La ruta de los Mil lagos de Finlandia . 10 días de viaje

Si te gustan los bosques y los lagos, este es tu país. Más de 100.000 lagos y una masa boscosa que constituye un pulmón para Europa, carreteras interminables rodeadas de coníferas y vistas espectaculares.

Os traemos toda la información necesaria para organizar un viaje con coche de alquiler por el sur de Finlandia, la ruta de los mil lagos de Finlandia. Días sin noche y muchas ganas de naturaleza, con etapas de 2-3 horas de carretera y pasando por las principales localidades del sur.

Tras ver en internet varias rutas ofrecidas por tour operadores, nos hicimos nuestra propia ruta por Finlandia de 10 días, con salida desde Alicante a Helsinki con Norwegian, alquilando un coche con Avis a través de Auto Europe con posibilidad de seguro ampliado por un precio bastante bueno.

La ruta de los Mil Lagos de Finlandia

Itinerario de Viaje a Finlandia. La ruta de los mil lagos

  • Día 1: Alicante – Helsinki
  • Día 2: Helsinki-Turku
  • Día 3: Turku – Tampere
  • Día 4: Tampere – Jyväskylä
  • Día 5: Jyväskylä – Kuopio
  • Día 6: Kuopio – Oulu
  • Día 7: Oulu – Mikkeli
  • Día 8: Mikkeli – Lappeenranta
  • Día 9: Lappeenranta – Lahti
  • Día 10: Lahti – Helsinki
  • Día 11: Helsinki – Alicante
La ruta de 10 días en coche por los 1000 lagos del Sur de Finlandia
La ruta de 10 días en coche por los 1000 lagos del Sur de Finlandia

Los alojamientos en nuestro recorrido de 10 días por Finlandia

Los gastos en un viaje por la ruta de los Mil Lagos de Finlandia

Los gastos para 2 personas, con coche, vuelos, parking de aeropuerto, hoteles de 3 y 4 estrellas con desayunos incluidos y otros (comidas, actividades…) ascendieron a unos 2700 € distribuidos de la siguiente forma:

  • Vuelo Norwegian directo Alicante Helsiki y vuelta Helsinki Alicante: 492,38
  • Coche Volkswagen Polo 5 puertas con seguro extendido y km ilimitados: 404,04
  • Parking AENA: 40,50
  • Hoteles: 1073,53
  • Otros: 600 (gasolina, comida, bebida, supermercado, multas)

DÍA 1: ALICANTE – HELSINKI

Nuestro viaje siguiendo la ruta de los Mil Lagos de Finlandia arrancaba temprano. El vuelo desde Alicante salía a las 5:55, con llegada a Helsinki a las 11:10 hora local (aquí hay que adelantar una hora).

Aparcamos en el Aeropuerto en el Parking de Aena de larga estancia, a 5 minutos de la terminal. Normalmente siempre que viajamos dejábamos el coche en parkings de otras empresas que te acercaban al aeropuerto y después te recogían, pero en esta ocasión al ver que el precio era similar, decidimos hacerlo de esta forma.

Tras llegar a Helsinki, recogimos el coche y nos pusimos rumbo a nuestro Hotel Sokos Albert, en el centro de Helsinki. Para movernos usamos el navegador gratuito offline Here We Go, aunque al haber roaming, para afinar direcciones dentro de las ciudades usábamos en tiempo real Google maps o maps de IOS.

Llegar al hotel nos tomó unos 20 minutos, allí encontramos el primer inconveniente, el aparcamiento en los centros urbanos de Finlandia. Aparte de que no hay líneas delimitando las zonas, hay señales que muestran: a) si se puede aparcar, b) las horas entre semana y entre paréntesis si es necesario, en sábados y domingos, y c) si es gratis, si hay que usar ticket o si hay que usar un dispositivo manual que llevan los coches y en el que marcas la hora de llegada y lo pones en el salpicadero .

La zona en la que estaba nuestro hotel costaba unos 4 euros la hora (bienvenidos a los países ricos de verdad), con un máximo de 2 horas seguidas, por lo que optamos y suerte que pudimos, en aparcar en el parking privado del hotel por 14 euros.

El aparcamiento en Helsinky. Hay que aprender mucho para emprender la ruta de los Mil Lagos de Finlandia
Tratando de aparcar en Helsinky

Una vez ubicados, salimos a comer y conocer la ciudad, el centro estaba a unos 15 minutos andando. Antes de seguir, hago otro inciso, en todos los hoteles que estuvimos existían saunas, de hecho es el país de las saunas y una actividad casi social en Finlandia, según dicen con más saunas que habitantes.

Además, todos los baños, tanto privados como públicos (hasta en bibliotecas), disponían de una manguera-ducha conectada al lavabo, que al parecer y según investigaciones en internet, hace las veces de bidé (y yo que pensaba llenar el botellín de agua con eso…).

Tras el inciso, y tras comer en una pizzería vegana, nos fuimos hacia la zona del Mercado del puerto o Kauppatori, situada cerca del puerto principal de Helsinki. En estos mercados hay sobre todo puestos de fruta y verdura, comidas y algunos souvenirs. Este tipo de plazas de mercado son muy habituales en las localidades de Finlandia, aunque más adelante lo comentaré. Además había varios tours en barco que rondaban los 25 euros por persona.

Como empezó a llover con bastante intensidad entramos en un mercado techado, similar al anterior pero cubierto, con mucho encanto, allí aprovechamos para tomar un café a unos módicos 5 euros cada café (sí, los verdaderos países ricos), para hacer tiempo y que parase un poco de llover. Otro rasgo de Finlandia, que desconocía, es que es el país con más consumo de café per capita ¡del mundo!, allí lo llaman kahvi, en casi todos los supermercados te puedes hacer uno y es más del tipo americano, más flojo que el nuestro.

Una vez mejoró el tiempo continuamos con la visita, viendo la Plaza del Senado, una amplia plaza cuadrada rodeada de edificios vistosos con una fuente central y con una escalinata hacia la Catedral Luterana Tuomiokirkko, uno de los emblemas de la ciudad con sus blancas columnas y fachada y sus cúpulas verdes y lugar típico para fotos recuerdo.

A continuación nos dirigimos a la zona de la Catedral Ortodoxa Upenski, la cual está dispuesta en la cima de una pequeña colina y pasando previamente por el Puente del Amor con la ya típica imagen de los candados. Tras unas cuantas fotos, seguimos explorando el centro, acudimos a la zona más comercial, en la que resalta la Estación Central de tren Rautatientori, de estilo Art Nouveau, llama rápidamente la atención por sus formas y sus estatuas, a mi de inmediato me traslado a Gotham City, y por lo visto en internet no soy el único que lo piensa. Alrededor de la estación nos encontramos una bonita plaza con edificios históricos y muy vistosos.

Tras este paseo de unas 3 horas volvimos al hotel a descansar, y para la hora de la cena acudimos de nuevo al centro, a buscar algún sitio donde cenar. Algo muy típico de los centros en Finlandia, son edificios que hacen las veces de centros comerciales, con restaurantes, hoteles, gimnasios, supermercados y clínicas en su interior, imaginamos que es lo más práctico cuando llega el invierno, que apetecerá bastante poco estar en la calle de un sitio a otro. Tras la cena volvimos al hotel ya pensando en iniciar el verdadero viaje de carretera y coche que tanto deseábamos, dejando para el último día que también estaríamos en Helsinki la visita de otros rincones de la ciudad.



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DÍA 2: HELSINKI – TURKU

Después de un buen desayuno en el hotel, emprendimos rumbo a Turku, otra de las ciudades más importantes de Finlandia y antaño capital, siendo además la ciudad más antigua del país, con bastante más influencia histórica sueca que Helsinki. De los desayunos, decir que en todos los hoteles fueron muy similares, a pesar de ser de diferentes cadenas, consistente en café, leche de varios tipos incluyendo vegetales (sobre todo de avena), salmón, salchichas y bacon, huevos, algo de fruta, mermeladas naturales y un tipo de dulce típico finlandés llamado Karjalanpirakka o pastel de Carelia (por se la región donde nació) compuesto por arroz, centeno y en ocasiones patata, ovalado, que a nuestro gusto estaba un poco insípido. Además, en todos existía el rincón del celiaco, al igual que en supermercados, donde las opciones para intolerantes a lactosa, veganos y celiacos son muy abundantes.

Los desayunos en Finlandia
Los desayunos en Finlandia

El hotel que contratamos estaba en las afueras, su nombre Meri-Karina, por lo que decidimos visitar primero la ciudad y una vez cansados, ir al hotel. Turku, a pesar de ser una de las ciudades más importantes de Finlandia, no daba la impresión de ciudad grande al ser como otras ciudades finlandesas, de calles amplias con sus carriles bici y edificios bajos. Una vez aparcamos el coche, con nuevamente problemas para entender donde se podía estacionar sin quebraderos de cabeza, encontramos un hospital céntrico con zona de estacionamiento gratuito e ilimitado y allí que dejamos el coche.

La primera parada fue la Catedral de Turku, a pocos minutos de donde dejamos el coche. Es de la Iglesia Evangélica luterana, y a pesar de llamarse Catedral, como pasa en otras ciudades finlandesas, por lo general su tamaño suele ser bastante menor que las Catedrales católicas a las que estamos más acostumbrados, además de menos vistosas. Aparte de algunos frescos y el altar, nos llamó la atención que en uno de los laterales del interior de la catedral, había una especie de sala de juegos para niños, con juguetes, e incluso figuras religiosas como la de Lutero, en la que podías poner tu cara para hacerte una foto, ni que decir cabe que no pude reprimirme. En Finlandia, el aspecto del entretenimiento de los niños es algo que se percibe en cualquier rincón, desde hoteles con su planta de juegos, supermercados con fila de carros para que lo lleven niños, e incluso en el aeropuerto de Helsinki que dispone de un habitáculo con juguetes y juegos.

Catedral de Turku
Catedral de Turku

Tras la visita a la catedral continuamos hacia la biblioteca, un edificio pintoresco en la ribera del río, en una zona llena de restaurantes con encanto y estatuas. Después de un rato disfrutando de las vistas del río, continuamos hacía la plaza del Mercado, más en el centro, donde compramos fruta y paramos a comer en uno de los restaurantes que había en dicha plaza. Si bien en Finlandia es todo caro, comer de menú es algo más asequible, con precios en torno a 12-18 euros por persona sin bebida. Después de comer, volvimos al coche y pusimos rumbo al hotel Meri Karina.

Con más tiempo, Turku es una ciudad que ofrece más monumentos como su castillo, varios museos de todo tipo, y si es posible, algo recomendable es un paseo en ferri por su archipiélago. Como anécdota decir que en esta ciudad nació Johan Gadolin en el siglo 18, el cual da nombre al Gadolinio, que a los trabajadores sanitarios tanto sonará.



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El hotel como antes he dicho, estaba situado en las afueras, en una urbanización que impresionaba de ser de vacaciones, en medio de un bosque. Este sería el único de los hoteles más “rurales”, ya que el resto eran urbanos. Al parecer hacía las veces de residencia habilitado para personas con diversidad funcional, con zonas de fisioterapia, sauna y piscina. Tras nuestra llegada, cogimos unas bicicletas que ofrecía el hotel y dimos un paseo por la zona. Es envidiable la cantidad de kilómetros que se pueden hacer en bicicleta en Finlandia sin apenas peligro de accidentes con coches. Tras un sendero encontramos una playa de arena en el margen de un lago, ideal para fotos y darse un baño, aunque la temperatura del agua ese día no invitaba tanto.

Después del paseo, una visita obligada en este hotel era la sauna y la piscina. Normalmente las saunas suelen estar separadas por sexos, y se debe entrar sin ropa alguna. Tras el relax, volvimos a la habitación y puesto que no había nada de ocio alrededor, cenamos comida que compramos previamente en un supermercado . Los supermercados son algo más caros, pero los precios son más normales. Existen varias cadenas, nuestra preferida era la cadena K, de la que hay K-market, K-supermarket y K-citymarket según el tamaño. Ofrecía la posibilidad de hacerte ensaladas muy variadadas y platos ya cocinados. Nos resultó algo curioso y común en todos los supermercados por pequeños que fueran, la grandísima variedad de chucherías, y el que todas tuviesen a la entrada máquinas tragaperras, las cuales estaban más tiempo con gente “jugando” que vacías.

La ruta de los mil Lagos

Y así terminamos el segundo día del viaje.

DÍA 3: TURKU – TAMPERE

El tercer día de viaje lo comenzamos cargados de energía tras el día anterior tan relajante, y emprendimos la ruta a Tampere, ciudad también muy importante de Finlandia, tercera en número de habitantes con algo más de 200.000, conocida por sus universidades, y por mantener una histórica rivalidad con Turku. El trayecto fue de unas 2 horas, aunque hicimos varias paradas por el camino, ya que el paisaje se va intensificando en cuanto a bosques y lagos, con multitud de paradas en la carretera de donde sacar buenas fotos o inspirarse disfrutando de las vistas.

Al poco de salir de Turku, comprobamos unas indicaciones hacia Auvainen como punto de interés, y hacia allá que fuimos. Al llegar nos sorprendió un pequeño pueblo agrícola compuesto por granjas de madera de color rojo que hacían un bonito contraste con el verde de los bosques y los campos de cultivo. Esta parada no nos llevó mucho, entre otras cosas por la cantidad de insectos que había en cualquiera de estas paradas. Una advertencia a todo viajero que va a Finlandia en verano, son los mosquitos. Nosotros llevábamos repelente en spray, pulseras, manga larga, y hasta un antimosquitos de enchufe para las habitaciones… pero por suerte no fue para tanto. En las zonas urbanas apenas hay, y en las zonas boscosas o lacustres más apartadas hay más pero no para tanto. Sí que fueron más problemáticas las abejas, abejorros, moscas gigantes, las cuales se ensañaron con mi cuello en uno de los días posteriores y que ya relataré.

Tras esta parada y unas cuantas más para fotos, nos desviamos a otro punto de interés señalizado en la carretera cerca de Huittinen, llamado Pahkaparatiisi y tras unos 5 minutos por carretera secundaria muy pintoresca, llegamos una especie de granja cuyo interés consistía en una gran cantidad de esculturas de madera. Foto y vuelta al camino.

Pahkaparatiisi
Pahkaparatiisi

Cerca ya de Tampere, nos desviamos hacia una ciudad llamada Nokia, conocida por una empresa que nació en el siglo XIX dedicada a la fábrica de pulpa de madera y que posteriormente, como todo el mundo sabrá, optó por los teléfonos móviles, aunque a día de hoy la empresa ya no opera en la ciudad. El pueblo en sí, salvo el nombre, no tenía nada más de interés para nosotros, por lo que continuamos la ruta hacia Tampere.

A pocos minutos de Nokia, cogimos una autovía y llegamos a nuestro destino rápidamente, allí tuvimos un pequeño contratiempo, el hotel que habíamos reservado, llamado Homeland, no tenías plazas de Parking, por lo que nos tocaba aparcar en la calle, con lo que ello conllevaba. Tras varios paseos e intentos de descifrar el significado de las señales, aparcamos en una zona en la que al parecer y por ser el día siguiente domingo, solo tuvimos que pagar dos euros de lo que quedaba de horario no gratuito de sábado, mucho más barato que en Helsinki.



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Ya ubicados, fuimos una vez más a la plaza del mercado, si bien ya estaba casi todo cerrado, por lo que acabamos en una hamburguesería no muy lejana llamada Hesburger, muy parecida a McDonalds o Burger King, pero con la peculiaridad de ser una empresa finlandesa con sede en Turku y con una expansión cada vez mayor por los países vecinos. En Tampere es típico pedir Mustamakkara, una especie de salchicha hecha de sangre, muy similar a una morcilla, y de aspecto particular. Nosotros optamos por dejarlo para otra ocasión.

Tras comer nos desplazamos hacia el parque del palacio de congresos de Tampere o Tampere Hall. Como otras ciudades finlandesas, no da la impresión de ser una ciudad grande, puesto que los edificios son bajos y hay muchos parques, jardines y calles anchas. Otro aspecto a destacar fue la gran cantidad de obras que encontramos en la ciudad, si bien en otros países fríos que hemos visitado, suelen aprovechar los veranos para hacer obras, en esta ocasión el motivo eran los mundiales de atletismo sub 20 que se celebraban en la semana posterior y que se anunciaban por todas partes. Entendimos entonces el motivo por el cual la disponibilidad de hoteles fue menor en esta cuidad.

Tampere Hall es el centro de congresos y conciertos más grande de los países nórdicos, un edificio de aspecto moderno, con un parque alrededor compuesto por un bonito lago y un mini zoo de gallos y gallinas, algunas parecían recién salidas de un gimnasio. Había multitud de gente tomando el sol con la mínima ropa posible para evitar una detención por escándalo público. En las proximidades se situaba el edificio principal de la universidad de Tampere. Otra de las atracciones del parque era una escultura de un Mumin (o Moomin en finés) en la que había cola para hacerse una foto. Los Mumins son unos hipopotamos blancos ficticios típicos de Finlandia, uno de los símbolos del país, de hecho en Tampere hay un museo dedicado a ellos.

Tras un rato en el parque, cogimos rumbo a la plaza del ayuntamiento, la zona con más vida de la ciudad, dispone cerca de un río en cuyo margen hay bancos y bares, donde la gente aprovecha para recargare de energía solar y tomar algún café o helado. La plaza con el edificio del ayuntamiento y el teatro fue el lugar que más nos gustó, en nuestra visita había una zona vallada por un festival de música próximo. Esto se convirtió en algo habitual de nuestro viaje, la cantidad de festivales y actividades programadas al aire libre en el verano finlandés. Con un poco de antelación se puede aprovechar para visitar alguno.

Posteriormente cogimos rumbo a la Catedral de Tampere, a un paseo de allí durante el cual vimos alguna pantalla gigante con el partido del mundial Suecia-Inglaterra, con mucho público, puesto que Tampere también tiene influencia sueca, de hecho los letreros y señales suelen ir en finés y en sueco, al igual que en Turku. La Catedral de Tampere, tiene una especie de muralla rodeándola, lo que le da un aspecto diferente, en su interior destacan pinturas de escenas de la Biblia, es bastante amplia, pero como dije anteriormente, menos ornamentada que las católicas.

Después de la visita a la catedral, visitamos otra Iglesia cercana, la Iglesia de Alexander, pequeña y pintoresca por su localización, y frente al moderno edificio de la biblioteca de Tampere, ambas pegadas a Hämeenpuisto, una gran avenida arbolada cuya sombra nos alivió bastante del calor, y con unas cuantas estatuas. Tras una breve pausa para contemplarla volvimos al hotel cruzando la parte menos “turística” y más residencial de la ciudad, para descansar y cenar. Tras recargar las pilas, y hacia las 10 de la noche, decidimos ir al parque de atracciones de la ciudad con su imponente torre Näsinneula aprovechando su cierre tardío gracias a la gran cantidad de horas de luz.

Iglesia de Alexander
Iglesia de Alexander

Tras 10 minutos de coche (aunque comprobamos que quedaba cerca de la avenida Hämeenpuisto) llegamos a nuestro destino, el complejo constaba de un puerto deportivo, un bar con terraza en el que había un concierto y mucho ambiente, y el anteriormente citado parque de atracciones. Lo único abierto, y que realmente nos interesaba era la torre. Por 5,5 uros cada uno compramos la entrada y subimos. El ascensor tiene un velocímetro llegando a marcar 6 m/s, y la sensación es interesante. Esta torre, dispone de un mirador con cafetería con vistas imponentes, y con fotos explicando lo que vas viendo desde cada ángulo. Allí estuvimos casi una hora disfrutando de las vistas de los lagos, la ciudad, los bosques, y por la hora lo mejor es que estábamos solos. Tras investigar un poco, nos dimos cuenta que encima había un restaurante giratorio, por si alguien se anima a reservar mesa, ya que la experiencia es inolvidable. Después de mil fotos, bajamos, nos sentamos a disfrutar de la música del bar cercano, y nos fuimos al hotel a terminar el día.

DÍA 4: TAMPERE – JYVÄSKYLÄ

Tras levantarnos tarde, emprendimos el viaje a la siguiente ciudad, Jyväskylä. Esta es una ciudad más pequeña, pero es famosa porque es sus alrededores se corre anualmente el Rally Mil Lagos, del campeonato mundial de Rallys, y conocido sobre todo por sus carreteras llenas de saltos entre innumerables lagos.

Durante el viaje, de unas dos horas, hicimos las paradas de rigor aconsejados por las señales de puntos de interés, consistentes en alguna pequeña galería de arte y algún mirador entre lagos y bosques.

Tras esto llegamos a la ciudad, nuestro hotel estaba muy céntrico, al ser domingo, aparcar fuera era gratis, y dejamos el coche lo más cerca posible. El hotel se llamaba Verso, estaba en plena zona comercial en una calle peatonal, y fue de los mejores del viaje. Nada más poner los pies en tierra, nos llamó la atención la marabunta de niños y adultos caminando como zombis sin poder apartar sus ojos de sus teléfonos móviles. Poco tardamos en entender que se trataba de una especie de “quedada” para cazar pokémons.

Jyväskylä
Ciudad de Jyväskylä

Tras hacer el check-in, salimos a comer a un restaurante de la zona, un italiano llamado Bella Roma, en el que un camarero al ver mi camiseta del Real Madrid, nos habló en español (la primera persona que escuchaba hablar español en Finlandia). Obviamente lo primero que me dijo fue que Cristiano Ronaldo se iba a la Juve.

Después de este inciso poco interesante para los no futboleros y quizá también para los futboleros, decir que tras la comida salimos a caminar hacia un paseo cercano que bordeaba un riachuelo, tras el cual regresamos al hotel previo paso por un parque cercano en cuyo centro se encontraba una pequeña Iglesia y a cuyos lados estaban el ayuntamiento y el teatro. Ya en el hotel cogimos unas bicicletas que ofrecían gratuitamente. Un empleado que salía también a darse un paseo nos llevó a un gran lago en la zona de la universidad que disponía de un camino alrededor para ir en bici o para correr, o incluso hacer esquí de fondo, con patines, como tocaba en estas fechas, o con esquíes de verdad como ocurrirá en invierno.

El paseo nos tomó casi dos horas. Para una persona acostumbrada a los paisajes de Murcia y a tener tan pocos carriles bici, estos paseos a través de bosques y lagos son espectaculares. Bordeamos el lago Jyväsjärvi con unas vistas muy bonitas desde una orilla a la otra, en la que destaca por su altura y forma Kuokkalen Vesitorni, una llamativa torre de agua en lo alto de una colina. El lago está cruzado por varios puentes, y se pasa al bordearlo por algunos departamentos de la Universidad de Jyväskylä y zonas tan pintorescas como granjas ecourbanas con sus ovejas y sus cultivos, pequeños muelles con barquitos de paseo, casas de diseño… Muy recomendable, como el llevar algún tipo de gafas, yo tuve la desgracia de que hasta tres mosquitos aterrizaron en mi ojo derecho, el último de los cuales tuve que parar para sacarlo manualmente con la ayuda de las gafas de sol a modo de espejo. Tras este tercer mosquito, decidí ponerme las gafas de sol a pesar de que el día estaba nublado.

Después del paseo en bici volvimos al hotel cansados (yo por lo menos) y tras comprar algo para cenar, nos acostamos pronto.

En esta ciudad si bien hay algunos museos, Iglesias y otros lugares, nosotros preferimos la opción de naturaleza y paseos, entre otras cosas porque al ser domingo y haber llegado casi por la tarde, pocas cosas quedaban abiertas.



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DÍA 5: JYVÄSKYLÄ – KUOPIO

Tras despertarnos pronto por el aparcamiento, y un desayuno espectacular, emprendimos el viaje a nuestro siguiente destino, Kuopio. En unas dos horas y media, con las consabidas paradas en riachuelos, miradores, etcétera, llegamos a esta ciudad. El hotel Scandic Kuopio, estaba situado justo a la orilla de lago Kallavesi, con una terraza privada con zonas de juego y acceso a una bonita playa de arena y un embarcadero que le daban mucho encanto. Después de coger la habitación bajamos a la playa, hicimos un intento de baño, pero entre la temperatura y el color negro que no permitía visualizar el fondo, decidimos tomar un relajante baño en el jacuzzi-sauna-piscina del hotel, aunque no nos demoramos mucho, porque queríamos ver la ciudad.

Lo primero que nos encontramos fue un parque junto a la Catedral Ortodoxa de San Nicolás, una pequeña Iglesia de color rojizo con tejados verdes y las características cruces Ortodoxas y cúpulas de cebolla típicas de los templos rusos. A poca distancia está la Catedral de Kuopio, de fachada de piedra y color blanco, muy distinta y de aspecto más modesto que el resto de catedrales, de hecho de un primer vistazo y por el lateral puede incluso confundirse con una casa señorial.

De ahí nos dirigimos a la plaza del Mercado, como en todos los destinos anteriores y venideros, para comer algo. Las calles de Kuopio se caracterizan por tener múltiples casas de madera y por ser de distribución cuadriculada. En unos minutos estábamos en la Plaza del mercado, con abundantes puestos de fruta, comida y ropa, el Ayuntamiento en uno de los extremos de la plaza y rodeada por edificios con centros comerciales en su interior, y una moderna cafetería acristalada de líneas curvas, que contrasta con los edificios de alrededor.

Encontramos una hamburguesería con terraza, en la cual solo había carta en finés, pero entre señas y un poco de inglés pedimos una hamburguesa y una ensalada de poro o reno, la cual no nos gustó mucho, porque el reno iba en unas especie de tiras de bacon duras. La hamburguesa eso sí, estaba para chuparse los dedos. Después un helado, y al hotel a descansar un poco. En el camino de vuelta, comprobamos la gran cantidad de actividades de verano que hacen en este país, vimos desde pistas de baloncesto y fútbol en la calle, campos de voley playa en la arena, y hasta un trampolín en una especie de piscina hecha dentro del lago.

Tras una siesta, cogimos el coche para visitar otra torre con vistas privilegiadas, llamada Puijo, a apenas 10 minutos en coche del centro de la ciudad. Aparcamos en una zona anterior a la torre, en mitad del bosque, y en la que destacaban numerosas pista de frisbee (o discos), las cuales constaban de una amplia zona de césped con una canasta similar a una papelera (a la cual me acerqué a tirar un papel hasta que me di cuenta de su utilidad real). Estas llanuras en invierno hacen las veces de pistas de esquí. Nos internamos en el bosque y siguiendo las señales, llegamos a la torre, la cual está en la cima de una pequeña montaña, lo que ayuda a mejorar las vistas. Además, justo al lado hay trampolines de esquí, que impresionan por su altura. A uno le cuesta trabajo imaginar como alguien en su sano juicio puede subirse por primera vez ahí con unos esquíes y tirarse.

El ascenso a la torre Puijo, nos costó unos 6 euros por persona, si bien la altura era menor que la de Tampere, el hecho de estar en lo alto de una montaña, el estar abierta (aunque también hay una planta cerrada) y el estar rodeada de lagos y bosques, hacen de esta torre una visita obligada. La impresión al asomarse es increíble, por muy buenas que sean las fotos, hay que verlo en directo. La sensación de paz, de conexión con la naturaleza, la belleza de las vistas… lo dicho, una visita altamente recomendable y obligada. El hecho de haber estado en una torre similar dos días antes, no nos impidió disfrutar todavía más si cabe de esta otra torre.

Una vez disfrutamos de la torre, bajamos a toda prisa para llegar a algún supermercado y comprarnos la cena, puesto que nos apetecía cenar en la zona de la terraza privada del hotel. Pudimos llegar a un Lidl 5 minutos antes de cerrar. En Finlandia cada supermercado tiene horarios diferentes. Los horarios de cierre varían desde las 20:00 a las 23:00 horas incluso.

Con la compra hecha, volvimos al hotel y cenamos a orillas de la playa, en la terraza antes citada, al día siguiente nos esperaba Joensuu, otra ciudad rodeada de lagos y bosques, pero entre partida y partida de dardos y petanca decidimos cambiar de destino e ir hacia el norte, a Oulu, a unos 200 km del círculo polar ártico. Lo planteamos por un cambio de paisaje y zona, implicaba una hora más a la ida, y casi 6 horas de vuelta, pero decidimos hacerlo. No demoramos mucho más la sobremesa de la cena y nos acostamos con la adrenalina algo subida por el cambio de planes.



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DÍA 6: KUOPIO – OULU

El sexto día empezó pronto, teníamos ganas de explorar una zona más al norte. Un buen desayuno amenizado por la mascota del hotel a la que ni los niños hacían caso, y al coche. El viaje sin paradas eran unas 3 horas y media, así que sospechábamos que nos iríamos fácilmente a las 5 horas.

Tras un rato conduciendo, nos percatamos de que el paisaje iba cambiando poco a poco, la vegetación se hacía más densa, los lagos no eran tantos, y sobre todo la densidad de población, ya de por sí baja, se hacía todavía menor. En medio de carreteras de doble sentido, con la anchura suficiente para un buen arcén, a medio camino pasamos por un tramo recto y muy largo y cuya anchura era inusualmente grande. Todavía no entendemos ese cambio de carretera, aunque sospechamos que podía tratarse de un tramo usado como pista de aterrizaje si fuera necesario.

Después de alguna parada al borde de la carretera para varias fotos, decidimos hacer la primera pausa más larga en un pueblo ya en la región de Ostrobotnia del Norte (donde pertenece Oulu), llamado Piippola. La bienvenida no fue buena, y es que si los mosquitos se estaban portando bien hasta entonces, nada más salir del coche un abejorro/insecto con mala idea, se cebó con la única zona de mi cabeza que quedaba sin cubrir por la gorra, la típica ventanita trasera para ajustarla. Y es que en menos de un minuto me picó 3-4 veces, formándose unos ronchones que se veían a simple vista.

En el pueblo, justo a la entrada se encontraba una Iglesia con cementerio muy pintoresca, hecha en madera blanca, y con una guía improvisada de unos 14-15 años que nos enseñó la Iglesia, la cual, como las anteriores, era sencilla en ornamentación. Frente al edificio de la Iglesia se encontraba otro que hacía las veces de museo de los horrores, con cosas relacionadas con torturas, muertes e incluso un carruaje con un ataúd de la época. Tras un cuarto de hora aproximadamente, y con un picor insoportable, volvimos al coche para retomar el viaje.

Conforme nos acercábamos las carreteras se iban llenando de farolas, posiblemente por la escasa luz que habrá en estas zonas en invierno, llegando a pasar meses sin apenas luz natural. Cerca de las tres de la tarde estábamos entrando a Oulu, una de las ciudades más grandes de Finlandia, y la más importante del norte del país.

El hotel que cogimos, de nombre Lasaretti, estaba algo apartado del centro pero muy bien conectado por un paseo a través de un parque de unos 15 minutos de duración. El hotel en sí, está en un entorno histórico, desde el siglo XVIII sucesivamente ha sido una destilería, residencia real, hospital provincial, y hasta finales del siglo XX, un hospital militar. Estaba compuesto por edificios clásicos con los retoques justos para darle un toque de modernidad y comodidad propias de estos tiempos.



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Tras un rápido check-in, y un calor sofocante y húmedo, por la cantidad de agua rodeando la ciudad, fuimos hacia la plaza del mercado y centro. Justo al salir del hotel había una playa artificial y abarrotada de gente cuyas aguas estaban un poco sucias para nuestro gusto. Ya en la plaza del mercado, recorrimos varios puestos y entramos en un mercado interior para resguardarnos un poco del calor. La plaza estaba rodeada de grandes edificios de madera y de diversos colores. Es característico del lugar los productos derivados del reno, ya que a pocos kilómetros, en Laponia, abundan las granjas de estos animales. En la plaza hay una escultura famosa de la ciudad, de un policía “algo” orondo, y quizás sea el lugar más usado para fotos recuerdo.

Tras comer, nos dimos otra vuelta por la plaza, pudimos ver el teatro, el ayuntamiento y la biblioteca. Edificios todos ellos de estilos distintos y muy vistosos. Finalmente acudimos a un parque al borde de un río para tumbarnos y relajarnos, mientras veíamos distintas actividades acuáticas. Con más tiempo se pueden alquilar desde botes a tablas de paddle surf. Después de un rato regresamos al hotel a descansar.

Tras una hora de reposo, decidimos buscar alguna playa que diese al mar Báltico, buscamos en el mapa y decidimos poner rumbo a un pueblo llamado Kiviniemi, a unos 20 minutos de distancia en coche. Atravesamos un bonito barrio residencial de avenidas anchas, casas de madera y muchos árboles, para llegar a un pequeño puerto con pequeñas casetas de madera roja. Aparcamos y caminamos hacia lo que parecía una playa de arena. Comprobamos que había mucha gente bañándose, así que tras pensarlo minuciosamente, decidimos probar el agua. Tras comprobar que la temperatura era buena decidí bañarme, y he de decir que es una experiencia muy recomendable, pensar que uno está a unos 200 kilómetros del círculo polar ártico y se encuentra tan ricamente nadando en el Báltico norte es algo que no se olvida nunca.

Muy a nuestro pesar, el baño tocó a su fin y regresamos previo paso por un supermercado para comprar provisiones para la cena y sobre todo para el maratoniano viaje que nos aguardaba al siguiente día de casi 6 horas, aunque desde luego que el cambio de ruta mereció la pena.

DÍA 7: OULU – MIKKELI

Comenzamos el día muy pronto porque se avecinaba una larga jornada de coche. Durante la noche y debido a que el hotel no disponía de cortinas que cubrieran toda la anchura de las ventanas, me desperté en varias ocasiones por la cantidad de luz que había ya que en ningún momento llegó a haber un mínimo de oscuridad, no obstante en Oulu a finales de junio es posible ver el sol de medianoche, aunque si se tiene especial interés en verlo es recomendable ir todavía más al norte.

Tras cargar fuerzas con un buen desayuno, salimos a la carretera aguantando casi 4 horas del tirón, llegando de nuevo a la zona de los lagos, y haciendo nuestra primera parada cerca de Karttula, en una zona donde se encontraban dos bonitos lagos separados por la carretera, el Autuaanlampi, pequeño y el Virmaanpää, gigantesco en comparación, con una pequeña cafetería-heladería de madera, con sillas y mirador e incluso una zona de baño. Aprovechamos para tomar un café y un tentempié disfrutando de las vistas.

Tras continuar atravesamos un camino de tierra de unos 30-40 minutos de duración, donde como máximo podíamos ir a 60-70 km/hr, se hizo un poco pesado pero en esa zona el bosque se veía más denso y más “asilvestrado” y le daba un encanto especial. Además me sirvió para imaginarme como tiene que ser conducir en el Rally de Finlandia ya que discurre por caminos similares de tierra.

Sobre las 16 horas llegamos a Mikkeli, de nuevo lío con el aparcamiento, pusimos nuestro reloj de parking para dos horas temiendo equivocarnos, aunque posteriormente encontramos una zona azul que era gratis por la tarde.

El hotel en el que nos alojamos era el Sokos Vaakuna, y es el único hotel del viaje que desaconsejamos. Cuando hicimos el check-in podías seleccionar la opción habitación tranquila, la cual marcamos, pero al llegar al hotel nos dijeron que había que pagar un suplemento por lo que decidimos quedarnos en una habitación “normal”. El hotel en sí no estaba mal, amplio restaurante, sauna, habitaciones grandes… Al entrar en la nuestra comprobamos que había tapones de oídos de usar y tirar y nos resultó cuanto menos curioso. Por la noche descubrimos que nada es casual, y es que justo debajo había una discoteca y toda la habitación retumbaba hasta que a las 4:00 al fin cerraron.



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Dicho esto, tras entrar al hotel salimos a conocer la ciudad. Mikkeli es una ciudad cuyo centro es de calles cuadriculadas, en la que además y como en el resto del país, se pueden ver muchos coches de época americanos, por lo que tanto por la disposición de las calles, casas de madera y estos coches, a veces es fácil imaginarse que uno está en un pueblo de Estados Unidos.

La plaza central es muy similar al resto de ciudades en las que habíamos estado y en la que destacaba una gran estatua del mariscal Mannerheim, personaje clave del siglo XX en Finlandia, participando en las dos guerras mundiales y la guerra civil finlandesa y llegando a ser presidente. Por todo el país hay estatuas y referencias a él.

Las tiendas de la plaza ya estaban cerradas por lo que comimos en uno de los restaurantes de los centros comerciales que había alrededor, después visitamos la Catedral que estaba muy próxima, situada sobre una pequeña elevación del terreno de color rojizo con amplios ventanales y tejados verdes. El interior era muy amplio y disponía de bonitas vidrieras, unas originales lámparas y un gran órgano.

Desde allí fuimos a un búnker de comunicaciones en el interior de una zona rocosa, que fue utilizado durante la segunda guerra mundial, y a poca distancia del lugar un colegio usado como cuartel de las tropas incluidos el mariscal Mannerheim, y que hoy es un museo que se puede visitar.

Después de continuar con el paseo decidimos volver al centro donde pudimos comprobar que había una especie de feria con atracciones como cualquier pueblo de España en verano. En la plaza había bastante ambiente y encantados accedimos a disfrutar de una cerveza Kahru. El precio de las bebidas alcohólicas y refrescos es desorbitado en comparación a España. Las bebidas como el vino y las destiladas no se venden en supermercados, solamente en tiendas especializadas monopolizadas llamadas Alko.

Tras esta parada nos retiramos al hotel. Esta ciudad sin duda, fue la más floja de todo nuestro viaje.

DÍA 8: MIKKELI – LAPPEENRANTA

Con mucho sueño por la noche tan movida, desayunamos y emprendimos nuestro camino hacia Lappeenranta. La duración apenas era de hora y media, por lo que si había puntos de interés durante el viaje pararíamos sin pensarlo. El primero que encontramos ya en la región de Carelia del Sur, fue un restaurante de carretera en cuyo letrero ponía Kiesilan Kievari, se encontraba a la orilla del lago Kirvessalmi y cerca de la desembocadura de un riachuelo. Vendían fruta y flores. También había un zona boscosa cercana con varias cabañas de madera y un puente que pasaba sobre el riachuelo.

Retomamos la marcha y al poco tiempo encontramos un punto de interés señalado, en un pueblo llamado Linnalantie, para lo que tuvimos que desviarnos unos cuantos kilómetros de la ruta original. Lo que allí encontramos fueron unas ruinas del siglo XIX, muy en ruinas, la verdad, llamada Taavetin Linnoitus, en las que se podían intuir varias fortificaciones cubiertas casi en su totalidad por césped y alguna fresa y mora silvestre. Hasta ahora no había comentado nada, pero Finlandia es tierra de fresas, bayas y arándanos, se pueden comprar en casi todos los mercados de las ciudades y en múltiples puestos de carretera y se ven con facilidad en los bosques, de hecho es una actividad habitual el salir a recolectar bayas.

Una vez vistas las ruinas emprendimos la última etapa hacia nuestro destino. Conforme nos acercábamos se notaba la influencia de estar tan próximos a Rusia, letreros en cirílico, matrículas de coche y camiones…

Ya en Lappeenranta encontramos nuestro hotel, el Lappeenranta Spa, muy cerca del lago Saimaa, no podíamos entrar hasta las 15:00 y nos indicaron que podíamos dejar el coche en una calle contigua, así que confiados lo dejamos allí y nos dirigimos hacía el puerto del lago. En las proximidades está el Fuerte hacia el que fuimos, encima de una colina y desde la cual había una gran vista de la bahía. El fuerte es una de las principales atracciones turísticas de la ciudad, hay muchas tiendas artesanales, un teatro al aire libre, museos y piezas de artillería.

Del fuerte volvímos al puerto y disfrutamos la vista de un castillo de arena gigante, desde donde fuimos a comer, la oferta era variada, principalmente barcos restaurante y puestos callejeros, en uno de ellos paramos y comimos un rico plato de salmón.

Así llegaron las tres de la tarde y fuimos al hotel, nos encontramos con una desagradable sorpresa, nos habían multado, 50 euros por aparcar a menos de 5 metros de un paso de peatones, y eso que me asegure de no pisarlo… Las multas son otro dato curioso de Finlandia, las de velocidad se pagan proporcionalmente a la renta, de hecho la más cara de la Unión Europea se puso en Finlandia y fue de 112.000 euros, así que si vais y conducís, cuidado con los límites de velocidad y los radares que hay muchos.

El enfado se nos pasó gracias en parte a las instalaciones del Spa, entre sauna y piscina nos quedamos mucho más relajados, y nos marchamos al centro de la ciudad, el cual y debido a que había un festival en la zona del lago, estaba casi desierto. Pudimos ver varios parques, alguna que otra Iglesia y el Ayuntamiento, compramos la cena y presos del cansancio de tantos días de viaje decidimos volver pronto al hotel previa estancia con helado incluido a la orilla del lago disfrutando de la música del festival.



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DÍA 9: LAPPEENRANTA – LAHTI

Después de una larga noche de descanso, desayunamos en la terraza del hotel disfrutando del buen tiempo, y sobre las 10 de la mañana, ya estábamos en el coche. El trayecto hasta nuestro siguiente destino, Lahti, era de unas dos horas.

A los pocos kilómetros de viaje, observamos un punto de interés señalizado, Salpa-Asema, y decidimos parar sin saber bien lo que había. Dejamos el coche en un pequeño aparcamiento a modo de vía de servicio de la carretera y nos pusimos a andar a través de un bosque, en el cual no veíamos nada aparte de árboles, bichos y bayas y alguna seta (muy abundantes también en Finlandia). Decidimos volver al coche después de un rato y nos encontramos con un montón de rocas de granito con una disposición que no parecía casual, y entendí que se trataba de una barrera para frenar tanques. Seguimos la línea de rocas y llegamos por fin al lugar que buscábamos, con varias señales de peligro por ruinas y otras explicando donde estábamos. Resulta que habíamos ido a parar a una de las líneas de defensa más grandes de Europa, con una extensión desde el sur de Finlandia hasta Laponia, y con el objetivo de defenderse de la invasión rusa que se produjo durante la segunda guerra mundial, la llamada Guerra de Invierno. En esta guerra Finlandia con un ejército mucho menor que el soviético, logró aguantar la invasión aunque fruto de la misma perdió parte de Carelia del Sur y otros territorios en el norte que hicieron que dejase de tener salida al Mar del Norte.

Las ruinas constaban de varios búnkeres algunos abiertos a la entrada y muy bien conservados, con nidos de ametralladoras, trincheras con las maderas que hacían de muros todavía colocadas en algunos tramos, que conseguía que uno por un momento pudiese mínimamente sentir como era moverse por allí (claro, súmale explosiones, frío, sangre, miedo…). La batalla fue tan cruenta, que el terreno no ha logrado borrar las cicatrices del mismo, y todavía presenta gran cantidad de hundimientos provocados por los obúses y las bombas.

Tras una hora de paseo por un lugar tan cargado de historia, nos volvímos satisfechos de lo que habíamos visto, y nos dirigimos sin más paradas a Lahti.

Llegamos aproximadamente a la hora de comer, nuestro hotel era el Scandic Lahti, un moderno hotel céntrico con parking, el cual usamos sin dudarlo tras nuestra experiencia del día anterior.

Para comer buscamos las ya consabidas plazas del Mercado, la de Lahti era de las más amplias y sobre todo modernas por los edificios que la rodeaban. Comimos por la zona y nos dirigimos a ver los edificios más icónicos de la ciudad.

Uno de los laterales de la plaza llevaba hasta el Ayuntamiento, un moderno edificio que se da un aire a la arquitectura Gotham City o Art Nouveau como la estación de tren de Helsinki, de hecho, ambas fueron diseñadas por el arquitecto finlandés Eliel Saarinen.

Iglesia de la Cruz de Lahti

Al otro lado se encontraba la Iglesia de la Cruz de Lahti, de arquitectura modernista y con su característica torre que alcanza los 40 metros de altura. Al interior no llegamos a entrar.

De allí nos dirigimos a la zona deportiva en la que se encontraban los trampolines de esquí, impresionantes para ojos no acostumbrados a estas estructuras. En esta ciudad hay varios museos y entre ellos destaca el museo del esquí, para los amantes de este deporte. Tras unas fotos, volvimos a través de un parque que tenía una pequeña playa fluvial, junto con un pequeño puerto deportivo, desde donde regresamos al hotel a tomarnos un descanso.

Después del descanso nos fuimos con el coche hacia una zona boscosa algo apartada de la ciudad con zonas de baño a orillas de lago Kymijärvi, parques y zonas residenciales con arquitectura vanguardista y por la cual paseamos hasta una playa, que de haberlo sabido, nos habríamos llevado bañador. Las vistas eran espectaculares, con algunas pasarelas de madera que permitían disfrutar más tranquilos del paisaje, algo que también aprovechamos para hacer un picnic.

Tras esto regresamos al hotel para afrontar el que sería el último día del viaje.



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DÍA 10: LAHTI – HELSINKI

El último día del viaje volvíamos a nuestro punto inicial, Helsinki. En esta ocasión decidimos coger un hotel a las afueras y cerca del aeropuerto, por lo que primero optamos por ir al centro para pasar la mañana. Con más antelación, habríamos reservado el día para ver Tallin, en Estonia, ya que hay ferris que en dos horas te llevan, pero cuando buscamos esta opción, los horarios y el tener el hotel a las afueras lo dificultaban hasta tal punto que decidimos dejarlo en viajes pendientes.

Directamente nos fuimos a la zona del Estadio Olímpico, suponiendo que habría aparcamiento, además tuvimos la suerte que ese día era gratis aunque tuvimos que preguntar a varias personas antes. Desde allí había un paseo de unos 20 minutos hasta la zona de la Plaza del Mercado del puerto (Kauppatori) y durante el cual se ven muchos de los edificios más notables de la ciudad ya que transcurre por una de las principales vías, la Mannerheimintie. En ella destacan edificios de corte clásico como el del Parlamento, y otros más vanguardistas como el Auditorio y el museo de arte contemporáneo o Kiasma.

En esta ocasión notamos que había más seguridad en comparación con el primer día de nuestro viaje, y nos llamó la atención un mensaje en una de las pantallas del Auditorio destinadas a Trump y Putin, tanto en inglés como en ruso en la que se leía “bienvenidos a la tierra de la prensa libre”, poco después en una tienda de souvenirs vimos artículos de recuerdo sobre el encuentro que dos días más tarde tendría lugar en esta misma ciudad entre los dos gobernantes más poderosos del mundo (y nosotros sin saberlo).

Gracias a que le día era soleado, pudimos ver el centro de Helsinki sin los peros de la lluvia como nos ocurrió en el primer día, aunque bien es cierto que la afluencia de gente era muy superior y en algunos sitios era hasta complicado andar. Volvimos a ver la estación central, la Plaza del Mercado del Puerto, los edificios de alrededor y el parque Esplanadi.

Tras comer nos dirigimos hacia el coche y de allí al hotel Spa Haaga Central Park situado en las afueras y cerca de un gran parque como indica su nombre.

Unas horas de relax después, hicimos una pequeña ruta por el parque, que más que parque parecía un bosque. Lo que más nos gustó fue algo que vimos tras una media hora de paseo, y es que nos percatamos de unas construcciones que parecían lápidas, al acercarnos más comprobamos que era un cementerio, pero de mascotas. Nos resultó muy entrañable que algunas de las lápidas tenían todavía los juguetes que habían sido de esos animales en vida y que los dueños dejaron allí, y nadie los había robado, impresionaba el respeto con el que se podía ver que eran tratados. Personalmente sentí envidia porque a día de hoy no imagino algo así en la mayoría de sitios de España.

Esta fue la última “atracción” que visitamos en Finlandia, de allí volvimos al hotel para cenar y terminar el día. A la mañana siguiente devolvimos el coche en el aeropuerto y emprendimos el viaje de vuelta a casa.

LO MEJOR del viaje a Finlandia

> Sus carreteras interminables rodeando bosques y lagos
> La seguridad
> Días muy largos si vas en verano
> Pocas aglomeraciones
> Paisajes
> Actividades deportivas
> Posibilidad de gran cantidad de excursiones y rutas

LO MEJORABLE del viaje a Finlandia

> Los precios
> El aparcamiento
> Algunos bichos

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David Levy

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7 comentarios en “La ruta de los Mil lagos de Finlandia . 10 días de viaje”

  1. Buenas!!

    Felicidades por la redacción!

    Estamos planteando que nuestro siguiente viaje sea a Finlandia ( Julio seguramente)… Tengo fobia descontrolada hacia algunos reptiles y me gustaría que me aclaraseis el punto negativo de · ” Algunos bichos”

    1. ¡Hola! ¡gracias por leer el post! Respecto a los bichejos, me refería a mosquitos, abejorros y demás, sobre todo en zonas boscosas, cerca de los pueblos apenas vimos. Nosotros ibamos preparados para la guerra (repelentes, ropa, pulseras…) pero no fue para tanto. Reptiles te aseguro que no vi nunguno, ni pequeños ni grandes y no tengo noticio de que Finlandia sea famosas por eso. Espero que disfrutes el viaje, merece la pena. Un saludo.

  2. Vaya manera de debutar en Viajefilos! Por la puerta grande. Menudo pedazo de viaje y vaya artículo que os habéis currado. Sin duda, viajar a Finlandia ya es mucho más fácil leyéndoos. Gracias mil por compartirlo por aquí!

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