¿ Qué hacer con dos días libres que nos encontramos por casualidad?
Se nos ocurrían mil sitios donde ir, pero a todos les poníamos alguna pega, bien por la distancia, el clima, porque ya conocíamos la zona… hasta que una amiga nos sugirió ir hacia Segovia, en concreto a un pueblecito llamado Maderuelo que se encuentra a una hora aproximadamente de Madrid, y del que por cierto nunca habíamos oído hablar. Y allí que fuimos, a una casa rural en la que alquilan habitaciones, “Maderolum”, y que acierto!!!!!
Al llegar al pueblo, nos sorprendió que no había absolutamente nadie por las calles (también es importante decir que fuimos un jueves, antes del puente del Pilar ), en el momento en que entramos al pueblo, parecía como si nos hubiéramos transportado al siglo XV, con sus calles y casas de piedra, sin coches ni antenas, sin tiendas, supermercados ni siquiera una farmacia o un consultorio médico, pero eso sí, con una iglesia con cinco campanas, impresionante, que parecía presidir el pueblo desde cualquier parte.
Y la casa… de esas con un encanto especial, al igual que sus dueños, Pilar y Paco, dos personas increíbles que nos hicieron sentir como en nuestra propia casa, no hemos visto la tv ni prácticamente cogido el móvil en los dos días que hemos estado allí, entre otras cosas pq podéis imaginar que la cobertura brillaba por su ausencia.
La casa con cinco habitaciones a cual más cálida y acogedora, hace honor a su nombre, y todo es de madera, por cierto hecho por el manitas de Paco, desde espejos hasta barandillas o muebles del baño, hemos disfrutado de unos fantásticos desayunos a base de pan casero, mermeladas con frutas recogidas de su huerto, bizcocho y zumo integral, todo hecho por ellos, en fin, una magnífica manera de empezar el día con energía para recorrer toda esa preciosa zona castellana tan desconocida para nosotros.
Llegamos el jueves a mediodía, y después de pasar por Maderolum, fuimos a comer al restaurante Veracruz que está en la parte baja del pueblo, cruzando un puente que atraviesa el río Riaza a su paso (prácticamente embalsado ) por allí, y que curiosamente paralelo a él se encuentra el auténtico y antigüo puente que unía el pueblo con una pequeña ermita del siglo XII que está junto al restaurante y que es de las más antiguas de España, ahora mismo no tiene culto, pero parece ser que el retablo que encontraron allí está actualmente expuesto en el museo del Prado.
Saliendo de Maderuelo en dirección a Castillejo de Robledo pero pasando este pueblo, en el km 26 hay una salida para visitar las hoces del río Riaza, dejamos el coche en un aparcamiento (totalmente vacío) y comenzamos a caminar por una zona asfaltada, con una vista preciosa de las hoces y todo el cauce del río se encontraba lleno de árboles con el típico color amarillento del otoño, que tanto nos ha cautivado.
Nos llamó la atención un cartel en el que ponía que de enero a julio no se podía pasar por allí más que con un permiso especial, imaginamos que será por el tema de la cría de animales, ya que en muy poco espacio, vimos jabalís, corzos y muchísimos buitres, que en contra de lo que siempre hemos pensado, y a pesar de la imagen que tenemos de estas aves, tienen un vuelo majestuoso y armónico del que hemos podido disfrutar estos días, ya que por esta zona abunda esta especie en concreto. Importante por supuesto llevar prismáticos, sin ellos no hubiéramos podido disfrutar de la vista de todos estos animales.
De allí fuimos a Castillejo de Robledo, pueblecito situado a unos 12km de las hoces por una pequeña carretera comarcal muy bien pavimentada, y por la que tampoco nos cruzamos a nadie. En el pueblo no vivirán más de 20 personas por lo que en la línea que nos acompañó casi todo el viaje no nos encontramos más que a cuatro turistas franceses que me imagino que estarían impresionados igual que nosotros. Eso sí, en lo alto del pueblo, un castillo medio derruído preside y vigila la vida de los habitantes, a la vez que cuenta la historia de las hijas del Cid, ya que parece que fue en este lugar donde fueron ultrajadas y abandonadas por los infantes de Carrión, sus esposos.
De aquí y ya para terminar el día visitamos Ayllón, un bonito pueblo situado en dirección a Burgo de Osma, con una plaza porticada de madera, donde cenamos en una terraza, ya que la temperatura que nos ha hecho ha sido muy buena, para esta época.
El viernes amanecimos sin prisa y pasamos la mañana recorriendo parte del cañón del río lobos, que se encuentra enclavado en el parque natural del mismo nombre y que tiene un recorrido de 25 km.
Del cañón, sin duda hay que ver la ermita de San Bartolomé, de origen templario que se encuentra ubicada en el interior del Parque Natural del Cañón del Río Lobos, del siglo XIII, cuando el estilo románico daba paso al gótico, rodeada de árboles preciosos en esta época.
El día 24 de agosto, durante la romería de San Bartolo y la Virgen de la Salud, es posible visitar el interior de la ermita, ya que el resto del año permanece cerrada. A sus espaldas se encuentra una cueva, a la que se puede entrar ( hay que llevar linterna ) y en la que se supone que hay pinturas rupestres aunque nosotros no vimos ninguna, y desde la que hay una vista preciosa de la ermita,
y ya por último un mirador natural que hay a la izquierda de la ermita, en la parte alta, desde donde la vista es impresionante.
A partir de ahí, unos 20km para continuar andando entre árboles, agua, buitres, corzos, en fin, un lujo de paseo.
Tras este contacto con la naturaleza, nuestro siguiente destino fue Burgo de Osma, el cual visitamos solo un rato de día, para poder ir a ver la puesta de sol en el castillo de Gormaz, pero vayamos por partes.
Burgo de Osma se sitúa al pie del río Ucero y es una de las localidades medievales mejor conservadas y más bonitas de la provincia de Soria, declarada de interés turístico, y nos sorprendió que nadie nos hubiera recomendado antes su visita, verdaderamente Castilla es una gran desconocida en la geografía española. Tiene una catedral impresionante con mezcla de estilos románico, gótico, barroco y neoclásico que da a una plaza en la que todo es tranquilidad y paz.
Preciosas callecitas con soportales desembocan en la gran plaza Mayor, rodeada de palacios y nobles casonas.
Al principio, todo estaba medio desierto, pero fue llegar la noche y el ambiente cambió por completo, todo se llenó de mesas altas para tapear y tomar una copa de buen vino.
La puesta de sol en la fortaleza califal ( castillo de Gormaz ) que nos habían recomendado, fue desde luego un regalo para la vista, los sentidos y la imaginación, ya que desde aquellos casi 3 m de murallas y torreones medio derruídos, todavía se conserva la esencia de lo que pudo ser la vida allí, gracias a las explicaciones, los arcos, las escaleras que llevan a rincones escondidos y que hacen del lugar un sitio mágico.
Y ya por último: Sepúlveda. Al día siguiente pasamos allí la mañana recorriendo sus callejuelas empinadas y terminamos comiendo en el restaurante “Paulino” el típico cordero al horno que no te puedes perder si vas a esa zona. Por supuesto hubo que reservar antes.
¿Te ha gustado nuestro post? ¡Déjanos tu opinión o cuéntanos tu experiencia!
2 comentarios en “Escapada Medieval en Segovia”
¿Y cómo no me va a gustar? Una y mil veces, una y mil razones me gusta, me mola o lo que tú quieras.
Besos a todos, en especial a Gloria y Manolo, Paco y Pilar
PD Cuando acabe mi Segovia (…) habrá cosas repetidas (…)
Gracias Gloria! Me gusta como comienza tu post, un destino improvisado que se convierte en una delicia. Desde luego que equivocarse en cualquier dirección en España es difícil pero este recorrido que compartis, ya está en esa lista de deseos, que lejos de disminuir no hace más que crecer! Gracias de nuevo por la info!