligió para rodar su película de culto “Amanece que no es poco”. Molinicos y Liétor fueron los otros dos pueblos de la comarca elegidos como escenarios de la peli.
Este hecho, sucedido en los años ochenta originó un sin fin de anécdotas que los habitantes del pueblo no se cansan de contar y los turistas de disfrutar. En las calles hay carteles informativos sobre lo que ocurrió en cada lugar concreto. Hay un centro de interpretación dedicado al cineasta y su obra. Justo antes de entrar, en un mirador natural impresionante, encontramos la Vespa con sidecar en la que iba un personaje principal, interpretado por Antonio Resines, para fotografiarnos en ella. Hay todo un mundo alrededor de la película. Si bien en su momento no fue un éxito de taquilla, ahora es toda una peli de culto. De hecho, hay grupos de “amanecistas”, auténticos friquis que disfrutan con cada uno de los detalles de la misma. Y por supuesto, hacen reuniones anuales en Aýna. Se visten como los personajes, hacen las mismas cosas y reproducen diálogos. También hay amanecistas en Vespa, “Vespanecistas”.
Todo ello hace del pueblo un lugar muy interesante. Y una visita que merece la pena.
Lo mejor de Aýna
El pueblo en sí mismo no es especialmente bonito. Además de su localización, llama la atención la distribución irregular de sus calles. A diferentes alturas encontramos entradas y salidas, callejones, casas en alto a las que se accede a través de pasarelas, y otras enclavadas en la roca, casi a modo de cuevas. Esta caótica y tridimensional disposición del plano, lo hace cuanto menos, curioso de ver y patear. Recomendamos consultar en la oficina de turismo, ya que, con gran amabilidad, explican todo lo que a continuación intentamos resumir.
–Castillo de YEDRA. Lo que se aprecia en la actualidad son los restos de una fortificación musulmana, en lo alto del pueblo, que sirve a modo de mirador (Mirado de los Mayas) de unas impresionantes vistas. Se construyó aprovechando la existencia de un conjunto rocoso natural, por lo que también recibe el nombre de “Cueva de los Moros”. En la subida hacia el mismo, se pueden apreciar restos de la muralla.
–Ermita de Santo Cristo de Cabrillas. Del siglo XVIII.
–Museo etnológico. En la misma Oficina de Turismo, un pequeño espacio que nos muestra los enseres cotidianos de Aýna.
–Ermita de Nuestra Señora de los Remedios. Externamente como una casa más, tiene un artesonado mudéjar del siglo XVI, elaborado en madera de pino.
-Iglesia parroquial Santa María de lo Alto. Construida sobre la ermita antigua y los restos del castillo, conserva la torre de sillería del siglo XVII. En la actualidad este espacio acoge al Centro de Interpretación “José Luis Cuerda”, dedicado al cineasta y su película “Amanece que no es poco”.
–La plaza Mayor, que es muy curiosa, pues es un ensanche de la calle principal, y con gradas para lo que imaginamos será el disfrute de los encierros. Nos recuerda a la plaza de toros de Liétor, cuando vemos ésta al día siguiente.
Los miradores de Aýna
–Mirador del Diablo. A 1.5 km del pueblo, en la carretera CM 3203. Se observa todo el valle. Zona de escalada.
–Mirador de los Infiernos. En la CM 3203. Sobre el río Mundo, divisando la pedanía Royo Odrea y las peñas “del Prao” y “el Pico”.
–Mirador de los Mayas, ya nombrado, en el castillo de la Yedra.
Las rutas en los alrededores de Aýna
Han diseñado varias rutas de diferente dificultad y longitud para los diferentes tipos de turistas.
-La Ruta 1: de Aýna a la Fuensanta: unos 3,5 k, parte de un GR (67).
-La Ruta 2: a la Alcadima: también parte del GR 67. La Alcadima es una aldea abandonada a orilla del río Mundo. 3.5 km.
-La Ruta 3: Aýna-Cueva del Niño. 20 k, de los cuales 16 son en coche por carretera; 2 km por pista y después andando la bajada a la cueva por un sendero de monte. Se hace sólo con guía de la oficina de turismo y se requiere coche propio y calzado y ropa cómoda y deportiva. Más adelante hablaré de la cueva.
-La Ruta 4: un paseo por Aýna: en un km recorremos el pueblo y sus rincones más interesantes.
-La Ruta 5: Aýna- Ribera del río Mundo: 2k.
Luego hay otras alternativas, más largas, de las que te informan amablemente en la Oficina de Turismo.
En la ribera del río Mundo
–Cascada Arroyo de la Toba. Accediendo desde las calles Santísimo Cristo, Mayor o del centro social, llegamos al puente de las Correras. Y desde allí sale el camino a la cascada.
–Rincón de la Toba. Desde las piscinas municipales, en su zona posterior, una pared rocosa de más de 100 metros. De ahí nace el manantial que abastece el pueblo.
–La Alcadima: restos de un pueblo abandonado a la orilla del río, al que se puede llegar con una excursión a pie (4km), encontrando fuentes de agua.
–Aldeas de Royo Odrea y Cárcabos. A unos 5 km por la carretera de Eche de la Sierra (CM 3203).
– “Benidorm”: Ésta última parada, añadida por nosotros. Preguntamos en la oficina de turismo dónde podíamos encontrar alguna zona en el río para bañarnos y nos dieron las indicaciones para ésta, al lado mismo de unas de las rutas. Una pequeña poza para refrescarnos y capuzarnos. Desde la zona recreativa el Tiñoso, se cruza el puente y hacia la derecha, en seguida la encontramos. Un gran alto en el camino para refrescarnos y coger fuerzas.
La cueva del Niño
La Cueva del Niño la dejamos aparte, para hablar de ella como entidad por sí misma, de turismo de Aýna. Y esto porque nos pareció una auténtica maravilla. Todo. Desde el comienzo hasta el fin. Reconociendo que teníamos algunas dudas sobre si apuntarnos o no a la excursión, al final decidimos visitarla porque las horas centrales del día son difíciles de ocupar por el calor, y pensamos que al menos dentro haría fresquito…
Tienes que apuntarte en la Oficina de Turismo o a través de un teléfono que te facilitan allí. Y tiene que haber un grupo mínimo de personas para que la excursión salga. Necesitas llevar agua (¡importante!), ropa cómoda y calzado adecuado para andar en el campo, además de tu propio coche, y si tienes, linterna. El punto de encuentro es en el Hotel Felipe II a las 16h… Una vez que estamos todos y pagamos 8e /persona, la fila de vehículos se pone en marcha. 16 km por la carretera. 2km de pista forestal (¡ojo los coches bajos!), y llegamos al inicio de la marcha. La cueva está en una pared de un cañón impresionante. Nos podemos descolgar por la misma a modo rapel para acceder a su entrada… O podemos descender por la montaña, siguiendo un camino que baja por el monte hasta la boca misma. Evidentemente, ésta es la opción elegida. Así emprendemos una bonita marcha por un sendero precioso, iniciando una cuesta abajo tras dejar atrás una parada en un mirador natural de toda la garganta. En aproximadamente 45 minutos se llega a la cueva. Pasamos en dos grupos. Si no tienes linterna, el guía te facilita una. Y así, sin más, entramos en un espacio donde nos encontramos pinturas rupestres ¡del Paleolítico y Neolítico! ¿No es bestial? Claro, serán menos que en Altamira, pero las estás viendo con tus propios ojos, reales, a una distancia de un brazo. La representación de animales de hace más de 27000 años está algo deteriorada porque, como suele pasar, hasta que son descubiertas y se identifica su autenticidad, la cueva fue usada como refugio por hombres y animales a lo largo del tiempo, realizando múltiples hogueras en su interior, que tiñen de negro las paredes. Pero, aun así, y con ayuda de las explicaciones del guía, se visualizan perfectamente los dibujos.
Me parece una pasada. Que algo tan valioso, tan antiguo y tan espectacular esté ahí al alcance de unos turistas despistados. Por supuesto, la cueva está cerrada al público con enrejado y candado, y sólo se puede ir con el guía. Igualmente, no creo que la encontrase uno cualquiera sin ayuda. Pero, aun así, llama la atención que algo tan importante y valioso esté tan a mano, tan solo separado y protegido de personas, animales y cosas, con únicamente una reja.
La vuelta, cuesta arriba y atontados con la memoria de lo vivido, se hace ya a la sombra. Aun así, el agua no sobra.
En resumen, una excursión que BIEN merece la pena. Y que nuestro guía nos hizo disfrutar.
Por todo esto es importante visitar la Oficina de Turismo (plaza Mayor 4. Tlf 967 265 31; turismoayna.com).
El alojamiento en Aýna
Nosotros elegimos el único hotel que hay, el Felipe II, que permite mascotas. Lo hicimos a través de Booking. Pero por no sé qué problema entre los unos y los otros, recibimos la llamada del director del hotel para que anulásemos con Booking, guardándonos él la reserva.
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Es un hotel rural, del tipo de montaña. Muy parecido a cualquier otro de la misma clase. Tiene pocas habitaciones (una planta), y al lado del número de las mismas, tienes la foto de un personaje de la peli. A nosotros nos tocaron el alcalde y un guarda civil. Está muy limpio. Tiene cafetería y restaurante, lo que lo hace muy cómodo (aunque no hay que ir con prisa…). Y unas vistas grandiosas en unas habitaciones, y buenas en las otras. También hay piscina, lo que está muy bien, pues por ejemplo nos permitió darnos un refrescante baño el día que llegamos mientras esperábamos a mi hermana. Las vistas desde la piscina son de las grandiosas.
El precio del restaurante no está mal. El del hotel adecuado.
Y hasta aquí Aýna. Lo visitamos en un ratillo de un viernes y un sábado.
La población de Liétor
A Liétor le dedicamos sólo una mañana. Así que nos centramos en lo que es el pueblo. En la Oficina de Turismo, Rafa nos recibió muy amablemente. Y por tan solo 5 euros, nos enseñó los secretos y bellezas de Liétor, fuera de horario de visita… (lietorturismo@gmail.com; tlf: 967 200 906; lietor.es; plaza mayor 18).
A la entrada hay unas pocas plazas de aparcamiento, en las que encontramos varios huecos. Entramos andando al pueblo, dando, de entrada, con el exconvento de los Carmelitos Descalzos, del siglo XVII. Pudimos visitarlo por dentro con Rafa, que nos contó la historia del órgano que aloja en su interior. Siendo del siglo XX, se construyó cuando fue revelado como una joya el antiguo órgano que había en el templo. A raíz de esto, el viejo instrumento se rehabilita y se inicia un festival anual de conciertos de órgano, que dura ya 40 años (el año que viene). Es entonces cuando se manda construir el que ahora ocupa la iglesia, para enriquecer el espectáculo. Y se hace con la colaboración de los ciudadanos del pueblo, que, con sus donativos, participan activamente en la construcción. Por ello, cada uno de los habitantes es propietario de una parte del órgano, en el que además está grabado su nombre. Así todo el mundo está muy implicado en esta historia de los órganos y del festival. De hecho, durante nuestra visita, apreciamos parte de un concierto que hacen sonar en las calles a través de la megafonía pública.
Tiene un claustro que está en ruinas, y del que están esperando subvenciones para reconstruir.
Este convento tiene otra curiosidad. Se trata de unas catacumbas que alojan momias. Son los restos de los cuerpos de las tumbas de la iglesia, de antiguos párrocos y familias y miembros destacados del pueblo, desecados de manera natural con el devenir del tiempo. Están bastante bien conservados, momificados por los años, y que en la actualidad, se aprecian a través de unas cristaleras. De nuevo resulta increíble poder estar viendo de cerca algo que tiene tantos siglos de vida. Así, tan fácilmente. Sin ningún tipo de instalación especial para su conservación, como en la Cueva del Niño. En algunos casos, se conservan bien las vestiduras. Se aprecian músculos y tendones. Es increíble.
Salimos del convento y justo a su costado está el Lavadero Municipal. Es del siglo XX, pero es muy curioso y bonito. Todo el pueblo está lleno, rodeado, atravesado, de agua. Canales, fuentes, acueductos. Algunos habitantes han tratado de deshacerse de la misma a su paso por sus propiedades. Otros, la siguen aprovechando para huertas en jardines y patios. En los años 50, un alcalde que hubo, decidió modernizar y acomodar los lugares donde las mujeres iban a lavar al río. Y así nacen estos lavaderos. La novedad es que construye pilas individuales, cuando lo normal era una grande común. Lo techa y lo hace para que desagüe bien el agua sobrante. Es una construcción simple y bonita, que, en la actualidad, se usa como centro de exposiciones. Merece la pena verlo.
Seguimos callejeando por el pueblo, que en realidad es muy muy bonito. Nos asomamos a unos miradores que tiene. Punto fronterizo con reinos árabes, la villa estaba protegida en la antigüedad, por un lado, por una muralla y por otro por un acantilado natural que hace que termine en un cortado impresionante, que se aprecia desde estos 3 miradores.
La fuente del Pilar es una fuente preciosa, azulejada todo ella, en la parte de debajo de una balconada de madera oscura de una casa. El agua fresca es buena, y el conjunto de toda la fuente es una maravilla.
En la iglesia parroquial nos quedamos maravillados por la cúpula que tiene. Vaya, a lo mejor no es muy grande, pero se trata de la iglesia de un pueblo que nunca en su historia ha alcanzado los 2000 habitantes… Aquí está alojado en la actualidad el órgano antiguo, original del convento de los carmelitas. Además, hay un museo que dicen que es muy curioso, aunque nosotros no lo vimos.
Salpicadas por todo el pueblo hay casas señoriales con escudos heráldicos en sus fachadas. Curiosa es la plaza de toros, que no es más que una grada en forma de medio óvalo, cuyo centro o “arena”, en la actualidad es usada como parquin en el espacio que deja en su interior. Y que cuando hace las veces de verdadera plaza, se acota por los lados ahora abiertos.
Otra joya que nos sorprende en Liétor, es la ermita de nuestra Señora de Belén del siglo XVI. Es una muy pequeña ermita, pero recubierta por entero de pinturas al fresco en todas sus paredes. A ojos de ignorantes como nosotros, es una auténtica maravilla. Pero parece que no es tanto porque es obra de un aficionado, que probablemente se ofreció a decorarla. Pero no es un artista de renombre ni perteneciente a ninguna escuela. Por eso su valor es menor del esperado. A nosotros nos alucinó, aunque sí es verdad que si te fijas (porque te lo dicen), las caras de los personajes son todas iguales, lo mismo da que sea virgen, ángel o santo… Pero bueno, no sería un artista, pero creó una maravilla.
En Liétor también hay zonas de baño en el río. Hay que andar una buena bajada. Y así, además de la recompensa del agua fresca de la sierra, tendremos las famosas vistas del pueblo en lo alto del monte, desde abajo a arriba.
Ni qué decir que también aquí, como en Molinicos, se rodaron escenas de Amanece que no es poco. Así que también encontramos carteles indicadores. Y Rafa, nuestro guía de la Oficina de Turismo, nos deleitó con muchas historias y anécdotas.
Comer en la zona
En el Felipe II preguntamos y nos recomendaron el restaurante el Pozo de Lietor. Lo vamos a mencionar porque fue un descubrimiento. Nada más llegar (¡hay que reservar! porque no es muy grande y se llena), empiezan a ponerte platos, que nosotros interpretamos como tapas. Después nos toman la nota de las bebidas. Pero siguen sacando y sacando platos… Parece que no deben ser solo tapas, pues estamos completamente llenos ya… Cuando vemos las chuletas de cordero y las patatas, ya le decimos al camarero que por favor no nos traiga nada más. A lo que responde que hasta que nosotros digamos… Si no queremos más… pues nada… No sabemos si es así porque es domingo o es el sistema habitual. Pero hartos ya de comer, pasamos a postres, café y al pedir la nota… ¡15 euros por persona! Totalmente recomendado.
Tras un encantador fin de semana recorriendo estos dos pueblos, sus parajes, calles, gentes e historias, y descubriendo sus joyas, hacemos un llamamiento a las autoridades que correspondan. En esta comarca hay auténticas joyas que requieren mantenerse y algunas rehabilitarse, para lo que se necesitan subvenciones. Hablando sólo de dos pueblos, encontramos pinturas de hace miles y miles de años, que están ahí, viendo el tiempo pasar, con la única protección de un candado. Una auténtica colección de momias, que aunque mucho más modernas, pues solo tienen cientos de años, son verdaderos cuerpos desecados, que están a la temperatura y humedad natural que da el cuartito en el que se alojan. Y ello tras ser encontradas después de años de saqueos, recompuestas y re-enterradas con dinero de los habitantes del pueblo. Una ermita que es un único fresco, pues no deja cm2 sin cubrir. No será de una escuela italiana, pero es una maravilla, que tiene grietas y humedades, y zonas ya borradas, debido a la falta de presupuesto para cuidados y rehabilitación. Un claustro hundido y destruido, al que la gente del pueblo, de nuevo, ha conseguido techar para frenar algo su deterioro.
Creo que son joyas suficientes para hacer una inversión suficiente en la comarca. Ahí queda.
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