Organizamos este viaje porque desde hacía años nos apetecía mucho ver algo del África negra: sus paisajes, sus gentes y su inmensa naturaleza. No nos ha defraudado en absoluto. Posiblemente ahora cambiaríamos alguna cosa del recorrido pero podemos decir que en su conjunto ha resultado perfecto.
Nuestro ruta de 15 días en Sudáfrica se dividió entre una semana a Ciudad del Cabo y Ruta Jardín, y otra semana a Krugger, Chobe y las Cataratas Victoria, zona que no queríamos dejar de visitar después de leer el diario del viaje realizado por Pedro y Jaume. Entendemos que es un país inmenso y que podría estarse mucho más tiempo pero las posibilidades son las que son.
Lo mejor de Ciudad del Cabo y la Ruta Jardín en coche
Consejos generales para un viaje a Sudáfrica
En general, y a pesar de las indicaciones de otros amigos y del Ministerio de Asuntos Exteriores, no hemos tenido sensación de inseguridad en ningún momento, aunque bien es cierto que no hemos estado deambulando solos por la noche por las calles. Es verdad que, excepto en Ciudad del Cabo, en el resto de las zonas donde hemos estado, la vida es de sol a sol y a partir de que éste se pone no ves a nadie por las calles. En algún sitio hemos visto un pub en donde escuchar música y tomar una cerveza.
Hablando de esto, se bebe mucha cerveza, vino y sidra. Y cualquiera de las tres bebidas es buena. Probamos la cerveza Castle y Black Label, muy agradables, varios vinos blancos y tintos estupendos, utilizan las uvas Pinotage y Shiraz muy frecuentemente, aunque también la Cabernet-Sauvignon y Merlot. Los hacen por todo el sur de Sudáfrica especialmente, donde están las bodegas más antiguas, pero también hemos visto bodegas en el recorrido desde Stellenbochsk hasta Cabo Agulhas. Los blancos de esta zona por cierto nos han parecido exquisitos, utilizando uva Chardonay. De la sidra probamos la Savahna, que hay seca y suave. La seca nos pareció muy agradable.
Curiosamente, a pesar de su tradición inglesa, beben más café que té, un café más aguado y siendo el expreso más caro. Usan más cafeteras francesas que las italianas para hacerlo y mucho también del soluble. Lo más apreciado allí, lógicamente, es el Rooibos, que es exquisito. Siempre lo ofrecen en hoteles y lodges en las habitaciones. La provincia norte de Sudáfrica es la productora de café y Rooibos.
El único idioma posible en estos países es el inglés. Tiene 11 idiomas oficiales además del inglés y african, pero ni un solo letrero o indicación turística está en otro idioma que el inglés, al menos que nosotros hayamos visto. Tampoco en establecimientos turísticos hablan otro idioma. Un auténtico problema si no se habla para ir por vuestra cuenta.
En relación a la comida nos pareció muy agradable. Utilizan mucho la carne, son escasos los platos de pescado (alguno comimos muy bueno en la zona de costa), usan mucho pollo, impala, kudú, ternera y avestruz. Los platos típicos como el Bobotie, muy común en la cocina malaya, es una especie de plato combinado con carne, arroz, patatas, verduras y frutas. A nosotros nos gustó mucho. También probamos Frikkadelle, que son unas albóndigas, las salchichas y el Biltong (una especie de cecina) de impala y kudú, carne con chatni, que es una especie de salsa chutney, pinchos de carne y verduras, envueltos de verduras (especie de crêpes) y empanadillas rellenas. En general la comida resulta muy agradable y en ocasiones con un puntito picante. Suelen hacer sopas/cremas de verduras como primer plato para las cenas, alguna mezclaba el caldo caliente picante con un poco de helado encima que ha resultado francamente agradable. Nos habían prevenido de las verduras y frutas frescas sin pelar por miedo a problemas digestivos. Como suelen incluirla en los platos como guarnición, pensamos que si habría infección ya estaría y la hemos comido sin ningún problema. En general, los bares y restaurantes no son caros y se puede comer muy bien por 10 € por persona con bebidas incluidas.
Preparativos previos para viajar a Sudáfrica
Nos aconsejaron de forma previa varias cosas: avisar de recorrido en Ministerio de Asuntos Exteriores, vacunaciones (solo tétanos y fiebre tifoidea, y llevarnos la prevención para malaria por la visita al Parque Krugger y a Cataratas Victoria. Este aspecto hace conveniente acudir a las oficinas de Sanidad Exterior con tiempo porque precisa cita previa). También nos instaron a llevar un seguro médico privado ya que la medicina pública no es muy buena y la privada es muy cara. No hemos necesitado nada, pero lo hicimos. Supongo que seguramente en viajes organizados va incluido, no sé.
Si se piensa alquilar un coche en Sudáfrica es preciso sacar en Tráfico el Carnet de Conducir Internacional porque allí lo piden. Cape Town es de los pocos lugares en donde hemos visto semáforos, pero realmente sirven para lo justo. Tanto los coches como los peatones hacen bastante caso omiso de los mismos y cruzan cuando les conviene. Por ello, conducir en esta ciudad puede ser un deporte de riesgo. En general hay stops en los cruces y son respetuosos con los mismos y con la velocidad en núcleos urbanos.
Otra cosa que considero mejorable si se pretende pasar a Cataratas Victoria es la obtención del visado. Nuestro avión llegaba y salía desde el aeropuerto de Livinstogne (Zambia), el hotel estaba en Zimbabwe y pasamos a un safari a Botsuana. Esto implicaba doble visado de entrada a Zambia (se hace en el aeropuerto y no es demasiado costoso porque en cualquier caso debes esperar turno, y son 80$ por persona) y doble visado de entrada en Zimbawe, que sí es lento y pesado porque copian los datos de los pasaportes a mano y pueden juntarse grupos muy numerosos para lo que sólo hay dos funcionarios. Este cuesta 60$ por persona. En los dos casos el dinero debe ser en metálico y en dólares nuevos. No sé si sería valorable llevarlos hechos desde España. De igual forma, en Sudáfrica sólo se paga con Rands. Sí admiten tarjeta en muchos lugares, pero es aconsejable llevar moneda para mercadillos y para algunos establecimientos.
Recomendaciones de itinerario y escalas en Sudáfrica
Realizamos el vuelo directo desde Madrid con Iberia a Johannesburgo (www. iberia.com). Su duración es de 10h. Desde allí, enlazamos a Ciudad del Cabo (Cape Town) con aerolínea Kulula (www. Kulula.com). Cogimos un vuelo de ida y vuelta para una semana después.

La visita de Ciudad del Cabo y la Península
En Cape Town decidimos que preferíamos hospedarnos en el centro histórico y lo hicimos en el Holiday Inn Express. Está en St Georges Street, pegado a Green Market y a Long Street. Es cierto que queda algo más alejado del Waterfront para la noche, pero es un agradable paseo durante el día y realmente todo lo que hay que ver en el casco antiguo queda muy cerca. Se sitúa, pues, en una zona muy comercial y paseable. La calle St. Georges es una calle animada durante el día, llena de puestos de souvenirs africanos y en donde se puede descansar y comer en Doppio Zero. También en esta calle hay un hipermercado de buena calidad y con comidas preparadas Fruit & Veg City. Nosotros lo utilizamos para comer allí en alguna ocasión y para llevarnos comida para nuestro viaje. Además su horario habitual es de 7 a 18h continuo. No tiene alcohol, para lo que hay que acudir a los Tops, en donde hay gran variedad de cervezas y vinos. El más cercano está en una calle paralela, Adderley St.
En Cape Town estuvimos 4 días y considero que son suficientes para verla aunque es una ciudad llena de vida y de paseos por hacer, galerías en las que entretenerse, mucha vida a la que prestar atención. Así, un día lo dedicamos a recorrer los alrededores de nuestro hotel, es decir el centro. Muy cerca se encuentra el Jardín de la Compañía, un precioso espacio para pasear, con enormes árboles llenos de ardillas, muchas flores entre las que se encuentra la protea, la flor nacional, y pájaros y patos en sus estanques. En este espacio se puede entrar al Museo Nacional Africano, pequeño, pero que mezcla bien obras africanas actuales y antiguas. En un lateral está la Biblioteca Nacional y uno de los Museos Iziko, en este caso etnográfico al que no entramos.
En esta zona también está el Green Market, otro mercado al aire libre que ocupa toda una plaza, abierto diariamente desde las 9 a las 18h. Nos habían avisado de lo pesados que pueden resultar los vendedores pero no fue nuestro caso. Amables y encantadores, aunque no compramos nada. Y ya muy cerquita nos encontramos en Long Street, la calle llena de bullicio mañana, tarde y noche. Está llena de casas coloniales bonitas, de mucha gente vendiendo y pidiendo y de lugares para comer y copas.
También desde esta zona está muy cerca Bo-Kaap, el barrio malayo de casas de colores, muy pintoresco y agradable para pasear. Tiene un museo de historia de la zona al que no entramos. En general, la ciudad es así paseable y da gusto ir caminando desde aquí hasta llegar al Waterfront pasando por Waterkant, zona también muy comercial. También hay un bonito paseo desde la zona de St Georges hasta la parte nueva y llegar al puerto por el edificio del Silo, espectacular, con toda una zona de edificios recientes y con una buena arquitectura.
Es interesante sacarse el billete del 1 ó 2 días del autobús turístico, City Tour y Downtown Tour porque te permite recorrer a tu ritmo todos los puntos destacables en la ciudad y alrededores más cercanos. Lleva audioguías en muchos idiomas, incluido el español, por lo que te van contando cosas de cada lugar. Con él puedes acceder desde Table Mountain hasta gran parte de la costa como Camps Bay. El billete se puede adquirir en la zona del Waterfront frente al Acuario o en Long Street. A partir de tenerlo ya puedes subir y bajarte en cualquiera de sus múltiples paradas, de acuerdo al recorrido elegido, de los 4 que ofrece. Para un día y sólo Bus cuesta 200 R (unos 12€). También esta empresa ofrece otras posibilidades con minicruceros, visitas diversas,… que van subiendo el precio. En principio, y de acuerdo a los días que se vaya a estar en la ciudad, merece la pena porque aligera los trayectos de un punto a otro y es puntual y continuo hasta alrededor de las 18h.
Nosotros dedicamos al City Tour un día: lo cogimos para llegar a La Montaña de la Mesa (Table Mountain). El autobús te deja muy cerca de la parada del teleférico que te lleva a la cumbre. La mejor hora para ir es la primera de la mañana por varias razones: por la cantidad de personas que esperan para la ascensión que puede conllevar colas de más de 2h y porque es fácil que se vaya cubriendo de nubes la montaña. Las dos cosas nos pasaron. Estuvimos esperando más de una hora viendo cómo se iba cubriendo de nubes. Al final desistimos para reintentarlo en otra ocasión, pero no tuvimos suerte, siempre hubo nubes densas. Aún así, la vista desde la altura en la que se coge el teleférico ya da una bonita idea de la ciudad y su costa.
Utilizando el City Tour visitamos el Museo Judío Sudafricano y el Centro del Holocausto. La verdad es que nos hizo conocer otra parte de la historia de Sudáfrica y la influencia de los judíos en ella, pero no nos pareció imprescindible. Tampoco visitamos la catedral de St Georges, que la están restaurando, pero que tampoco parecía nada relevante. Sí nos pareció curioso que en sus sótanos (cripta) había un bar con música de jazz. También visitamos el Museo del Distrito Six, en Buitenkant St, historia y cultura de cómo vivía la población negra durante el Apartheid en este barrio de población negra. A los ocupantes de este barrio se les echó para demolerlo y rehacer casas para blancos. Esto es lo que recuerda. Pasamos frente a la Fortaleza de Buena Esperanza, pero de acuerdo con las indicaciones de Pedro y Jaume no pensamos que fuera demasiado interesante.
Para finalizar el día del City Tour hicimos la ruta hasta Camps Bay, playas espectaculares y una zona de las ricas y cuidadas de la zona, pasando por el Green Point, donde está el estadio de fútbol donde España se hizo campeona del mundo, y terminando en el Waterfront, donde nos quedamos de paseo y tomamos una cena estupenda en la terraza del Life Grand Waterfront. Volvimos en taxi al hotel, que en ningún caso nos parecieron caros, ya que pueden estar alrededor de 2-3€ desde Warterfront al centro de la ciudad.
Por supuesto visitamos Robben Island, hecha museo, por 340R, que para mí no mereció la pena, excepto el paseo en barco. Realmente es la explicación de una vida carcelaria dura, muy dura, en pleno apartheid. Me pareció demasiado caro para venir con el cuerpo roto, excepto por un preciosísimo atardecer en el mar que pudimos ver a la vuelta. Son catamaranes los que te llevan, así que el que tenga facilidad para marearse debe ir preparado para ello. También es necesario saber que al ser un sitio con mucha demanda habría que sacar los tickets con antelación porque es fácil que no haya hueco. Entiendo que esas cosas no se deben olvidar y que ha pasado poco tiempo relativamente, pero lo que hemos apreciado en este viaje es que no hay apartheid pero la inmensa mayoría de los ciudadanos negros son y se sienten de 2ª clase. Espero y deseo que la educación vaya cambiando esta percepción, pero los jefes siguen siendo blancos y los empleados negros, en su mayoría.
Fuimos a cenar a un sitio que nos recomendaron con música africana en directo y comida típica: Marco’s African Place Restaurant (www.marcosafricanplace.co.za) y la verdad es que lo pasamos francamente bien. Por supuesto tenía carne de cocodrilo, avestruz, kudú, impala….. Probamos cosas buenas para cenar pero además el ambiente del lugar bailando todos fue muy divertido.
Otro día lo dedicamos al Cabo de Buena Esperanza, ¡claro! Para ello contratamos un tour organizado de habla inglesa en un minibús, que pasaban por el hotel a recogernos y nos llevaban a Hout Bay, Chapmans PeaK, Simon’s Town, Boulders, Cape Point, Muizenberg, con opción a ver la isla de las focas. De estos tours, hay muchos: de día completo o mediodía, dependiendo que también te lleven a ver una bodega con o sin cata incluida y los jardines de Kirstenbosch. Nosotros decidimos hacerlo de medio día y ver lo que más nos apetecía. Este tour incluía la entrada al Parque del Cabo de Buena Esperanza.
La carretera de Chapmans Peak desde luego es espectacular con grandes acantilados verdes que terminan en el mar, en un mar bellísimo. Muizenberg con sus casetas de colores, Simon’s Town, un pueblo marinero, pequeño pero encantador. La Playa de los pingüinos, Boulders, te acerca fácilmente a estos animales. La verdad es que lo maravilloso de Sudáfrica, de este viaje en general, es que el contacto es continuo con la naturaleza y los animales, es lo que más nos ha impactado y aprecias que ese es su mundo y eres tú el que está de visita. Tanto las focas que vimos en el Waterfront, que viven diariamente allí, estos pingüinos, los babuinos, avestruces y otros animales que se pasean por el Cabo de Buena Esperanza, están en su mundo. Fue nuestra primera constatación de ello en este viaje y ya nos gustó mucho.
A la cima del Cabo, paisaje que merece la pena ver, puede subirse caminando o en funicular una parte del trayecto. Cuesta 65 R ida y vuelta, pero se puede hacer sólo la subida y bajar caminando que es muy agradable. Conocimos a dos taxistas posteriormente que pueden hacer estos trayectos, si no se quiere alquilar un coche, y considero que es mejor, más barato y más a tu aire (IVAN Tourist Guide, tfo +27 083 349 3314 y ACTTMAT Tourist Guide +27 0826464643, ambos nos comentaron que podrían hacerlo).
Recorrer la Ruta Jardín en coche
Al día siguiente fuimos a recoger el coche que habíamos alquilado en España en AVIS, con GPS, seguro a todo riesgo y sin franquicia, dada la conducción por la derecha que debíamos realizar. Recogimos el coche en una oficina que hay en el centro, en Strand ST. El día anterior compramos alguna comida porque deseábamos hacer cenas agradables en los B&B que habíamos contratado en nuestra ruta jardín. Los 3 días que dejamos para esta ruta eran para visitar sobre todo la costa y la zona vinícola del interior cercana a Cape Town.
El primer día fue largo de coche pero bonito de paisaje (con bosques, campos de cereal y de manzanos). La carretera era buena, parte autovía y parte bidireccional pero con buenos arcenes, y atravesamos varios puertos de montaña. Realmente las cordilleras son continuas y muy altas, con mucho granito en las montañas de todo el país… que vimos. Los nombres de los lugares son de ascendencia inglesa y holandesa. Luego nos comentaron que en algunas zonas los están cambiando por sus originarios africanos. Son muy educados conduciendo y en general siempre tratan de facilitar el adelantamiento situándose en el arcén. Dan las gracias por las maniobras accionando los intermitentes de avería. En esta carretera nos encontramos con monos cruzando, vacas pastando en la mediana de la autovía….. en fin, lo comentado, la naturaleza es suya. Luego nos comentaron que sí ocasionan accidentes, así que es importante ir con cierto cuidado. Paramos en Swellwndam para comprar pan, ensalada de legumbres que las hacen muy buena con trigo y bebida fresca en supermercado. Es un pueblecito bonito pero como siempre, extenso, de casas bajas y con poca entidad según nuestra idea europea de ciudad.
Este día llegamos a Knysna, 420 Kms, una paliza, pero estábamos allí temprano, lo que nos dio tiempo a ver la zona, el pueblecito con su pequeño waterfront y la unión de los mares, al que se accede por una carretera lateral hasta la isla que se forma en el centro (Leisure Island). El pueblo se sitúa en una especie de albufera o mar menor a cubierto de las corrientes del Indico, con lo que se ven muchos barquitos. Nuestro B&B estaba en Brenton-on Sea, a 6 kms de allí y esta en la costa del Indico. Desde luego es un lugar precioso. El recorrido desde Knysna a Brenton, debía ser verde y muy arbolado pero hubo un gran incendio en julio pasado y estaba arrasado. El B&B, Brenton on the rocks situado frente al mar, con una habitación preciosa con terraza en la que solo se veía el mar. Una maravilla. Al estar alejado de todo, tenían bebidas que podías coger y anotarlo para que lo cobraran al día siguiente. Por supuesto en la habitación, y de forma gratuita, si había te, café, dulces y agua.
No conseguimos ver ballenas ese día, pero nos mostraron una foto de unos días antes con una bandada de delfines jugando en las grandes olas que se veían cerca de la costa. Por la mañana nos levantamos temprano y aunque el tiempo estaba brumoso, que no frió, paseamos por el borde la montaña que mira al mar y descendimos por una enorme escalera hasta la misma playa. Aprovechando que la marea estaba baja hicimos un baño de pies en el Indico. Realmente no estaba muy fría el agua, pero las corrientes eran importantes allí mismo. Nos encantó y después un desayuno buenísimo con el mismo mar enfrente.
Enseguida salimos porque nuestro día terminaba en el Cabo Agulhas. Nos hubiera gustado mucho ver el Parque de Tsitsikamma pero se encuentra a 100 kms al este de Knysna y no teníamos tiempo. De aquí mi mal cálculo en los vuelos. No debí sacar vuelo de ida y vuelta de Johannesburgo a Ciudad del Cabo. Deberíamos haber sacado solo la ida y seguir hasta Port Elisabeth y desde allí coger vuelo hasta Nelpruist Kruger. Pero al no ser así debíamos comenzar el regreso. Nuestra idea es ir haciendo camino y ver lo que nos encontramos. Así que entramos en Mossel Bay, en donde estaba el Museo de Bartolomé Diaz, que no entramos y en general nos pareció prescindible. Tiene un enorme suburbio de chabolas.
Por la N2 volvimos sobre nuestros pasos y nos dirigimos hacia la costa para ver Sitlbaai. Costa como siempre bonita pero nada que ver como núcleo urbano. No había otra opción que volver sobre nuestros pasos porque la carretera que une esta población con Port Beaufort de forma más directa es de tierra y no llevábamos el coche más adecuado ni sabíamos lo que nos podíamos encontrar, así que volvimos a la N2 y llegamos por carretera más convencional.
Port Beaufort es un pueblecito pesquero, con un pequeño puerto y con una reserva marina al lado: De Hoop Marine Nature. Es el único lugar donde comimos buen pescado y fresco. Desde aquí salimos dirección a Struisbaai/Cabo Agulhas, dos pueblecitos pesqueros. El primero de ellos, con un puertecito pequeño muy bonito en donde hay una raya o manta que se deja tocar por las personas. Vimos una foto de ello y el cartel en el puerto pero no encontramos a nadie que nos pudiera informar. Al lado del puerto una pasarela te conduce a una playa preciosa de arena ya que hay una reserva de dunas en la zona.
Cabo Agulhas, lugar más septentrional de Sudáfrica y por tanto punto de unión de los Océanos Índico y Atlántico. Desde su faro, con bonitas vistas, se extiende una pasarela que conduce hasta la indicación de la unión de ambos océanos. En este punto estaban haciendo en este momento una especie de plaza que lo conmemora. Es curioso ver por toda esta zona una especie de maraña de algas que sobresalen de la superficie del mar y que realmente son algas muy largas y duras con un extremo lleno de otras más finas, como una escoba, y que se pueden ver muy bien en este paseo sobre las rocas de la costa. Nos hablaron de la peligrosidad del baño en los lugares donde abundan estas algas.
Nuestro B&B en Agulhas nos encantó, por su ubicación (también frente al mar), sus espacios y habitaciones cuidadas al máximo en sus detalles, así como el desayuno y, sobre todo, sus dueños. Personas encantadoras, amables, generosas,…. Estupendas. Se llama Agulhas Ocean House. Altamente recomendable. Tuvieron el detalle de regalarnos, además de todo lo incluido en habitación como agua, tés, café y pastas, una botella de vino blanco de la zona (que nos sirvió para conocer que por Agulhas también se hace buen vino), que estaba muy agradable. Por ello, y porque nos quedaba alguna cosa de comida, decidimos de nuevo cenar en la habitación, en su balcón mirando y oyendo el mar. Muy bonito.
Al día siguiente, tras el buen desayuno y charlar un rato con la dueña del B&B, de nuevo nos ponemos en ruta dirección a Hermanus por Stanford, camino con abundantes viñedos, monos y babuinos cruzando las carreteras y un paisaje con montañas impresionantes (Shaw’s Mountain). Hermanus ha sido de los lugares que más nos gustó en cuanto a la idea de ciudad con entidad. Nos pareció un lugar encantador y con una bahía de kms y kms de playa (la Gran Playa) que es refugio de ballenas y un paseo por el borde del mar muy bonito. Esto de ver ballenas desde luego es cosa de paciencia. En una especie de mirador, en donde hay indicaciones de cómo son y cuáles se pueden observar, nos pusimos a otear el mar a ver si lo conseguíamos. Unos argentinos que nos encontramos nos comentaron que hacía 10 minutos que se había visto una muy cerquita. Sin quitar ojo del mar, cuando ya casi estábamos desesperados y nos marchábamos porque teníamos el coche en una especia de ORA pero en la que hay una negrita a la que se le paga y ella te da el ticket en vez de una máquina, apareció la ballena en el fondo de la bahía y se estuvo paseando por la misma. Vimos que había posibilidad de hacer excursiones para estar más cerca, pero ese día debía haber algún problema porque no había barquitos ni kayak en el mar y sí muchas olas. Así que sí es un lugar para estar tiempo, recalar e incluso hacer noche y mirar esa impresionante bahía. Un lugar perfecto para estar frente al mar tomándose un vinito o para comer es Bientang’s Cave, en la orilla del mar.
Desde aquí nos fuimos hacia Franschhoek y Stellenbosch, la zona más vitivinícola y más antigua dedicada a esto. De hecho son de las ciudades más antiguas de Sudáfrica. Desde el momento que cruzamos la N2 el paisaje va cambiando y se hace simplemente espectacular, de nuevo con altísimas montañas y grandes valles y barrancos. A nosotros es, de estas dos poblaciones, lo que más nos gustó: el paisaje hasta ellas.
En este momento parte de la carretera estaba en obras por reasfaltado, pero bien señalizado. Franschhoek tiene el monumento a los hugonotes (fundadores de la misma). Son ciudades amables, limpias, turísticas y en las que se ven grandes haciendas que son las bodegas de la zona. Se puede acudir a ellas para hacer catas. Ya desde allí volvimos a Cape Town para devolver el coche y hacer la última salida por la ciudad porque al día siguiente volamos a Johannesburgo.
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1 comentario en “Un deseado paseo por Sudáfrica: Ciudad del Cabo y la Ruta jardín”
Desde luego vuestros post cuestan mucho de montar y me imagino que de escribir, pero sin duda están cargados de mucha información y ¡son muy útiles! Ese es el espíritu viajefilos. Mil gracias, ahora a por la segunda parte de este viajazo…