Dejábamos las islas Eolias en el ferry de las 8:30. Eso supuso madrugar pero después de dos días muy completos en las islas Eolias teníamos ganas de coger ritmo de nuevo y comenzar con la visita de las ciudades más bonitas del este de Sicilia. Las tres ciudades principales: Taormina, Catania y Siracusa encerraban algunos de los mejores barrios de Sicilia y en el camino al Etna podríamos disfrutar de pequeñas poblaciones cargadas de historia. Para aquella noche teníamos reserva en Catania desde donde mañana volaban José y María de vuelta a España. Para nosotros el Road Trip por Sicilia continuará unos días de vuelta a Palermo por el sur. Pero eso es otra historia.
Las ciudades más bonitas del este de Sicilia. Qué ver en Taormina, Catania y Siracusa
Alojamiento en Catania
Alojamiento en Siracusa
Lo mejor de Taormina: el teatro griego mejor localizado de Sicilia
Para las 10 de la mañana salíamos de Milazzo rumbo a Taormina. Por delante 85 km. La autovía nos enlenteció más de lo que pensábamos, los peajes forman un embudo del que no es posible escapar. Fueron 4 € en total lo que costaron. Atrás dejábamos Messina y el estrecho que nos separaba de la península.
Al llegar a Taormina localizamos el parking Lumbi, saliendo de la autovía tal vez el más accesible. La única opción para visitar Taormina en coche es aparcar en algún parking de las afueras. Dejando el coche aquí teníamos que coger un bus gratuito hasta la ciudad pero era la mejor opción puesto que la circulación en la ciudad estaba prohibida para no residentes. El bus nos deja muy cerca de la subida al teatro griego por donde comenzaremos la visita de Taormina.
Alquiler de coche en Sicilia
Taormina, tal vez la más turística de las ciudades italianas y una de las ciudades más bonitas del este de Sicilia, debe gran parte de su encanto a su localización a los pies del monte Tauro, frente al Mar Jónico y con estupendas vistas del volcán Etna. Por desgracia, esto y su famoso teatro griego unido a su condición de ciudad portuaria la han convertido en reclamo de numerosos cruceros por el mediterráneo. Pero tratando de abstraerse del bullicio turístico de sus calles y plazas merece la pena la visita.
Su fundación en el siglo IV a.C la hizo crecer en la época griega si bien su redescubrimiento en el XVIII la convirtió en centro de aristócratas y turistas adinerados. Las principales visitas de nuestro paseo por Taormina fueron:
–El teatro griego de Taormina es el segundo mayor de Sicilia tras el de Siracusa aunque probablemente el más bonito por localización. La entrada cuesta 10 € y el horario es muy variable según la temporada. Construido en el siglo III a.C las vistas del volcán Etna constituyen una de las más bellas estampas de Sicilia. Eso si, hay que tener suerte con las nubes. La reconstrucción Romana bajo el dominio de Trajano en el siglo II d.C es gran parte de lo conservado hoy día. La escena rectangular de 109 metros lo convierte en uno de los mayores de Italia. Parte de las columnas originales se conserva tras la escena.
–El palacio Corvaja del siglo XV aunque árabe en origen. En 1411 se establece aquí el primer parlamento siciliano. Solo entrar al patio interior hace que se disfrute de las ventanas jalonadas con ornamentos de arenisca y piedra volcánica. Allí mismo se encuentra la oficina de turismo. Enfrente se encuentra la iglesia de Santa Catalina.
–La calle Corso Umberto I que une las puertas Messina y Catania y donde se concentra todo: tiendas, restaurantes y turismo, mucho turismo. A ambos lados de abren bonitas callejuelas con cafeterías, galerías de arte, heladerías… el auténtico paraíso del crucerista.
–La iglesia de San Giuseppe y la biblioteca municipal en la plaza IX de Abril con la panorámica terraza de San Agustin. La plaza sigue el camino peatonal cruzando la puerta di Mezzo y la torre dell’ Orologio, la torre del reloj del siglo XVII.
–La plaza del Duomo y la catedral de San Nicolás levantada en el siglo XIII aunque con diversas reformas posteriores. Dos ventanales terminadas en arcos apuntados aparecen en la fachada junto al portón de entrada del siglo XVII. En el centro de la plaza una bonita fuente barroca y en un lateral el ayuntamiento.
Con el apetito canino y conscientes de que estábamos probablemente en la ciudad más cara de Sicilia, salimos de la calle principal y paramos para unos piadinnis y unos paninis en la plaza del Duomo. Por 35 € los cuatro estuvo más que bien. El local I-Bar.
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Lo mejor de Catania: El ambiente universitario de la ciudad
Cae la tarde y salimos hacia Catania donde pernoctaremos. El parking por las cuatro horas que estuvimos en Taormina costó 7 €.
En Catania habíamos reservado un apartamento para dormir los cuatro, el Stesicoro Exclusive House por 89 € la noche. Por delante 52 km. El parking más cercano al alojamiento cobraba 25 € por el día completo, todo un robo en nuestra opinión vistos los precios que veníamos pagando. Catania no es esos sitios donde ponerse a buscar. El apartamento está prácticamente nuevo. Cuenta con dos habitaciones, una doble y otra con cama pequeña junto con un sofá cama en el salón. Dos baños y cocina bien equipada.
Tiempo todavía para una pequeña siesta y ducha antes de salir a conocer Catania por la noche. Merece la pena el paseo por el Duomo y las callejuelas que serpentean el teatro Massimo.
Elegimos cenar en Trattoria U Fucularu. Además de tomar de Nuevo unos buenos cozzes (mejillones), catamos la tradicional pasta catanesa “a la norma” y los envoltini, unos rollos finos de pan empanado rellenos de distintos productos y muy típicos de la zona. Como dijo Carmen “espectacular” y por 80 € los cuatro con el vino del Etna. El trato lo mejoró más si cabe.
Para la mañana siguiente salíamos a las 12 rumbo al aeropuerto. Cogíamos nuevo coche para dos mientras José y María emprendían la vuelta hacia Palermo para regresar a España. Aquellas pocas horas con la luz del día nos dio tiempo a la visita de lo mejor del casco histórico de Catania.
–Teatro Romano de Catania. A pocos metros de nuestro apartamento, el la plaza Stesicoro. El teatro se encuentra parcialmente excavado. Con capacidad para 15000 espectadores que se sentaban en 32 gradas, fue construido en planta elíptica como uno de los mayores del imperio romano.
-Desde allí salimos por vía Etnea, la principal calle de Catania y desde la que se puede disfrutar de las vistas del volcán. También es la calle comercial por excelencia de la ciudad.
–La plaza de la Universidad, rodeada de dos magníficos palacios enfrentados: el Palazzo dell’ Universita, que alberga la antigua universidad y el Palazzo San Giuliano.
–La plaza del Duomo en cuyo centro se alza la fuente del Elefante, un elefante tallado en lava negra, rematado por un obelisco egipcio y que según la leyenda cuenta que puede apaciguar la furia del Etna. En un lateral la catedral de Catania, consagrada a Santa Ágata y cuya fachada en mármol blanco resulta imponente. Los restos de la mártir reposan en el interior siendo la patrona de la ciudad. En el interior también se encuentra la tumba de Bellini el compositor catanés nacido en 1801. La entrada es gratuita. Hubo de ser reconstruida por completo tras el terremoto de 1693. Muy cerca encontramos en teatro Massimo Bellini.
–El mercado de la Pesquería, abierto tras un callejón y una fuente en la misma plaza. La fuente es la conocida fuente del Amenano un río que asoma en este punto tras ser sepultado por completo en una de las erupciones del volcán. El mercado mantiene la actividad diaria donde la escena de la limpieza diaria del pescado y el olor al mismo puede ser no apta para todos los públicos. Junto al mismo las calles repletas de coloridos puestos de verdura, frutas, quesos y embutidos.
–Vía Crociferi, la segunda calle que merece la pena visitar en Catania y en la que se pueden visitar cuatro iglesias barrocas: La iglesia de San Francesco famosa por su candelabro gigante, San Benedetto, de la que se dice fue construida en una noche, San Giuliano y San Nicolás all’ Arena cuya construcción nunca fue terminada. Se puede visitar el monasterio benedictino del mismo nombre, el segundo más grande de Europa. La calle termina junto al monasterio en el arco de San Benito.
-El castillo Ursino, fortaleza normanda construida en una acantilado junto al mar pero que las erupciones del Etna han querido alejarlo un kilómetro del mismo.
-Y por supuesto si tiene tiempo y un día despejado por delante, no puedes dejar de visitar el Etna. No fue nuestro caso y por suerte habíamos hecho la ascensión 10 años atrás, así que no lo hicimos en esta ocasión.
Dos horas fueron suficientes para conocer lo mejor de la ciudad de Catania. Echa la visita pusimos rumbo al aeropuerto, a tan solo 7 km del centro, para coger nuestro nuevo y flamante Nissan Juke.
Lo mejor de Siracusa: la antigua ciudad de Neapolis y el barroco siciliano
Entre Catania y Siracusa había que recorrer unos 60 km. Sobre una hora para llegar hasta Ortigia, la antigua isla de Siracusa donde nos alojábamos. El parking más cercano a nuestro alojamiento, el Talete costó 15 € por las 24 horas de estancia. Eso queríamos pagar pero no pudimos porque estaba roto. Tras el escaqueo correspondiente salimos gratis al día siguiente.
Teníamos reservada una noche en el B&B Domus Gaetani por 54 € en habitación doble con baño y desayuno incluido. En el precio van los dos euros por persona de tasa municipal. Localizado junto al Duomo, la ubicación es difícil de mejorar.
Pendientes de hacer el check in a las tres de la tarde, dejamos el equipaje y salimos a nuestro primer paseo y comida en Siracusa. Caemos en Vecchio Pub con una excelente carta de ensaladas, aperitivos, paninis y bruschetas. Pedimos con hambre y demás aunque solo fueron 40 € con las birras. No se si por esto o porque, pero de inmediato nos enamoramos de la ciudad.
Y es que tras sus 27 siglos de historia, desde el asentamiento de los griegos que la convirtieron en la ciudad más importante del mundo hasta la rica remodelación del barroco siciliano, la vieja urbe atesora infinidad de tesoros arquitectónicos:
–En Ortigia, la antigua isla corintia hoy día unida al resto de la isla mediante un puente le corresponden gran parte de los palacios e iglesias barrocas esparcidas entre bonitos callejones la mayoría de los cuales desembocan al Mar Jónico. Es el lugar ideal donde pernoctar, plagado de cafeterías, restaurantes y terrazas donde ir descansando del paseo y atracón de posibilidades.
Destaca la plaza del Duomo y la Catedral, construida sobre el antiguo templo de Atenea y del que conserva parte de las columnas originales. Fue reconstruida tras el terremoto de 1693. Si la fachada resulta espectacular no lo es menos el interior, sobrio y de magníficas proporciones en el que el artesonado de madera descansa sobre las columnas del templo griego del siglo VI a.C.
En la misma plaza del Duomo, la bonita iglesia de Santa Lucía, patrona de la ciudad. Con la visita, que además es gratis, podemos disfrutar de una obra maestra de Caravaggio: la Sepultura de Santa Lucía, el primer trabajo del pintor en Sicilia. Y hablando de Caravaggio, tuvimos la suerte de poder ver una exposición temporal en uno de los palacios de la plaza donde se exponía la Crucifixión de San Andrés de 1571.
Si se sigue caminando no es difícil caer en la tentación de tirar muchas, muchas fotos. Las puertas, los balcones, los ventanales. En un momento las estrechas calles se abren de nuevo en amplias plazas como la plaza Arquímedes que luce la fuente de Artemisa en el centro. Todo es historia aquí. Aquí nació y murió Arquímedes. Dos palacios de estilo gótico catalán cierran la plaza.
Bajamos hacia el mar y cruzamos la antigua puerta Marina. Caminamos en paralelo a la muralla, parte de la cual levantó Carlos V con piedras del teatro griego. Junto a las pequeñas playas, muy pequeñas, la plazita y fuente Aretusa.
Siguiendo el paseo sobre la muralla y sorteando pizzerías y turistas se llega al extremo de la isla y al castillo Maniace del siglo XIII. La restauración de la fortaleza y de la plaza de armas es, cuanto menos, mejorable.

Cae la noche y son muchos los sitios donde cenar pero nosotros estamos saturados y acabamos por terminar el día con un spritz y el acompañamiento. Paseamos por la pequeñas calles que forman la judería de Ortigia. Algunas iglesias más tarde como San Felipe o San Juan Bautista volvemos hacia el alojamiento. Mañana será otro día.
Y así fue, amanece y salimos a conocer Siracusa, la ciudad “más moderna” del otro lado. Nuestra mañana dio para pasear por los antiguos restos de la ciudad griega:
–En Siracusa, el lugar donde se completó la construcción de la nueva ciudad griega se concentran los principales puntos de interés arqueológico muchos de ellos reunidos en el conocido como Neapolis. La zona fue inaugurada en 1955 para preservar y reagrupar en un emplazamiento único. La entrada al recinto cuesta 10 €. El horario entre las 8:00 y las 18:00. A unos 3 km de la ciudad y en lo alto de la colina conviene subir en coche. Para aparcar toca pelea con los gorrillas…
La primera visita en la entrada es el anfiteatro romano construido en parte en la época de Augusto y hasta el siglo III d.C y en parte tallado en la roca. La conservación merece un suspenso.
La mayor joya arqueológica del yacimiento es el teatro griego, si bien las ruinas actuales no reflejan el esplendor de los siglos iniciales tras su construcción. Diseñado en el siglo V a.C y ampliado posteriormente aquí fueron representadas las grandes obras de la tragicomedia griega. El auditorio o cavea de más de 138 metros de ancho y 67 filas que se dividen en 10 bloques cada una de las cuales cuenta con una escalera numerada de acceso. Las sucesivas remodelaciones, entre otros las romanas, le dan parte de su actual aspecto.
En lo alto del teatro, la Oreja de Dionisio una gran gruta donde la gente se dedica a gritar esperando el eco de vuelta… Tras todo el complejo las viejas canteras y grutas hoy convertidas en jardines desde donde se extrajo la piedra utilizada.
Al mediodía y bajo un sol de justicia salíamos hacia el valle de Noto, en busca de las joyas del barroco siciliano.
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